miércoles, 30 de enero de 2019

SOBRE MONSEÑOR MARCEL LEFEBVRE


Eduardo Sebastian Gutiérrez 

Que se vive en un estado de crisis permanente en el catolicismo, en donde cada vez es más notorio el completo distanciamiento de la iglesia oficial con la Tradición, es de una evidencia tal, que ni siquiera ya es discutido por la propia jerarquía, la cual sostiene que después del Concilio Vaticano II, la iglesia, es otra. Efectivamente, lo es y en todos los aspectos que se deseen considerar, porque representa en su conjunto, un algo nuevo y contrapuesto a la Tradición de la Iglesia.

Casi dos mil años de ferviente labor de apostolado, estudio, costumbres y cultura, que se fueron enriqueciendo con el aporte y el sacrificio de miles de Santos, guardados celosamente de generación en generación, en una trampa ideada y ejecutada desde la sombra por los conspiradores, con partícipes dentro del clero y de la jerarquía, a los que se sumaron pontífices modernistas, confluyeron en el llamado a un Concilio, en el cual no se habría de definir ningún dogma, ni realizar condena alguna sobre los errores gravísimos de la época, sino abrir las puertas y dar visos de legalidad, a la suma de doctrinas previamente condenadas por diferentes Papas, surgiendo como colectora de todas, el modernismo.

Al proceso sedicioso se le opusieron más de 250 padres conciliares, Obispos y Cardenales, que vieron en la maniobra, la confluencia de intereses disímiles en sus actividades, pero idénticos en sus fines.
Como una de las tantas consecuencias, surgieron en los años siguientes entre los asistentes que habían resistido los embates de los modernistas durante el CVII, tres posiciones claras.

En primer lugar, quienes renunciando a lo que hasta el día anterior sostuvieron, tiraron todo por la borda, y aceptando las nuevas reglas, se sumaron al cambio y a la iglesia nueva; en segundo lugar, los que viendo con desagrado al CVII y a los innovadores, mantuvieron una aceptación parcial de las novedades, y, construyendo una mezcla entre Modernismo con partes de la Tradición, loca mezcla, indiscutible amasijo, permanecieron bajo la autoridad de la nueva jerarquía modernista, quedándose en una posición intermedia e intentando tranquilizar sus conciencias ante la evidente anomalía; y en tercer lugar, quienes rechazaron de plano las novedades, el modernismo. Se hizo presente por un breve tiempo, una cuarta posición, y tuvo una importancia cierta, pues sumó a varias figuras destacadas y de edad promedio sexagenarias.

Es claro que la formación de éstos estaba constituida substancialmente por la Tradición Católica, coincidiendo por ello en los fundamentos con quienes rechazaron de plano al CVII, pero que, a diferencia con éstos, la decisiva influencia de la obediencia a Roma, al Papado, de quienes nunca recibieron por respuesta que Roma les diera la espalda, demoró el desenlace obvio que habría de darse con posterioridad.

Si bien no fueron muchos, la mayoría eran Obispos que tenían funciones dentro de la alta jerarquía y que las ejercían con cierta antigüedad, junto a Laicos de reconocida seriedad intelectual. Esto significaba un trato más cercano con el Santo Padre, al cual pocos accedían, lo que reforzaba el sentido de la pertenencia, y producir la ruptura con el Papado, no era una cuestión de simple arrojo u atrevimiento, no se trataba de un trámite de resolución inmediata, máxime cuando eran la representación de la autoridad romana para todo un vasto territorio o continente ….. ¡eran la voz del Papa en ese lugar!

Pero como la herejía modernista es de suyo evolucionista, vale decir, profundiza y amplía sus errores hasta llegar al fin buscado por el propio satanismo, que no es otro que “destruir totalmente, si les fuera posible, el reino de Jesucristo”, (Encíclica Pascendi), al ir mostrando su verdadero rostro, puso término a esta posición, y quienes la sostuvieron a regañadientes, al ver con mayor claridad la imposibilidad de conseguir un cambio o vuelta de rumbo de esa Roma, ya no más la Roma que levantaba la Bandera de Cristo Rey y causa efectiva de sus ardientes vocaciones de juventud, señalaron la apostasía y hasta incluso la posibilidad cierta que la Silla de Pedro haya sido usurpada.

De este modo, las dos posiciones últimas, se hicieron una.
Ciertamente es una situación sin igual en toda la Historia de la Iglesia, que se asemeja a los tiempos del arrianismo, pero que, sin embargo, el Modernismo lo supera con creces, pues abarca a todos los aspectos relativos al catolicismo, siendo muy superior en alcances y perfidia. Es que el Modernismo es la herejía de las herejías. Misterio de Iniquidad, que únicamente en la economía de Dios, en los Planes de Dios, tiene su significación.

Consideraremos en pocas palabras, la obra de un Obispo, que sin duda perteneció a una de las dos posiciones últimas, o a las dos. Nos referimos Mons. Lefebvre, de quien aún hoy en día se sigue discutiendo, y algunos sostienen un sin número de inexactitudes.
Breve reseña de su vida.

Marcel Lefebvre, nació el 29 de noviembre de 1905 en la ciudad de Tourcoing, al norte de Francia, y fue el tercero de ocho hijos y creció bajo la mirada de sus devotos padres católicos, René y Gabrielle, que tenían una fábrica local de textiles.

Seminario y Ordenación:
Atraído por el sacerdocio desde su juventud, siguió los consejos de su padre y entró en el Seminario Francés de Roma a la edad de dieciocho años. Seis años más tarde, 1929, fue ordenado sacerdote y poco después terminó su doctorado en teología y comenzó el trabajo pastoral en la diócesis de Lille (norte de Francia).

El hermano mayor del P. Lefebvre, un misionero de la congregación de los Padres del Espíritu Santo, instó al nuevo sacerdote a unírsele en Gabón (África). El P. Lefebvre accedió finalmente y se unió temporalmente a los Padres del Espíritu Santo en 1932. Fue enviado enseguida a Gabón, primero como profesor del seminario, y pronto fue ascendido a rector. Después de tres años de difícil trabajo de misionero, decidió, no obstante, comprometerse permanentemente con la obra de las misiones: hizo los votos perpetuos con los Padres del Espíritu Santo.

Delegado Apostólico para el África Francesa:
Después de aquellos primeros años, se le confiaron responsabilidades cada vez más importantes. Fue llamado de regreso a Francia y nombrado rector de un seminario en Mortain. Más tarde el Papa Pío XII lo designó como Vicario Apostólico de Dakar y, por consiguiente, fue consagrado obispo. Al año siguiente, en 1948, el papa honró aún más a Monseñor Lefebvre, nombrándolo Delegado Apostólico para el África Francesa y otorgándole el título de Arzobispo.

Superior de los Padres del Espíritu Santo:
El papa Juan XXIII, lo mismo que su predecesor, consideró que los conocimientos teológicos de Monseñor Lefebvre y su experiencia en las misiones y en la docencia eran de una calidad única y excepcional. Por consiguiente, lo designó como miembro de la Comisión Preparatoria del Concilio Vaticano II, un cuerpo encargado de establecer la agenda para el Concilio. Los Padres del Espíritu Santo también estaban muy impresionados con el trabajo del arzobispo y en su Capítulo General de 1962 lo eligieron como Superior General.

Concilio Vaticano II:
Monseñor Lefebvre estaba en la cúspide de su carrera. Sin embargo, el Vaticano II le resultaría una amarga decepción. La mayor parte de los textos que él había ayudado a preparar para el concilio fueron rechazados por completo y fueron sustituidos por versiones nuevas, más liberales y modernas.
Como respuesta, el arzobispo, junto con otros prelados confundidos, formó un grupo conservador y reaccionario, llamado Coetus Internationalis Patrum, que presidió él mismo. Este grupo se opuso principalmente a la introducción de tendencias modernistas en los textos del Concilio.

En última instancia, el Coetus no tuvo ningún éxito en contrarrestar las reformas modernistas y Monseñor Lefebvre salió del Concilio con el corazón roto. Además, los Padres del Espíritu Santo, disconformes con el liderazgo conservador de Monseñor, lo obligaron, en pocas palabras, a renunciar como su Superior General en el Capítulo General de 1968. Marcel Lefebvre ya tenía sesenta y tres años de edad y, después de una vida al servicio a la Iglesia, había pensado retirarse.

Fundación de la FSSPX:
Aquí la vida del arzobispo se enlaza con la de la FSSPX. Para atender las reiteradas peticiones de varios jóvenes que estaban buscando una formación sacerdotal tradicional, Monseñor Lefebvre abrió un nuevo seminario en Ecône, Suiza. El obispo ordinario local, Monseñor François Charrière, dio su bendición para este trabajo, y el 1º de noviembre de 1970 nació la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.

Durante el Concilio Vaticano II, Marcel Lefebvre trabó una gran amistad con Antonio de Castro Mayer, obispo de Campos (Brasil). Ambos compartían ideas en las diversas funciones del Coetus y se mantuvieron en contacto mucho tiempo después de concluido el concilio. Ambos se negaron a aplicar las enseñanzas modernistas del Concilio Vaticano II y en 1983 escribieron conjuntamente una carta abierta al papa Juan Pablo II, lamentando la cantidad de errores de los que Roma parecía estar contaminada. Cuando Monseñor Lefebvre consagró cuatro nuevos obispos en 1988, Monseñor de Castro Mayer asistió como coconsagrante.

Cuando se entregan y se reciben;
Monseñor Lefebvre, después de guiar a la FSSPX por más de veinte años, falleció el 25 de marzo de 1991. Fue enterrado en una cripta situada bajo su querido seminario de Ecône, donde actualmente se pueden visitar sus restos mortales.

En su lápida están grabadas las palabras del Apóstol San Pablo: “Tradidi quod et accepi” (“He transmitido lo que he recibido.” - I Cor. XV,3

Se podría decir, que ahora, es factible tener una mejor visión general de su vida y de su obra.

Todos sus actos como Sacerdote, Obispo y Arzobispo, son de una indudable fidelidad para con la Iglesia de Cristo, y de una gran relevancia. Misionero incansable, profesor dotado y estudioso, sus méritos, y más que nada sus logros, lo distinguían con claridad.
Reconocido por Pío XII, por el fruto de sus labores diversas, fue premiado con mayores responsabilidades a las cuales muy pocos accedían, Su Delegado en el África francesa, y por la solidez de su desempeño, fue distinguido una vez más, siendo llamado a participar en la preparación del CVII.

A estas instancias no se llega sin esfuerzo y lealtad. Necesariamente, tiene que haber por detrás, toda una vida de dedicación constante. Por esa razón, cuando intenta poner freno a la debacle que se avecinaba en el CVII, prontamente dedicó todos sus esfuerzos en el armado de una organización que nucleara a casi todos los asistentes que se oponían al modernismo que asomaba triunfante. Y por los participantes fue elegido presidente. Tal era su prestigio. Por ese entonces se lo consideraba uno de los más capacitados rectores de seminarios, organizador, teólogo, y misionero ejemplar, pero, sobre todo, un Sacerdote de Caridad y Humildad a prueba de todo, y de constante oración.

Es verdad que el CVII le trajo profundas amarguras a su corazón.
Se habían preparado documentos fundamentados en la Tradición … ¡en la Iglesia de Siempre! … donde desde pequeño viviera el catolicismo, porque sabía de la asistencia importante de modernistas, pero tanto él como quienes le acompañaron, nunca imaginaron semejante organización dentro y por fuera del concilio, y menos aún, que dos papas les dieran la espalda, y apoyaran a los innovadores: Juan XXIII y Pablo VI.

Una persona acostumbrada a vivir una realidad coherente, vale decir, en Orden, Tradicional, formada toda su vida y personalidad en la obediencia permanente a Cristo, y por consiguiente a Su Vicario, el Papa, en menos de 6 años, ve desmoronarse todo lo que representaba hasta ese momento la Iglesia Católica. Y de reconocido, pasó a la escala de los más odiados, incluso por muchos de los que hasta hacía poco, habían sido sus amistades y compañeros de apostolado.

Las personas que no tienen la capacidad de dimensionar este impacto tremendo, no pueden siquiera comprender las dificultades, y dolores, que representan el tener que reconocer, que en el lugar donde se desempeñó siempre, su verdadero hogar, ya no lo era más. Sólo quienes han vivido circunstancias similares, pueden dar el justo crédito a estas palabras, pues, si el dolor y el rechazo, no se viven en carne propia, no se aprecia hasta dónde se constriñe el corazón.

Este inmenso pesar es el que le llevó a esperar, un poco más allá que otros, el que Roma reaccione ante la trampa del modernismo, acorde lo verificaban sus tradiciones. Y se reforzó esta espera, pues en varios casos, se trataba de personas con las cuales él había compartido distintas vivencias, y durante varios años antes del CVII.

Él sabía de milagros, porque el Hacedor de todos, a él lo había cautivado y enamorado en el Calvario y en su posterior Resurrección. Y si Dios completó su obra extraordinaria al Redimir al Hombre, entonces, es justificado haya llegado a pensar en la posibilidad que obre ese Gran Milagro, que Roma volviese a la Tradición, al cual mencionaba de forma reiterada.

Pasaron los años, y ante las sobradas muestras de porfía por parte de los romanos, y las necesidades evidentes de salvar lo que reste de la Tradición, lo llevaron a fundar la FSSPX, y a consagrar 4 Obispos. De igual modo, fue por esos años que, dando de sí hasta lo que a él mismo lo violentó, por lo cual accede en una actitud menos prudencial firmando un acuerdo, reacciona saludablemente a las pocas horas, rompe el preacuerdo, se retracta públicamente, y da un paso decisivo al señalar a Roma, como la Roma Apóstata, y en reiteradas oportunidades, sostiene que hay que pensar que la silla de Pedro, está usurpada. “Es la apostasía, es la apostasía, es la apostasía”, repite por tres veces consecutivas, quizás convenciéndose de la inutilidad de todos los esfuerzos.

Es que la Caridad, tiene como límite, el que le impone la pertinacia en el error.

Que se podrían haber resuelto de otra mejor manera los pasos posteriores al CVII, es una de las críticas más frecuentes que se le hacen. Otra, que el Misal por él recomendado, el de 1962, contiene una serie de reformas, que lo colocan alejado del Tradicional que hasta el año 1958, y antes que asumiera Roncalli, estaba vigente.
Esto último se soluciona consiguiendo un Misal anterior a Octubre de 1958, con el cuidado que sea esta la fecha de reimpresión última, porque con posterioridad, se fueron modificando sucesivamente, dejando de perder valor tradicional.

La consideración prudencial de los actos personales, están sujetos a diferentes aspectos, entre los cuales se destacan la formación de la persona, la consideración de los sucesos históricos, y el destino de quienes se verán afectados. Hay otros, pero al caso tomamos estos.
Pensar o suponer, que Mons. Lefebvre, no los tuvo en cuenta, es quizás fruto del ignorar su trayectoria, y la incapacidad de poder situarse en su lugar. Esto no es un acto simple, requiere de un conocimiento mayor que la escueta lectura de una biografía, o de apuntes de clases. Representa un esfuerzo en recabar información de modo minucioso, confiable, y abundante, resaltando la necesidad de entrevistas con allegados, personas que pudieron conocerlo. De esta forma honesta y lógica, puede una persona comenzar a esbozar una semblanza realista de su vida.

Mons. podía haber tomado mejores decisiones, es probable que sea cierto, pero la vida misma del hombre es una sumatoria de aciertos y errores, el pecado existe, y la naturaleza quebrada es una realidad. Pero las buenas obras cuando superan con creces las decisiones fallidas, deben ser la medida de la calificación. El perdón no es una cuestión menor, implica, aunque mas no sea un acto circunstancial, la adhesión plena a la Confesión, el Perdón de los pecados, más el inestimable concurso de la virtud por excelencia: La Caridad.

Si se acepta cometió errores en sus acercamientos a la roma modernista y con el fin de buscar su vuelta a la Tradición, no se puede dejar de lado su obra apostólica, antes y después del CVII. Inclusive sin su aparición en la defensa de la Tradición, muchísimos que hoy son Fieles, estarían bailando con los pentecostales, delirando con los carismáticos, o, más conservadores, de derecha, con el opus dei, o agradeciendo a Ratzinger por el Summorum Pontificum.

Su obra en defensa y fomento de la Tradición, no tiene comparación, por los alcances que llegó a tener la misma, hoy lamentablemente fuera del camino marcado por su fundador.

¿Cuántos pudieron viajar por casi todos los Continentes, fundaron capillas, seminarios, celebrando la Santa Misa, y administrando los Sacramentos, pensando únicamente en Mejor Servir a Dios, y en la Salvación de las Almas de los Fieles? Y todo esto conseguido en un principio, desde una casa, con escasos postulantes a seminaristas, y unas cuantas monedas, y no tantas promesas de ayudar a la empresa naciente.

Pero claro, se entiende que una tarea de recopilación y armado del perfil biográfico sobre cualquier persona publica, supone de antemano, un espíritu y corazón, nobles, la buena cuna.

Desgraciadamente en los tiempos presentes, es muy fácil acceder a medios de comunicación masivos, y, con herramientas como notebooks y celulares, grabar entrevistas o exposiciones a ignotos, anónimos y desconocidos, quienes, en su inferior miramiento, suponen son ya estrellas. Es una tarea muy simple que se puede propagar exponencialmente por la red, y más todavía, si lo encabeza un título atrayente, particularmente llamativo para el morbo reinante.

La distorsión de la realidad, existencia real y efectiva de algo, suma de acontecimientos que ocurren verdaderamente, no es una simple picardía de pendejos afiebrados ansiosos de notoriedad, o bobos lame botas pretendiendo ser importantes a costilla de otros, o maliciosos escondidos. En esencia, se trata de algo de mucha mayor gravedad.

Tomar parcialmente las conductas públicas de las personas, con el fin expreso de causar daño, es una falta al 8vo. Mandamiento: No levantar falso testimonio, ni mentir.

Nos dice San Mateo, que así actuó el sanedrín al acusar a Jesús, con mentiras evidentes, pues no encontraron prueba alguna en su contra. Y a quienes en su defensa argumenten que no se puede comparar al Señor con Mons. Lefebvre, hay que pedirles que sigan leyendo, para ver si de esta forma se sacan el velo de los ojos.

El buen nombre de una persona, el respeto de la gente, su fama, son cosas de mucho valor. Si se roba dinero a una persona, se le quita algo transitorio, de reposición pronta; pero si se trabaja en pretender quitarle su buen nombre, se le roba quizás uno de sus más preciados tesoros, y el que lo hace, no lo aprovecha, todo lo contrario, aunque no lo crea.

Cuántas veces se ha visto o conocido, que una persona cuya buena fama perdió por una calumnia, pierde mucho, y, a pesar que con posterioridad se descubra el engaño, le queda el sabor amargo de tanto desprecio y daño sufrido injustamente.

Un día, una mujer pecadora le fue llevada a Jesús, y querían lapidarla. El Señor, conocedor de sus actos, se inclinó sobre la calle, y trazando una línea con su mano, los invitó para que, entre los acusadores, aquél que no tuviera pecado alguno, se anime y tire la primera piedra. Todos callados las dejaron caer y se retiraron. Jesús le dijo entonces a la mujer: Mujer, ¿nadie te ha condenado?, y ella respondió: nadie Señor, y concluyó el Señor: Tampoco Yo te condeno. Vete en paz y no peques más.

Si la Caridad anida en el Alma, no se está pensando en las faltas de Mons., sino en lo bueno que realizó, porque sus frutos están por todas partes. No se trata de esconder la basura debajo de la alfombra, se trata de destacar, que si un Santo peca, la suma de sus actos buenos lo lleva a los Altares. Tampoco se está diciendo que Mons. es santo o que ha salvado su Alma, a esto sólo Dios lo conoce, pero se reconoce y por lejos, que su obra ha servido de mucho a la Iglesia de Siempre.

La Caridad pide de suyo ver en mayor medida las cosas buenas que los errores, y es por eso, que la Humildad de la mujer pecadora conmovió el Corazón del Señor, en lugar del orgullo de sus acusadores, que únicamente veían los pecados de ella, dejando de lado un detalle no menor: ellos mismos eran pecadores; les era más fácil saciar el propio orgullo que admitir la posibilidad de sus propias condenas.

La actitud, puesta de manifiesto por sus detractores, por la omisión consciente, bien puede representar una Difamación y hasta una Calumnia. Incluso la Presunción, que es una falta a este Mandamiento, se aplica en este caso, pues hay algunos que suponen la acción premeditada por parte de Mons. de intentar llevar a toda la Tradición hacia el modernismo, al no condenar de inmediato al CVII, y tampoco declarar la sede vacante.

Quedarse en este rincón, agazapados, arrinconados en esta parte de la historia, falaz porque como ya se demostró anteriormente, que sí acusó al CVII, y hasta escribiendo al respecto un libro titulado: Yo Acuso Al Concilio, arribando incluso a la conclusión que la Roma modernista era apóstata, y que era dable pensar, la silla de Pedro había sido usurpada, estaba vacante, es una actitud sectaria y por tanto mezquina, de muy mala leche. Juzgar a una persona sin contemplar la verdad, y escondiéndola a esta, es una omisión muy próxima, o lo es, al Juicio Temerario.

Finalmente, la Difamación, la Calumnia, la Presunción y el Juicio Temerario, no son solo pecados contra la Caridad, sino igualmente contra la Justicia. Esta, nos pide dar a cada uno lo suyo. Si se intenta robar el buen nombre de una persona, se está obligado a devolvérselo, de manera pública ya que de tal modo fueron los actos difamatorios, y con prontitud.

Pero esta responsabilidad no queda sin más en la instancia de los bobos, y lobos, habladores, idiotas útiles y serviles, buscadores de fama a cualquier precio. Son de igual modo gravemente responsables sus instigadores, y guías espirituales, que sí los tienen, por eso, Usted Padre, no hace falta se lo mencione, lo sabe muy bien, tiene que intervenir decididamente y con prontitud.

Descansa en paz Mons. Lefebvre, porque trasmitió lo que le fue dado.

jueves, 24 de enero de 2019

LA OFENSIVA SATANICA


Es impresionante el avance de las sectas que se inspiran en Satanás, que invocan en su ayuda a Satanás, que se sirven de promesas y compromisos con Satanás a quien entregan su alma.

Hace muchos años, el exorcista ya difunto Padre Gabriel Amorth nos puso sobre aviso: «Cada vez más personas practican el espiritismo o entran en sectas satánicas, se ha vuelto casi una moda. A veces lo hacen con inconsciencia sin saber lo que les espera, pero luego se ven obligados a menudo con terror, a sufrir las consecuencias, porque el Demonio no es una entidad impersonal».

No, no es el nombre que dan los psicoanalistas al mal abstracto que existe en la sociedad, sino que es una persona concreta y como dice San Pedro «rugiendo como un león ronda, buscando a quien tragarse» (1 Pe 5, 8).

Por desgracia una mala teología ha difundido -aún en la Iglesia Católica- una concepción abstracta del Demonio, que contrasta abiertamente con la enseñanza del Evangelio, si aumenta el número de los que practican el esoterismo o entran en las sectas satánicas, es también porque la Iglesia ha dejado de enseñar correctamente la doctrina sobre el Demonio, enseñada por la Escritura y conservada por la Tradición.

I. Actuación del Diablo

San Juan señala como tarea principal de Cristo el haberse manifestado para deshacer las obras del diablo. Es «príncipe de este mundo», según Jesús y siembra el mal en el campo de Jesús.

Nuestro Señor Jesucristo destaca la presencia trágica del diablo al que llama «ser malo», «espíritu contrario al hombre», «diablo».[1] Sus obras son: la posesión diabólica, la enfermedad y la muerte. Satán lucha continuamente con el hombre, atacándole de codicia, de cólera, de soberbia, de maledicencia, con lo que desea arrastrar al hombre a la perdición. Son enseñanzas expresadas por Jesús. Precisamente la acción salvífica de Jesús se dirige en el fondo contra el diablo.

«Tan iluminadora sobre la guerra entablada entre Jesús y Satanás, y el triunfo de aquél sobre éste, es la respuesta de Jesús a la alegre exaltación de los setenta y dos discípulos que acuden a dar cuenta al Maestro de los maravillosos logros obtenidos por ellos durante su misión; han procedido a exorcismos que siempre se revelaron eficaces: «Señor, hasta los demonios se someten en tu nombre. Él les dijo: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo”» (Lc 10, 17-18). El Maestro ponderó el poder de los discípulos —que actuaban «en nombre» de su Señor— y les dio la profunda explicación de ello. Los setenta y dos habían mencionado la derrota de los demonios menores que se habían apoderado del cuerpo de los hombres, pero Jesús habla de su jefe supremo: Satanás; pues éste es el gran vencido. Si las legiones de demonios retroceden y no pueden resistir, ello es porque su propio jefe ha sido afectado y ha perdido su autoridad. Hay simultaneidad y coincidencia entre la visión de Cristo y la acción de sus discípulos: mientras vosotros cazabais los demonios, mientras expulsabais a sus agentes, yo veía caer a su príncipe».[2]

Para hacer comprender el poder del Demonio, Jesús verifica una curación en circunstancias que provocan admiración en los presentes y de las que Cristo se sirve para anunciar una profunda vedad: la existencia del Demonio y el poder temible que posee.

Le presentan un endemoniado mudo. No era mudo por enfermedad, sino por la acción del Demonio que no le permitía hablar. Prácticamente era mudo y así le conocían los familiares que se le presentan. Jesús arrojó al Demonio del alma y del cuerpo del desgraciado que enseguida comenzó a hablar. Así lo dice San Mateo en el capítulo XII. Jesús desea demostrar que cuando una persona reside al Demonio es como un muñeco que se mueve según las exigencias de Satanás, en este caso impide que hable el hombre, porque evitaba que practicara su confesión mediante la cual Jesús libere al hombre también de su posesión diabólica.

En presencia de la multitud Jesús ordena al Demonio que abandone a su víctima, el Demonio sale en forma visible, con lo que los asistentes se dan cuenta de que no se trata de una simple curación, sino de una derrota del Demonio por el poder de Cristo.

El Evangelista manifiesta que se maravillaron las turbas diciendo: Jamás se vio tal cosa en Israel.

Todos los circunstantes creían en la existencia y en el poder del Demonio, al tiempo que admitían que nadie ni nada podría vencer a Satanás, y Jesús ha dado la lección de que mientras el Demonio se apodere de una persona, sea por el pecado que es verdadera opresión como por la permanencia en su cuerpo, la persona poseída pierde el dominio de sí misma, sus potencias y sentidos, no puede dominarlos y orientarlos, porque es sólo el Demonio quien tiene potestad absoluta sobre él.

Hoy sucede lo mismo, el hombre ha llevado voluntariamente al Demonio cuando ha cometido su pecado, le ha elegido por su rey, le ha depositado en sus manos todos sus sentidos, el Demonio puede volverle mudo, en cuanto se refiere a la manifestación de sus pecados, puede manifestarle en sordo, para que no escuche que las advertencias salvadoras de Dios, puede convertirle en paralítico para impedirle que busque a su Salvador, puede transformarle en desesperado inyectándole sentimientos de inevitable condenación, puede engañarle sobre su situación al conseguir que no tema esa condenación en la que ya se halla aventurado.

El Demonio a quien Jesús llama enemigo del hombre, adormece al alma para que olvide su trágica situación, trata de hacerle olvidar a Dios y a su juicio personal que ha de sufrir, le invita a toda suerte de pecados, contra los que ha perdido todo temor, encarcela a la persona en su temible prisión inconsciente para que no busque a Dios.

El Evangelio puntualiza que le presentaron al mudo, no fue él mismo quien buscó a Jesús, ya que lo impedía el Demonio que no quería perder un cliente.

Lo que frecuentemente sucede es que una persona no da importancia de la existencia del diablo, porque ella misma se encuentra poseída por Satanás. Cuántos sordos, mudos y paralíticos, transitan por nuestras avenidas, tan ciegos que no pueden captar el poder que Satanás ejerce en sus almas ya vencidas.

Como el muy piadoso David que tras cometer adulterio y un asesinato se queda tranquilo y sin culpa, hasta que el profeta Natán le recuerda su estado de condenación. Estaba tan poseído de Satanás que consiguió éste, que David siguiera danzando sus impúdicos salmos a Dios, mientras en su corazón dominada totalmente su enemigo el demonio, por eso, tras su pecado de negación de Cristo nos escribió Pedro el Apóstol:hermanos no dudéis que el demonio nuestro enemigo, como un león rugiente, anda dando vueltas a vuestro alrededor buscando el momento oportuno para devorarles.

Es el enemigo oculto que siembra errores y desventuras… Podemos suponer su acción siniestra allí donde la negación de Dios es radical, sutil y absurda, donde la mentira se afirma hipócrita y potente contra la verdad evidente, donde la caridad se ha apagado a causa de un egoísmo frío y cruel, donde el nombre de Cristo es impugnado con odio consciente y rebelde.[3]

Examinando las violencias, las guerras, los asesinatos, los abortos, los atropellos de todo género, los robos, las tragedias provocadas por el alcohol y la droga, el narcoterrorismo, los movimientos antisistema incluidos el lobby LGTBI, termina la gente por decir: el mundo está en manos del diablo, sin embargo, hay bastante gente que se empeña en negar su existencia.

II. Satanismo actual

«De allí, de este infierno en que se convierte el hombre cuando ha renegado de Cristo surge la pululación de sociedades ocultistas, iniciativas esotéricas, teológicas y espiritistas en que bajo formas más o menos groseras y refinadas, se rinde culto a Satán, padre de la mentira, del odio y del crimen, en que se ha convertido la sociedad en que vivimos…».[4]

Mientras que el ocultismo es una adoración indirecta del diablo, el satanismo es sin reparos su contraparte. Como señaló el Sr. King,el ocultismo se entremezcla con el poder del diablo muchas veces sin saberlo. Los satanistas, por otra parte, continúa, lo abrazan completa y abiertamente.

El satanismo es tan antiguo como la Revolución de Lucifer y sus ángeles contra Dios. El antiguo portador de la luz, como significa el nombre de Lucifer, engañó a un tercio de las huestes celestiales y lideró la primera rebelión contra Dios. Hay muchas variaciones del satanismo según Alfred E. Waite, la autoridad más autorizada sobre ocultismo y satanismo. En su libro La adoración del diablo en Francia, define el satanismo como el movimiento de personas que imitan a los ángeles caídos y declaran su lealtad a Lucifer como una forma de desafío a Dios.

La presencia del satanismo a lo largo de la historia, no ha sido tan obvia como la del ocultismo. La Sagrada Escritura dice: Todos los dioses de los gentiles son demonios (Sal. 96: 5). Sin embargo, el satanismo, per se, es la adoración abierta del diablo y, como tal, si existió como un movimiento, en el pasado fue de manera completamente cerrada.

En los Estados Unidos, el censo de 2010 arrojó que la brujería es la cuarta religión más grande. En ese país en especial, los satanistas han estado exigiendo reconocimiento social, buscando distribuir libros sobre el culto satánico a los niños en edad escolar, colocar un monumento público del diablo en Oklahoma, el intento de «recrear» una «misa negra» pública la Universidad de Harvard -que fue cancelada a última hora por la acción del público-, la verificación de la primera misa negra satánica pública celebrada en la historia en el Centro Cívico de la ciudad de Oklahoma, o la instalación reciente de una exhibición satánica de «vacaciones» al lado de un nacimiento en la capital del estado de Florida.

La razón de ser del pueblo judío es la destrucción de la Iglesia. Esto que surge naturalmente, ha sido expuesto por San Pablo en palabras definitivas: Los judíos aquellos que dieron muerte al Señor Jesús y a los profetas, y a nosotros nos persiguen, que no agradan a Dios y están contra todos los hombres; que impiden que se hable a los gentiles y se procure su salvación. Aquí está sintetizada la tarea de los judíos a través de la historia cristiana. Enemigos de Cristo y de los pueblos para que los pueblos no se conviertan. Y para ello han de realizar una tarea de dominación de los pueblos para cerrarlos al Evangelio. Una tarea de degradación, porque sobre pueblos degradados pueden ejercer fácilmente su dominación.[5]

El Padre Meinvielle, acierta cuando recuerda que sería un error pensar hoy que la Biblia es el libro de los judíos. Su libro es el Talmud, y el alma del Talmud es la Cábala, el gran instrumento secreto de los judíos contra la Iglesia y contra la civilización cristiana. La Cábala informa a la masonería, que es una institución cabalística. La cábala es una mezcla de todas las viejas religiones paganas. La masonería es también una mezcla de todos los cultos paganos, pero la Cábala es sobre todo la divinización del hombre, la divinización del hombre judío y la entronización de Satanás.

Hoy «la conspiración cabalista está en la cúspide del éxito. Dios ha sido desterrado de la vida pública. Los judíos illuminati controlan los medios de comunicación y pueden engañar y degradar a las masas. El entretenimiento es una orgía de pornografía, caos apocalíptico, obscenidad, propaganda, ingeniería social, programación predictiva, violencia y satanismo.

Los judíos y masones illuminati, detrás del feminismo son los responsables del libertinaje de las mujeres occidentales. Ellos están detrás de la promoción de la homosexualidad y el transgenderismo diseñado para destruir el matrimonio y la familia.

Están a la vanguardia de la liberación sexual, la pornografía y el aborto. El cristianismo ha sido judaizado, preocupado por el cambio social (la agenda satanista) en lugar del desarrollo espiritual y la salvación.

Los illuminati están desestabilizando el Tercer Mundo utilizando organizaciones benéficas para empoderar a las mujeres llevándolas a rechazar el matrimonio. El código del NOM, es ser agente de cambio».[6]

El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman.


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[1] Cf .: Mt. 25, 41, Jn 12, 31; 14, 30; Col 1.

[2] SPICQ OP, Fr CESLAS, La existencia del Diablo pertenece a la revelación del Nuevo Testamento.

[3] Cf.: MONDRONE, P. DOMÉNICO, Un exorcista entrevista al Diablo.

[4] MEINVIELLE, P. JULIO, Prólogo al libro de Federico Branch, El silencio es contra el Verbo.

[5] MEINVIELLE, P. JULIO, De la cábala al progresismo.

[6] MAKOW PhD., HENRY, El diablo y los judíos.

Fuente: Adelante la Fe

lunes, 14 de enero de 2019

Acusan a Bergoglio de hacer de banquero de toda la mafia comunista del Foro de Sao Paulo

Santos y Bergoglio

El asunto, de ser así; significaría la guinda al pastel de este desastroso, a todos los niveles, pontificado, y debiera suponer el fin de la etapa Bergoglio.
Las informaciones las da el periódico colombiano “El Expediente”, quien publica un reportaje de investigación, titulado: “la multimillonaria cuenta secreta de Santos en el banco del Vaticano”.

En dicha información, el diario colombiano afirma:
“Juan Manuel Santos habría utilizado al Estado del Vaticano como su caja fuerte; una sofisticada forma de ocultar dinero que también emplean otros presidentes y expresidentes, la mayoría con ideas de izquierda como Cristina Fernández, Lula Da Silva, Evo Morales, Rafael Correa, Raúl Castro, Daniel Ortega y Nicolás Maduro, todos con cuentas en el Instituto para las Obras de Religión (IOR), antes conocido como el Banco Ambrosiano, dependencia bajo investigación desde septiembre de 2010 por una serie de operaciones relacionadas con posible lavado de dinero de particulares a través del (IOR)“.

El rotativo colombiano da muchos más detalles manifestando:
“El expresidente de Colombia Juan Manuel Santos figura como titular de la cuenta 001-3-16764 con un saldo de 390 millones de Dólares, asociados a Inc Global Tuition & Education Insurance Corporation, la misma firma que apareció en el informe conocido como ´Papeles del paraíso’ que señalaba dineros ocultos en Barbados.
No es una simple coincidencia que Juan Manuel Santos haya escogido al banco del Vaticano para guardar esa gruesa suma de dinero cuya procedencia es sospechosa y desconocida.
Todo forma parte de una operación denominada (Ruta del dinero K) un mecanismo de blanqueo de dinero producto de la corrupción en la que la expresidenta argentina Cristina Fernández fue pionera de la mano de su paisano el Papa Jorge Mario Bergoglio.

La expresidenta de Argentina que robó a manos llenas en su país envió mediante valijas diplomáticas con el sello de la Cruz Roja cientos de millones al Instituto para las Obras de Religión (IOR) en una de las operaciones de lavado más grandes de la historia aprovechando e instrumentalizando las características de las cuentas en el Vaticano similares a un paraíso fiscal. Todo esto se ha hecho a través de dos fundaciones, una de ellas adscrita a la cruz roja y con compañías en Panamá creadas precisamente por Mossack Fonsecala firma que montó toda la estructura de empresas y cuentas para ocultar dinero descubiertas en los ´Papeles de Panamá’.
Una persona muy de la entraña del Vaticano, el experto argentino Diacono Jorge Sonnante, ya presentó una demanda en la Fiscalía General de su país en la que señala todos los detalles de la Ruta del dinero K en la que Juan Manuel Santos y otros presidenciables colombianos figuran como algunos de los más ricos.”


Tweets de Sonnante publicados por el diario EL EXPEDIENTE
De confirmarse la noticia avanzada por EL EXPEDIENTE, el apoyo de Bergoglio a todos los dirigentes de izquierdas de Latinoamérica iría más allá de sus palabras y gestos de cariño hacia ellos (hoy mismo les informábamos de que contra la propia Iglesia Venezolana, Francisco se empeñó en mandar un representante a la irregular asunción de poderes de Maduro en Venezuela); ya que llegaría a configurarlo como el verdadero banquero en la sombra de toda esta mafia comunista.


El 11 enero 2019





Visto en Gloria.tv