domingo, 31 de julio de 2011

SIGNOS DE VERDADERO E INEQUÍVOCO CISMA EN AUSTRIA

Autor: HSSPX distrito EEUU
Original en inglés: Traces of Schism in Austria
Traducción: Alejandro Villarreal -julio de 2011-. Notas y vídeo añadido

Aproximadamente trescientos de los cuatro mil doscientos sacerdotes que se encuentran en Austria han prometido tomar parte en un “Llamado a la desobediencia”, una iniciativa lanzada en junio. El documento cita “la negativa de Roma hacia la propuesta, por mucho tiempo pospuesta, de la reforma y el desinterés de los obispos a este respecto.” Los sacerdotes que apoyan el documento se comprometen a las siguientes acciones, entre otras:

1. Rezar por la reforma de la Iglesia, basada en la “libertad de expresión”, en cada liturgia.

2. Ofrecer la santa Eucaristía a los “fieles de buena voluntad”, incluyendo a quienes no sean católicos y a aquellos quienes han roto sus votos matrimoniales católicos y se han casado fuera de la Iglesia.

3. Describir a la liturgia de la Palabra, con la distribución de la santa Comunión, como “una celebración eucarística donde el sacerdote no es necesario”, y así “cumplir la obligación del domingo, en tiempos de escasez de sacerdotes”.

4. “Ignorar” las normas canónicas que restringen la prédica del clero en la homilía.

5. Promover líderes individuales en las parroquias sin la intervención del sacerdote, “ya sea hombre o mujer”.

6. “Cada vez que sea oportuno, hablar abiertamente a favor de la admisión de los sacerdotes casados y de las mujeres (al sacerdocio)”.


Card. Christoph Schönborn

“El llamado a la desobediencia abierta me impactó”, dijo el cardenal Christoph Schönborn de Viena, en una carta del 7 de julio, notando que muchos profesionistas hubiesen sido despedidos de inmediato, si enarbolaran una causa o llamado a la desobediencia. Recordándoles a los sacerdotes que ellos han prometido libremente su obediencia al obispo que los ordenó, y preguntó: “¿Puedo confiar en ustedes?”

Aquellos quienes verdaderamente creen que deben desobedecer en conciencia a la jerarquía, deberían, en consecuencia “realizar su aventura fuera de la Iglesia católica romana… Aquel que se rinde al principio de la desobediencia, disuelve la unidad.” Enfatizó en sus “inconsistencias”, como “la Eucaristía sin sacerdote”.

[Nota de B&T: El Card. Schönborn mismo ha estado involucrado en muestras de modernismo radical, protagonizándolos y otras veces aprobándolos, recuérdese la Misa del Viejo Oeste, que aunque este año (2011) fue cancelada, los años anteriores fue realizada con su aprobación y en donde los puntos número uno y dos antes mencionados se pusieron en práctica.]

El Card. Schönborn protagonizando un ejemplo de abuso litúrgico, ¿quien siembra vientos, cosecha tempestades?

A continuación nuestro comentario a esta noticia. Lo que está sucediendo en Europa, en Austria y Holanda (particularmente), nos está amenazando a nosotros también. Podemos encontrar ejemplos similares en el continente americano. Por ejemplo, el obispo de Green Bay, Wisconsin, recientemente designó en unas parroquias a dinámicas monjas como administradoras de la liturgia o directoras extraordinarias y ministras de la comunión, etc., debido a la escasez de sacerdotes. Sacerdotes visitan estas parroquias de vez en cuando para asegurar que otros sacramentos sean ofrecidos a las comunidades. Esto crea un precedente que muy pronto podría cambiar el rostro de la vida normal parroquial católica. ¿Estas designaciones tienen el apoyo de Roma o incluso el apoyo de la Conferencia de Obispos Estadounidenses?

Estamos hablando de un ataque abierto contra el celibato del sacerdocio, contra la función jerárquica de la Iglesia, y contra el principio de unidad a los sucesores de los apóstoles. No es necesario decir que sabemos de estas corrientes modernistas, las cuales han sido inyectadas lentamente en las venas de la Iglesia. Ahora, estamos atestiguando una rápida conclusión de este proceso de insurrección.

Esto suena mucho a la queja de Henri de Lubac, en su Mémoire sur l’occasion de mes écrits [1], cuando hablaba acerca del “contra-Concilio” [para-Council], diseñado por radicales como Schillebeeckx y Rahner, promotores de la miserable secularización y la deserción espiritual. El mensaje de Henri de Lubac y Benedicto XVI es claro: sin regresar al pasado, necesitamos salvar a la Iglesia de los progresistas quienes han puesto en peligro el trabajo del verdadero Concilio, el cual no ha sido aún recibido.

[Nota de B&T: «De Lubac ataca la promoción de lo que él llama el para-Concilio (o contra-Concilio), esto es, la interpretación del Segundo Concilio Vaticano promovida por teólogos liberales y adoptada por los medios de comunicación masiva.» Christianity 101: A Textbook of Catholic Theology, p. 16, de Gregory C. Higgins.]

Suena como un déjà vu, aquellos quienes sembraron vientos tempestuosos ahora se quejan sobre la inminente tormenta. La extravagancia de los sacerdotes vanguardistas es la lógica conclusión del espíritu de libertad que ellos promovieron tan enérgicamente.

Nota:

(1) Henri de Lubac, Ed. Culture et verite, Namur 1989, p. 346-347.

Fuente: Biblia y Tradición

lunes, 18 de julio de 2011

EL ESPÍRITU DEL CONCILIO

Fue inaugurada en el Aula Pablo VI del Vaticano la exposición de arte contemporáneo "El esplendor de la verdad, la belleza de la caridad", preparada por el cardenal Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, en honor del 60 aniversario de ordenación sacerdotal del Papa Benedicto XVI.

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En esta obra de arte puede verse un encuentro personal entre el Papa y el famoso y temido "Espíritu del Concilio Vaticano II"...

Si en su casa o parroquia Ud. tiene alguna aparición semejante… urgente llamar a:



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viernes, 15 de julio de 2011

CARTA ABIERTA A LOS CATÓLICOS PERPLEJOS (XIX)


LAS SANCIONES DE ROMA CONTRA ECONE

Tal vez los lectores perplejos sean de aquellos que ven con tristeza y angustia el camino que van siguiendo las cosas, pero que sin embargo temen asistir a una misa verdadera a pesar de las ganas que tienen de hacerlo, porque les han hecho creer que esa misa estaba prohibida. Tal vez los perplejos lectores sean de aquellos que ya no frecuentan a los sacerdotes que no llevan sotana, pero que consideran con cierta desconfianza a los sacerdotes que la llevan, como si estuvieran sometidos a alguna censura, pues ¿acaso quien los ordenó no es un obispo suspendido a divinis? El lector tiene miedo de colocarse fuera de la Iglesia; en principio ese temor es laudable, pero no tiene fundamento. Voy a decir en qué consisten las sanciones que se pusieron de relieve y que constituyen el ruidoso regocijo de los francmasones y de los marxistas. Aquí es necesario hacer un poco de historia para que se comprenda bien este punto.

Cuando fui enviado a Gabon como misionero, mi obispo me nombró inmediatamente profesor en el seminario de Libreville, donde formé durante seis años a seminaristas, algunos de los cuales posteriormente recibieron la gracia del episcopado. Convertido a mi vez en obispo en Dakar me pareció que mi principal preocupación debía ser la de buscar vocaciones, formar a los jóvenes que respondieran al llamado de Dios y conducirlos al sacerdocio. Tuve la alegría de hacer sacerdote al que debía ser mi sucesor en Dakar, Monseñor Thiandoum, y a Monseñor Dionne, actual arzobispo de Thiés, en la república de Senegal.

Vuelto a Europa para ocupar el cargo de superior general de los padres del Espíritu Santo, procuré mantener los valores esenciales de la formación sacerdotal. He de confesar que ya en aquel momento, a comienzos de la década de 1960, la presión era tal, las dificultades tan considerables que no pude alcanzar el resultado que deseaba; no podía mantener el seminario francés de Roma, colocado bajo la autoridad de nuestra congregación, en la buena línea que tenía cuando nosotros mismos asistíamos a ese seminario entre 1920 y 1930. Dimití en 1968 para no prestar mi aval a la reforma emprendida por el Capítulo General en un sentido contrario al de la tradición católica. Ya antes de esa fecha recibía numerosas consultas de familias y de sacerdotes, que me preguntaban sobre los lugares de formación apropiados para los jóvenes que deseaban hacerse sacerdotes. Confieso que me sentía muy vacilante. Libre de mis responsabilidades y cuando me disponía a retirarme, pensé en la universidad de Friburgo de Suiza, que todavía estaba orientada y dirigida por la doctrina tomista. El obispo, Monseñor Charriére, me acogió con los brazos abiertos, yo alquilé una casa y recibimos allí a nueve seminaristas que seguían los cursos de la universidad y el resto del tiempo llevaban una verdadera vida de seminario. Muy pronto los jóvenes manifestaron el deseo de continuar trabajando juntos en el futuro y después de reflexionarlo, fui a preguntar a monseñor Charriére si estaba de acuerdo en firmar un decreto de fundación de una Hermandad. El obispo aprobó sus estatutos y así nació el 1º de noviembre de 1970 la Hermandad Sacerdotal de San Pío X .Canónicamente nos encontrábamos en la diócesis de Friburgo.

Estos detalles son importantes, como habrá de comprobarlo el lector. Un obispo tiene el derecho, canónicamente, de fundar en su diócesis asociaciones que Roma reconoce de hecho. Si un obispo sucesor del primero desea suprimir una asociación erigida por éste o una hermandad, no puede hacerlo sin recurrir a Roma. La autoridad romana protege lo hecho por el primer obispo a fin de que las asociaciones no estén sujetas a una precariedad que sería perjudicial para su desarrollo. Así lo quiere el derecho de la Iglesia.

La Hermandad Sacerdotal de San Pío X está pues reconocida por Roma de una manera enteramente legal, por más que se trate de una cuestión de derecho diocesano y no de derecho pontificio, lo cual no es indispensable. Existen centenares de congregaciones religiosas de derecho diocesano que poseen casas en el mundo entero.

Cuando la Iglesia acepta una fundación, una asociación diocesana admite que ésta forme a sus miembros; si se trata de una congregación religiosa, la Iglesia admite que haya un noviciado, una casa de formación. En nuestro caso, se trata de nuestro seminario. El 18 de febrero de 1971, el cardenal Wright, prefecto de la Congregación del clero, me enviaba una carta de aliento en la que manifestaba su seguridad de que la Hermandad "podría muy bien estar de conformidad con el fin perseguido por el concilio en este santo departamento en vista de la distribución del clero en el mundo". Y sin embargo en noviembre 1972, se hablaba en la asamblea plenaria del episcopado francés, en Lourdes, de un "seminario salvaje" sin que protestara ninguno de los obispos presentes, que necesariamente estaban al corriente de la situación jurídica del seminario de Econe.

¿Por qué se nos consideraba salvajes? Porque no dábamos la llave de la casa a los seminaristas para que pudieran salir todas las noches a su gusto, porque no les hacíamos ver televisión de ocho a once, porque no llevaban jerseys con cuello de cisne, y porque asistían a Misa todas las mañanas, en lugar de permanecer en la cama hasta la primera clase.

Y sin embargo el cardenal Garrone con quien me entrevisté en aquella época, me decía: "Usted no depende directamente de mí y sólo tengo que decirle una cosa: siga la Ratio fundamentalis que yo di para la fundación de los seminarios y que todos los seminarios deben seguir". La Ratio fundamentalis prevé que todavía se enseñe latín en el seminario y que los estudios se realicen según la doctrina de santo Tomás. Yo me permití responderle al cardenal: "Eminencia, pues creo que nosotros somos los únicos que la seguimos". Y esto es más cierto aun hoy y la Ratio fundamentalis continúa siempre en vigor. Entonces, ¿qué se nos reprocha?

Cuando fue necesario abrir un verdadero seminario y cuando alquilé la casa de Econe, antigua residencia de reposo de los señores del Grand-Saint-Bernard, fui a ver a Monseñor Adam, obispo de Sion, que me dio su acuerdo. Esta creación no era el resultado de un remoto proyecto que yo hubiera imaginado; fue una creación que se me impuso providencialmente. Me había dicho: "Si la obra se difunde por el mundo, será señal de que Dios está en ella".

Año tras año el número de los seminaristas crecía; en 1970 habían ingresado once, en 1974, cuarenta. La inquietud se difundía entre los innovadores: era evidente que si nosotros formábamos seminaristas lo hacíamos para ordenarlos y que esos futuros sacerdotes serían fieles a la Misa de la Iglesia, a la Misa de la tradición, a la Misa de siempre. No hay que buscar en otra parte la razón de los ataques de que éramos blanco, ésa es la verdadera razón. Ecóne se revelaba como un peligro para la iglesia neo modernista, había que pararlo antes de que fuera demasiado tarde.

Y ocurrió que el 11 de noviembre de 1974 llegaban al seminario con las primeras nieves dos visitantes apostólicos enviados por una comisión nombrada por el Papa Paulo VI y compuesta de tres cardenales, Garrone, Wright y Tabera, este último prefecto de la Congregación de los religiosos. Los visitantes interrogaron a diez profesores y a veinte de los ciento cuatro alumnos presentes; también me interrogaron ciertamente a mí; se marcharon dos días después, no sin haber dejado una desagradable impresión en la casa: habían dicho a los seminaristas cosas escandalosas; por ejemplo, les parecía normal la ordenación de personas casadas y declararon que no admitían una verdad inmutable; además manifestaron dudas sobre la manera tradicional de concebir la Resurrección de Nuestro Señor. Nada dijeron del seminario mismo y ni siquiera dejaron un protocolo.

Después de aquella visita e indignado por lo que habían dicho publiqué una declaración que comenzaba con estas palabras: "Nos adherimos de todo corazón, con toda nuestra alma a la Roma católica, guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias al mantenimiento de esa fe, a la Roma eterna, maestra de Sabiduría y de Verdad.

"Pero en cambio nos negamos, como siempre hubimos de negarnos, a seguir a la Roma de tendencia neo modernista y neo protestante que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II y después del Concilio en todas las reformas que de él surgieron."

Los términos eran sin duda un poco duros, pero traducen y continúan traduciendo mi pensamiento. A causa de ese texto la comisión cardenalicia decidió destruirnos, pues nada podía alegar en contra de la marcha del seminario; unos meses después los cardenales me dijeron que los visitantes apostólicos habían recibido una buena impresión de su indagación.

La comisión cardenalicia me invitó para el 13 de febrero siguiente a una "conversación" en Roma para aclarar algunos puntos y yo acudí sin presentir siquiera que se trataba de una trampa. La entrevista se convirtió desde el comienzo en un severo interrogatorio de tipo judicial. El 3 de marzo hubo otra entrevista y dos meses después la comisión me informaba "con entera aprobación de su Santidad", sobre las decisiones que había tomado: Monseñor Mamie, nuevo Obispo de Friburgo, tenía el derecho de retirar la aprobación dada a la Hermandad por su predecesor. De hecho, la Hermandad, así como sus fundaciones y especialmente el seminario de Écóne, perdían "el derecho a la existencia".

Sin esperar la notificación de esas decisiones, Monseñor Mamie me escribía. "Le informo pues que retiro las actas y las concesiones efectuadas por mi predecesor en lo que se refiere a la Hermandad Sacerdotal San Pío X, especialmente el decreto de fundación del 10 de noviembre de 1970. Esta decisión es inmediatamente efectiva". Si el lector siguió bien lo que he expuesto, verá que esa supresión fue hecha por el obispo de Friburgo y no por la Santa Sede. Teniendo en cuenta el Canon 493, se trata pues de una medida jurídicamente nula por defecto de competencia.

Y todavía se agrega un defecto de causa suficiente. La decisión sólo puede basarse en mi declaración del 21 de noviembre de 1974 que la comisión juzgó "inaceptable en todos sus puntos", puesto que según lo manifestado por dicha comisión los resultados de la visita apostólica eran favorables. Ahora bien, mi declaración en ningún momento fue condenada por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (el ex Santo Oficio), la única habilitada para juzgar si mi declaración estaba en oposición a la fe católica. Fue considerada "inaceptable en todos sus puntos" sólo por tres cardenales en el desarrollo de lo que oficialmente continúa siendo una conversación.

Por lo demás, nunca se demostró la existencia jurídica de dicha comisión cardenalicia. ¿En virtud de qué acto pontificio fue constituida? ¿En qué fecha? ¿Qué forma asumió? ¿A quién se notificó su existencia? El hecho de que las autoridades romanas no hayan cumplido con estos requisitos permite dudar de la existencia de dicha comisión. "En la duda de derecho, la ley no obliga", dice el Código de derecho canónico. Y menos aún obliga cuando se trata de la competencia y hasta de la existencia de la autoridad que resulta dudosa. Los términos "con la entera aprobación de Su Santidad" son jurídicamente insuficientes, no pueden reemplazar el decreto que debería haber constituido a la comisión cardenalicia y definido sus poderes.

Tantas irregularidades de procedimiento hacen nula la supresión de la Hermandad. Tampoco hay que olvidar que la Iglesia no es una sociedad totalitaria de tipo nazi o marxista y que el derecho aun cuando se lo respete —que no es el caso en este asunto— no constituye algo absoluto. El derecho es relativo a la verdad, a la fe, a la vida. El derecho canónico se hizo para hacernos vivir espiritualmente y conducirnos así a la vida eterna. Si se emplea esta ley para impedirnos llegar a la vida eterna, para hacer abortar de alguna manera nuestra vida espiritual, estamos obligados a desobedecer, exactamente como están obligados los ciudadanos de una nación a desobedecer a la ley de aborto.

Para permanecer en el plano jurídico, presenté dos recursos sucesivos ante la Signatura Apostólica, que es más o menos el equivalente de la Cámara de Apelaciones en el derecho civil. El cardenal secretario de Estado, monseñor Villot, prohibió a este tribunal supremo de la Iglesia que recibiera mis presentaciones, lo cual supone una intervención de la esfera ejecutiva en la esfera judicial.

Mons. Marcel Lefebvre

(Continuará)

miércoles, 13 de julio de 2011

EL PADRE PÍO Y UN ALMA DEL PURGATORIO

“El Padre Pío contó esta historia al Padre Anastasio:

“Una tarde, mientras yo estaba solo en el coro para orar, oí el susurro de un traje y vì a un monje joven que revolvió al lado del altar principal. Parecía que el joven monje estaba desempolvando los candelabros y arreglando los jarrones de las flores. Yo pensé que él era el Padre Leone que estaba reestructurando el altar; y como ya era la hora de la cena, me acerqué a él y le dije:

“Padre Leone, vaya a cenar, no es tiempo para desempolvar y reparar el altar”.

Pero una voz que no era la voz del padre Leone me contestó: “yo no soy el Padre Leone”,

“¿y quién es usted? “, le pregunté.

“Yo soy un hermano suyo que hice el noviciado aquí, mi misión era limpiar el altar durante el año del noviciado. Desgraciadamente en todo ese tiempo yo no reverencié a Jesús Sacramentado, Dios Todopoderoso, como debía haberlo hecho, mientras pasaba delante del altar. Causando gran aflicción al Sacramento Santo por mi irreverencia; puesto que El Señor se encontraba en el tabernáculo para ser honrado, alabado y adorado. Por este serio descuido, yo estoy todavía en el Purgatorio. Ahora, Dios, por su misericordia infinita, me envió aquí para que usted decida el tiempo desde cuando que yo podré disfrutar del Paraíso. Y para que UD cuide de mí.”

Yo creí haber sido generoso con esa alma en sufrimiento, por lo que yo exclamé: “usted estará mañana por la mañana en el Paraíso, cuando yo celebre la Santa Misa.”.

Esa alma lloró: “Cruel de mí, que malvado fui.”

Entonces él lloró y desapareció.

Esa queja me produjo una herida tan profunda en el corazón, la cual yo he sentido y sentiré durante toda mi vida. De hecho yo habría podido enviar esa alma inmediatamente al Cielo pero yo lo condené a permanecer una noche más en las llamas del Purgatorio.”

Fuente: Moral y Luces

lunes, 11 de julio de 2011

ABERRACIONES POSTCONCILIARES


¿Hacia el Budicatolicismo?
Arzobispo de Compostela recibe a monjes (¡en la Catedral!)





Monjes predicando en la parroquias de Iowa y Seúl




Y una Benedictina embelesada



Fuente: Catapulta

ASÍS, SIN MÁSCARAS - LA VERDAD DESNUDA


Vean una grabación bastante desconocida de la idolatría de los budistas con ocasión del encuentro ecuménico de Asís en 1.986! La violación del primer mandamiento aconteció en una iglesia católica!

"Escucha Israel! Yo soy el Señor tu Dios! No tendrás otros dioses delante de mi! "

Fuentes: Distrito alemán de la FSSPX y Fratres In Unum

Visto en: Santa Iglesia Militante

jueves, 7 de julio de 2011

RESPONSORIO DE SAN ANTONIO DE PADUA


Si buscas milagros, mira:
Muerte y error desterrados,
Miseria y demonio huidos,
Leprosos y enfermos sanos.

El mar sosiega su ira,
Redímense encarcelados,
Miembros y bienes pedidos
Recobran mozos y ancianos.

El peligro de retira,
Los pobres van remediados;
Cuéntenlo lo socorridos,
Díganlo los paduanos.

El mar sosiega su ira,
Redímense encarcelados,
Miembros y bienes perdidos
Recobran mozos y ancianos.
V. Gloria al Padre, Gloria al Hijo
Gloria al Espíritu Santo.

Ruega a Cristo por nosotros,
Antonio Glorioso y Santo,
Para que dignos así
De sus promesas seamos. Amén.

domingo, 3 de julio de 2011

UN SIGLO ANTES DE FÁTIMA


VISIONES Y REVELACIONES DE LA BEATA
ISABEL CANORI MORA

Tomado de la revista Panorama Católico Internacional nº 27, Febrero de 2003. Transcripción hecha por Inmaculada.

Las visiones y revelaciones de Elisabetta Canori Mora, beatificada por S.S. Juan Pablo II el 24-4-1994, vistas en el contexto del mensaje de Nuestra Señora de Fátima: previsión de tragedias y esperanzas. Extractos del artículo publicado en la revista electrónica http://www.catolicismo.org.br/

Autor: Luis Dufaur
Elisabetta Canori es hija de Tomás Canori, gran propietario de tierras romano, y de Teresa Prímoli, aristocrática dama de la Ciudad de los Papas.

Datos biográficos de la Beata Elisabetta
Después de recibir esmerada educación familiar, se casó con un joven abogado, Cristóforo Mora, hijo de un rico médico de la misma Roma, el 10 de Enero de 1796. Del matrimonio nacieron cuatro hijas, dos de las cuales murieron de corta edad.
Todo auguraba al nuevo matrimonio un brillante futuro, mas la tragedia llegó pronto. El marido se entregó a la delincuencia, arruinó a la familia y abandonó el hogar, seducido por una mujer de mala vida. Fue preso por la policía pontificia, primero en una cárcel, después en un convento. Juró mudar de vida, más después de retornar a su hogar, intentó repetidas veces asesinar a su esposa Elisabetta. Ella fue de una fidelidad heroica, ofreciendo enormes sacrificios por su marido. Y profetizó que él acabaría muriendo sacerdote.
Así fue: tras el fallecimiento de la Beata, el 5 de febrero de 1825, Cristóforo cayó en sí y se hizo religioso, llevando una ejemplar vida de penitencia. Fue ordenado sacerdote y murió rodeado de gran consideración.
Abandonada por el esposo e incomprendida por los familiares, Elisabetta hubiera caído en la miseria, sino la hubiesen auxiliado benefactores compasivos.
Entre ellos se encontraban Prelados romanos, que narraron al Papa Pío VII sus méritos. El Pontífice, beneficiado por las oraciones y sacrificios de ella, concedió privilegios poco comunes a la capilla privada de su humilde casa.
Su causa de beatificación fu introducida en 1874, durante el pontificado del Bienaventurado Pío IX. Pío XI aprobó el decreto de heroicidad de virtudes en 1928. Juan Pablo II beatificó a Elisabetta Canori mora el 24 de abril de 1994.

Ceremonia en Roma el día de su Beatificación
Como en Fátima, la denuncia del pecado
En Fátima, Nuestra Señora fue preparando de a poco a los tres pastorcitos para que se abrieran a la revelación de la inmensidad el pecado cometido por la humanidad y a la amplitud de la penitencia que venía a pedir.
De modo análogo actuó Dios en relación a la Bienaventurada Elisabetta. En la Navidad de 1813, ella fue arrebatada a un lugar inundado de luz, donde innumerables Santos rodeaban un humilde pesebre. Desde él, el niño Dios la llamaba dulcemente.
La propia Elisabetta describe sin preocupaciones literarias la sorpresa que tuvo:
“De solo pensar, me causa horror (…) vi a mi amado Jesús recién nacido bañado en su propia sangre (…) en ese momento comprendí por vía intelectual cuál era la razón de tanto derramamiento de sangre del Divino Infante apenas nacido (…) La mala conducta de muchos sacerdotes seculares y regulares, de muchas religiosas que no se comportan según su estado, la mala educación que es dada a los hijos por parte de los padres y madres, como también por aquellas a quienes incumbe una obligación similar. Estas son las personas por cuyo buen ejemplo debe aumentar el espíritu del Señor en el corazón de los otros. Mas ellos, por el contrario, apenas nace (el espíritu de nuestro Señor) en el corazón de las criaturas, lo persiguen mortalmente con su mala conducta y malas enseñanzas”.

Conspiración contra la Iglesia, revelada por Dios
A partir de entonces, Dios le fue revelando el lamentable actuar de ciertos sectores eclesiásticos que atraían la cólera divina, siendo cómplices con la Revolución que derrumbaba tronos y seculares costumbres cristianas en el orden temporal. Tales visiones tornan patente, un siglo antes de las revelaciones de Cova de Iría, que el mal ya se había infiltrado en la Iglesia y en la sociedad civil.
Se ve bien que en Fátima Nuestra Señora hizo una advertencia final para ese mal, que progresaba a pesar de todos los avisos en sentido contrario.
Los ángeles condujeron espiritualmente a la Beata Elisabetta a antros secretos donde se tramaba esa conjura. Cada vez, nuevas aberraciones le eran develadas. El 24 de febrero de 1814 le fueron exhibidas escenas que recuerdan la crisis de los días en que vivimos: “Veía –narra ella- muchos ministros del Señor que se despojaban los unos a los otros; rabiosamente se arrancaban los paramentos sagrados; veía como eran derrumbados los altares sagrados por los propios ministros de Dios”.
El 22 de mayo de 1814, mientras rezaba por el Santo Padre, “lo vi viajando rodeado de lobos que hacían complots para traicionarlo”. La visión se repitió los días 2 y 5 de junio. En ésta última, narra la vidente: “Vi el sanedrín de lobos que lo circundaban (al Papa Pío VII, entonces reinante) y dos ángeles que lloraban. Una santa osadía me inspiró a preguntarles la razón de su tristeza y de su llanto. Ellos, contemplando la ciudad de Roma con los ojos llenos de compasión, dijeron lo siguiente: “Ciudad miserable, pueblo ingrato, la Justicia de Dios te castigará”.

“Todo el mundo estaba en caos”
El 16 de Enero de 1815, los ángeles le mostraron a muchos eclesiásticos que “bajo el manto de bien, persiguen a Jesús Crucificado y Su Santo Evangelio”, y que “como lobos rabiosos tramaban derribar de su trono al jefe de la Iglesia”. Entonces ella fue llevada “a ver el cruel estrago que la Justicia de Dios está por hacer entre aquellos miserables: con sumo terror, vi que en torno de mi fulguraban los rayos de la Justicia irritada. Vi edificios cayendo en ruinas. Las ciudades, provincias enteras, todo el mundo estaba en caos. No se oía otra cosa sino débiles voces implorando misericordia. El número de muertos era incalculable”.
Pero lo que más la impresionó fue ver a Dios indignado. En un lugar altísimo y solitario, vio a Dios representado por “un gigante fuerte y furioso hasta el extremo contra aquellos que Lo perseguían. Sus manos omnipotentes estaban llenas de rayos y su rostro estaba repleto de indignación: sólo su mirar bastaba para incendiar el mundo entero. No tenía ni santos ni ángeles que lo circundasen, sino solamente su indignación lo rodeaba por todas partes”.



Tal visión duró apenas un instante. Según la Beata Elisabetta, “si hubiese durado un momento más, ciertamente yo habría muerto”. La descripción de más arriba recuerda la visión del infierno presentada a Lucía, Francisco y Jacinta.
Entre ambas visiones hay una correlación profunda. En cuanto a la Beata, Dios le manifestó su justa indignación por las ofensas que sufre; en Fátima, Nuestra Señora apuntó el destino de las almas que ofenden a Dios y mueren impenitentes.

La gravedad del pecado de apostasía del mundo
El 13 de junio de 1917, Nuestra Señora en Fátima mostró a los pastorcitos su Inmaculado Corazón rodeado de espinas, en señal de los “ultrajes que recibe por los pecados de los hombres”. En la Navidad de 1816, le fue mostrado también a la Beata Elisabetta cuánto ofenden a la Santísima Virgen esos ultrajes.
Se puede entrever un límite del pecado, que la misericordia de la Reina del Cielo no permitirá que sea sobrepasado.
La Beata Elisabetta vio “triste y dolorosa” a María santísima. Le preguntó entonces la razón de su dolor. “La Madre de Dios se volvió para mí y dijo: contempla, oh hija, contempla la gran impiedad”. Oyendo estas palabras vi apostatas que osadamente intentaban arrancar temerariamente a su Santísimo Hijo de su purísimo seno y de sus santísimos brazos.
“Ante este gran atentado, la Madre de Dios no pedía más misericordia para el mundo, sino justicia al Divino Padre Eterno, el cual, revestido de su inexorable justicia y lleno de indignación, se volvió hacia el mundo.
“En aquel momento toda la naturaleza entró en convulsión, y el mundo perdió su buen orden, y se formó sobre la Tierra la mayor infelicidad que se pueda contar o imaginar. Una cosa tan deplorable y aflictiva que dejará al mundo reducido a la última desolación”.

Anticipación de los castigos vaticinados en Fátima
El velo que envuelve a los castigos anunciados en el año 1917, fue levantado de alguna manera para la Beata Elisabetta. Lo que ella vio nos aprovecha para entender mejor lo que Nuestra Señora anticiparía después, en Cova de iría.
En efecto, el 7 de junio del año 1815, Dios Nuestro Señor le mostró, una vez más, el castigo que atraían sobre la humanidad aquellos “lobos rapaces con piel de oveja, (…) acérrimos perseguidores de Jesús Crucificado y de Su Esposa, la Santa Iglesia”.
“Me parecía –escribió- ver a todo el mundo en convulsión, especialmente la ciudad de Roma (…) ¿Qué decir del Sacro Colegio? Por causa de la variedad de opiniones, unos habían sido dispersados, otros abatidos, otros despiadadamente asesinados. De un modo similar eran tratados el clero secular y la nobleza. El clero regular no estaba sufriendo la dispersión total, mas era diezmado. Innumerables eran los hombres de toda condición que perecían en esa masacre, más no todos se condenaban. Muchos eran hombres de buenas costumbre, y muchos otros de santa vida”.
En la fiesta de San Pedro y San Pablo, el 29 de junio del año 1820, la Beata contempló proféticamente al Príncipe de los Apóstoles descendiendo de los cielos, revestido con los ornamentos pontificales y rodeado por una legión de ángeles.
Con su báculo, trazó sobre la tierra una vastísima cruz, y a los cuatro lados de ella hizo aparecer cuatro árboles de vivo verdor, también con forma de cruz, envueltos en una luz brillantísima. Debajo de aquellos árboles-cruces quedaban, como “refugiados y libres del tremendo castigo”, todos los buenos “fieles religiosas y religiosos”.
“Mas, ¡ay de aquellos religiosos y religiosas inobservantes, que despreciaron las Santas Reglas!, ¡ay!, ¡ay!, porque todos perecerán bajo el terrible flagelo. Y digo esto de todos (…) aquellos que se entregan al libertinaje y van marchando detrás de las falsas máximas de los reprobables filosofía de hoy”
Tan graves amenazas tal vez pudiesen parecer exageradas en los tiempos de la Beata Elisabetta, en que el lento avance de la Revolución anticristiana encontraba oposición en la iglesia de parte de numerosos Santos y almas de virtud insigne.
Así, tales palabras parecen dictadas más para éste, nuestro triste inicio del siglo XXI. ¿Quién, con todo rigor, sin auxilio de luces proféticas, podría haber imaginado que la crisis en la Iglesia llegaría al punto que alcanzó en nuestros días?
A la vista de esto se comprende que Dios haya querido manifestar su cólera e indignación a la bienaventurada Elisabetta. Mas, infelizmente, todo indica que, como en Fátima, el mensaje divino trasmitido por la Beata no fue tenido en cuenta debidamente.

Venganza divina contra los enemigos de la Iglesia
Prosiguiendo la narración de la visión, ella relata que San Pedro volvió hacia el cielo. Entonces, en la tierra, “el firmamento quedó cubierto de un color azul tenebroso, que sólo de mirarlo causaba terror. Un viento caliginoso hacía sentir su soplido impetuoso por todas partes. Con un vehemente y tétrico silbido aullando en el aire, como feroz león con su asustador rugido, hacía resonar sobre toda la tierra su horripilante eco.



“El terror y el espanto pondrán a todos los hombres y a todos los animales en un estado de supremo pavor; todo el mundo estará en convulsión y se matarán los unos a los otros, se masacrarán sin piedad. En el tiempo de la sanguinaria lucha, la mano vengadora de Dios pasará sobre esos infelices, y con su omnipotencia castigará el orgullo, la temeridad y la desvergonzada osadía de ellos; Dios se servirá de las potencias de las tinieblas para exterminar a esos hombres sectarios, inicuos y criminales que pretenden derribar, erradicar la Iglesia Católica, nuestra Santa Madre, por sus raíces más profundas y tirarla por tierra (…)
“Dios se reirá de ellos y de su maldad, y con un solo gesto de su mano derecha omnipotente castigará a esos inicuos, permitiendo a las potencias de las tinieblas que salgan del infierno; esas grandes legiones de demonios recorrerán todo el mundo, y por medio de grandes ruinas ejecutarán las órdenes de la Divina Justicia, a la cual estos malignos espíritus están sometidos, de manera que no podrán hacer ni más ni menos daño de lo que Dios permitirá a los hombres, a sus bienes, a sus familias, a sus infelices aldeas, ciudades, casas y palacios y cualquier otra cosa que subsistiera sobre la tierra (…).
“Dios permitirá que esos hombres inicuos sean castigados a través de la crueldad de demonios feroces, porque se sometieron voluntariamente a la potestad del demonio y se confederaron con él para dañar a la Santa Iglesia Católica (…) Me mostró la horrenda cárcel infernal. Vi abrirse en la mayor profundidad de la tierra una caverna tenebrosa y espantosa, llena de fuego, de donde vi salir muchos demonios, los cuales, tomando unos una figura y otros otra, unos de animal y otros de hombre, venían todos a infestar el mundo y a hacer por todas partes maleficios y ruinas (…) Devastarán todos los lugares donde Dios haya sido y es ultrajado, profanado, sacrílegamente tratado, donde se ha practicado la idolatría. Todos esos lugares serán demolidos, arruinados y se perderá todo vestigio de ellos”.

Triunfo y honra de la Iglesia como el previsto en Fátima
La similitud con los trágicos anuncios de Nuestra Señora en Fátima se extiende mas allá de los castigos. Ante la mirada de la Beata, Dios expuso en muchas ocasiones una maravillosa restauración futura de la Iglesia. Esas revelaciones ilustran magníficamente aspectos de lo que ha de ser el triunfo del Inmaculado Corazón de María.
En aquella misma visión del 29 de junio de 1820, luego los purificadores castigos que se han descripto, la Beata Elisabetta vio a San Pedro retornar del Cielo en un majestuoso trono pontifical.
Inmediatamente, descendió con gran pompa el Apóstol San Pablo. Él “recorría todo el mundo y atrapaba aquellos espíritus malignos e infernales, y los conducia delante del Santo apóstol San Pedro, el cual, con una orden llena de autoridad, volvía a confinarlos en las tenebrosas cavernas de las cuales habían salido (…) En ese momento se vio aparecer sobre la tierra un bello resplandor, que anunciaba la reconciliación de Dios con los hombres”.
La pequeña grey de los católicos fieles, refugiada bajo los árboles en forma de cruz, fue conducida a los pies del trono de San Pedro. “El santo escogió al nuevo Pontífice –agrega posteriormente la vidente-, toda la Iglesia fue reordenada según los verdaderos dictámenes de los Santos Evangelios; fueron restablecidas las órdenes religiosas, y todas las casas de los cristianos se convirtieron en otras tantas casas penetradas de la religión; tan grande era el fervor y el celo por la gloria de Dios, que todo era ordenado en función del amor de Dios y del prójimo.
“De esta manera tomó cuerpo en un momento el triunfo, la gloria y la honra de la Iglesia Católica: Ella era aclamada por todos estimada por todos, venerada por todos, todos decidieron seguirla, reconociendo al vicario de Cristo, el Sumo Pontífice”.

Cinco herejías infectan el mundo
Le dijo Nuestro Señor a inicios de 1821: “Yo reformare a mi pueblo y a mi Iglesia. Mandaré sacerdotes celosos para predicar mi fe, formaré un nuevo apostolado, enviaré al Divino Espíritu Santo a renovar la Tierra. Reformaré las órdenes religiosas por medio de nuevos reformadores santos y doctos. Todos tendrán el espíritu de mi dilecto hijo Ignacio de Loyola.
“Daré un nuevo Pastor a mí Iglesia, docto, santo, repleto de mí espíritu. Con santo celo retomará la grey de Jesucristo”. Tras ello, añade: “El me hizo conocer muchas otras cosas concernientes a esta reforma. Varios soberanos sustentarán a la Iglesia Católica y serán verdaderos católicos, depositando sus cetros y coronas a los pies del Santo Padre, vicario de Jesucristo. Varios reinos abandonarán sus errores y volverán al seno de la fe católica. Pueblo enteros se convertirán y reconocerán como religión verdadera la Fe de Jesucristo”.
Dios le hizo ver en varias ocasiones una esplendorosa nave nueva, símbolo de la Iglesia restaurada, que estaba siendo armada por los ángeles.
También, el 10 de enero de 1824, le mostró el principal obstáculo para la conclusión de esa nave. Ella vio cinco árboles todos de desmesurado tamaño: “Observé que esos cinco árboles con sus raíces alimentaban y producían un enmarañadísimo bosque de millones de plantas estériles y selváticas”.
Dios le hizo entender que aquellos cinco enigmáticos árboles simbolizaban “las cinco herejías que infectaban el mundo en nuestro tiempo”.

Falsas máximas y los errores esparcidos por Rusia
El 22 de enero de 1824, la Beata Elisabetta conoció que aquel bosque maldito representaba un número incontable de almas, las cuales, “debido a que tienen una conciencia depravada, pueden ser denominadas almas sin fe, sin religión, porque piensan en todo, menos en aquello que todo buen católico está obligado a pensar, porque lo hacen todo, menos aquello que deben hacer (…) Aquellas míseras plantas son tenidas por el Divino Señor, no solamente en cuenta de estériles, sino también de nocivas y hasta de pésimas, que merecen ser arrojadas al infierno”.
La vidente escuchó que las cinco aludidas herejías se identificaban con las “falsas máximas de la filosofía de nuestros tiempos”. Máximas esas que, según ella, estaban en el núcleo de los movimientos revolucionarios de su época, inspirado en el espíritu y la doctrina de la Revolución Francesa. Tales máximas orientaban la conjuración que subvertía la Iglesia y el orden socio-político (…)
La Beata Elisabetta cerró los ojos para esta Tierra el 5 de agosto del año 1825, casi un siglo antes de la gloriosa manifestación de Nuestra Señora en Fátima.

Facsímil de los manuscritos de sus memorias

Entretanto, sus visiones y revelaciones -de las cuales dimos aquí apenas algunas muestras- parecen destinadas especialmente para el conocimiento de nuestros contemporáneos. Ellas tornan patente el grandioso designio divino que sobrevuela la historia, pues muestran que el plano del Reino de María -como fue profetizado en Fátima- es como un inmenso palacio que la Divina Providencia viene preparando desde hace siglos. Y cuya terminación irá más allá de toda especulación humana.
Por todo ello, las visiones y revelaciones transmitidas por la Bienaventurada Elisabetta Canori Mora refuerzan aún más la idea de la centralidad del mensaje de Fátima, y la certeza del cumplimiento de la gran promesa de nuestra Señora a los tres pastorcitos en 1917: “Por fin, mi Corazón Inmaculado triunfará”.


JUICIO DEL CENSOR ECLESIÁSTICO SOBRE LOS ESCRITOS DE LA BEATA ELISABETTA

El 5 de noviembre del año 1900, el censor eclesiástico encargado por la Santa Sede para examinar los manuscritos de la Bienaventurada Elisabetta Canori Mora emitió finalmente su juicio formal. En él, el censor expresó lo siguiente:

“En todos los escritos de la referida Sierva de Dios Elisabetta Canori Mora no hay nada contrario a la fe y a las buenas costumbres, como tampoco se encuentra ninguna doctrina innovadora o peregrina, o ajena al modo de sentir común y consuetudinario de Nuestra Santa Madre Iglesia”.
El censor, entretanto, observa que se podrían presentar objeciones en cuanto a “ciertas visiones y revelaciones que se refieren especialmente a prelados mayores y menores de Roma, en las cuales aparecen descriptos con colores bastante cargados y en proporciones que parecerían propias a escandalizar a los fieles, y a las cuales parecería convenir la calificación de malsonantes u ofensivas a los oídos píos”.
Para apartar esa avetual objeción, el censor eclesiástico esclarece, entre otras cosas, que “lamentaciones de este género, expresadas a veces con lenguaje aún más vibrante, no son absolutamente ninguna novedad en los escritos de los siervos de Dios., para los cuales, si era doloroso ver la corrupción en el pueblo, mucho más lo era tener que deplorarlo en los ministros del Santuario”.
Después de explicar cuán arduo sería intentar probar que son falsas las visiones de la Beata Elisabetta, y cómo no sería difícil mostrar que son auténticas, concluye:
“Las palabras de la Sierva de Dios, antes que malsonantes u ofensivas a los oídos píos, deben ser consideradas muy útiles, especialmente a los sacerdotes que las lean”.
El celoso censor expresó también el deseo de que “la autobiografía de nuestra Venerable Sierva de Dios pueda ver la luz, apenas sea posible y conveniente”, pues estas páginas “a muchas almas bien dispuestas, y no dadas a despreciar las maravillas de Dios en sus Santos, no dejarán de ser igualmente provechosas”.

Sacra Rituum Congretatione, Beatificationis et canonizationis Ven. Servae Dei Elisabetta Canori Mora.
Prima positio super virtutibus, Ex Typographia Pontificia in Instituto Pii IX, Roma 1914.
Iudicium Censoris Theologi super scriptis Ven. Servae Dei Elisabetta Canori Mora.

sábado, 2 de julio de 2011

CARTA ABIERTA DE RICARDO FERNÁNDEZ COLL AL JEFE DEL ESTADO

Hace más de 35 años que la persona que promovió, legislo y ordenó que Vuestra Majestad fuese el Rey de España, murió, tránsito normal en ésta nuestra vida. Esta persona FRANCISCO FRANCO BAHAMONDE, no deseaba, pues no existe ningún documento que lo avale, el ser enterrado en el Valle de los Caídos, pero el Gobierno lo ordeno y usted lo ratifico, y fue quien pidió autorización al Abad de la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, para que fuera enterrado ahí.

Hoy un Gobierno de España, rencoroso y manipulador de nuestra historia reciente, pretende remover los restos de aquél a quien usted debe el trono, para trasladarlo a lugar desconocido.

Mi atrevimiento al dirigirle esta nota abierta a través del medio social de Facebook, es que ya que usted fue el causante del traslado al Valle de los Caídos, del Generalísimo Franco imponga su autoridad negándose a sancionar cualquier orden, que modifique lo que usted estableció en su día. Por la paz, la tranquilidad y el orden, considero un deber de Su Majestad el mantener el Valle de los Caídos tal y como esta, pues en caso contrario no solamente faltaría a la lealtad que a la memoria de Francisco Franco debe, sí no, que provocaría el desaliento y la inquina de una parte del pueblo español, que hasta el momento le ha sido fiel.

En espera de que esta nota llegue a su conocimiento y cumpla sus palabras de afecto y gratitud pronunciadas el 22 de noviembre de 1975 fecha de su proclamación como Rey de España, las cuales me permito recordarle:


“Una figura excepcional entra en la Historia. El nombre de Francisco Franco será
ya un jalón del acontecer español y un hito al que será imposible dejar de
referirse para entender la clave de nuestra vida política contemporánea. Con
respeto y gratitud quiero recordar la figura de quien durante tantos años asumió
la pesada responsabilidad de conducir la gobernación del Estado. Su recuerdo
constituirá para mí una exigencia de comportamiento y de lealtad para con las
funciones que asumo al servicio de la Patria. Es de pueblos grandes y nobles el
saber recordar a quienes dedicaron su vida al servicio de un ideal. España nunca
podrá olvidar a quien, como soldado y estadista, ha consagrado toda la
existencia a su servicio.”


Sin nada más y solo en espera de su decisión, reciba mi consideración.

¡¡Arriba España!!Ricardo Fernández Coll

Documento tomado de Hispaniainfo


Fuente: Desde mi campanario