martes, 10 de marzo de 2020

LA HERMANA ANA MAGDALENA Y EL DETENTE DEL SAGRADO CORAZON


Origen y Difusion

El Detente, o Escudo del Sagrado Corazón de Jesús, es un emblema que lleva la imagen del Sagrado Corazón y su divisa: ¡Detente! El Corazón de Jesús está conmigo. ¡Venga a nosotros Tu Reino! El uso del Detente es un medio de expresar nuestro amor al Sagrado Corazón de Jesús; señal de nuestra confianza en su protección contra las celadas del demonio y los peligros de todo orden. Su aparición proviene de Santa Margarita María Alacoque, como lo atestigua una carta dirigida por ella a la Madre Saumaise el 2 de Marzo de 1686 en la que le dice: “Jesús desea que usted mande a hacer unas placas de cobre con la imagen de su Sagrado Corazón para que todos aquellos que quisieran ofrecerle un homenaje las pongan en sus casas, y unas pequeñas para llevarlas puestas.” Ella misma llevaba una sobre su pecho, debajo del hábito e invitaba a sus novicias a hacer lo mismo. Hizo muchas de estas imágenes y recomendaba que su uso era muy agradable al Sagrado Corazón. Pero fue precisamente la Venerable Ana Magdalena Rémuzat, quien le dio la forma definitiva y fue la que se encargo de difundir esta devoción. Pues esta práctica recomendada por Santa Margarita, al principio sólo fue conocida en las comunidades de la Visitación. Pero la Venerable Ana Magdalena Rémuzat, salesa de Marsella, fue quien la hizo conocer fuera del claustro.

Hermana Ana Magdalena Remuzat

Antecedentes Historicos

A Nuestra Hermana Ana Magdalena Nuestro Señor le hizo saber anticipadamente el daño que causaría una grave epidemia en la ciudad francesa de Marsella, en 1720, así como el maravilloso auxilio que los marselleses recibirían con la devoción a su Sagrado Corazón. La Madre Rémuzat hizo, con la ayuda de sus hermanas, millares de estos Escudos del Sagrado Corazón y los repartió por toda la ciudad en donde se propagaba la peste. La historia registra que, poco después, la epidemia cesó como por milagro. No contagió a muchos de aquellos que llevaban el Escudo, y las personas contagiadas tuvieron un extraordinario auxilio con esta devoción. En otras localidades sucedieron hechos análogos. A partir de entonces, la costumbre se extendió por otras ciudades y países. En 1789 estalló en Francia, con trágicas consecuencias para el mundo entero, un flagelo terrible la calamitosa Revolución Francesa. En ese periodo los verdaderos católicos encontraron amparo en el Sacratísimo Corazón de Jesús, y el Escudo protector fue llevado por muchos sacerdotes, nobles y plebeyos que resistieron a la sanguinaria revolución anticatólica.

Características Esenciales

Esta devoción al Detente es santa, como es santo el culto y el amor a Jesucristo. Es fructuosa, por las virtudes que ejercita de fe, oración y esperanza en el mismo Jesús, y las grandes gracias y favores que se han obtenido y se pueden confiadamente esperar del culto y uso del Detente. Podemos señalar algunas características que lo definen claramente, podremos decir: que Es una señal de fidelidad al Corazón de Jesucristo. Es blasón que nos ennoblece. Es un muro que nos defiende. Es un imán que atrae sobre nosotros las miradas y gracias de Jesús. Es un pararrayos que aparta de nosotros los castigos de Dios. Es una oración perenne de Jesús por nosotros, suplicante al Padre. Es un corazón que late junto al nuestro.. Heroísmo de los devotos del Sagrado Corazón de Jesús. Nuestra Iglesia Católica decidió instituir el detente del Sagrado Corazón de Jesús como un sacramental, cita el numeral 1677 de nuestro catecismo qué se llaman sacramentales los signos sagrados instituidos por la iglesia cuyo fin es preparar a los hombres para recibir el fruto de los sacramentos y santificar las diversas circunstancias de la vida.



El Papa Pío IX y el Detente

Era el año de 1870, tiempo de pruebas y lágrimas para el pontificado del Papa Pío IX. Se cuenta que una señora romana, después de consagrar al Sagrado Corazón y a la Santísima Virgen a su hijo que partía para la guerra, al darle su bendición le entregó un «Detente» que ella misma dibujo sobre un pedazo de paño rojo diciéndole: "Él te devolverá sano y salvo a mi cariño". El joven asistió a reñidísimos combates, las balas silbaban a su alrededor, ya están muertos las tres primeras filas, sus compañeros de derecha e izquierda habían caído; una bala llegó también a su pecho donde tenía el «Detente» y allí se detuvo. Minutos después un refuerzo de tropas llegó a asegurar la victoria y el hijo volvió a abrazar a su madre, quien contó lo ocurrido al Santo Padre el Papa, recibiendo por respuesta estas palabras: «¡Detente, el Corazón de Jesús está conmigo! ».Conmovido a la vista de esta señal de salvación, el Papa concedió aprobación definitiva a tal devoción y dijo: “Esto, señora es una inspiración del Cielo. Sí, del Cielo”. Y, después de un breve silencio añadió: "Voy a bendecir este Corazón, y quiero que todos aquellos que fueren hechos según este modelo reciban esta misma bendición, sin que sea necesario que algún otro sacerdote la renueve. Además, quiero que Satanás de modo alguno, no, pueda causar daño a aquellos que lleven consigo el Escudo, símbolo del Corazón adorable de Jesús”. Para impulsar la piadosa costumbre de llevar consigo el Detente, Pío IX concedió en 1872, indulgencias parciales para todos los que, portando esta insignia, rezasen diariamente: un Padrenuestro, una Avemaría y un Gloria.Por lo tanto, llevar el «Detente» del Sagrado Corazón y llevarlo con amor y fe, es lo mismo que si lleváramos un escudo contra toda clase de peligros. Procuremos que los enfermos, niños, jóvenes, ancianos y todo el mundo lleven encima un «Detente», en la cartera o debajo de la almohada (en el caso de enfermos).