martes, 29 de diciembre de 2020

Monseñor Viganò: No se podrá evitar la apostasía de la cúpula de la Iglesia


Monseñor Viganò habla con la Dra. Maike Hicson sobre el altar pontificio vacío.

Omnes dii gentium demonia.

Salmo 95,5

Excelencia, en un artículo reciente señaló que el altar pontificio de la basílica vaticana no se ha vuelto a utilizar desde que se profanó con la ofrenda del ídolo de la Pachamama. En aquel momento, en presencia de Bergoglio y de su corte pontificia, se cometió un gravísimo sacrilegio. ¿Qué opina de ello?

La profanación de la basílica del Vaticano durante la ceremonia de clausura del Sínodo para la Amazonía contaminó el Altar de la Confesión desde el momento en que se colocó sobre la mesa una vasija dedicada al culto infernal de la Pachamama. A mí me parece que ésa y otras profanaciones cometidas en iglesias y altares evocan en cierta forma actos por el estilo que se han dado con anterioridad y nos permiten entender su verdadera naturaleza.

¿A qué se refiere?

Me refiero a ocasiones en que se ha soltado a Satanás contra la Iglesia de Cristo, desde las persecuciones de los primeros cristianos hasta la guerra de Cosroes de Persia contra Bizancio; desde la furia iconoclasta de los mahometanos hasta el Saco de Roma por parte de los lansquenetes alemanes; más tarde vino la Revolución Francesa, luego el anticlericalismo del siglo XIX, el comunismo ateo, la Guerra Cristera de México y la Cruzada de Liberación española; después, los horrendos crímenes de los partisanos comunistas durante la Segunda Guerra Mundial y sus posguerra, y las diversas formas de cristianofobia que observamos hoy en día por todo el mundo. Siempre, sin excepción, la Revolución en todas sus formas confirma su esencia luciferina permitiendo que se manifieste la bíblica enemistad entre el linaje de la Serpiente y el de la Mujer, entre los hijos de Satanás y los de la Santísima Virgen. No tiene otra explicación esta ferocidad contra la Santísima Madre y sus hijos.

Pienso concretamente en la entronización de la Diosa Razón que tuvo lugar el 10 de noviembre de 1793 en la parisina catedral de Notre Dame, durante el apogeo del Terror. También en aquella ocasión el odio infernal de los revolucionarios quiso sustituir el culto a la Madre de Dios por el culto a una prostituta, erigida en símbolo de la religión masónica, la llevaron a hombros en una silla gestatoria y colocada en el santuario. Esto tiene muchas analogías con la Pachamama, y denotan la mentalidad infernal que lo ha inspirado.

No olvidemos que el 10 de agosto de 1793, escasos meses antes de la profanación de Notre Dame, la estatua de la diosa Razón se había erigido en la plaza de la Bastilla con los rasgos de la diosa egipcia Isis. No deja de ser significativo que esta alusión a los cultos egipcios la encontremos también en el horripilante nacimiento que en este momento se alza en la Plaza de San Pedro. Pero está claro que las semejanzas que encontramos en estas cosas que están pasando vienen acompañadas de algo totalmente nuevo.

¿Nos podría explicar en qué consiste ese nuevo elemento?

Me refiero a que mientras que hasta el Concilio –o, para ser menos duros, hasta este pontificado–, las profanaciones y sacrilegios los realizaban enemigos externos de la Iglesia. Desde entonces los escándalos han llegado a los más altos niveles de la Jerarquía, eso sin hablar del culpable silencio de los obispos y el escándalo de los fieles. La Iglesia bergogliana da una imagen cada vez más desconcertante, en la que la negación de las verdades católicas viene acompañada de la afirmación explícita de una ideología intrínsecamente anticatólica y anticristiana en la que el culto idolátrico de deidades paganas –o sea de demonios– ha salido a la luz, y se promueve con actos sacrílegos y profanaciones de objetos sagrados. Colocar una vasija inmunda en el Altar de la Confesión de San Pedro es un gesto litúrgico con un valor concreto y una finalidad que va más allá de lo simbólico. La presencia de un ídolo de la madre tierra es una clara ofensa a Dios y a la Santísima Virgen, una señal palpable que en cierto sentido explica las muchas afirmaciones irreverentes de Bergoglio con relación a nuestra santísima Madre.

No es de extrañar por tanto que quienes se proponen derribar la Iglesia de Cristo y el Papado de Roma lo hagan desde el solio supremo, como dijo la profecía de la Virgen de la Salette: «Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo». Yo diría que hoy en día ya no se puede hablar de una simple pérdida de la fe, sino que debemos tomar nota del próximo paso, que se expresará en una auténtica apostasía, del mismo modo que la reforma litúrgica va evolucionando hacia una forma de paganismo que incluye la profanación sistemática del Santísimo Sacramento. Sobre todo con la imposición de la Comunión en la mano so pretexto del covid. Así como en una cada vez más evidente aversión a la antigua liturgia.

En esencia, muchas formas de prudencia inicial ocultando las verdadera intenciones de los novadores, poniendo cada vez más al descubierto la verdadera naturaleza de la obra que realizan los enemigos de Dios. Ya no hace falta el pretexto de la oración en común por la paz que legitimó la matanza de gallinas y otras escandalosas abominaciones en Asís, y ya hay quien teoriza que la hermandad entre los hombres puede prescindir de Dios y de la misión salvífica de la Iglesia.

¿Qué piensa de los sucesos que se han dado a partir de octubre de 2019? En particular, de que Bergoglio haya abandonado el título de Vicario de Cristo, así como de que haya dejado de celebrar la Misa en el altar pontificio y de la suspensión de la celebración de misas públicas en Santa Marta.

El principio filosofico para seguirlo;  el modo de obrar sigue al de ser, nos enseña que todo actúa en conformidad con lo que es. Quien renuncia a ser llamado Vicario de Cristo da la impresión de entender que el título no le corresponde, o incluso de  que desprecia la posibilidad de ser el vicario de Aquel que Bergoglio demuestra con sus palabras y sus actos que no quiere reconocer y adorar como a Dios. O, expresado más sencillamente, que no le parece que su misión como máxima autoridad de la Iglesia tenga que coincidir con el concepto católico de pontificado, sino con una versión supuesta actualizada y desmitologizada. Al mismo tiempo, como no cree ser el Vicario de Cristo, Bergoglio puede eximirse de actuar como tal, adulterando como si nada el Magisterio y escandalizando a todo el pueblo cristiano. Celebrar in pontificatibus en el altar erigido sobre la tumba del apóstol San Pedro invisibilizaría al argentino, eclipsaría sus excentricidades y su perpetua expresión de disgusto que no consigue ocultar cada vez que celebra como Papa. Al contrario, le resulta mucho más fácil destacar en la Plaza de San Pedro en pleno confinamiento, atrayendo hacia sí la atención de los fieles, que de lo contrario pondrían en Dios.

¿Reconoce entonces el valor simbólico de los actos del papa Francisco?

Los símbolos tienen un valor preciso: el nombre que eligió, la decisión de vivir en Santa Marta, el abandono de insignias y vestiduras propias del Romano Pontífice, como la muceta roja, el roquete y la estola, o el escudo de armas pontificio en el fajín. La obsesión por todo lo profano es simbólica, como lo es también la intolerancia hacia todo lo que evoque un sentido católico. Y quizá sea también simbólico el gesto con que en la epiclesis, durante la Consagración, Bergoglio cubra siempre el cáliz con las manos, como si quisiera impedir el derramamiento del Espíritu Santo.

Del mismo modo, así como cuando uno se arrodilla ante el Santísimo Sacramento da testimonio de fe en la Presencia Real y realiza un acto de latría o adoración a Dios, al no arrodillarse ante el Santísimo, Bergoglio proclama públicamente que no quiere humillarse ante Dios. Eso sí, no tiene problema para postrarse a cuatro patas ante inmigrantes o ante funcionarios de repúblicas africanas. Y al postrarse ante la Pachamama, algunos frailes, monjas, curas y seglares realizaron un acto de auténtica idolatría, honrando a un ídolo y rindiendo culto a un demonio. Símbolos, signos y gestos rituales son los instrumentos por los que la iglesia bergogliana se manifiesta sin tapujos.

Todos esos ritos de la neoiglesia, esas ceremonias más o menos indicadas, esos elementos tomados de liturgias profanas, no son casuales ni mucho menos. Constituyen uno de los cambios de la ventana de Overton que Bergoglio ya ha teorizado en sus intervenciones y en los actos de su magisterio. Por otra parte, los hechiceros que trazaron el signo de Shiva en la frente de Juan Pablo II y el buda que se adoró en el tabernáculo de Asís se pueden entender en plena coherencia con los horrores que estamos presenciando. Exactamente igual que, en el ámbito social, antes de considerar aceptable el aborto en el noveno mes de gestación éste tuvo que ser legalizado en casos más limitados, y que antes de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo se prefirió prudentemente dejar que la gente creyese que la protección legal de la sodomía no terminaría por poner en tela de juicio la institución del matrimonio natural entre un hombre y una mujer.

¿Cree Vuestra Excelencia que estas cosas irán a más?

Si el Señor, Sumo y Eterno Sacerdote, no se digna poner fin a esta perversión generalizada de la Jerarquía, la Iglesia Católica quedará cada vez más opacada por la secta que se le está superponiendo abusivamente. Confiamos en las promesas de Cristo y en la asistencia especial del Espíritu Santo, pero no olvidemos que la apostasía de la cúpula de la Iglesia forma parte de los acontecimientos esjatológicos y no se podrá evitar.

Considero que las premisas que hemos visto hasta ahora, y que se remontan en buena parte al Concilio, conducirán inexorablemente de un modo cada vez más explícito a una profesión de apostasía por parte de la cúpula de la iglesia bergogliana. El Enemigo exige fidelidad a sus siervos, y si al principio, parece contentarse con un ídolo de madera adorado en los jardines vaticanos o de una oblación de tierra y plantas sobre el Altar de San Pedro, dentro de poco exigirá un culto público y oficial que reemplace al Sacrificio Perpetuo. En ese caso se cumplirá lo que profetizó Daniel de la abominación desoladora en el lugar santo. Me llama la atención la expresión precisa que emplea la Sagrada Escritura: «Cum videritis abominationem desolationis stantem in loco sancto» [cuando veáis la abominación desoladora en el lugar santo] (Mt.24,15). Está escrito con toda claridad que esta abominación estará en una descarada y arrogante imposición en el lugar más ajeno e impropio para ella. Será una vergüenza, un escándalo, algo sin precedentes, y no hay palabras para calificar y condenarla.

¿Qué nos espera si todo sigue así?

A mi modo de ver, estamos presenciando el ensayo general previo a la instauración del reino del Anticristo, que será precedido por la predicación del Falso Profeta, precursor de aquél que desencadenará la persecución final de la Iglesia antes de la victoria aplastante y definitiva de Nuestro Señor.

El vacío simbólico del altar pontifico es algo más que una advertencia para quienes fingen no ver los escándalos de este pontificado. En cierta forma, Bergoglio se está valiendo de ello para que nos acostumbremos a tomar nota de la mutación sustancial del papado y de la propia Iglesia. También lo es para que veamos en él algo más que el último en el largo linaje de romanos pontífices a los que Cristo mandó apacentar sus ovejas y sus corderos: el primer jefe de una organización filantrópica multinacional que ha usurpado el nombre de Iglesia Católica sólo porque le permite disfrutar de un prestigio y autoridad sin igual, incluso en tiempos de crisis religiosa.

La paradoja es patente: Bergoglio sabe que sólo puede destruir a todos los efectos la Iglesia Católica si se lo reconoce como Papa, pero al mismo tiempo no puede ejercer el pontificado en sentido estricto, ya que ello exigiría que hablase y se comportase como el Vicario de Cristo y Sucesor del Príncipe de los Apóstoles, y se manifestara como tal. Es la misma paradoja que observamos en los ámbitos civil y político, en los que quienes han sido constituidos como autoridades para gobernar los asuntos públicos y promover el bien común son al mismo tiempo emisarios de la élite con la misión de destruir su país y vulnerar los derechos de los ciudadanos. Por detrás del estado profundo y la iglesia profunda siempre hay un mismo instigador: Satanás.

¿Qué pueden hacer los laicos y el clero para prevenir está carrera desenfrenada hacia el precipicio?

La Iglesia no es propiedad del Papa, ni tampoco de una camarilla de herejes y fornicarios que ha conseguido acceder al poder mediante engaños y fraudes. Por eso, debemos unir nuestra fe sobrenatural en que Dios obra constantemente en medio de su pueblo a una labor de resistencia, como aconsejan los Padres de la Iglesia. Los católicos tienen el deber de enfrentarse a la infidelidad de sus pastores, porque el objeto de la obediencia que les deben es la gloria de Dios y la salvación de las almas. Por consiguiente, denunciamos todo lo que suponga traición a la misión de los pastores, mientras imploramos al Señor que abrevie estos tiempos de prueba. Y si algún día Bergoglio nos dijera que para estar en comunión con él tenemos que hacer algo que ofenda a Dios, tendremos más confirmación de que es un impostor y de que, como tal, carece de autoridad.

Oremos, pues. Recemos mucho y con fervor, conscientes de las palabras del Salvador y de su victoria final. No se nos juzgará por los escándalos de Bergoglio y sus secuaces, sino por nuestra fidelidad a las enseñanzas de Cristo; fidelidad que comienza por vivir en gracia de Dios, recibiendo con frecuencia los sacramentos y ofreciendo sacrificios y penitencias por la salvación de los ministros de Dios.

¿Cuál es su petición para esta Navidad?

Me gustaría que estos tiempos difíciles nos permitan ver que donde no reina Cristo se instaura irremediablemente la tiranía de Satanás. Donde no impera la Gracia, se imponen el pecado y el vicio. Donde no se ama la verdad, la gente termina por abrazar el error y la herejía. Si hasta ahora muchas almas tibias no han sabido volverse a Dios, reconociendo que su vida sólo puede hallar plena y perfecta realización en él, quizás puedan entender ahora que la vida sin Dios se convierte en un infierno.

Como los pastores se postraron adorantes a los pies del Niño Rey, acostado en un pesebre pero significativamente arropado en unas telas que antiguamente eran prerrogativa de reyes, también nosotros debemos congregarnos en oración en torno al altar, aunque sea en un desván o en sótano para escapar a la persecución o burlar la prohibición de reuniones. Porque aun en la pobreza de una capilla clandestina o una iglesia abandonada el Señor desciende sobre el altar para sacrificarse místicamente en aras de nuestra salvación.

Roguemos porque un día veamos a un pontífice que vuelva a celebrar el Santo Sacrifico sobre el Altar de la Confesión de San Pedro según el rito que enseñó Nuestro Señor a los Apóstoles y que se ha transmitido íntegro a lo largo de los siglos. Será la señal de que se han restaurado el papado y la Iglesia de Cristo.

(Traducido por Bruno de la Inmaculada)

 Fuente: Adelante la Fe

viernes, 25 de diciembre de 2020

FELIZ Y SANTA NAVIDAD


Apostolado Eucarístico les desea a todos sus lectores 
y amigos una Feliz y Santa Navidad.

jueves, 24 de diciembre de 2020

martes, 8 de diciembre de 2020

Mons. Viganò: La ciencia se ha prostituido a los intereses de la élite mundial


 «Terrible es Dios desde su Santuario, el Dios de Israel, el que da potestad y vigor a su pueblo» (Sal.68,35)

El pasado 19 de noviembre, Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, declaró que el covid supone la oportunidad de hacer un reseteo o reinicio mundial. Lo que hace Schawb en realidad es repetir servilmente lo que ya había afirmado Jacques Attail el 3 de mayo de 2009 en el semanario francés L’Express: «La historia nos enseña que la humanidad sólo evoluciona significativamente cuando tiene mucho miedo; empieza entonces por desarrollar mecanismos de defensa. Unas veces son intolerables (chivos expiatorios y totalitarismos), otras son inútiles (distracciones) y otras resultan eficaces (terapéuticas que, en caso necesario, se apartan de todos los principios morales precedentes). Después, una vez pasada la crisis, el miedo transforma esos mecanismos para hacerlos compatibles con las libertades individuales e insertarlos en una política de salud democrática». En aquel tiempo se trataba de la fiebre porcina, que según los medios habría debido de originar millones de víctimas y para la cual los estados compraron a las grandes empresas farmacéuticas millones de dosis de vacunas que jamás llegaron a utilizarse porque resultaron inútiles. Inútiles para todos menos para quienes las vendieron obteniendo unos beneficios incalculables.

Cabe preguntarse cómo es que un virus gripal que según datos recientes de la OMS tiene una tasa de mortalidad (0,13%) ligeramente superior a la de una gripe estacional normal (0,10%) pueda haber dado lugar a una declaración de pandemia y a una serie de contramedidas prácticamente idénticas en casi todos los estados europeos y del Nuevo Mundo. También habría que preguntarse el motivo por el cual los remedios para el covid suelen ser desacreditados, minimizados o prohibidos, mientras la vacuna es considerada la solución más eficaz. Habría que entender asimismo cómo es posible crear una vacuna teniendo en cuenta que –según declaraciones del CDC, el organismo estadounidense de control y prevención de enfermedades–, el virus todavía no ha sido aislado. ¿Qué antígeno se utiliza, si el SARS Cov-2 no se puede aislar y replicar? ¿Y qué confiabilidad merecen las pruebas PCR si sólo están calibradas para un coronavirus genérico? Si el pasado 19 de octubre el hospital Spallanzani de Roma anunció la experimentación de una prueba que distingue entre una gripe normal y el covid-19, ¿de qué han dado positivo los pacientes que hasta ahora se han hecho la prueba? ¿Quizás por eso algunos miembros de las juntas directivas de empresas como Moderna y Pfizer han vendido sus propias acciones?

Volvamos a las preguntas que muchos se habían planteado hace unos meses y a la denuncia que hice en las dos cartas que dirigí al presidente Trump: se manifiesta en toda su desconcertante realidad un plan mundial cuyos artífices, creando una injustificada alarma social sobre una presunta pandemia que según se ve no resulta peor que un síndrome gripal normal, como confirman datos oficiales de todo el mundo, se utiliza para provocar una tremenda crisis social y económica a nivel mundial y legitimar la drástica reducción de derechos fundamentales de la población. Es lo que explican los propios autores del Gran Reseteo, el reinicio mundial de la economía, de la sociedad y de la población.

Dentro de este plan, el covid desempeña un papel fundamental como excusa para justificar ante el tótem de una ciencia que se ha prostituido vendiéndose a los intereses de la élite después de haber abdicado de su misión de salvar vidas humanas, la privación de la libertad, la intromisión de los gobiernos en la vida privada y la instauración de un régimen pseudosanitario en el que, contra toda evidencia científica, se deciden el número de comensales, la distancia entre las personas y la posibilidad de comprar, vender, respirar y hasta rezar. Algunos, ante el silencio ensordecedor de la jerarquía, han impuesto el cierre de las iglesias o la limitación de las celebraciones religiosas, como si la casa de Dios fuera un cine o un museo, declarando al mismo tiempo servicios esenciales las clínicas aborteras. He ahí las paradojas de un poder extraviado, gestionado por personas corruptas de alma y vendidas a Satanás, que después de haber repetido obsesionadamente el mantra de la democracia y que el poder pertenece al pueblo, se ven obligados a imponer una dictadura contra el propio pueblo, todo por alcanzar unos objetivos encaminados a tutelar los intereses políticos y financieros de la élite. Los ricos se enriquecen más cada vez, mientras se va deshaciendo la clase media que constituye el tejido social y el alma misma de las naciones.

La Revolución Francesa acabó con la aristocracia occidental; la Revolución Industrial acabó con el campesinado y propagó la proletarización, la cual trajo consigo la desgracia del socialismo y el comunismo; la revolución del 68 demolió la familia y la escuela. Este Gran Reinicio deseado por la élite globalista representa la revolución definitiva para crear una masa informe de esclavos conectados a la red, confinados en casa, amenazados por una serie infinita de pandemias proyectadas por quienes ya tienen preparada la vacuna milagrosa. En estos mismos días, con la sincronía de un plan orquestado hasta sus más mínimos detalles bajo una dirección común, muchos teorizan la imposición de una vacuna cuya verdadera eficacia se desconoce, como tampoco las consecuencias que podrá tener. A la obligación de vacunarse deberá añadirse la de portar un pasaporte sanitario, de manera que quienes lo posean puedan desplazarse sin limitaciones, en tanto que quienes lo rechacen no podrán acceder a los medios de transporte, frecuentar restaurantes y otros locales públicos, colegios ni oficinas. No se ve que esto parezca una intolerable vulneración de la libertad personal; los legisladores no vacilan en desautorizar a los parlamentos para imponer sus tiránicas normas, porque saben que su poder se mantiene mientras obedezcan los planes del Gran Reinicio que han hecho suyos instituciones como la Unión Europea y la ONU.

Quedamos estupefactos ante un despliegue de fuerzas tan masivo y coordinado, desconcertados por la desfachatez de quienes en sustancia dicen que debemos aceptar sin replicar la dictadura de un grupo sin rostro que ejerce el poder, porque éste así lo ha decidido. Quedamos sin palabras ante el sometimiento de la izquierda mundial –así como del Partido Demócrata en EE.UU.– al plan mencionado, que no conoce límites ni frenos que lo impidan. Hasta el punto de organizar un golpe de estado electoral de tal alcance y gravedad que pone los pelos de punta. Al fraude manual de las papeletas de voto duplicadas, de los votos de difuntos, de ciudadanos que descubren que han votado mil veces y de empleados que manipulan resultados tapando con paneles de cartón las ventanas de los colegios electorales se añade el empleo de un aparato para el cómputo de los votos que no sólo está demostrando un uso fraudulento, sino que además ha sido proyectado a nivel de software para desplazar los votos de un candidato al otro mediante un complejo algoritmo.

Descubrimos que quienes están detrás de esta macroscópica estafa son siempre los mismos, siempre de la misma facción política, siempre sometidos a una misma ideología. Personas corrompidas en el intelecto y en la voluntad porque se han hecho esclavas de un tirano despiadado al haberse negado a obedecer a un Señor bueno, justo y misericordioso. Y por haber aceptado la esclavitud del pecado y la rebelión contra Dios, hoy quieren arrastrar a la humanidad entera a un abismo de muerte y desesperación. Es la miserable venganza de Satanás, que no pudiendo derrotar a Aquél que lo arrojó a los infiernos trata de arrastrar consigo a tantas almas como pueda para frustrar la obra de la Redención.

Los que creemos en Cristo, nuestro único Señor, no tenemos motivo para temer, aun contra toda lógica humana. Sabemos que, habiendo renacido por el Bautismo, ya no somos siervos sino hijos de Dios, y que conservando por la Gracia la amistad con Nuestro Señor, podemos confiar en Él, en su providente socorro y su poderosa protección. Ésta es, en definitiva, la verdadera libertad: la libertad de los hijos de Dios, que no obedecen su ley por temor sino por amor. No por obligación, sino porque adhiriéndose a la voluntad de Dios encontrarán su perfecto cumplimiento y su total realización. Porque toda alma ha sido creada para la mayor gloria de Dios, para la bienaventuranza eterna en premio por la fidelidad al Salvador.

¡No se turbe nuestro corazón! Las maniobras de quienes actúan en las tinieblas están saliendo a la luz, manifestándose en todo su horror y revelando su origen perverso e infernal. Mentiras, engaños, violencia y muerte; ésta es la cruda realidad del mal ante la cual las personas de buena voluntad no pueden menos que horrorizarse. Si Nuestro Señor se digna escuchar las plegarias de sus hijos, ese castillo de mentiras y fraudes se vendrá miserablemente abajo y sus artífices habrán de volver a esconderse para huir del rigor de la justicia y la execración de que serán objeto por los pueblos.

Vivimos momentos decisivos: sigamos rezando, recitando el Rosario, alimentándonos con la Sagrada Eucaristía y haciendo penitencia. La voz que se eleva en coro hasta la Divina Majestad será escuchada. No nos desanimemos, porque es en la hora de la prueba cuando el Señor nos da la oportunidad de manifestar nuestra fe en Él y contemplar la grandeza de su misericordia.

«Haré todo lo que pidiereis en mi nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo» (Jn.14,13). Nuestro Señor lo ha dicho con claridad: todo. Pidamos, pues, al Padre en el nombre del Hijo, Nuestro Señor y Redentor, mediante la intercesión de su Santísima Madre, poderosa mediadora nuestra, que manifieste su gloria, exalte a la Santa Iglesia, conceda paz y prosperidad a los pueblos cristianos, se conviertan los pecadores y sean derrotados sus enemigos.

+ Carlo Maria Viganò, arzobispo

25 de noviembre de 2020

Santa Catalina, virgen y mártir

Fuente: Adelante la Fe

lunes, 7 de diciembre de 2020

sábado, 28 de noviembre de 2020

EL SATANISMO Y LOS JUEGOS DE SATAN


Definición

Definir es propiamente limitar. La palabra satanismo empleada o insinuada por nosotros tantas veces desde las primeras páginas de este libro puede tener varios sentidos. Podemos en efecto considerar a Satán bajo el aspecto de amo o príncipe de este mundo. Es el nombre que Jesucristo le da en tres ocasiones en el Evangelio. Pero acabamos justamente de tratar este punto de vista. ¿En qué medida está presente Satán en el universo nuestro? Hemos dicho que esto varía según las razas, los países, las civilizaciones, los regímenes políticos. El vocablo satanismo puede también significar la imitación de Satán por el pecado, y hemos recordado la frase de Gregorio el Grande según la cual todos los que cometen pecado, durante el tiempo que obedecen al pecado, son miembros del "cuerpo místico” de Satán. No nos incumbe conocer la cantidad de hombres que viven en "estado de gracia", es decir, que están sustraídos, hic et nunc, a la influencia de Satán. Pero tenemos el derecho de suponer que es mucho mayor de lo que pensamos, sobre todo si admitimos que los pecadores no son frecuentemente más que hombres que han dado un paso en falso, o han sufrido una caída, pero que no desean por tan poco permanecer bajo el poder de Satán.

Por fin, la palabra satanismo puede significar el culto rendido a Satán, no por un pecado ocasional y muy rápidamente lamentado y reparado, sino por una adhesión formal y voluntaria.

 

Dos formas de satanismo

Pero aquí, distinguimos inmediatamente dos formas de satanismo, bastante diferentes una de la otra; está el satanismo de los que no creen en Satán, como no creen en Dios, y que por consecuencia no rinden culto, propiamente dicho, a Satán, aunque toda su vida se desarrolle de acuerdo con los principios y las sugerencias de Satán.

 Para esta primera forma de satanismo es exacto decir la frase tan frecuentemente repetida y de la cual hemos indicado los límites: "¡La mejor astucia de Satán es la de hacer creer que no existe!" Papini cita a este respecto las palabras del filósofo Alain, en 1921:

"El diablo ha sufrido la misma suerte que todas las apariciones . . . La misma guerra, por lo que yo he visto, no ha hecho revivir ni un ápice al diablo y sus cuerpos." 1

Pero es completamente inútil detenernos en esta primera forma de satanismo. Es puramente negativa. Se encuentra, además, sin la menor mala intención, hasta en excelentes cristianos que no saben que están en oposición con la ortodoxia y con el Evangelio.

Lo que debemos estudiar es el satanismo bajo sus formas activas. Hablamos en plural porque parece que existieron en el transcurso de los siglos, y sin duda siguen hasta en nuestros tiempos, por lo menos dos formas muy distintas de satanismo activo: el satanismo-religión y el satanismo-magia.

 

El satanismo-religión

En cuanto reflexionamos sobre el asunto no podemos dejar de llegar a esta comprobación asombrosa: ¡La historia del satanismo-religión se confunde con la historia de las religiones!

Esta conclusión es tan enorme que requiere una explicación.

La historia de las religiones está muy adelantada actualmente en sus investigaciones. No habla mucho en general de Satán. Los demonios no tienen en ella más que un lugar muy restringido. El historiador de las religiones se dedica a describir objetivamente las creencias religiosas de los pueblos, a nombrar a los dioses, a indicar los atributos de cada una de las divinidades adoradas por tal o cual grupo humano. Expone los ritos mediante los cuales se honraba a los dioses. No llega en principio a un juicio de valor. No hace metafísica y menos teología cristiana.

Pero ¿podemos evitar aquí de recurrir a esta última? Puesto que hablamos de Satán y de su presencia en el mundo, ¿no debemos colocarnos en el punto de vista cristiano, el único punto de vista según el cual Satán está exactamente situado donde se halla, efectivamente, en el cuadro general de los seres?

 ¿Qué dice, pues, el Evangelio? ¿Qué han dicho los Padres de la Iglesia? ¿Qué enseña la teología cristiana con respecto al tema de las religiones paganas?

El Evangelio, y nunca podríamos insistir bastante sobre esto, da a Satán ese título increíble y sin embargo necesariamente cierto, puesto que es Jesús en persona quien se lo da: ¡Príncipe de este mundo! ¿Cómo semejante título puede pertenecer a Satán, si las divinidades paganas no son lisa y llanamente demonios?

Los Padres de la Iglesia lo han comprendido así, unánimemente. Para ellos no existe la menor duda sobre este punto. Los dioses paganos son demonios. Los oráculos paganos, los de Dodona o de Delfos, y los otros que son menos célebres, son oráculos demoníacos, manifestaciones de satanismo.

La teología cristiana ha adoptado, naturalmente, este punto de vista. La descripción histórica de los paganismos antiguos o modernos no es para nosotros una diversión del espíritu, una curiosidad literaria cualquiera, sino la comprobación deplorable de la dominación de Satán entre los hombres.

¿Cómo ha podido hacerse esta toma de posesión de las adoraciones y de las imploraciones humanas por Satán y sus demonios? Parece haberse hecho insensiblemente, por un deslizamiento inconsciente, por una especie de realismo rudimentario. Los historiadores de las religiones, en efecto, admiten, en general, que en todas las religiones, la existencia de un Dios supremo, de un Dios soberano, todopoderoso y todo bondad, está reconocida, pero que estas mismas religiones relegan casi siempre a este Dios a una lejanía, y reservan los homenajes a todo un mundo de divinidades inferiores, buenas o malas, que se saben subordinadas al Dios soberano, pero que se consideran más próximas a nosotros, más mezcladas a nuestro destino, más útiles, por consiguiente, para invocar o para conjurar.

Finalmente, en buen número de paganismos, son las fuerzas malhechoras las que se considera más urgente conciliar y a las cuales se ofrecen sacrificios rituales.

Este "realismo" rudimentario, esta manera de recurrir, en cierto modo, a lo más urgente, parece haber sido el origen de todas las mitologías paganas, de todos los ritos paganos, y de sus mezclas ulteriores en sincretismos prácticos de los cuales el Partenón de Agripa nos da un indicio.

Lo que es indudable es que a los ojos de los judíos, y mucho más aún de los cristianos, todas las divinidades no podían ser más que demonios. De ahí la lucha heroica de parte de los judíos en tiempos de los Macabeos, sobre todo, y de parte de los cristianos durante todo el período de las persecuciones sangrientas. De ahí esta especie de horror sagrado que los cristianos sentían frente a lo que ellos llamaban los "ídolos", es decir, los vanos simulacros del culto demoníaco pagano.

Desde el punto de vista que adoptamos aquí es, pues, evidente que la historia de las religiones (si ponemos a un lado la única religión verdadera, la de los Patriarcas, luego la de Moisés y por fin la religión cristiana) no es otra cosa que la historia del satanismo. Y es sólo así que podemos comprender la expresión: Príncipe de este mundo, atribuida por Cristo a Satán.

Cuando comparamos la exigüidad del culto del verdadero Dios, de Yahweh primero, luego del Verbo encarnado, a la inmensidad del dominio de los falsos dioses, nos vemos obligados a reconocer que si Jesús es el verdadero Rey, tuvo mucha razón en decir: "Mi reino no es de este mundo."

Y comprendemos así la insistencia con la cual, en las ceremonias del bautismo cristiano, se multiplicaban — y todavía se multiplican — los exorcismos para expulsar al demonio. Dichos exorcismos se encuentran en innumerables ocasiones en la liturgia católica. Cuando un sacerdote "hace" agua bendita, pronuncia sobre la sal que va a mezclar con ella las palabras siguientes:

"Te exorcizo, sal creada por el Dios viviente . . ., para que te conviertas en sal exorcizada para la salvación de los creyentes; para que seas, para las almas y los cuerpos de todos los que te usarán, un elemento de bienestar; para que de todo lugar donde hayas sido repartida sea alejada, echada, toda ilusión, toda malicia y toda emboscada del Demonio engañador, así como todo espíritu, inmundo, conjurado por Aquel que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos, y al mundo por el fuego. «¡Así sea!»"

Luego dice, igualmente, sobre el agua que va a bendecir:

"Te exorcizo, agua creada en el nombre de Dios, Padre todopoderoso . . ., para que te conviertas en agua exorcizada que aleje toda potencia enemiga; para que también seas capaz de alejar y desarraigar al Enemigo mismo, con sus ángeles apóstatas, por la virtud misma de ese mismo Jesucristo, Nuestro Señor . . ."

Y además:

"Oh Dios, que para salvación del género humano has mezclado la substancia del agua a tus más grandes misterios, atiende en tu misericordia nuestra invocación para que esta criatura que es tuya reciba de la gracia divina el poder de alejar los demonios.  

Por fin, en el día de la bendición de las aguas, en la magnífica liturgia del Sábado Santo, se repite entre otras cosas:

"Ordena, Señor, que todo espíritu impuro se retire de aquí: aleja de este elemento toda la malicia y todos los artificios del demonio.

"Que la potencia enemiga no se mezcle con estas aguas; que no ronde alrededor de ellas y no se deslice en ellas secretamente; para infestarlas y corromperlas. Que esta criatura santa esté a cubierto de todo ataque del Enemigo, purificada por la expulsión de toda malicia.  

¿Quién puede dudar que en estas fórmulas la fe de la Iglesia esté afirmada con ostentación?

Pero dirán, ésas no son más que frases, residuos de antiguas creencias que no constituyen quizás a los ojos de los hombres de nuestra época más que supersticiones. A lo cual contestamos con hechos. En todos los casos de posesión que hemos relatado, todos los testimonios de los exorcistas y los testigos de sus intervenciones son categóricos: no es posible asperjar a un poseso o una posesa con agua bendita sin que el espíritu maligno que está en ellos acuse recibo del ataque que se le está haciendo: "¡Me quemas! ¡Me quemas!", grita. Hay, pues, en el agua bendita una virtud actuante que hace anular las secretas acciones demoníacas. Y esto nos conduce a otro aspecto del satanismo.

 

El satanismo-magia

Se admite corrientemente que siempre hubo también un satanismo-magia, paralelo al satanismo-religión que hemos indicado brevemente. A decir verdad, no han faltado especialistas de la historia de las religiones y los cultos, que no hayan pensado y enseñado que la magia había, inclusive, precedido a la religión, que había sido la primera forma de ella, que todas las religiones paganas derivaban de la magia. Pero esta opinión parece cada día más descartada y merece serlo. Es muy poco probable que los hombres hayan empezado por la magia para derivar luego hacia la religión propiamente dicha.

 ¿Qué es, en efecto, la magia, en oposición con la religión?

En la religión, el hombre se inclina delante de una potencia superior, la adora, le implora, reconoce su propia debilidad y su impotencia. Admite su subordinación. En los pueblos actualmente más "primitivos", es decir menos evolucionados, que han seguido, pensamos nosotros, más cerca de los orígenes, tales como los pigmeos, esta actitud hacia la divinidad está todavía en vigor. La religión es hasta más pura que en los pueblos más avanzados.

En la magia el hombre se vanagloria de un poder misterioso. Lejos de inclinarse ante la divinidad, cree poder dominarla, inventa y utiliza fórmulas mediante las cuales estima que puede poner a su servicio las fuerzas superiores a las cuales se dirige. La mentalidad del mago —o del brujo, ese hermano gemelo del mago es más rústico— es muy diferente del hombre religioso. ¿Cómo ha podido llegar un hombre a esa mentalidad? Es para nosotros un misterio. La magia es mucho más satanista, creemos nosotros, que la idolatría. En la idolatría, hay un alma de verdad. Se equivocan sobre la naturaleza del objeto que veneran, no sobre la necesidad de una subordinación o de una imploración. ¡No dirigen esos homenajes al verdadero Dios, pero no se equivocan al pensar que esos homenajes son merecidos por Alguien!

En la magia, hay una especie de sacrilegio, un orgullo de poderío verdaderamente satánico. El mago da las órdenes. Sabe que a los dioses les llegará su turno, que harán pagar caro su sumisión pasajera, pero está orgulloso de obligarlos, de hacerse obedecer por lo menos un día, de tener, mientras las cosas vuelven a lo justo, un poder que lo hace temible ante sus semejantes y le otorga ventajas inmediatas.

La magia, sin duda, procede del mismo realismo grosero que la idolatría. Se ha adorado a las divinidades inferiores, es decir a los falsos dioses, en detrimento del único Dios reconocido por los "primitivos", porque esas divinidades estaban más cerca, eran más útiles de invocar y de conciliar, pero algunos han llevado aún más lejos este realismo, han pasado de la religión a la magia, de la sumisión a una especie de pacto implícito que les daba el derecho de dar órdenes a la misma divinidad. El paso de la religión a la magia es una deformación, pero es más natural que el paso de la magia a la religión. Si los hombres hubieran empezado por la magia, no vemos cómo hubieran ido para atrás, en cierto modo, hacia la religión, al implorar a los representantes de fuerzas que creían sometidas a su poder.

He ahí pues dos clases de satanismo bien definidas: el satanismo-religión y el satanismo-magia. En el primero, Satán es el "Príncipe de este mundo", porque el mundo entero se Inclina ante sus altares y le ofrece sacrificios; en el segundo, Satán parece consentir en obedecer a ciertos hombres, cuando emplean ciertas fórmulas o realizan ciertos ritos, pero no pierde nada con ello porque sabe que la magia o la brujería es un pagaré contra los que la practican, de suerte que su dominación sobre ellos será finalmente todavía más completa y absoluta que sobre cualquiera de sus otros adoradores.

 

El satanismo de nuestros días

¿Qué queda en nuestra época de este satanismo secular? Todo el mundo comprenderá que es imposible contestar esta pregunta.

El satanismo-religión, tal cual lo hemos definido, está en vías de desaparecer rápidamente. Los altares de los falsos dioses son cada día menos numerosos en el mundo. Esto no significa que la posesión de Satán se extienda menos, puesto que lo hemos mostrado activo en inmensos imperios. Pero ha cambiado de táctica. Ha debido adaptarse a la evolución general de la humanidad, de la cual no es el amo absoluto, por más que desempeña en ella un importantísimo papel.

La forma más reciente del satanismo es el marxismo ateo. Es satánico por cuanto niega a Dios y al Diablo, por cuanto niega el alma, por cuanto sólo conoce la materia como asimismo la vida presente, y porque mutila al hombre segándolo de su destino de inmortalidad. Satán no tiene qué hacer con el amor de los hombres y de los mismos demonios. Él es el odio. Su triunfo es la expansión del odio. Hoy en día la forma de odio más eficaz, más generalizada, es el marxismo ateo. Odio de clase, odio entre razas, entre los pueblos, odio por todas partes, bajo el disfraz de una preocupación por el proletariado que es totalmente material, así es el marxismo. El satanismo-religión, de este modo, logra extenderse mucho más, es mucho más activo, mucho más pernicioso de lo que ha sido jamás. Sus mentiras son más enormes, sus negaciones más radicales, sus excitaciones más homicidas de cómo se las ha conocido hasta ahora.

Todo el mundo está de acuerdo en que el marxismo es verdaderamente una religión, en el sentido que moviliza en el corazón de todos sus adherentes la totalidad de las fuerzas de celo, abnegación, sacrificio, que se encuentran en las efusiones religiosas.

Pero esta religión no puede ser denominada sino satánica, puesto que se opone radical y furiosamente a la fe en Dios.

Con todo, el satanismo-religión subsiste todavía, en estado de idolatría, en los pueblos que parecen, por lo demás, abiertos como cosa natural a la invasión próxima del marxismo-ateo ¡sin que conozcan para nada a Karl Marx!

 

Satanismo propiamente dicho

Aparte de este satanismo-religión, que es, o ateísmo marxista o animismo anticuado, existe un satanismo refinado y malsano, mucho menos extendido, mucho más oculto y difícil de descubrir y que es  una adoración voluntaria y razonada de Lucifer. No pretendemos tener datos precisos sobre este satanismo en nuestros días. Todo cuanto podemos decir es que se trata del satanismo de los ritos sacrílegos, de las blasfemias conscientes, de las adoraciones monstruosas, de las "misas negras", por ejemplo, es decir de las profanaciones sistemáticas y calculadas que "parodian" los homenajes rendidos a Dios por los creyentes más esclarecidos y más sinceros, para rendirle a Lucifer otros semejantes.

Tendremos una idea del satanismo de esta clase, releyendo una nota publicada en el Satán de los Estudios carmelitanos (pág. 639).

"No podemos explayarnos — dice esta nota — sobre todos los satanistas o seudosatanistas de nuestros días. La prensa inglesa del 2 de diciembre de 1947, anunció la muerte de «Sir» Aléister Crowley, el personaje «más inmundo y más perverso de Gran Bretaña» como lo calificó «Mr. Justice»."

Interrogado sobre su identidad, Crowley respondió: "¡Antes que Hitler fuera, YO SOY/" — Se advertirá esta "payasada" de las palabras del Evangelio—. Antes de dejar este mundo, dicho brujo septuagenario maldijo a su médico que le rehusaba, con mucha razón, la morfina, porque él la distribuía entre los jóvenes: "Puesto que debo morir sin morfina por causa suya, usted morirá en seguida después de mí." Lo cual ocurrió. El Daily Express del 2 de abril de 1948, anunció que los funerales del mago negro Crowley habían provocado las protestas del Consejo Municipal de Brighton. El Consejero, señor J. C. Sherrot, dijo: "El informe afirma que sobre su tumba fue practicado todo un rito de magia negra." Sobre la tumba, efectivamente, sus discípulos habían entonado cantos diabólicos: el "Himno a Pan" del mismo Crowley, el "Himno a Satán" de Carducci y las Colectas para la "misa gnóstica" compuestas por Crowley para su templo satánico de Londres.

Igualmente la prensa inglesa el 30 de marzo de 1948, dedicó necrologías importantes al famoso metapsíquico Harry Price, especialista en demonología. En un informe ratificado por la Universidad de Londres, Price declaró: "En todas las zonas de Londres, centenares de hombres y mujeres, de excelente formación intelectual y de condición social elevada, adoran al Diablo y le rinden un culto permanente. La magia negra, la brujería, la evocación diabólica, estas tres formas de «supersticiones medievales» son practicadas hoy en Londres en una escala y con una libertad de movimiento desconocidas en la Edad Media." Price fue el fundador y secretario a perpetuidad del Consejo para Investigaciones Psiquiátricas, de la Universidad de Londres.

"A. Frank-Duquesne nos señala, también, entre las curiosidades «demoníacas» actuales, el informe del profesor Paul Kosok, de la Universidad de Long-Island, publicado en los Anales del Museo Norteamericano de Historia Natural, referente a una exploración realizada en el Perú, en 1946. Los exploradores descubrieron, sobre quinientos kilómetros de tierra arenosa y desértica, una doble serie de dibujos, representando unos los signos del zodíaco, otros los pájaros, plantas, y sobre todo, serpientes policéfalas. En el centro del dibujo de la Serpiente, se halla una fosa inmensa que contiene esqueletos de hombres y animales, visiblemente sacrificados. Se le calcula a todo este conjunto dos mil años de existencia."

Si hemos reproducido esta importante nota por entero, es sobre todo en razón de las dos primeras paráfrasis y de lo que ellas nos han revelado de los "círculos satánicos" muy frecuentados en Londres, dirigidos por "satanistas" notorios tales como Crowley y Price. Pero, con toda evidencia, esto no nos da más que una vislumbre muy tenue del satanismo-religión luciferiana de nuestros días. No es solamente cuestión de Londres. Es probable que encontraríamos grupos análogos en todas las grandes ciudades del mundo.

De hecho, se nos asegura que en París existen actualmente más de diez mil personas — hombres y mujeres — que rinden un culto religioso y regular a Satán. Pero está en la naturaleza de las religiones de esta clase huir de toda luz, revestir el carácter más oculto, y desafiar toda estadística.

Pero los satanistas de los cuales acabamos de hablar no son solamente los jefes del culto luciferiano, también son calificados de magos o de brujos, y esto nos lleva a un examen sumario de la brujería de nuestra época.

 

El satanismo-magia actual

Aparte de los grandes magos-luciferianos que acabamos de nombrar y de los que podemos sospechar como ejerciendo su acción solapada en nuestras sociedades modernas, existen además en nuestras campiñas, en cantidad imposible de determinar, pero que tal vez sea mayor de lo que pensamos, "brujos" rurales, cuyos libros de cabecera son Los secretos del Gran Alberto, Los secretos del Pequeño Alberto, El Dragón Rojo. Los dos primeros de estos libros ocultos han recibido — cosa curiosa — su nombre de la reputación de San Alberto el Grande a quien se le atribuía el conocimiento de todos los secretos de la naturaleza. Hacer pasar abominables fórmulas mágicas bajo el patrocinio de un santo venerado es un ardid bien diabólico. Pero sabemos que más de un brujo de nuestros días, ya lo hemos subrayado, abusa de imágenes piadosas para realizar su fructífero oficio de engañador de multitudes.

Es curioso observar que, en nuestros capítulos anteriores, dedicados a los exorcismos más recientes, hemos encontrado casos de posesión debidos a sortilegios de brujería. Si creemos a los demonios conminados a hablar por nuestros exorcistas, han sido obligados por algún brujo a entrar en tal o cual persona. Estos mismos brujos, por medio de sortilegios repetidos, les impedían ceder a las órdenes formales del exorcismo o los forzaban a volver dentro de la persona a quien las oraciones del Ritual habían liberado por un tiempo.

Todo esto, a decir verdad, permanece muy oscuro para nosotros. Pero los exorcistas más calificados son categóricos sobre este punto.

Ocurre a veces que los tribunales mismos tengan que echar un vistazo furtivo sobre estas prácticas supersticiosas como en el caso de esa pobre mujer que, hace muy poco, mató a su marido porque lo creía hechizado o hechicero.

Pero la justicia humana, evidentemente, no tiene fuerzas para luchar contra esta clase de atentados, porque escapan, en general, a los testimonios humanos y es imposible administrarles la prueba jurídica.

Lo que parece indudable es que existen hombres y tal vez mujeres, que creen, obedeciendo a libros de magia increíbles, ponerse en contacto con Satán, concertar un pacto con él y obtener a este precio poderes excepcionales que les permitan ejercer un oficio lucrativo. La brujería forma parte de lo que podemos llamar el lado nocturno de la vida humana. Siempre existieron, para emplear el vocabulario de San Juan, las tinieblas frente a la luz. La magia habita en las tinieblas. Se oculta, huye de las miradas, no ignora que causa en cualquier ser normal una repugnancia invencible. Pero está orgullosa de lo que cree saber y sobre todo ¡de lo que cree poder!

 

Los juegos de Satán

Aparte del satanismo-religión y del satanismo-magia, existen todavía los "juegos de Satán".

En un discurso ardiente y célebre, San Pedro Crisólogo dijo un día a sus diocesanos de Ravena: "¡El que haya jugado con el Diablo, no podrá reinar con Cristo:"

Hablaba a cristianos, pero a los cuales "el juego con el Diablo" — en este caso los espectáculos inmorales del circo — tentaba a veces.

En nuestros días, como en el siglo V, un cristiano debe saber que no se debe jugar con el Diablo si no se quiere estar expuesto a "no reinar con Cristo". Pero los juegos del Diablo no son seguramente los mismos, en conjunto, que les que denunciaba Pedro Crisólogo. O, si son los mismos, ofrecen en nuestros días aspectos completamente nuevos.

Hemos hablado ya del cinematógrafo y no volveremos a tocar el tema. Tampoco hablaremos más del inmenso abuso de la novela, que es, para cantidad de nuestros contemporáneos, la lectura preferida, y cuyo poder de atracción parece estar en razón directa de la basura que se expone en ella.

Ningún cristiano puede poner en duda que la novela tal cual se escribe y triunfa ante nuestros ojos, con su "realismo" malsano y perverso, sea con demasiada frecuencia "satánica". ¿No es acaso una razón para repetir las palabras proféticas de San Pablo a su discípulo Timoteo?

"Llegará una época en que los hombres no soportarán la sana doctrina, sino, por el contrario, al capricho de sus pasiones y picándoles los oídos, se darán amos en cantidad y volverán el oído de la verdad para inclinarse hacia las fábulas"

¡Ad fabulas convertentur! Sabemos que la palabra latina con la cual se designa a la novela es precisamente ésa: fábula. ¡fábulas!

¡Cuántos de nuestros contemporáneos no buscan su filosofía, su manera de comprender la vida más que en las novelas que leen y enloquecen a menudo sus imaginaciones y sus sentidos!

 

Otros juegos

Hemos dicho lo que el santo cura de Ars pensaba y decía del espiritismo.

Mucho más cerca de nosotros, exactamente el 26 de noviembre de 1955, el padre Berger-Bergés, el exorcista ya nombrado por nosotros, hacía a una posesa las cuatro preguntas siguientes:

1º ¿El espiritismo es una ciencia o una mistificación? ¿Eres tú quien está en el espiritismo?

Respuesta: por un ademán indica lentamente con la mano ¡que es él!

2º ¿Las mesas giratorias? ¿Eres tú quien las hace girar?

Respuesta: sí, pero no estoy completamente solo; ¡son necesarias las personas alrededor de la mesa! ¡Estamos juntos!

3º En el espiritismo hay escritos firmados Marco Aurelio. ¿Quién firma Marco Aurelio? ¿Eres tú o alguno de los tuyos? . . . (Insisto firmemente, dice el padre Berger. . . No contesta, no quiere contestar, me dice, y finalmente me declara que no tiene permiso para contestar. Después de haber, sin embargo, esbozado un pequeño ademán que me pareció descubrir y que lo señalaba a él mismo, hace como alguien que contesta a escondidas ¡para que Dios no vea nada!. . .)

4º ¿Y las que leen las cartas? Quid?

Satán contesta: "¡Y bien! ¡Es necesario que las gentes se ganen la vida!" Y deja entender que los naipes también son uno de los medios por los cuales él halaga la estupidez humana.

Y esto nos invita a echar una rápida ojeada sobre este aspecto extraño de nuestro tiempo; recurrir a la adivinación, que nos retrotrae a las modalidades más infantiles de los paganismos antiguos.

 

La adivinación: cosa satánica

Es increíble la expansión actual de la práctica de la adivinación popular, bajo las formas más diversas. Se dan las cifras siguientes para los faquires, cartománticos, quirománticas, adivinas: seis mil declaradas a la policía en París solamente y sesenta mil en toda Francia, con una "cifra de negocios" evaluada en sesenta mil millones por lo menos. Sin duda los procedimientos antiguos, el examen de las entrañas de las víctimas, del vuelo de los pájaros, del murmullo del viento en los bosques o de los dibujos que trazan las aguas bullentes en una fuente, han desaparecido para siempre. Pero están los naipes, o el estudio de las líneas de la mano, la interpretación del residuo de las heces de café y otros muchos procedimientos, tan válidos los unos como los otros. Y está, como en la antigüedad, la astrología, que se considera la forma más erudita de discernir los destinos humanos. Existen todavía en nuestros días astrólogos. Y aseguran —no sin imprudencia — que tienen pruebas perentorias del valor de sus predicciones.

La verdad es que todas estas pretensiones son, no solamente vanas, sino rigurosamente absurdas. Son seguramente formas de la "mentira" de la cual el demonio tiene la secular especialidad. A los astrólogos, que podemos considerar como los más distinguidos de los adivinos, nos bastará oponer las palabras de un maestro de la astronomía científica, G. de Vaucouleurs. Hablando, al final de su gran obra La Astronomía, que es de 1948, de las influencias cósmicas sobre los seres vivientes, escribe: "No por cierto las ilusorias, a las cuales los astrólogos intentan colgar sus divagaciones seudocientíficas." Y un poco más lejos comprueba que la astronomía, en el pasado, ha quedado "estrechamente asociada a las supersticiones astrológicas hasta los comienzos de los tiempos modernos (y aún, ¡ay!, actualmente en muchos espíritus subevolucionados)", y con estos términos de desprecio indica bastante la posición de la ciencia de los astros frente a la adivinación astrológica, en la cual se distinguió otrora un Nostradamus, que conserva admiradores fanáticos hasta en nuestros días.

Si esto ocurre con la astrología ¿quién, pues, dará importancia ya, con respecto al porvenir humano, a los encuentros fortuitos de los naipes o a los lineamientos más o menos extraños de las heces del café?

Para un creyente, lo que torna evidente la "mentira" de la adivinación es la certidumbre de que sólo Dios conoce el porvenir. ¿Cómo lo conoce?" ¿Cómo lo que todavía no es, puede ser objeto de conocimiento para Dios, cuando la libertad humana está en juego? ¿Y cómo esta preciencia divina es compatible con nuestra libertad? Todo el mundo sabe que esto constituye uno de los problemas más difíciles de la metafísica general. Digamos con pocas palabras lo que nos parece la única solución pensable. Nuestro mundo no es el único posible. Existen infinidad de mundos posibles, todos diferentes unos a otros. Pero su posibilidad misma viene de que están llevados desde toda eternidad en la Mente del Creador. Y en esta Mente, es decir en el Verbo Divino, estos mundos se desarrollan idealmente al natural, con sus leyes y también con el juego eventual de las libertades creadas. Cuando Dios decreta que tal mundo será existente, es decir, será creado por El, con preferencia a otros, las condiciones de ese mundo no son cambiadas por eso, si no no sería el mundo deseado y visto por Dios. Los actos libres serán en él libres, y sin embargo Dios los habrá visto y los ve en el momento en que se producen. Es en este sentido que Dios conoce el porvenir. Pero como es el único que lleva eternamente los mundos en su mente, Él es evidentemente el único que conoce el porvenir. Querer predecir el porvenir, fuera de los casos milagrosos de profecías divinas, es pues necesariamente diabólico en el sentido en que es una usurpación a Dios. Se deduce que ningún poder de adivinación ha sido depositado en el juego de naipes, en las heces del café, en las líneas de la mano, en las líneas trazadas por la sal sobre la clara de huevo, como tampoco en las "conjunciones" de los planetas y las estrellas en el momento del nacimiento de un ser humano. Lo que se llama en astrología un fatum, y que antaño se llamaba un horóscopo, es pues superchería o superstición.

No sostendremos, ciertamente, que los miles de adivinos y adivinas que ejercen el oficio pretendidamente lucrativo de predecir el porvenir, en París y en todas las grandes ciudades de Francia, sean brujos o brujas vendidos a Satán.

Parecería que la mayor parte de ellos sólo piensan en practicar un oficio que da beneficios, sin pensar que ese oficio es inmoral y probablemente diabólico. Pero no por ello dejamos de tener el derecho de pensar que el demonio saca su provecho de estas aberraciones y que la adivinación bajo sus formas contemporáneas, como asimismo bajo sus formas antiguas, no es más que uno de los "juegos de Satán" en el seno de la humanidad. Y es pues una de las formas actuales del satanismo-magia, en lo que tiene de distinto del satanismo-religión.


Notas

1 En una nota, Papini (obra cit., pág. 14) da la siguiente referencia: "Alain", Propósitos sobre la religión, París, Rieder, 1937, pág. 64.

Presencia de Satán en el mundo moderno

Monseñor Cristiani

sábado, 31 de octubre de 2020

CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE DE LOS EE.UU. DE AMÉRICA DONALD J. TRUMP

Domingo 25 de octubre de 2020

Solemnidad de Cristo Rey

Señor Presidente:

Permítame que me dirija a Ud. en estos momentos en que el futuro del mundo está amenazado por una conspiración mundial contra Dios y contra la humanidad. Le escribo como arzobispo, como sucesor de los Apóstoles y como ex nuncio apostólico en los Estados Unidos de América. Me dirijo a Ud. en medio del silencio de las autoridades civiles y religiosas. Espero que acoja estas palabras mías como la «voz del que clama en el desierto» (Jn.1,23).

Como le decía en la carta que le dirigí el pasado mes de junio, el momento histórico que atravesamos contempla a las fuerzas del Mal dispuestas en orden de batalla para librar una guerra sin cuartel contra las del Bien. Fuerzas del Mal que se muestran poderosas y organizadas en oposición a los hijos de la Luz, que están desorientadas y desorganizadas y han sido abandonadas por sus dirigentes temporales y espirituales.

A diario observamos cómo se multiplican las ofensivas de quienes se proponen destruir los cimientos mismos de la sociedad: la familia natural, el respeto a la vida humana, el amor a la patria, la libertad educativa y la libre empresa. Vemos como jefes de estado y dirigentes religiosos contribuyendo al suicidio de la cultura occidental y su alma cristiana, en tanto que se niegan derechos fundamentales de los ciudadanos y los creyentes en nombre de una emergencia sanitaria que cada vez se manifiesta más plenamente como elemento indispensable para la instauración de una tiranía inhumana y sin rostro.

Está en marcha un plan de alcance mundial llamado Gran Reseteo. Lo ha diseñado una élite internacional que se propone subyugar a toda la humanidad imponiendo medidas coactivas para limitar drásticamente las libertades individuales y las de pueblos enteros. En algunos países el plan ya ha sido aprobado y costeado; en otros, está aún en sus etapas iniciales. Por detrás de los dirigentes mundiales que son cómplices y ejecutores de tan infernal  programa se ocultan personajes sin escrúpulos que financian el Foro Económico Mundial y el simulacro de pandemia Event 201 promoviendo su plan.

El Gran Reseteo tiene por objeto imponer una dictadura sanitaria destinada a implantar medidas liberticidas ocultas tras tentadoras promesas de garantizar un ingreso universal y anular toda deuda personal. Dichas concesiones del Fondo Monetario Internacional tendrán un precio: la renuncia a toda propiedad privada y la adhesión a un programa de vacunación contra el Covid-19 y el Covid-21 promovida por Bill Gates con la colaboración de las grandes compañías farmacéuticas. Más allá de los enormes intereses económicos que motivan a quienes promueven el Gran Reseteo, la imposición de la vacuna vendrá acompañada de la exigencia de portar un pasaporte sanitario internacional. Quienes rechacen estas medidas serán confinados en campos de concentración o bajo arresto domiciliario, y se le confiscarán todos sus bienes.

Supongo, señor Presidente, que ya estará al tanto de que en algunos países el Gran Reseteo se activará entre finales de este año y el primer trimestre de 2021. A tal fin, se tienen pensados más confinamientos, los cuales se justificarán oficialmente por unas supuestas segunda y tercera ola de la pandemia. Usted conoce bien los medios que se han utilizado para sembrar el pánico y legitimar unas limitaciones draconianas de las libertades individuales provocando astutamente una crisis económica de alcance mundial. La intención de sus artífices es que dicha crisis mundial haga irreversible el recurso de las naciones al Gran Reseteo, dando con ello el golpe de gracia a un mundo cuya existencia y memoria misma quieren borrar del mapa. Pero ese mundo, señor Presidente, comprende personas, afectos, instituciones, fe, cultura, tradiciones e ideales; personas y valores que no funcionan como autómatas, que no obedecen como máquinas, porque están dotados de alma y corazón, porque están ligados por un vínculo espiritual que obtiene fuerzas de lo alto, de ese Dios al que quieren desafiar nuestros adversarios, como hizo Lucifer al comienzo de los tiempos con su no servido.

Como todos bien sabemos, esta alusión al enfrentamiento entre el Bien y el Mal y este tono apocalíptico molestan a muchos; según ellos, exaspera los ánimos y agudiza las divisiones. No es de extrañar que el enemigo se enoje al ser descubierto justo cuando creía que había llegado a la fortaleza que quiere conquistar sin oposición. Lo que sí sorprende es que no haya nadie que dé la voz de alarma. La reacción del estado profundo a quienes denuncian su plan es des equilibrada e incoherente pero comprensible. Justo cuando la complicidad de los medios de difusión dominantes había conseguido realizar la transición al Nuevo Orden Mundial de forma inadvertida y casi indolora sale a la luz una caterva de engaños, escándalos y crímenes.

Hasta hace unos meses era fácil tildar de conspiracionistas a quienes denunciaban estos terribles planes que ahora vemos ejecutados hasta en sus más mínimos detalles. Hasta el pasado mes de febrero nadie habría podido imaginar que en todas las ciudades se arrestaría a las personas por el mero hecho de querer pasear por la calle, respirar, mantener abiertos sus negocios e ir a la iglesia los domingos. Y sin embargo ahora está sucediendo por todo el mundo, hasta en un país de postal como Italia, que muchos estadounidenses consideran un país de cuento, con sus monumentos antiguos, sus iglesias, sus ciudades con encanto y sus pueblos típicos. Y mientras los políticos se atrincheran en sus palacios promulgando decretos como sátrapas persas, las empresas quiebran, las tiendas cierran y a la gente se le impide vivir, viajar, trabajar y rezar.Las catastróficas consecuencias psicológicas de esta operación ya están a la vista, empezando por los suicidios de empresarios desesperados y de nuestros hijos, apartados de sus amigos y compañeros de colegio, a los que mandan asistir a clase solos en casa ante la computadora.

San Pablo habla en las Sagradas Escrituras del que detiene la manifestación del misterio de iniquidad, el katejon (2 Tes.2,6-7). En el ámbito religioso, ese obstáculo para el mal es la Iglesia, y en particular el papado; en el político, son los que impiden la implantación del Nuevo Orden Mundial.

Como ahora es patente, aquel que ocupa la silla de San Pedro ha traicionado su misión desde el mismo principio a fin de defender y fomentar la ideología mundialista, apoyando el plan de la iglesia profunda, la ofensiva final de los hijos de las tinieblas.

Señor Presidente: usted ha declarado que quiere defender su nación, una nación bajo Dios*, las libertades fundamentales y los valores no negociables que hoy en día se niegan y combaten. Usted, estimado presidente, es quien contiene el avance del estado profundo, el asalto final de los hijos de las tinieblas. (*One Nation Under God, frase tomada del Juramento de Lealtad a la Patria y a la bandera que se recita solemnemente en ciertos actos públicos y en las escuelas del país antes de empezar las clases cada mañana. N. del T.)

Por esa razón, es necesario que todas las personas de buena voluntad se convenzan de la importancia histórica de las inminentes elecciones. No tanto por tal o cual punto del programa político, sino porque es la inspiración general de lo que hace lo que mejor encarna este contexto histórico particular a ese mundo, nuestro mundo, el cual quieren eliminar a base de confinamientos. El adversario de usted es también el nuestro; el enemigo de la especie humana, aquel que es «homicida desde el principio» (Jn.8,44).

En torno a usted se congregan con fe valerosamente quienes lo consideran el último baluarte contra la dictadura mundial. La opción contraria sería votar por alguien que está manipulado por el estado profundo, gravemente comprometido por escándalos y corrupción, que hará con los Estados Unidos lo que Jorge Mario Bergoglio está haciendo en la Iglesia, el primer ministro Conte en Italia, el presidente Macron en Francia, el presidente del gobierno Sánchez en España y tantos otros. El carácter sobornable de Joe Biden –como el de los prelados del círculo mágico del Vaticano– lo expondrá a ser utilizado inescrupulosamente, permitiendo que poderes ilegítimos interfieran en la política interna y en el equilibrio internacional. Es evidente que los que lo manipulan tienen ya preparado a otro peor para sustituirlo en cuanto se les presente la ocasión.

Con todo, ante un panorama tan sombrío, ante el avance aparentemente incontenible del enemigo invisible, hay un destello de esperanza. El adversario no sabe amar, y no entiende tampoco que no basta con garantizar un salario universal ni con anular hipotecas para subyugar a las masas y convencerlas para que se dejen marcar como ganado. Quienes llevan mucho tiempo soportando los abusos de una autoridad odiosa y tiránica están redescubriendo que tienen alma; empiezan a entender y no están dispuestos a vender su libertad a cambio de la homogenización y la anulación de su identidad; empieza a comprender el valor de los lazos familiares y sociales, de los vínculos de fe y cultura que unen a la gente honrada. El Gran Reseteo está destinado al fracaso, porque quienes lo planificaron no se dieron cuenta de que todavía hay personas dispuestas a tomar las calles para defender sus derechos, para proteger a sus seres queridos, para que sus hijos y sus nietos tengan un futuro. La inhumanidad niveladora del plan mundialista se hará irremediablemente añicos ante la firme y valerosa oposición de los hijos de la Luz. El enemigo tiene de su parte a Satanás, que no sabe otra cosa que odiar. Pero nosotros tenemos de nuestra parte al Señor Todopoderoso, al Dios de los ejércitos dispuestos en orden de batalla, así como a la Santísima Virgen, que aplastará la cabeza de la serpiente antigua. «Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?» (Rm.8,31).

Señor Presidente, usted es muy consciente de que en estos momentos cruciales los Estados Unidos de América están considerados el muro de contención contra el que se ha desatado la guerra que han declarado los partidarios del mundialismo. Cifre su confianza en el Señor, cobrando ánimo con las palabras del apóstol Pablo: «Todo lo puedo en aquel que me conforta» (Fil. 4,13). Ser instrumento de la Divina Providencia supone una gran responsabilidad para la cual Ella le concederá todas las gracias de estado que necesite, pues se las están implorando fervientemente a Dios muchos que lo están apoyando con sus oraciones.

Con esta esperanza celestial y la garantía de mis oraciones por Ud., por la Primera Dama y por sus colaboradores, le imparto mi bendición de todo corazón.

¡Dios bendiga a los Estados Unidos de América!

+Carlo María Viganó

Arzobispo titular de Ulpiana

Ex Nuncio Apostólico ante los Estados Unidos de América

(Traducida por Bruno de la Inmaculada)

Fuente: Adelante la Fe