viernes, 24 de febrero de 2017

FRANCISCO CON LA TIARA DE LA IGLESIA CONCILIAR



Francisco encuentra la 'Tiara' para la Iglesia Conciliar

El 27 de enero de 2016 el Papa Bergoglio observó un espectáculo de artistas de circo, y también recibió a los Payasos de la sonrisa. Este es un grupo que lleva a cabo su labor en los hospitales y hogares de Roma, supuestamente para llevar alivio a los niños que sufren.

Los payasos hicieron poner a Francisco un sombrero de globos hechos especialmente para él, que él se coloco debidamente en la cabeza. También le ofrecieron una nariz roja, que procedió a colocársela en la nariz.

Todos sabemos que Bergoglio está destruyendo metódicamente lo que los Papas conciliares anteriores dejaron de los símbolos de la Iglesia Católica. Es irónico que ahora, llevando este sombrero histriónico de globos, se encontró con el símbolo perfecto para sí mismo y los otros Papas modernistas. Encontró la "tiara" perfecta para el modernismo.

Este Papa-payaso es la segunda vez que se puso públicamente una nariz roja. Nos preguntamos cuándo va a empezar a obligar a los cardenales y obispos a llevar narices de payaso también.

Fotos originales del vídeo de Rome Reports.





jueves, 23 de febrero de 2017

EL ODIO CABALGA SIN BRIDAS - JOSÉ UTRERA MOLINA



No hay calificativo suficiente para valorar el daño histórico y moral que todavía se sigue produciendo en España en virtud de la ley de memoria histórica, alumbrada por Rodríguez Zapatero y mantenida por Rajoy. La lógica de esa ley –si es que alguna tiene- está visceralmente quebrantada. Ya hace años que aquél nefasto gobernante ofreció en bandeja de plata a Santiago Carrillo el derribo ilegal de la última estatua de Franco que había en Madrid, como regalo de cumpleaños. Posteriormente, han ido cayendo uno tras otro cientos de monumentos o placas que hagan relación a cualquier personaje que tuviera alguna relación con la media España que no se resignó a ser pisoteada por el comunismo en 1936. En Barcelona, se expone para público aquelarre la figura de un Franco decapitado para alborozo de unos pocos cobardes que dan rienda suelta a sus más bajas pasiones. En otros lugares se amenaza expresamente a Ayuntamientos con la retirada de subvenciones haciendo oídos sordos a la voluntad de los vecinos de mantener su identidad y su historia.

Mientras todo esto tiene lugar ante la indiferencia de la mayoría, se mantiene afrentosamente el público homenaje a los verdaderos causantes de la guerra civil, Prieto y Largo Caballero, golpistas en el 34 y revolucionarios en el 36, quienes pisoteando el derecho, por cobardía o convicción quisieron entregar España a la Internacional comunista. Pero nadie dice nada. Nadie denuncia tan burdo sectarismo. ¿Cómo es posible que no exista un clamor para denunciar tamaña felonía? ¿Es que los españoles hemos perdido, ya no el instinto sino la mínima razón, que endereza la figura del ser humano?.

Hoy vuelven a estar de moda las corrientes más criminales y canallescas de nuestra historia. Vuelven orgullosos y desafiantes los puños en alto y las banderas rojas se despliegan ufanas, ante la cómoda indiferencia de una mayoría silenciosa. Mientras tanto, los hijos y los nietos de tantos miles de españoles que dieron su vida por Dios y por España, permanecen agazapados, silentes, consintiendo que se injurie públicamente la memoria de sus antepasados, que profanen sus tumbas y borren su recuerdo de la memoria colectiva.

Yo tengo ya demasiada edad para luchar sólo contra esta tremenda injusticia. Pero mientras el pozo de odio está completo y vierte sus excrementos sobre la Historia, los que guardamos todavía el recuerdo de una España grande y limpia, preferimos morir a contemplar con indiferencia y cobardía la victoria de la mentira y la escandalosa manipulación de nuestro pasado más reciente. Yo me declaro en pública rebeldía contra esta ley sectaria que levanta muros entre hermanos y aventa de nuevo las arenas ensangrentadas de otro tiempo y de otra época. Pocos escucharán mi clamor, pero quisiera morir con la certidumbre de que hasta el último momento de mi vida, he respetado la verdad y he rechazado el odio. Un odio que se ha convertido en torrente sin que se levante una mínima pared, un endeble muro que contenga el atroz mensaje de indignidad que representa la Ley de la Memoria Histórica.

José Utrera Molina
Êx ministro


martes, 21 de febrero de 2017

FATIMA 2017 (Español)






LAS PUERTAS DEL INFIERNO



Laureano Benítez Grande-Caballero

Hay otras Españas, pero están en ésta. Y llegan hasta nosotros a través de portales ―«gates»― que se abren a otras dimensiones, a otros espacio-tiempos.

Un portal de estos se abrió hace poco en Valencia, en una calle céntrica, a las seis de la tarde, cuando un radikal podemita abordó a un sacerdote acribillándole a blasfemias, amenazándole con el candado de una moto, a la vez que le advertía de que nos fuéramos preparando los católicos ante lo que iba a venir.

Es ésta una de las típicas «puertas del infierno» ―«hellgates»― que se abren cada vez más por toda la geografía española, trayéndonos luciferinos coñosinsumisos, brujeriles madresnuestras, castradoras Femens, monjas violadas por titirietarras, pintadas satánicas en los muros de las iglesias, blasfemias con Hostias consagradas, robos en las iglesias, y toda clase de persecuciones a la Iglesia Católica. ¿De qué España viene todo esto?: pues de la España republicana del 31 al 39: Welcome to hell.

A través de esta siniestra puerta, nos llegan cada vez más sus descarnados zombies, sus milicias de colmillo retorcido sedientas de sangre católica, el insoportable hedor de su piromanía quemaconventos, las momias católicas profanadas, el pestilente olor sulfuroso del Señor que las dirige.

A partir del día del Alzamiento, en un período de tan sólo seis meses, cerca de 7000 miembros del clero fueron martirizados por los milicianos. En su obra «La persecución religiosa en España» (1961), Antonio Montero habla de 4.184 sacerdotes diocesanos ―incluidos 12 obispos y muchos seminaristas―, 2.365 religiosos y 283 monjas ―muchas de ellas previamente violadas―. El horror de estas matanzas puede comprenderse con un simple dato: en agosto de 1936 se mataba una media de 70 curas al día.

A estas cifras hay que añadir las víctimas laicas, con lo cual el resultado final se acerca a las 10.000.

Además de este holocausto, la persecución arrasó muchos edificios religiosos: en Valencia, 800 fueron totalmente arrasados, mientras que la destrucción parcial afectó a todos en ciudades como Almería, Tortosa, Ciudad Real, Barbastro, etc.

La tortura física y los tormentos de toda laya estuvieron presentes en buena parte de estos hechos, llevadas a cabo en las terribles «chekas» establecidas por la República.

Fue tal la magnitud del desastre, que el historiador de nuestra guerra Hugh Thomas afirmaba que «En ningún momento de la historia de Europa, y quizás incluso del mundo, se ha manifestado un odio tan apasionado contra la religión y todas sus obras».

Frente al tópico de que el causante de esas atrocidades eran elementos descontrolados, los estudios indican que contaban con una siniestra planificación, hasta el punto de que llegó a haber 200 comités de milicias y patrullas de control en Cataluña, que tenían sus centros de detención, y contaban con listas donde figuraban personas concretas a eliminar.

Jordi Albertí, catalanista y creyente, publicó un estudio sobre los primeros meses de la guerra civil en Cataluña, titulado «El silenci de les campanes». Según sus investigaciones, los asesinatos fueron planificados por los comunistas libertarios ―FAI y CNT―, contando con la complicidad de otros grupos izquierdistas

Joan Peiró ―ministro de Industria de la República en el gobierno de Largo Caballero― confesaba en 1936 ―en su libro «Perill a la retaguardia»― que no fueron solamente los anarquistas los autores de estas matanzas: «Todos los partidos, desde Estat Català al POUM, pasando por Esquerra Republicana y el Partido Socialista Obrero catalán, han dado un contingente de ladrones y asesinos, por lo menos igual al de la CNT y la FAI».

Todas las investigaciones apuntan a que la zona más castigada por el holocausto rojo fue Valencia ―¡qué casualidad!: hoy en día es la ciudad de España donde más se persiguen las manifestaciones católicas debido a su militante espíritu laicista― seguida de Cataluña, donde fueron asesinados cuatro obispos, y donde hubo ciudades donde se asesinó a más de 50% del clero ―por ejemplo, en Lérida ese porcentaje fue el 65%, y en Tortosa el 62%―.

Al igual que ocurrió durante la persecución del año 1931, las autoridades republicanas dejaron hacer a milicianos y anarquistas.

Las precisión casi quirúrgica de esta barbarie fue tal, que Andreu Nin ―jefe del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista)― llegó decir que «el problema de la Iglesia nosotros lo hemos resuelto totalmente, yendo a la raíz: hemos suprimido los sacerdotes, las iglesias y el culto».

Las masacres llegaron a tal grado de paroxismo, que cuando el gobierno republicano afirma ―el 25 mayo 1937― que debe haber libertad de culto, «Solidaridad Obrera» se ríe de esta medida, diciendo: «¿Libertad de culto? ¿Que se puede volver a decir misa? Por lo que respecta a Madrid y Barcelona, no sabemos donde se podrá hacer esa clase de pantomimas: no hay un templo en pie ni un altar donde colocar un cáliz».

En varias ocasiones ―ya desde un temprano 1 de julio de 1937, pasando por los documentos «Constructores de la Paz» de 1986, y «la fidelidad de Dios dura siempre», de 1999― la Iglesia ha concedido el perdón a todos los que colaboraron por activa o por pasiva en esa espantosa persecución. Sin embargo, ninguna de las organizaciones implicadas en la persecución ha pedido perdón hasta el día de hoy.

Ningún gobierno español ―ni de derechas ni de izquierdas―, ha hecho nada por homenajear a los mártires católicos de aquellos días, para recuperar su memoria y exigir las debidas indemnizaciones a los descendientes de aquellos responsables. Si se habla de memoria histórica, que sea para todos, y no sólo para los verdugos.

Sin embargo, frente a esta patética cobardía de la derecha en reivindicar la memoria de las víctimas de las persecuciones anticatólicas en la España republicana, los conservadores no tuvieron inconveniente en aprobar las proposiciones de homenaje a la masonería que tuvieron lugar en el Parlament de Cataluña el 25 abril del año 2001, elogiando «su lucha en favor de las libertades». El texto subraya la consideración del Parlament hacia «aquellas obediencias masónicas que a lo largo de la historia reciente han sido agraviadas injustamente».

Incluso se da el caso de que los conservadores también han aprobado en algunas Comunidades Autónomas mociones para reivindicar la memoria de los maquis, llegando incluso a proponer que se reconozca a los miembros de este colectivo su tiempo de permanencia en la guerrilla a efectos de cómputo de las pensiones.

Es un hecho sabido que el 40% de los miembros de las Cortes constituyentes de la Segunda República pertenecían a alguna logia masónica, a la cual también pertenecían también 14 consejeros de la Generalitat, incluido su presidente, Luís Companys, que se inhibió en la represión de las persecuciones anticatólicas.

Es de suponer que la masonería tuvo mucho que ver en las masacres, pues uno de sus principios ideológicos fundamentales es combatir a la Iglesia Católica, y es un hecho comprobado que se infiltra especialmente en los partidos de izquierda, últimos responsable del holocausto católico durante la Segunda República.

Con lo cual, no sólo no se reivindica la memoria de las víctimas de las persecuciones, sino que se homenajea a colectivos que han tenido arte y parte en ellas.

Y es que en España padecemos una endémica falta de un partido verdaderamente de derechas, que no duerma con sus enemigos, que no abdique de sus principios ideológicos, que defienda los valores conservadores que definen a su electorado, que no sea tan cobarde como para pedir perdón por existir, por no compartir la ideología de pensamiento único que nos quiere imponer el globalismo.

De no ser así, en España siempre tendremos abierta la puerta hacia otro infierno, que explicó magistralmente Clint Eastwood en una película, titulada «Infierno de cobardes».


sábado, 18 de febrero de 2017

LA PASTORAL DEL INSULTO



No hay que insultar a nadie. No me ha gustado nunca, y lo desaconsejo fervientemente a mis novicios exaltados. Se puede discutir, precisar o criticar. Pero nunca con el insulto como emblema. Por supuesto que no es cristiano, pero ni siquiera se comporta con nobleza quien quiera imponer la verdad por ese medio.

Sin embargo, estamos asistiendo a situaciones de insulto que se propagan como la pólvora. El insulto se ha apoderado de las redes sociales, o mejor: éstas se han apropiado el insulto como arma facilona que a la vez que destruye, permanece oculta tras la pantalla del twiter de turno o del facebook impaciente. Una respuesta inadecuada o un enfado en twiter, suscita ipso facto una cascada de afrentas y exabruptos difíciles de tener solución, después de darle al botoncito de enviar. Con la capacidad de generar nuevas misivas cada cual más acalorada y tempestuosa.

Este domingo era el propio Francisco quien alertaba de que el insulto es contrario a los mandamientos de Dios, advirtiendo que se ha convertido ya en algo habitual.

…nosotros estamos acostumbrados a insultar, es como decir “buenos días”. Y esto está en la misma línea del matar. Quien insulta al hermano, mata en su propio corazón al hermano. Por favor, ¡no insultar! No ganamos nada…

Claro que algunos medios se han lanzado a comentar que el propio Bergoglio ha pavimentado de insultos estos cuatro años de Pontificado. Desde el primer día llamó la atención este nuevo comportamiento de alguien que dice ser Sucesor de Pedro. No parece adecuado a la Institución. Es cierto que los suyos han sido insultos dirigidos siempre a las mismas bancadas. Esto lo sabe todo el mundo. Insultos a los de acá, mientras se piropeaba a los de allá. Descalificar y poner como un trapo a los de dentro, mientras se elogia y se canoniza a los de fuera. Parece imposible, pero así es. Nadie podrá desmentir esta actitud pontificia, porque se encuentra fácilmente en las hemerotecas. Ya en 2014 apareció un libro sobre los insultos de Francisco. Casi nada.


Mis novicios estaban preocupados por esta llamada de atención de Bergoglio. Se han percatado que esto lo ha dicho justamente después de unos días, en los que su figura ha sido objeto de pasquines y sátiras en las mismísimas calles de Roma. O sea, ante sus pontificales narices, si se me permite la expresión. No es ya lo que puede aparecer en internet o en publicaciones inconformistas. Es en la calle, a pocas manzanas de su casa.


Hay que reconocer que cuando las cosas se ponen así, y se siente la rabia interna de ver que se ha escapado de las manos el pasquinero de turno o el impresor de un periódico burlón, no está bien acudir el domingo siguiente a condenar a los que insultan, lanzando la indirecta de lo pecaminoso de estas acciones de los insultadores anónimos. Qué curiosa actitud, pero qué humana. Nos gusta insultar a los demás, pero nos duele que alguien nos insulte. Y Francisco, tan vulgarmente humano y tan quisquillosamente volcado a poner como chupa de dómine a los que no piensan como él, tan conocido en estos años por sus referencias a los pepinillos en vinagre, o a los rígidos, o a los que llevan las manos pegadas, o a los periodistas amantes de la caprofagia, o a los que les encantan las puntillas… se ha visto a sí mismo como objeto de las sátiras romanas. Hay un refrán castellano que viene a decir que donde las dan las toman. O sea, que lo sembrado, se recoge. Por eso no han faltado nuevos recopilatorios y nuevas críticas a estas palabras del pasado domingo, para quejarse larvadamente, condenando a los que le han insultado a él.

De todos modos, creo que Francisco debería aplicar al pecado del insulto los mismos criterios misericordiosos y comprensivos que él mismo ha llamado a aplicar con los adúlteros vueltos a casar: Hay que analizar caso por caso, hay que acompañar, hay que discernir. Y si ellos están en una situación de tranquilidad de conciencia y se sienten en paz con Dios, pues entonces no hay problema. Si esto lo hace tan ricamente con el adulterio, imagínense con el insulto, que es mucho menos grave en sí.

Decía el cardenal Martínez Sistach en la presentación de un nuevo libro que interpreta la Amoris Laetitia (nunca he visto tantos libros dedicados a interpretar algo que dicen que está tan claro…), que el genial papa Francisco, se fija más en las personas que en las categorías. Pues eso mismo, que lo haga con los insultadores, digo yo. Dejemos las categorías de insulto en general y vayamos al porqué del insulto en concreto. Ese insultador debe encontrar acompañamiento y comprensión. Seguro que él no quería insultar, pero está en camino y en proyecto de abandonar el insulto. Por tanto, aunque haya insultado a Bergoglio o haya despotricado un tanto, hay que analizar caso por caso. A lo mejor hay descontentos que ven que Francisco ha pisoteado la doctrina de la Iglesia, tradicionalistas periféricos que se sienten en paz con Dios, al mismo tiempo que han puesto los pasquines romanos. Por lo tanto, a ésos hay que escucharlos, comprenderlos y acompañarlos en un proceso catequético, que les conduzca a quitar ellos mismos los cartelones y hacer penitencia.

Parece que no ha optado Bergoglio por esta vía misericordiosa. Dicen las malas lenguas, que la policía vaticana está buscando culpables por doquier. Entre los tradicionalistas, claro está. Ya sabemos que el cardenal Osoro no fue el organizador. Me apuesto la cogulla. Dentro de poco nos dirán que eran unos sobrinos del cardenal Burke y los pasquines los pagó alguna organización financiada por Trump.

Mucho me temo que no será así. Si no contesta a cuatro cardenales que humildemente plantean unas dudas razonables y doctrinales para ser aclaradas, ¿se tendrá misericordia con los pasquineros nocturnos? Y es que en situaciones de máximo descontento en una dictadura, se acrecienta el humor satírico en el pueblo. Conscientes de que es ya lo único que se puede hacer. Veremos hasta dónde llega el buen humor y la risa sana, cuando se consumen los cambios y defenestraciones que están a punto de llegar.



miércoles, 15 de febrero de 2017

LAURA RAVENTOS, REPORTERA TRADICIONALISTA, PROFUNDIZA EN LA MALDAD DEL MARXISMO CULTURAL




El marxismo es una ponzoña diabólica, veneno letal abrasivo y disolvente, que aniquila las entrañas y los mismos cimientos de la Ciudad de Dios. Es un anticipo del infierno, resonancia satánica del irredento no serviré de Lucifer, bramido desesperado que retumba siniestro en los tímpanos de la eternidad.

Es una de las ideologías más perniciosas para corromper y depravar al hombre. Ha sembrado de grana y barbarie el campo de la Historia con millones de muertos y sacrilegios. Ha propiciado un perjuicio incalculable a la cristiandad, socavando de cuajo sus frondosas raíces y arrastrando a un número incontable de almas al averno. Soplo de hielo que ha marchitado flores de inocencia, de pureza y de virtud.

Rusia esparció sus errores por el mundo, gracias a que el demonio había sembrado la cizaña del liberalismo en los Estados otrora católicos. Hoy en día este virus, asentado en las democracias liberales, sigue imponiendo sutilmente sus mefíticas ideas a través de lo que se conoce como marxismo cultural.

Entrevistamos a una especialista en el tema Laura Raventós i Vilarnau, joven andorrana experta en Hispanismo y Tradicionalismo Católico, principalmente enfocado a población anglófona, como R.U. y de EEUU. Redactora en “Traditional Latin Mass Catholics” y otros medios tradicionales.

¿Que se entiende por marxismo cultural?

La expresión clásica del marxismo ha sido la económica, que es la puesta en marcha del aparato económico socialista, siguiendo las ideas de Marx y posteriores ideólogos criminales como Lenin o Mao. Al colapsar este modelo en la mayoría de países a finales del Siglo XX, el marxismo se ha transformado y de forma solapada ha envenenado la cultura en el mundo entero y con mucha más violencia al occidente cristiano. Es solapado pues muy pocos lo saben reconocer como marxismo, pero es tanto o más violento y dañino que la ideología clásica con enfoque económico. El marxismo cultural es pues la puesta en marcha y victoria de la ideología liberal y judeo masónica sobre la sociedad.

¿Quienes están detrás y que fines persiguen?

En primera instancia el sionismo internacional (que oficialmente se llama así desde el siglo XIX), que aliado con sus títeres, en particular la masonería, buscan eliminar a Cristo de la sociedad. Así se lo propusieron desde que asesinaron vilmente a Nuestro Señor, pero de forma más reciente en el Siglo XVIII con su primer y gran triunfo: la revuelta Francesa, seguido del colapso de las monarquías católicas, el triunfo del liberalismo (con sus dos expresiones económicas, la capitalista y la comunista) en el mundo entero, y por si no fuera suficiente en el siglo XX el nefasto Concilio Vaticano II y subsecuente destrucción del mundo católico. El fin es, pues, eliminar a Cristo, y con ello llevar a muchas almas a su perdición, en beneficio de su “dios”, el demonio.

¿Cuáles son sus principales manifestaciones en hechos concretos?

La principal manifestación, al menos en Occidente, ha sido la promulgación de leyes o corrientes culturales que buscan que nuestra religión sea vista como algo privado que no debe pertenecer a la vida pública. La herejía de la separación Iglesia-Estado, otrora condenada por el Papa Pío IX, es hoy una realidad en prácticamente todos los países antiguamente católicos, como España. De hecho, hoy en día solo sobreviven como oficialmente católicos Argentina, Costa Rica y los microestados europeos, pero todos de forma simbólica, un arcaísmo legal, pues han sido también consumidos por el liberalismo y modernismo imperante en nuestros tiempos. Esta es la principal manifestación, el abandono de la fe, pues es la puerta que se abre para el resto de abominaciones: el relativismo, la proliferación de sectas, la sodomía, el aborto, el feminismo, la revolución sexual, y un sin número más de ideas y comportamientos que buscan pervertir la sociedad y hacer que el hombre olvide su fin primordial: servir a Dios. Curiosamente, la Virgen Santísima advertía en Fátima que muchos se condenarían por los pecados relacionados con la carne y son esos los pecados que más exalta y promueve el marxismo cultural, pues con más facilidad destruyen y corrompen el alma y la mente.

¿Por qué ha tenido tan buena aceptación en las sociedades liberales occidentales?

Porque es una ideología relativista, donde la verdad no es universal y absoluta, sino que depende de cada quién y según el momento. Es una verdad cómoda, donde no hay pecado ni infierno, solo placeres. Esto genera el “paraíso en la tierra” que promueve el marxismo, y que de hecho proclaman con orgullo en su himno “La internacional” – es un sitio donde todos tenemos razón y nadie está equivocado ni ha de ser juzgado. Una igualdad que no se basa en la ciencia ni en la lógica, si no en una enfermedad mental, pues eso es el liberalismo, una enfermedad mental que carcome la mente pobre de las masas mal formadas y mal guiadas. Como ovejas sin pastor… y es cierto, ¿pues donde están los pastores? Apenas los hay.

¿Cómo pueden los padres librar a sus hijos de este veneno del marxismo cultural?

A los niños se les debe enseñar fuertes bases católicas, de modo que al crecer cuenten con las herramientas para detectar y aplastar la herejía. Esto sólo se logrará con padres de familia bien formados, y que asistan a comunidades católicas tradicionales, donde entre otras cosas se diga la Misa de siempre y se enseñe la verdadera doctrina. Es la única forma. Además, según las posibilidades, se debe alejar lo más posible del sistema educativo liberal, usando alternativas como por ejemplo la educación a distancia o en casa.

¿Desde qué otros frentes se le puede combatir?

Ya ha dado el mejor consejo el Papa Santo, Pío X: ” En vano construiréis iglesias, predicaréis misiones y edificaréis escuelas; todas vuestras obras, todos vuestros esfuerzos quedarán destruidos si no sabéis manejar al mismo tiempo el arma ofensiva y defensiva de una prensa católica, leal y sincera” – y eso es lo que falta hoy en día, una verdadera prensa católica, salvo contados medios como el vuestro. Pero hace falta más y dar mayor difusión y de forma más agresiva y clara y menos políticamente correcta. Los liberales han triunfado gracias a su aparato mediático propagandístico y eso mismo deberíamos hacer nosotros. Ese es el principal consejo, además claro, de apartarnos como de la peste de los errores de la iglesia conciliar y acercarnos más a la Roma Eterna, recuperando la Tradición Católica y la sana doctrina.

¿Por qué hay cobardía en muchos católicos tradicionales y no reaccionan ante lo que está pasando?

Hay cobardía principalmente por dos razones. Unos temen a las repercusiones sociales, como el tener problemas laborales o en sus relaciones personales con amigos o familiares. Otros temen al enfrentamiento con las jerarquías supuestamente católicas. Así, muchos en privado critican el mal, pero en público hacen la vista gorda con tal de mantener su cómodo status quo. Es una actitud muy grave, que de no rectificar será su propia condena. Recordemos la Sagrada Escritura en el Apocalipsis: “puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”. Y lo más grave es que no se trata de casos aislados, si no de la gran mayoría, inclusive en los círculos supuestamente más tradicionalistas.

¿En qué principios sólidos se basa para tener las ideas tan claras?

He contado con el privilegio de nacer en el seno de un hogar católico, donde mis padres me han inculcado las bases de la fe, pero he querido ir más allá e instruirme especialmente en aquellos temas que atañen a la salvación de las almas, incluida la mía. Gracias a muy buenos y santos sacerdotes así como a otros letrados de fe sólida, y apoyada con mi formación académica he podido profundizar en temas de filosofía y doctrina católica, leyendo y comprendiendo a grandes santos como Santo Tomás de Aquino y San Agustín, y otros más recientes como San Pío X, a quienes considero mis maestros por excelencia.

Javier Navascués


sábado, 11 de febrero de 2017

MÁS FALACIAS BERGOGLIANAS (ahora se mete con los Mandamientos)



1) Homilía del 27 de enero (sobre la Carta a los Hebreos)

La confusión e incoherencia intelectual de Bergoglio se exhibe crudamente en las homilías diarias que les asesta a los pobres asistentes a sus misas en Santa Marta. Todas ellas son modelos de ambigüedad, de equivocidad, de insidias, pero que, no obstante, sirven para comprobar de su resentimiento contra la religión de siempre, contra “lo establecido”. Su método favorito y casi único es el empleo de la falacia, estableciendo falsas oposiciones, algo común a todos los demagogos y utopistas. Y van dos últimos ejemplos:

2) Homilía del 27 de enero

“No correr el riesgo, por favor, no… la prudencia…’. Los mandamientos, todos, todos… Sí, es verdad, pero esto te paraliza también, te hace olvidar las tantas gracias recibidas, te quieta la memoria, te quita la esperanza porque no te deja ir. Y el presente de un cristiano, de una cristiana así es como cuando uno va por la calle y viene una lluvia inesperada y el vestido no es tan bueno y se encoge la tela… Almas estrechas… ésta es la pusilanimidad: éste es el pecado contra la memoria, el coraje, la paciencia y la esperanza. Que el Señor nos haga crecer en la memoria, nos haga crecer en la esperanza, nos dé cada día coraje y paciencia y nos libere de esa cosa que es la pusilanimidad, tener miedo de todo…. Almas restringidas para conservarse. Y Jesús dice: ‘El que quiera conservar su propia vida, la pierde’”. 



Aquí Bergoglio insinúa sibilinamente que el cumplimiento estricto de los diez Mandamientos (“todos, todos”) es propio de los “pusilánimes” con “almas estrechas y restringidas”, que tienen “miedo de todo” (¿de irse al infierno, quizás?)

3) Homilía del 5 de febrero:

“Cuando Jesús dice: ‘El Padre siempre actúa; también yo actúo siempre’, los Doctores de la Ley se escandalizaron y querían matarlo por esto. ¿Por qué? ¡Porque no sabían recibir las cosas de Dios como don! Sólo como justicia: ‘Estos son los Mandamientos. Pero son pocos, hagamos más. Y en lugar de abrir el corazón al don, se han escondido, han buscado refugio en la rigidez de los Mandamientos, que ellos habían multiplicado hasta 500 o más… No sabían recibir el don. Y el don sólo se recibe con la libertad. Y estos rígidos tenían miedo de la libertad que Dios nos da; tenían miedo del amor. El cristiano es esclavo del amor, no del deber”.

“Y por esto hoy hemos alabado al Padre: ‘¡Eres grande Señor! Te amo tanto, porque me has dado este don. Me has salvado, me has creado’. Y ésta es la oración de alabanza, la oración de alegría, la oración que nos da la alegría de la vida cristiana. Y no aquella oración cerrada, triste de la persona que jamás sabe recibir un don porque tiene miedo de la libertad que siembre lleva consigo un don. Sólo sabe hacer el deber, pero el deber cerrado. Esclavos del deber, pero no del amor”. 


Y aquí vuelve a atacar obsesivamente a los Doctores de la Ley -que no son los fariseos, claro está, sino los católicos- esos que buscan refugio en “la rigidez de los Mandamientos”, concluyendo que existe oposición entre “la esclavitud del amor” y “la esclavitud del deber”. Un sinsentido total de implicancias malévolas.

Como de costumbre, pido al Señor que nos deshaga de tan deplorable personaje y al pueblo de Roma que pegue más afiches.

Nota catapúltica


Fuente: Catapulta

martes, 7 de febrero de 2017

NECESITAMOS UN SAN PABLO, Y TAMBIÉN, UN SAN AMBROSIO, UN SAN AGUSTÍN, Y UN SAN IGNACIO DE LOYOLA


Bergoglio no es una casualidad.

Es la consecuencia actual de una lejana felonía modernista, la que nunca cejó en sus fines, sino que los profundizó debido a que alguien les abrió la puerta de par en par.

Los Modernistas se apropiaron del Concilio VII, por estar hecho a la medida de ellos, a instancias del Papa Juan XXIII, que les era afín en lo esencial, en lo que define la pertenencia de una persona y la especifica.

Las formas exteriores mas o menos pueden haber sido en su origen de tinte conservador, después de todo, se celebraba universalmente la Misa en el Rito Tridentino y el lenguaje oficial era el latín, pero lo de adentro, el contenido, el pensamiento profundo, la Doctrina, ya no era la Tradicional, Católica, sino Modernista.

Importa, pero no tanto, la pertenencia de Roncalli a una logia masónica, y a la vista de todos está, que por la identidad en lo esencial, abrió las puertas de todo lo que hasta el Papa Pío XII, inclusive, estaba condenado por sus Antecesores, y en reiteradas oportunidades.

Y se comenzó a prohibir lo que antes reinaba, y perseguir a quienes no se alineaban.

De Juan XXIII al actual Bergoglio, los ocupantes de la Sede de Roma, no han hecho sino profundizar la construcción de una nueva realidad, completamente diferente y opuesta a la que había en el seno de la Iglesia hasta antes del Concilio.
La Verdad ya no era la que es, sino que el hombre la construye.

Y con esto que diré seguidamente, los de derecha se van a encolerizar, pero se debe también incluir a Benedicto XVI, en la lista de los responsables principales, quien con suma sagacidad, produjo un acercamiento a los sectores tradicionalistas, sin dejar de recalcar que debían estar incluidos dentro del gran paraguas del CVII, y como un carisma más, y no pocos lo vieron con buenos ojos y lo aceptaron.

Es que la derecha no distingue el bosque de la Verdad, el Bien, la Justicia, el Orden, la Belleza, porque tapa su visión objetiva el interés mezquino, por tanto es oficialista, de componendas, liberal, y conservadora en los modos educados, emplean cubiertos para comer una empanada, jamás se calzan con alpargatas, y sólo usan lapiceras Dupont Paris de oro para firmar las rendiciones y los créditos hipotecantes de Dios y de la Patria.

José Antonio la retrató magistralmente.

Esta maniobra de inclusión llevada a cabo por Ratzinger, fue la fiel representación de las tramoyas modernistas, a la cual Bergoglio le pondrá el broche final, y van …..

Pero no estuvieron solos ejecutando la tarea.

Lo que pasó y pasa en la Iglesia, y en el Mundo, no es únicamente responsabilidad de unos pocos que están en las instancias de mando superiores, no, es responsabilidad de muchos miles más, que no han planteado resistencia sino conformidad, por cobardía, por acomodaticios, por compartir los mismos errores.

¡Viven como propias las realidades implantadas por el Modernismo!

Cuántos hay que temen alejarse de las frondosas limosnas y ayudas económicas, ya descaradamente convertidas en propinas de gastronomía que engrosa las ganancias del mozo, el techo, la cama, el plato de comida, el refrigerador, el aire acondicionado y la calefacción, la fama, las invitaciones de los fieles, los viajes, las comodidades del convento, parroquia, o como se llame en donde pernocta en su anomia burguesa.
¡Les causa pavor el calzado demasiado reparado, la ropa remendada, la comida salteada, y el ausente sonido del titilar de las monedas en el bolsillo!

Y como es más fácil y conveniente serlo que oponerse ….. ahí, a la vista, están los frutos.

Son Modernistas.

Es que, al perder de vista la Doctrina de Siempre, sobre la que se sustentaba el edificio de la Iglesia, la Única que tenía el documento de identidad que la determinaba: Las Cuatro Notas, y cambiarla por las diversas bijouterie del Modernismo, han perdido el espíritu que caracterizaba la vida de Misioneros: “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a conservar todo lo que os he mandado. Y mirad que Yo con vosotros estoy todos los días, hasta la consumación del siglo” (Mt., 28:19,20)

….. Y Bergoglio no quiere que hagan proselitismo porque es un grave pecado contra el ecumenismo …..

¿A quiénes les importa actualmente la validez de la Consagración, de las condiciones para recibir correctamente los Sacramentos?

¿Por qué se sorprenden con Bergoglio, si de vieja data los Modernistas han apoyado todo tipo de perversiones: abortos, pedofilia, homosexualidad, drogas, terrorismo, mafias, robos, etc.? ¿Dejamos de lado las amenazas de algunos de sus pares, al Cardenal Siri?

¿Nos hemos olvidado de Marcinkus, Bea, etc.?

¿Y tampoco se consideran, los Obispos que autorizan cualquier cosa, y los Sacerdotes que las trasladan a los fieles, sin medir las consecuencias, ni para ellos, ni para éstos?

Bergoglio no ha sido lanzado en paracaídas para apoderarse de la Sede de Pedro, desde hace más de 50 años ex-sede de Pedro, fue elegido por una importante cantidad de Cardenales, que sabían muy bien lo que estaban haciendo.

Toda esta gente estaba en pleno conocimiento sobre qué pensaba y qué se traía entre manos.

Por coincidir es que lo eligieron.

Se lo esperaba, dentro y fuera de Roma.

Y esta espera, que es objetivo logrado, a la vez, se conoce que representa una instancia previa a otras, porque el mecanismo de desenvolvimiento contempla etapas, ahondamiento del proceso, y culminación en el Gran Aquelarre.

Pero hay que reconocer que se está tocando fondo y en serio, como nunca antes.

Esto ha superado a los tiempos de Noé, a Sodoma y Gomorra.
¿Qué otra cosa más horrenda podía hacer para superarse, el porteño hereje, de las que ya hizo?

¡Y logró encontrar una nueva! ….. al animar a la Caram, a que siga haciendo lío, un lío que ha llegado al extremo de la locura al blasfemar contra la Santísima Virgen María y San José.

Es que Bergoglio da para todo lo que es malo, lo inverso, sin medida, sin mediar modos cordiales, nada de eso, pues comparte los de las izquierdas, en esencia revolucionarias, sus verdaderos amigos: Castro, Che Guevara, Chávez, Montoneros, Mir, Tupamaros, Sacerdotes por el Socialismo, etc.

Y los únicos que festejan son el Diablo y su pandilla ….. suena jocoso, pero no lo es en absoluto.

¿Puede acaso pensarse que no es así, ante tal cúmulo de pruebas?

Los que no quieren ver, no están invitados.

La siguiente es una expresión dura, pero no por eso menos real, ya San Mateo nos lo advirtió hace un tiempo sobre todo esto: “Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, predicha por el Profeta Daniel, instalada en el lugar santo... “ (Mt., 24: 15).

Al leer el artículo de Fray Gerundio, Necesitamos un San Pablo, simplemente quise añadir unos Amigos, pues me pareció que le faltaba compañía, y decidí pedirle sume inestimables ayudas para la ardua tarea: San Ambrosio, San Agustín y San Ignacio de Loyola.


Eduardo Sebastián Gutiérrez

lunes, 6 de febrero de 2017

DICHOS DE SANTOS



"Los problemas de la Fe tienen primacía sobre todos los demás, porque la Fe es la sustancia y el fundamento de la religión cristiana"

San Pío V


sábado, 4 de febrero de 2017

NECESITAMOS UN SAN PABLO


No es muy querido San Pablo por la progresía post-vaticanista. Su carácter, su modo de ser y su firmeza en el mantenimiento de la doctrina auténtica, lo encajan perfectamente entre los rígidos de Francisco. Su teología clara, lo hace acreedor a ser uno de estos teólogos que Francisco quería encerrar en una isla, para que discutieran allí sin molestar a nadie. San Pablo no era muy partidario del discernimiento actual, ni de las soluciones pastorales que se pasan la doctrina por el arco del triunfo, ni del ecumenismo del pasteleo, ni de la cobardía episcopal, que tanto se lleva ahora entre los más conservadores.

El modelo episcopal de San Pablo, molesta a los progres. Solamente les gusta eso de que los obispos sean casados una sola vez (1Tim. 3,2), especialmente a los que andan ansiosos de cargarse el celibato porque se sienten solos. Eso de que los obispos sepan gobernar su propia casa (3,4) es intolerable. Y eso de que deben dar doctrina es insufrible, pues ya se sabe que la única doctrina que merece la pena es la doctrina Kasper (esa sí que es buena), dispuesta a cargarse toda otra doctrina porque no se puede tolerar la dictadura doctrinal que no es la suya. Kasper, Martini (que estará mirando de reojo desde la otra vida), Marx, los Malteses y los argentinos y españoles. A todos ellos hay que recordarles la consigna de San Pablo a Timoteo (3,7): que los obispos gocen de buena fama, para que no caigan en el descrédito ni en las redes del diablo. Ya han caído en el mayor de los descréditos. Los fieles de Malta les han dado un rapapolvo a sus pastores, sumergidos en el demérito y la deshonra como pastores. Mientras, en España la Conferencia Episcopal ve cómo se profana la virginidad de María por parte de una monja indigna, incrédula y hereje descarada, sin hacer un comunicado de esos que ellos hacen para criticar a Donald Trump o para pedir que se marque la X en la Renta. Descrédito total.

He recomendado a algunos de mis novicios más espabilados (que son pocos), que hagan un seguimiento de los sermones de Francisco en Santa Marta (debe haber ya más volúmenes que la enciclopedia Espasa que tenemos en el calefactorio). Estoy seguro de que las citas del Apóstol de los Gentiles son escasas y muy seleccionadas. San Pablo era mucha tela para ellos y a Francisco no le viene en gana ponerlo como ejemplo por las razones antedichas. Rígidez y avinagramiento.

Sin embargo, necesitamos ahora mismo en la Iglesia algunos Obispos dispuestos a ser como San Pablo y actuar como él. Es difícil, porque hace falta santidad y energía. Tener bien atado el cinturón para que no se bajen los pantalones. No tener necesidad de un buen bálsamo para que la lengua no se irrite, por el exceso de lametones civiles y eclesiásticos. No tener que ingerir vitaminas contra la cobardía y el acongojamiento. Pero tenemos muy poquitos, y además están silenciados.

En el capítulo 2 de la carta a los Gálatas, cuenta San Pablo lo que se ha dado en llamar el incidente de Antioquía. Es bien conocido. San Pedro se dedicaba a disimular ante los judíos para que éstos no se enfadaran por las exigencias del cristianismo naciente. Vamos, que ya en aquella época el Vicario de Cristo tendía puentes y planteaba el discernimiento. Ahora hubiera dicho: Si un judío quiere ser judío y a la vez ser cristiano, pero su conciencia está tranquila, puede acercarse a la comunión. Seguramente algunos querrían haber redactado alguna nota 305 en el Concilio de Jerusalén. Pero san Pablo lo impidió. Le cantó las cuarenta en bastos al Papa Pedro y puso las cosas en su sitio.

Nadie se escandalizó. No hubo ningún problema, porque San Pedro era humilde (de verdad, no de boquilla) y supo aceptar la reprimenda. No era un dictadorzuelo y sabía perfectamente que la Iglesia no era su finca particular, ni su rancho, ni su cortijo. Como San Pedro era realmente bueno (y no de boquilla), ni había sido elegido hombre del año por las revistas gays de Antioquía, ni era celebrado por la web corintodigital.com como pobre y humilde, supo aceptar lo que San Pablo exigía. Y menos mal, porque eso salvó a la Iglesia. Es que entonces había las dos cosas: un verdadero Vicario de Cristo preocupado por la fidelidad al mandato del Señor, y un verdadero Obispo que dijo lo que tenía que decir.

Es curioso que San Pablo nos cuenta que no se anduvo con vueltas y revueltas. Le dijo las cosas cara a cara. In faciem ei, dice la Vulgata. En su cara, vamos. No se dedicó a conceder entrevistas para decir un día una cosa y otro día otra. No se dedicó a hablar en general sin aterrizar. No se dedicó a dar la coba al Jefe. Le resistí en la cara, porque merecía reprensión. Toma ya. Y dijo las cosas como las tenía que decir.

Nos están tomando el pelo. El cardenal Müller, que hace unos días dijo que la famosa Amoris Laertitia no plantea ningún problema doctrinal, se enfrenta esta semana a los que la interpretan mal. Sin citarlos, claro. Porque tendría que incluir ahí al mismo Francisco, que también la interpreta mal cuando aconseja a los argentinos que la interpreten mal (según Müller) y bien (según el propio Francisco). Y a los malteses. Y a los alemanes en pleno, que ayer se descolgaron diciendo que a partir de ahora van a hacer lo que hasta ahora vienen haciendo. Y a los españoles en pleno, que apoyan la Amoris Laetitia sin rubor. Y a la Diócesis de Roma. Y a tantos otros que no salen en los periódicos y ya están distribuyendo la comunión a mansalva.

Me parece que ha llegado la hora en que los más directamente responsables, imiten a San Pablo. Pido por ello. Ya han pasado las dubbia y la actuación fina, respetuosa y educada. La respuesta ha sido tremendamente tajante. Nada de claridad. Se ha contestado a las dubbia por la vía del cabreo monumental, de la vendetta y de las amenazas. Y de los mandaderos que dan entrevistas. Nada de seriedad para responder a la seriedad de las dubbia. En cualquier momento, vienen por ahí nuevas destituciones: eso que ya todo el mundo conoce como misericordiear. Palabra que pronto estará en los diccionarios, y cuyo significado y uso situarán los expertos a partir de 2013. Sus sinónimos son fulminar, destruir (con malas artes), destrozar y eliminar. Antes se hacía con veneno. Ahora se hace con uva mala y leche caducada.

Creo que ya es la hora de actuar como San Pablo. En la cara. Respetuosa, pero firmemente. Usted, querido amigo, es un hereje promotor de la herejía y merece la reprobación. Puede usted disponer de mis cargos, capelos y beneficios. Pero no dispone usted de mi amor a la verdad y de mi responsabilidad como Obispo.

También lo dijo esto San Pablo a Tito (1, 9) como característica necesaria de todo Obispo: ser capaz de ajustarse a la enseñanza recibida, para que sea capaz de exhortar con la sana doctrina y corregir a los adversarios. El propio Jesucristo tuvo que decirle a San Pedro en otra ocasión: Tú me escandalizas, porque piensas como los hombres, no como Dios.

Parece que en estos tiempos de ahora, han cambiado las tornas. Lo bueno es pensar como los hombres, aunque sea a costa de la profanación de la Eucaristía y de lo que se ponga por delante. Seguro que te dan un buen cargo. Me sospecho que pronto van a nombrar Maestra de la Orden de Malta a la monja Caram. Méritos ha hecho, desde luego.