lunes, 15 de septiembre de 2025

Oración de San Antonio María Claret para antes de la Comunión



Señor mío Jesucristo, Creador y conservador del cielo y de la tierra, Padre el más amoroso, médico el más compasivo, maestro sapientísimo, pastor el más caritativo de nuestras almas. Aquí tenéis a este miserable pecador, indigno de estar en vuestra presencia y más indigno aún de acercarse a ese banquete inefable. ¡Ay, Señor! Cuando considero vuestra infinita bondad en querer venir a mí, me pasmo..., y al mirar la multitud de pecados con que os ofendí y agravié en toda mi vida, me confundo, me ruborizo y me siento compelido a deciros: «Señor, no vengáis...; apartaos de mí, porque soy un miserable pecador». Si el Bautista no se consideraba digno de desatar las correas de vuestro calzado, ¿cómo mereceré yo tan grande honor?... Si el temor y el respeto hace que tiemblen los Ángeles en vuestra presencia, ¿podré yo no temblar al presentarme y sentarme a vuestra mesa divina? Si la Santísima Virgen, aunque destinada para ser vuestra Madre, y condecorada con todas las excelencias, prerrogativas y gracias posibles en una pura criatura, se considera, sin embargo, como una esclava, e indigna de concebiros en sus purísimas y virginales entrañas, ¿podré yo, miserable pecador, lleno de imperfecciones y defectos, tener valor para recibiros en mi interior? ¡Ay, Señor! ¿No os horroriza este delincuente?... ¿No os causa asco el venir a mi y entrar en tan vil e inmunda morada?

En verdad, Señor, que yo no tuviera valor para acercarme a Vos, si primero no me llamaseis, diciéndome como a otro Zaqueo, no una vez sola, sino tantas cuantas son las inspiraciones con que me dais a conocer el deseo que tenéis de venir a mi: Baja, Zaqueo, pues hoy quiero hospedarme en tu casa. Pero ¿qué es lo que os mueve a venir a mí, Señor? ¿Mis méritos? ¿Mis virtudes? ¿Cómo hablará de virtudes y méritos un pecador como yo?, ¡ah, ya lo entiendo, Señor; mis miserias, mi pobreza: esto es lo que os mueve. ¡Oh exceso de amor!

Vos dijisteis que no son los sanos los que necesitan del médico, sino los enfermos; y he aquí por qué queréis venir: veis mi urgente necesidad, y el deseo de remediarla os impele. En efecto, Señor, es tal el estado de mi alma, que puedo decir con verdad: «De la planta del pie a la coronilla de la cabeza no hay en mi parte sana»; ¡tantas son mis imperfecciones! No obstante, aquí me tenéis, Señor; me presento a Vos, no porque de Vos me juzgue digno, sino porque no puedo vivir sin Vos; iré a Vos cual otro mendigo al rico, para que remediéis mis miserias y para que me libréis del ahogo de mis faltas e imperfecciones; iré porque las grandes enfermedades que me aquejan sólo Vos podéis remediarlas; una mirada compasiva, divino Médico, y quedarán sanas mis potencias y sentidos.

Párate aquí un poco y descúbrele confiado todos tus males corporales y espirituales, y después prosigue:

Virgen Santísima: ya que compadecida de los esposos de Caná de Galilea los sacasteis del apuro, alcanzándoles de Jesús aquella milagrosa conversión del agua en vino, pedidle también que obre en mi favor un prodigio semejante, concediéndome las gracias que para recibirle dignamente he menester. A Vos nunca os dio un desaire; siempre sois atendida: interesaos, pues, por mí; haced en mi favor cuanto podéis. ¡Oh, cuánto lo necesito!

Ángeles santos: veis que voy a sentarme a la santa Mesa y comer al que es vuestro pan; alcanzadme que yo vaya con el vestido nupcial y ataviado con el adorno de todas las virtudes.

¡Oh Santos todos moradores del cielo! Interesaos por mí, y haced que yo me llegue al augusto Sacramento cual os llegabais vosotros, y que, sacando de él los frutos que vosotros, pueda decir con verdad: «Vivo yo, mas no yo, sino que vive en mi Cristo ». Con esta fe, esperanza, confianza y amor me llego a Vos, Señor y Dios mío.


Camino Recto y Seguro  para llegar al Cielo
San Antonio María Claret

miércoles, 27 de agosto de 2025

Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios - San Juan Apóstol

 


Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. 2 Él estaba al principio en Dios. 3 Todas las cosas fueron hechas por El, y sin Él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho. 4 En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz luce en las tinieblas, pero las tinieblas no la acogieron. Hubo un hombre enviado de Dios de nombre Juan. 7 Vino este a dar testimonio de la luz para testificar de ella y que todos creyeran por él. No era el la luz, si no que vino a dar testimonio de la luz. Era la luz verdadera que, viniendo a este mundo ilumina a todo hombre. 10 Estaba en el mundo y por Él fue hecho el mundo pero el mundo no le conoció. 11 Vino a los suyos pero los suyos no le recibieron. 12 Más a cuantos le recibieron les dio poder de venir a ser hijos de Dios, a aquellos que creen en su nombre; 13 que no de la sangre, ni de la voluntad carnal, ni de la voluntad de varón, sino de Dios son nacidos. 14 Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. 15 Juan da testimonio de Él clamando: Este es de quien os dije: El que viene detrás de mí ha pasado delante de mí, porque era primero que yo. 16 Pues de su plenitud recibimos todos gracia sobre gracia. 17 Porque la Ley fue dada por Moisés, la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. 18 A Dios nadie le vio jamás; Dios unigénito, que está en el seno del Padre, este le ha dado a conocer. 

San Juan 1:1-18

martes, 19 de agosto de 2025

MILAGROS EUCARISTICOS - 64

 



SACRILEGO ATREVIMIENTO 
 Año 1605, Dulae (Filipinas) 

Las Cartas anuas de la Compañía de Jesús, refieren un hecho portentoso acaecido en Dulac, pueblo de la isla de Leyte. 

Un joven que había tenido la desgracia de ofender gravemente a Dios, quiso acercarse a la sagrada Mesa sin confesar antes su pecado. El castigo de tan sacrílego atrevimiento no se hizo esperar. Al punto sintió intensísimos dolores en todos sus miembros, que no le dejaban momento de reposo. Como reconociese la causa de tan grandes padecimientos, procuró arrojar la santa Hostia, con lo cual quedó aliviado. 

Continuó luego en su mala vida, y se acercó otra vez a comulgar, manchada su conciencia con nuevos pecados. Un fuego ardoroso le secó entonces la garganta y le abrasaba todo el cuerpo: y aun cuando le era patente la causa de este nuevo castigo, no quiso el infeliz descubrirla, antes otra vez repitió la Comunión en desgracia de Dios. 

En justo enojo, permitió el señor que un enjambre de moscardones se le entrase por la boca y le atormentase espantosamente. 

El desdichado joven reconoció entonces la enormidad de su crimen; y sinceramente arrepentido obtuvo de la infinita misericordia de Dios su gracia, viéndose al propio tiempo libre de tan terribles padecimientos, preludio de los eternos que le esperaban en el infierno si de veras no se hubiese convertido. 

(Cartas anuas de la Compañía de Jesús. Año 1605, pag. 496)

P. Manuel Traval y Roset S.J. (1856-1919)

sábado, 16 de agosto de 2025

Profecías de Nuestra Señora del Buen Suceso (Siglo XVII)



 Era el año 1634 cuando, a las 3 en punto de la madrugada del 2 de febrero, la Madre Mariana de Jesús Torres, abadesa del convento Concepcionista en la ciudad de Quito, vio la lámpara que ardía en el santuario cerca del Santísimo Sacramento parpadear y apagarse, dejando la iglesia en total oscuridad. Sus sentidos se entumecieron, y vio una luz celestial que iluminaba toda la iglesia. Era la Reina del Cielo quien, después de hacer a la mecha prenderse otra vez, dijo estas palabras a la Madre Mariana: “Amada hija de mi corazón, Yo soy María del Buen Suceso, su madre y protectora”.

  Tras profetizar sobre la muerte de la vidente y el futuro del monasterio, Nuestra Señora del Buen Suceso empezó a explicar a la Madre Mariana los varios significados de que se hubiese apagado la lámpara: “En el siglo diecinueve, hacia su final, y a través de la mayor parte del siglo veinte, muchas herejías abundarán en esta tierra, que será entonces una república libre. La preciosa luz de la Fe se extinguirá en las almas debido a la casi total corrupción de las costumbres. Para entonces habrán grandes calamidades, físicas y morales, públicas y privadas. Las pocas almas que preservarán la devoción a la Fe y las virtudes sufrirán cruel e indescriptible congoja, algo así como un prolongado martirio; muchos de ellos irán a la tumba debido a la violencia del sufrimiento y serán considerados mártires que se sacrificaron a sí mismos por la Iglesia y la Nación. Para obtener la libertad de la esclavitud de esas herejías, aquellos a quienes el misericordioso amor de mi Santísimo Hijo haya destinado para tal restauración necesitarán gran fuerza de voluntad, constancia, valor y mucha confianza en Dios. Para probar la Fe y Confianza del Justo, momentos vendrán en que todo parezca perdido y paralizado, pero ellos serán el feliz comienzo de la completa restauración”.

 

Profecías a cumplirse

  Al indicar el agente de la crisis tan catastrófica que describe en sus profecías sobre los siglos XIX y XX, Nuestra Señora del Buen Suceso se refiere a las herejías en general y a las sectas, o simplemente a la secta (Masonería).

  Esas herejías o sectas tendrían el poder para extender sus garras desde el recinto sagrado del Templo hasta el hogar, influenciando perniciosamente todos los campos de la actividad humana.


Libertinaje, impureza, corrupción de mujeres y niños

  “...Se desbordarán las pasiones y habrá una total corrupción de costumbres, por casi reinar Satanás con las sectas masónicas, tendientes principalmente a corromper a los niños para sostener con ese medio la corrupción general. ¡Ay de los niños de ese tiempo!: el sacramento del Bautismo lo recibirán difícilmente, la Confirmación, de igual manera”.

  “Habiéndose apoderado la secta de todas las clases sociales, tendrá tanta sutileza para introducirse en los hogares domésticos, que perdiendo a la niñez, se gloriará el demonio de alimentarse con el exquisito manjar de los corazones de los niños. En esos aciagos tiempos, apenas se encontrará inocencia infantil, de esa manera irán perdiéndose las vocaciones para el sacerdocio, que será una verdadera calamidad”.


La virginidad habrá casi desaparecido

  “La atmósfera repleta del espíritu de impureza, el que a manera de un mar inmundo correrá por calles, plazas y sitios públicos con una libertad asombrosa de manera que casi no habrá en el mundo almas vírgenes. La delicada flor de la virginidad, tímida y amenazada de completa destrucción, lucirá de lejos”.


Puerta abierta para el divorcio, el concubinato, los hijos ilegítimos, la educación laica...

  “El sacramento del matrimonio, el que representa la unión de Cristo con la Iglesia, será atacado y profanado en toda la extensión de la palabra... [se aprobarán] inicuas leyes procurando extinguirlo, facilitando a todos vivir mal y propagándose la generación de hijos mal nacidos y sin la bendición de la Iglesia, irá decayendo rápidamente el espíritu cristiano”.

  “Apagándose la luz preciosa de la fe hasta llegar a casi una total y general corrupción de costumbres; esto, unido con la educación laica, será motivo de escasear las vocaciones sacerdotales y religiosas”.


Desestima por la unción de los enfermos

  “El sacramento de la extremaunción, por ese tiempo en el que faltará en esta pobre Patria el espíritu cristiano, será poco acatado y muchas personas morirán sin recibirlo, ya por descuido de las familias, como por un mal entendido afecto hacia sus enfermos...”


La Sagrada Eucaristía será profanada y pisoteada

  Peor aún se dará con la Sagrada Comunión: “¡Ay, cuánto siento manifestarte que habrá muchos y enormes sacrilegios públicos y también ocultos, profanando la Sagrada Eucaristía!... Mi Hijo Santísimo se verá rodado por el suelo y pisoteado por inmundas plantas”.


Muchas naciones serán castigadas por los pecados de sacerdotes y religiosos

“Sabe aún que la Justicia Divina acostumbra descargar castigos terribles sobre naciones enteras, no tanto por los pecados del pueblo, cuanto por los de los sacerdotes y religiosos, porque estos últimos son llamados, por la perfección de su estado, a ser la sal de la Tierra, los maestros de la verdad y los pararrayos de la Ira Divina”.


Por servirle a medias, renegará Dios de muchas almas

  El Niño Jesús reveló a la madre Mariana que muchas almas religiosas y sacerdotales “quieren servirme a medias, conservando sus caprichos y genios, satisfaciendo en todo sus voluntades y tomando libertades incompatibles con su estado y profesión. Yo no las tolero; nada por la mitad me agrada. Yo las abandono y dejo que sigan todos los deseos de su corazón pervertido para desconocerlas delante de mi Padre Celestial. ¡Ay de aquéllos y de aquéllas!”


Quien debía hablar, callará

  “Casi no se encontrará inocencia en los niños ni pudor en las mujeres, y en esta suprema necesidad de la Iglesia, callará quien a tiempo debió hablar”.

  Esta grave omisión es repetida por la Santísima Virgen en la siguiente aparición, el 2 de febrero de 1610: “Campearán los vicios de impureza, la blasfemia y el sacrilegio en aquel tiempo de depravada desolación, callando quien debería hablar”.

  Los que deberían defender los derechos de la Iglesia, darán la mano a sus enemigos

  Nuestra Madre Santísima hace a su hija dilecta esta terrible declaración:

“Tiempos funestos sobrevendrán, en los cuales... aquellos que deberían defender en justicia los derechos de la Iglesia, sin temor servil ni respeto humano, darán la mano a los enemigos de la Iglesia para hacer lo que éstos quieran”.


Cuando todo parezca perdido, será el inicio del triunfo de María

  Como en Fátima, después de la previsión de catástrofes para la Iglesia y la civilización cristiana, la previsión de una espléndida victoria.

  Así, al tratar de la propagación de las herejías en los siglos XIX y XX, María del Buen Suceso revela a la madre Mariana de Jesús Torres:

  “El corto número de almas en las cuales se conservará el culto de la fe y de las buenas costumbres sufrirá un cruel e indecible al par que prolongado martirio; muchas de ellas descenderán al sepulcro por la violencia del sufrimiento y serán contadas como mártires que se sacrificaron por la Iglesia y por la Patria”.

  “Para libertar de la esclavitud de estas herejías, necesitarán gran fuerza de voluntad, constancia, valor y mucha confianza en Dios aquéllas a quienes destinará para esta restauración. El amor misericordioso de mi Hijo Santísimo, para poner a prueba en los justos esta fe y confianza llegarán momentos en los cuales, al parecer, todo estará perdido y paralizado, y entonces, será feliz principio de la restauración completa”.

  Y, después de referirse a la prevaricación en las filas eclesiásticas, Nuestra Señora afirma:

  “Ora con instancia, clama sin cansarte y llora con lágrimas amargas en el secreto de tu corazón, pidiendo a nuestro Padre Celestial, que por el amor al Corazón Eucarístico de mi Hijo Santísimo ponga cuanto antes fin a tan aciagos tiempos, enviando a esta Iglesia el Prelado que deberá restaurar el espíritu de sus sacerdotes”.

  “A ese hijo mío muy querido lo dotaremos de una capacidad rara, de humildad de corazón, de docilidad a las divinas inspiraciones, de fortaleza para defender los derechos de la Iglesia y de un corazón tierno y compasivo. En su mano será puesta la balanza del Santuario, para que todo se haga con peso y medida, y Dios sea glorificado”.

  Para que esto no suceda, el demonio y sus secuaces incitarán “todos los vicios”, provocando así “toda clase de castigos, entre ellos la peste, el hambre, la pendencia entre propios y ajenos, la apostasía, perdiendo a un número considerable de almas... Habrá una guerra formidable y espantosa... Esa noche será horrorosísima, porque al parecer humano será triunfante la maldad”.

  “Entonces es llegada mi hora en la que Yo, de una manera asombrosa destronaré al soberbio y maldito Satanás, poniéndole bajo mi planta y encadenándole en el abismo infernal, dejando por fin libres a la Iglesia y la Patria de su cruel tiranía”.

 

FUENTES:

1) Vida Admirable de la Rvda. Madre Mariana de Jesús Torres, escrita alrededor de 1790 por Fray Manuel de Sousa Pereira O.F.M.

2) Madera para Esculpir la Imagen de una Santa, por Mons. Dr. Luis E. Cadena y Almeida. Foundation for a Christian Civilization, Nueva York, 1987.

3) Mensaje Profético de la Sierva de Dios Sor Mariana Francisca de Jesús Torres y Berriochoa, Quito, 1989, de Mons. Luis E. Cadena y Almeida.

4) http://sempefidelis.blogspot.com.es/2009/10/yo-soy-maria-de-el-buen-suceso.html

5) http://www.fatima.org.pe/seccion-verarticulo-460.html

Dios es Amor - I San Juan 4, 7-21




7 Carísimos, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. 8 El que no ama, no ha aprendido a conocer a Dios, porque Dios es amor. 9 Y el amor de Dios se ha manifestado en nosotros en que Dios envió al mundo su Hijo Unigénito, para que nosotros vivamos por Él. 10 En esto está el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió su Hijo como propiciación por nuestros pecados. 11  Amados, si de tal manera nos amó Dios, también nosotros debemos amarnos mutuamente. 12 A Dios nadie lo ha visto jamás; mas si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor llega en nosotros a la perfección. 13 En esto conocemos que permanecemos en Él y Él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. 14 Y nosotros vimos y testificamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo. 15 Quienquiera que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. 16 En cuanto a nosotros, hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en ese amor. Dios es amor; y el que permanece en el amor, en Dios permanece y Dios permanece en él. 17 En esto es perfecto el amor en nosotros –de modo que tengamos confianza segura en el día del juicio– porque tal como es Él somos también nosotros en este mundo. 18 En el amor no hay temor; al contrario, el amor perfecto echa fuera el temor, pues el temor supone castigo. El que teme no es perfecto en el amor. 19 Nosotros amamos porque Él nos amó primero. 20 Si alguno dice: “Yo amo a Dios”, y odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios, a quien nunca ha visto. 21 Y éste es el mandamiento que tenemos de Él: que quien ama a Dios ame también a su hermano. 

I San Juan 4, 7-21

jueves, 14 de agosto de 2025

Oración a San Juan de Dios




Oración a San Juan de Dios para pedir su intercesión

¡Glorioso San Juan de Dios, caritativo protector de los enfermos y desvalidos! Mientras vivisteis en la tierra no hubo quien se apartase de vos desconsolado: el pobre halló amparo y refugio; los afligidos consuelo y alegría; confianza los desesperados y alivio en sus penas y dolores todos los enfermos. Si tan copiosos fueron los frutos de vuestra caridad estando aún en el mundo, ¿qué no podremos esperar de vos ahora que vivís íntimamente unido a Dios en el Cielo? Animados con este pensamiento, esperamos nos alcancéis del Señor la gracia de… si es para mayor gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amén.


miércoles, 16 de julio de 2025

Oración de Santa Catalina de Siena a Jesús Sacramentado

 



¡Oh caridad sin límites! Así como te diste a nosotros, completamente Dios y completamente hombre, también nos dejaste todo de Ti como alimento para que, mientras somos peregrinos en esta vida, no nos desmayemos en nuestro cansancio, sino que seamos fortalecidos por Ti, Alimento Celestial.

¡Oh, pueblo mercenario! ¿Y qué les ha dejado su Dios? Él les ha dejado a sí mismo, completamente Dios y completamente hombre, oculto bajo la blancura de este pan.

¡Oh fuego de amor! ¿No fue suficiente regalarnos la creación a tu imagen y semejanza, y crearnos de nuevo por la gracia en la sangre de tu Hijo, sin darnos a Ti mismo como alimento, la totalidad del ser divino, la totalidad de Dios?

¿Qué te impulsó? Nada más que tu caridad, ¡Loco de amor Tú estás!

Nuestra Señora del Carmen - 16 de Julio

 

Oración a Ntra. Sra. del Carmen

¡Oh Virgen Santísima Inmaculada, belleza y esplendor del Carmen! Vos, que miráis con ojos de particular bondad al que viste vuestro bendito Escapulario, miradme benignamente y cubridme con el manto de vuestra maternal protección. Fortaleced mi flaqueza con vuestro poder, iluminad las tinieblas de mi entendimiento con vuestra sabiduría, aumentad en mí la fe, la esperanza y la caridad. Adornad mi alma con tales Gracias y virtudes que sea siempre amada de vuestro divino Hijo y de Vos. Asistidme en vida, consoladme cuando muera con vuestra amabilísima presencia, y presentadme a la augustísima Trinidad como hijo y siervo devoto vuestro, para alabaros eternamente y bendecidos en el Paraíso. Amén.


domingo, 6 de julio de 2025

Oración de San Buenaventura a Jesús Sacramentado

 


Concede que mi alma pueda anhelarte 

Traspasa, dulcísimo Jesús y Señor mío,
la médula de mi alma con el suavisísimo
y saludabilísimo dardo de tu amor
con la verdadera, pura y santísima caridad apostólica,
a fin de que mi alma desfallezca y se derrita siempre sólo en amarte
y en deseo de poseerte: que por Ti suspire,
y desfallezca por hallarse en los atrios de tu Casa;
anhele ser desligado del cuerpo para unirse contigo.

Haz que mi alma tenga hambre de Ti, Pan de los Ángeles,
alimento de las almas santas, Pan nuestro de cada día,
lleno de fuerza, de toda dulzura y sabor, y detodo suave deleite. 

Oh Jesús, en quien se desean mirar los Ángeles:
tenga siempre mi corazón hambre de Ti,
y el interior de mi alma rebose con la dulzura de tu sabor.

Tenga siempre sed de Ti, fuente de vida,
manantial de sabiduría y de ciencia,
río de luz eterna, torrente de delicias,
abundancia de la Casa de Dios.

Que te desee, te busque, te halle;
que a Ti vaya y a Ti llegue; en Ti piense, de Ti hable,
y todas mis acciones encamine a honra y gloria de tu nombre,
con humildad y discreción, con amor y deleite, con facilidad y afecto,
con perseverancia hasta el fin.

Para que Tú solo seas siempre mi esperanza,
toda mi confianza, mi riqueza
mi deleite, mi contento, mi gozo, mi descanso y mi tranquilidad,
mi paz, mi suavidad, mi perfume, mi dulzura, mi comida,
mi alimento, mi refugio, mi auxilio, mi sabiduría, mi herencia,
mi posesión, mi tesoro, en el cual esté siempre fija y firme e inconmoviblemente
arraigada mi alma y mi corazón. 

Amén.

domingo, 29 de junio de 2025

domingo, 22 de junio de 2025

La visión del infierno de los pastorcillos de Fátima

 

Ntra. Sra. de Fátima muestra el infierno a los tres pastorcillos.

martes, 17 de junio de 2025

LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA EN EJEMPLOS - 24

 


CONVERSION DE BENITA

Cuenta el P. Juan Bonifacio, S. J., que hubo en Florencia una moza llamada Benita, pero no bendita, sino muy perversa, deshonesta y escandalosa. Por dicha suya, llegó a la ciudad el glorioso patriarca Santo Domingo, y ella, por mera curiosidad, quiso ir un día a un sermón que predicaba, en el cual, finalmente, la palabra divina la compungió tanto que, anegada en lágrimas se confesó con el Santo, quien no le impuso más penitencia que rezar el Rosario. Pero la infeliz, vencida del mal hábito contraído, volvió a recaer. Lo supo el Santo, fue a buscarla, y logró que se confesase otra vez, ayudando el Señor por su parte a la firmeza del propósito con una visión en que le descubrió las penas del infierno y ardiendo en él algunos hombres condenados por culpa suya, al mismo tiempo que le puso delante un libro donde estaban escritos todos sus pecados, cosa que la llenó de espanto; pero valiéndose fervorosamente de la protección de la Virgen, vio también que esta Señora le alcanzaba de Dios tiempo para llorar sus liviandades. 

Emprendió, desde luego, una vida muy ajustada; mas como nunca se le apartase de los ojos aquel proceso tan temeroso, empezó un día a decir a la Reina de los Ángeles estas palabras: «Madre amantísima, bien sé que he merecido mil veces el infierno; pero ya que misericordiosamente me habéis concedido espacio de penitencia, voy a pediros otra gracia, aunque no quiero dejar de llorar mis pecados hasta la muerte, y es que dispongáis se borren todos de aquel libro que he visto.» La Virgen Santísima se le apareció, diciéndole que para obtener lo que solicitaba había de tener de allí en adelante memoria continua de sus pecados y de la misericordia que Dios había usado con ella; que se había de acordar frecuentemente de lo mucho que el Señor había padecido por salvarla, y que, en fin, había de pensar cuántos se habían condenado con menos motivo, revelándole la condenación aquel mismo día de un muchacho de ocho años por un solo pecado grave. Obedeció Benita puntualmente, y mereció que al cabo se le apareciese también Jesucristo nuestro Redentor, y que, mostrándole aquel libro, le dijese: «Ya tus delitos quedan borrados y el libro en blanco. Escribe ahora muchos actos de caridad y demás virtudes.» Lo hizo así Benita lo que le restaba de vida; vivió hasta el fin como santa y murió felizmente.

Las Glorias de María
San Alfonso María Ligorio

lunes, 9 de junio de 2025

lunes, 2 de junio de 2025

Carta de Santa Juana de Arco

 


Carta de Santa Juana de Arco de una actualidad Providencial.

"Hace mucho que tengo noticias de vosotros. Una vez fuisteis cristianos pero ahora os habéis convertido en herejes. A la manera de los sarracenos abolisteis la fe y el culto verdadero para adoptar una infecta superstición y os comprometisteis a sostenerla y a ampliarla y en la que conviven la infamia y la crueldad en el alma que se atreve a practicarla.

Vosotros conspirasteis contra los Sacramentos de la Iglesia, truncasteis los Artículos de Fe, demolisteis los sagrados edificios, rompisteis las imágenes y las arrojasteis al fuego y en definitiva masacrasteis a los cristianos que no aceptan vuestras creencias. ¿Qué cólera o furia os agita?. Vosotros os habéis comprometido a perseguir y subvertir la fe que Dios omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo instituyeron y exaltaron de mil modos por los milagros.

Sois mas ciegos que a los que les falta la vista de los ojos. ¿Creéis que saldréis impunes? Ignoráis que si Dios no impide vuestras violencias, que si os permite permanecer más tiempo en la oscuridad y en el error es porque prepara para vosotros castigos y suplicios mayores.

Os diré la verdad, si no estuviera tan ocupada en combatir a los ingleses, ya habría partido a vuestro encuentro. Pero si no soy informada de que os habéis enmendado, tal vez deje a los ingleses y avance contra vosotros a fin de que, si no existe otra solución, eliminaré por la espada vuestra impetuosa y vana superstición, sacándoos la herejía o la vida.

Sin embargo, si preferís regresar a la fe católica y a la luz primordial, enviadme vuestros embajadores a los que diré lo que debéis hacer. Si por el contrario persistís recalcitrantes en vuestro aguijón, acordaos de vuestros abominable crímenes y aguardad mi llegada con todas las fuerzas divinas y humanas para retribuir todo el mal y daño que habéis hecho a las almas."


Juana de Arco 

Sully a 23 de Marzo de 1430.

viernes, 9 de mayo de 2025

Mater Dolorosa - R.P. Ildefonso Rodríguez Villar

 


1.° La Reina de los mártires. — El dolor es la ley universal que abarca a todos los hombres sin excepción. — El niño, sin que nadie se lo enseñe, gime y llora, y así, entre llantos y gemidos, se deslizará toda su vida. — No podemos huir del dolor..., nos espera donde menos lo creíamos…, quizá cuando son mayores nuestros goces y alegrías...; generalmente éstas son preludio de las lágrimas. — Cuando te venga un fuerte alegrón piensa en algún fuerte dolor o físico o moral…, del cuerpo o del alma..., de dentro o de fuera…, que te ha de venir. — Es locura querer alargar la vida huyendo del dolor. — Cuando menos punzan sus espinas, es abrazándose con generosidad con él... saliéndole al encuentro..., teniéndole gran amistad..., sobre todo, santificando y sobrenaturalizando todo dolor y sufrimiento. 

Jesús quiso ser el Varón de dolores y su Madre la Reina de los mártires. — Esos son los modelos..., ésos los únicos que alivian, con su ejemplo, nuestros sufrimientos, y nos enseñan a santificarnos con ellos. — ¡Bendito el dolor! — Así dijo Cristo: «dichosos los que lloran..., los que sufren..., los que padecen». — No tengas lástima del que sufre mucho, sino del que no sabe sufrir. — Cristo asoció a su Madre a todas sus glorias y grandezas, y por eso la hizo compañera de todos sus sufrimientos. — Al que Dios más ama, más le hace sufrir, para elevarle, como a su Madre, después a mayor gloria y grandeza. — ¡Cuánto sufrió María al pie de la Cruz!... ¡Pero qué grande es María precisamente al pie de la Cruz!... ¡Qué perla faltaría en su corona, si no tuviera la del dolor! — Por tanto, fue necesario que si era Reina, fuera Reina del dolor y del martirio. — Si fue Reina del dolor, debió sufrir más que nadie... Su martirio duró toda su vida. 

A nosotros, nos envía Dios los dolores uno a uno y nos oculta los futuros...; sólo sufrimos los presentes. — A María le reveló ya desde el principio, todo lo que había de sufrir para no ahorrarle sufrimientos... sino más bien quiso que aquella espada la atormentara toda la vida. 


Piensa en sus dolores: cuánto sufrió con la ingratitud..., la traición..., el abandono..., el desamor de que fue objeto su Hijo. — Belén..., Egipto..., Nazaret..., Jerusalén..., el pesebre y el Calvario..., el Templo..., el palacio de Herodes y de Pilatos..., Son todos los lugares en que su corazón se desgarró ¡tantas veces! — Hasta la pérdida de Jesús quiso sufrirla... para enseñarnos a nosotros a sufrir y a buscarle si le perdemos pecando. — Detente a enumerar y ponderar estos dolores. 

2.° Dolor humano y natural. — En todos estos dolores, considera su parte natural y humana. — La medida de todo dolor, es la intensidad del amor. — Sólo nos duele dejar o perder lo que amamos. — A mayor amor, mayor dolor. — Con esta regla, trata de medir el dolor de María... Era un dolor de madre y con esto se dice todo... Es el amos más puro..., más noble..., menos egoísta que en la tierra existe, ¡el amor de una madre! — Por eso, Dios no ha querido que tengamos más que una...; ella sola basta para llenar toda nuestra existencia de cariños inefables..., de besos calientes..., de amores que llenan por completo el corazón... ¡Cómo ama una madre! — Y, ¿cómo amaría la Virgen a su Hijo? — Dios quiso juntar en su Corazón todas las ternuras de todas las madres para que con ese amor amara a su Hijo. — No merecía menos el «Hijo de Dios»... y el que quiso llamarse por excelencia el «Hijo del hombre». — Pues, ¿cuál sería su dolor..., su sufrimiento en la pérdida de su hijo? 

Piensa, además, que el Hijo que perdía era único, que no le quedaba otro con quien consolarse..., que ese Hijo único era el mejor de todos..., que amaba a su Madre, como ningún hijo ha amado a la suya. — Por otra parte, siendo inocentísimo como era, lo perdía como si fuera un criminal...; que no era una enfermedad..., un accidente desgraciado..., sino una traición..., una ingratitud..., una enorme y horrible injusticia, la que le arrebataba la vida... y que eso se llevaba a cabo en medio de atroces tormentos... y en su misma presencia. 

Piensa en aquella íntima unión que entre Jesús y María existía, hasta el punto que en verdad el Hijo era la vida..., el todo de la Madre... y comprende por aquí algo, la intensidad de su dolor de Madre. Además, es cierto que la sensibilidad tiene muchos grados..., que no es igual en todas las personas... y que a mayor sensibilidad, mayor fuerza de dolor. — María era de una delicadeza exquisita..., de un organismo perfectísimo y por lo mismo de una sensibilidad extraordinaria... ¿Cuál sería, pues, el dolor de su corazón al ponerse en contacto con la ingratitud..., con la injusticia..., etcétera? — Recuerda lo que a ti estas cosas, que habrás pasado en grado muy inferior, te han hecho sufrir, y deduce lo que pasaría por el alma de la Virgen. — Detente en cada una de estas circunstancias... Medita muy despacio cada uno de estos motivos... y te convencerás de que con mucha razón, la Santísima Virgen puede aplicarse aquellas palabras de Jeremías: «Mirad y ved, si hay dolor semejante al mío.» 

3.° Dolor divino y sobrenatural. — No podemos abarcar toda la intensidad del dolor humano y natural de María... ¿Cómo podremos, pues, darnos una idea ni siquiera aproximada, de su dolor sobrenatural? — María sufría al perder a aquel que era su Hijo..., al verle padecer y morir... pero sobre todo sufría porque en Él veía a su Dios. 

¿Quién ha conocido como Ella a Dios?... ¿Quién le ha amado como Ella? 

Recuerda los incendios de amor de tantas almas santas..., de los mismos ángeles y serafines...; todo es nada en comparación del amor de María a su Dios. — Pues, ¿cómo sentiría las ofensas..., los insultos..., los tormentos que los hombres le dieron? Si como Madre todos repercutían en su corazón..., como Madre de Dios, ¿qué sería? 

Consta que ha habido almas que han muerto de dolor de sus pecados, considerando lo que con ellos ofendieron a Dios. — Pues, ¿cómo María no murió de dolor a la vista de aquellas ofensas gravísimas que el pueblo escogido infirió a Cristo en su Pasión? 

Además, María sufrió todos estos tormentos indecibles, sin consuelo espiritual de ninguna clase... Los mártires sufrían con alegría abrazados al crucifijo... La vista de Jesús crucificado, alentaba a los penitentes y anacoretas en sus austeridades..., pero para María, el Crucifijo..., la vista de Cristo crucificado, era precisamente su mayor tormento... El mismo que a otros iba a consolar, era el verdugo que atormentaba el corazón de su Madre. — Sus dolores no fueron físicos... Nada padeció en su cuerpo de tormentos y castigos..., pero por eso mismo, fue más intenso su dolor, al ser todo él interno..., puramente espiritual..., ¡verdaderamente divino! 

En fin, el colmo del dolor de la Virgen, fue no sólo el asistir..., el autorizar con su presencia el sacrificio de su Hijo..., sino que tuvo que llegar a desearlo. — Dos hijos tenía María: el hijo inocente... y el hijo pecador, que somos nosotros, — Si quería que viviera el Hijo inocente, no podía salvarse el hijo pecador...; si quería la salvación de éste, debía desear el sacrificio del otro... ¿Qué hacer? — Como Madre, debía de queremos tanto como a Jesús... y tuvo que llegar a querernos más que a El..., porque sabiendo que esa era la voluntad de Dios, quien no perdonó a su propio Hijo..., también fue la suya, y tampoco Ella le perdonó. — Por eso, allí estuvo al pie de la Cruz, muerta de dolor..., deseando..., hasta gozándose en la muerte de Cristo para salvarnos a nosotros... ¡Cuánto amor!, pero también, ¡cuánto dolor!... ¡Cuánto costamos a María ser hijos suyos! 

Y si lo que cuesta es lo que se aprecia y ama, ¿cuánto nos amará ahora, pues tanto la hicimos sufrir? — Pero ya basta..., basta ya de ingratitudes..., no hagas ya sufrir más a tu Madre..., sino ámala aún a costa de tus sufrimientos y de tu vida misma.

Meditaciones sobre la Santísima Virgen María
R.P. Ildefonso Rodríguez Villar (1895 - 1964)

jueves, 1 de mayo de 2025

MILAGROS EUCARISTICOS - 63

 


¡SEÑOR, QUE YO VEA!
 (Año 1889, Lourdes (Francia) 

En el año 1889, María Luisa Horeau, de diecinueve años de edad, estaba tan ciega que no distinguía entre el día y la noche, necesitando que la llevasen de la mano a todas partes, y aun que la diesen de comer. 

Se fue a Lourdes, mas no pudieron aproximarse a la Gruta, se paró frente a la piscina, y rogó a una amiga y compañera suya la advirtiera el momento preciso en que pasase por allí la procesión del Santísimo Sacramento. 

Avisada de ello la pobrecita ciega, cayó al punto de rodillas y exclamó con todo el esfuerzo de su cristiana fe: "¡Señor, si queréis, podéis curarme! ¡Señor, que yo vea!" Dichas estas palabras, notó como una especie de resplandor vivísimo, y sintió un fuerte espasmo en los ojos; los abre, y en seguida vio la Gruta, la muchedumbre de peregrinos, y la sagrada Hostia que acababa de bendecirla, otorgándole la gracia deseada. 

La joven María Luisa recobró la vista tan perfectamente, que distinguía los objetos más pequeños y sutiles. El tribunal médico establecido en Lourdes examinó los ojos, y notó que había adquirido completa claridad y limpieza.


(Dr. Bossaire. Les grandes Guerlsons de Lourdes.) 

P. Manuel Traval y Roset S.J. (1856-1919)

viernes, 25 de abril de 2025

Visión de Jacinta de Fátima



Un día fuimos a pasar las horas de la siesta junto al pozo de mis padres. Jacinta, se sentó al borde del pozo; Francisco, vino conmigo a buscar miel silvestre en las matas de un retamar que había allí en una ribera. Pasado un rato, Jacinta me llama:

-¿No viste al Santo Padre?
-No.
-No sé cómo fue, yo vi al Santo Padre en una casa muy grande, de rodillas, delante de una mesa, con las manos en la cara, llorando. Fuera de la casa había mucha gente, unos le tiraban piedras, otros le maldecían y le decían muchas palabras feas. ¡Pobrecito el Santo Padre! Tenemos que pedir mucho por él.

Ya dije cómo un día dos sacerdotes nos recomendaron la oración por el Santo Padre y nos explicaron quién era el Papa. Jacinta me preguntó después:

-¿Es el mismo que yo vi llorando y del cual aquella Señora nos habló en el Secreto?
-Lo es –le respondí.
-Ciertamente, aquella Señora también lo mostró a estos señores Padres; ves, yo no me engañé; es necesario rezar mucho por él.

En otra ocasión fuimos a “Lapa do Cabezo”; llegados allí, nos postramos en tierra, para rezar las oraciones del Ángel. Pasado un tiempo, Jacinta se levanta y me llama:

-¿No ves tantas carreteras, tantos caminos y campos llenos de gente, que llora de hambre y no tienen nada para comer? ¿Y al Santo Padre, en una Iglesia, delante del Inmaculado Corazón de María, rezando? ¿Y a mucha gente rezando con él?

Pasados unos días, me preguntó:

-¿Puedo decir, que vi al Santo Padre y a toda aquella gente?
-No. ¿No ves que eso hace parte del Secreto? ¿Qué por eso, luego se descubriría todo?
-Está bien, entonces no digo nada.

Fuente: MEMORIAS DE LUCIA.

Ediciones "Sol de Fátima".

lunes, 17 de marzo de 2025

PROFECIAS DE LA BEATA ELENA AIELLO. Visión de 1959

 



Jesús, chorreando sangre y con mirada dolorosa y doliente, dijo: “¿Queréis uniros a Mí en Mi agonía? ¡Mira cuánto sufro! ¡Los pecados de los hombres me han reducido a esto! Cuánta amargura se derrama en este Corazón traspasado por tantas almas, que en vez de amarme con sacrificios, y huyendo de las vanidades pecaminosas del mundo corrompido, cometen mucha iniquidad.”

“Ayúdame a sufrir consolando mi Corazón afligido, y repara por los muchos pecados. ¡Oh mi amada esposa, si supieras el dolor que sufre mi Corazón por la pérdida de tantas almas! Satanás viaja victorioso sobre toda la tierra pecadora. Necesito almas generosas para apaciguar la justicia ultrajada del Padre, porque el mundo se dirige a la ruina inminente. ¡Las horas de oscuridad están cerca!”




“Entonces se me apareció la Virgen, triste y derramando lágrimas. Ella dijo”: 'Este gran manto que ves, es la expresión de mi misericordia para cubrir a los pecadores y para salvarlos. Los hombres, en cambio, se cubren con más inmundicias y no quieren confesar sus verdaderas faltas. Por tanto, la justicia de Dios pasará sobre el mundo pecador para purificar a la humanidad de tantos pecados, abiertamente cometidos y ocultos, especialmente los que corrompen a la juventud.'

'Para salvar las almas, deseo que se propague en el mundo la consagración al Inmaculado Corazón de María, Medianera de los hombres, la devoción a la Misericordia de Dios y a la Reina del Universo.'

'El mundo será una vez más afligido por una gran calamidad; con revoluciones sangrientas; con grandes terremotos; con hambres; con epidemias; con temibles huracanes; y con inundaciones de ríos y mares. ¡Pero si los hombres no vuelven a Dios, fuego purificador caerá de los Cielos, como tormentas de nieve, sobre todos los pueblos, y una gran parte de la humanidad será destruida!'

'Los hombres ya no hablan según el verdadero espíritu del Evangelio. La inmoralidad de los tiempos ha alcanzado un pico. Pero los hombres no escuchan mis advertencias maternales, por lo que el mundo debe purificarse pronto.'

'Rusia marchara sobre todas las naciones de Europa, particularmente sobre Italia, y levantará su bandera sobre la cúpula de San Pedro. Italia será duramente probada por una gran revolución, y Roma será purificada en sangre por sus muchos pecados, ¡especialmente los de impureza! El rebaño está a punto de dispersarse y el Papa debe sufrir mucho.

'El único medio válido para aplacar a la Justicia Divina es orar y hacer penitencia, volviendo a Dios con sincero dolor por las faltas cometidas, y entonces el castigo de la Justicia Divina será mitigado por la misericordia. La humanidad nunca encontrará la paz, si no vuelve a mi Corazón Inmaculado como Madre de Misericordia y Medianera de los hombres; y al Corazón de mi Hijo Jesús!'


Visión de 1959