-La voz gutural, la de Satanás en su orgullo, gritando al Señor: “Yo puedo destruir tu Iglesia.”-La voz del Señor: “¿Tú puedes? Pues entonces hazlo.”-Satanás: “Para ello necesito más tiempo y poder.”-Nuestro Señor: ¿Cuánto tiempo? ¿Cuánto poder?-Satanás: “De 75 a 100 años, y un poder mayor sobre quienes están puestos a tu servicio.”-Nuestro Señor: “Tienes el tiempo, tendrás el poder. Haz con ello lo que quieras.”(Revista de la orden secular de San Agustín. Diciembre de 1981. New York)
Lo que León XIII percibió el 13 de octubre de 1884, y que ha podido desconcertar a algunos, es lo que ocurría ya, agravado con el paso del tiempo, y lo que ocurre ahora mismo de modo absoluto; es la REALIDAD.
El conocimiento de todo esto provocó en el Pastor Supremo una viva reacción de defensa, que en el acto se tradujo, concretamente, en la prescripción de una plegaria después de terminada la Misa, en la promulgación del Exorcismo contra Satanás y los ángeles apóstatas. Era conveniente que el contenido de lo que prescribió, fuese explicitado en la oración de San Miguel, a título de urgente argumento, para conjurar al Arcángel a actuar sobre el terreno.
“La trama de la secta liberal contra la Iglesia consistía en lanzarse al asalto de Ella utilizando su jerarquía, pervirtiéndola hasta en su más alto grado.”
Pero los Papas con la clarividencia de su cargo y las luces que Dios les ha dado, vieron y denunciaron claramente este programa.
León XIII (1878-7903) vio por adelantado esta subversio capitis, esta subversión del Jefe y la describió con todo detalle, con toda su crudeza, componiendo el pequeño exorcismo contra Satanás y los espíritus malignos. He aquí el pasaje en cuestión, que figura en la versión original, pero fue suprimido en las versiones posteriores por no sé qué sucesor de León XIII, que quizá encontró el texto imposible, impensable, impronunciable… Y sin embargo, a cien años de distancia de su composición, este texto nos parece por el contrario lleno de una verdad candente:
“He aquí que astutos enemigos han llenado de amargura la Iglesia, Esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que hay en ella de deseable. Donde fueron establecidas la Sede del bienaventurado Pedro y la cátedra de la Verdad, como una luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la dominación de su impiedad; a fin de que, una vez golpeado el pastor, puedan dispersar el rebaño.”
“¿Cómo es posible esto? Me dirán. Os aseguro que no lo sé pero esto ocurre cada vez más, día tras día. Esto nos causa una viva angustia, nos sugiere una pregunta hiriente: ¿Quiénes son, pues, esos Papas que toleran la autodemolición, que contribuyen a ella? San Pablo ya decía en su tiempo: “ya está realizándose el misterio de iniquidad” (II Tes. 2,7) ¿Qué diría hoy en día?”. (Cap. XXII del libro “Le destronaron”).
Esta plegaria, compuesta para ahuyentar al demonio, puede preservar de grandes males a la familia y a la sociedad, si se recita con fervor particularmente aun por los simples fieles. Se la utiliza especialmente en los casos en que cabe suponerse una acción del demonio, que se haga manifiesta: o por la maldad de los hombres, o por las tentaciones, las enfermedades, las tempestades, las calamidades de todas clases. Esta recitación del exorcismo está enriquecida con indulgencia plenaria.
A continuación va el texto íntegro y original, subrayando las partes que, de modo inexplicable, fueron suprimidas en ediciones posteriores a partir de las primeras décadas del siglo actual.
Y LOS ESPIRITUS MALIGNOS
Promulgado por el Papa León XIII
He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido con vehemencia. Disfrazado de “ángel de luz” (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre. Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los vicios e iniquidades.
Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria.
La Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado, precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Apoc. 20).
Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.
He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos.
R. Ha vencido el León de la tribu de Judá, la raíz de David.
Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.
R. Como lo esperamos de Ti.
Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a Ti nuestro clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu).
Oremos
Te lo manda la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto, maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios + verdadero, por Dios + santo, que “de tal modo amó al mundo que entrego a su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna” (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.
Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu).
Oremos
De las asechanzas del demonio.
R. Líbranos, Señor.
Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.
R. Te rogamos, óyenos.
Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.
R. Te rogamos, óyenos.
(Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).
Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza de nuestros pecados (Tobías 3, 3).
Padre nuestro …
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