jueves, 29 de abril de 2010

EXORCISMO CONTRA SATANÁS Y LOS ESPÍRITUS MALIGNOS PROMULGADO POR EL PAPA LEÓN XIII



I. Origen del exorcismo.

Según la versión generalmente más aceptada sobre lo sucedido el día 13 de octubre de 1884, después que el Papa León XIII acabase de celebrar la Misa en la Capilla Vaticana (rodeado por algunos Cardenales y dignatarios del Vaticano), se detuvo momentáneamente al pie del altar. Permaneció en pie unos diez minutos, como en éxtasis, con el rostro iluminado. A continuación marchó a su despacho y compuso la oración a San Miguel, dando instrucciones para que fuese recitada por doquier después de terminada cada Misa.Cuando se le preguntó por lo ocurrido, explicó que, cuando se disponía a abandonar las gradas del altar, oyó claramente unas voces, una dulce y suave, otra gutural y dura, que parecían venir del lado del Sagrario. Al aguzar el oído, oyó la siguiente conversación:
-La voz gutural, la de Satanás en su orgullo, gritando al Señor: “Yo puedo destruir tu Iglesia.”-La voz del Señor: “¿Tú puedes? Pues entonces hazlo.”-Satanás: “Para ello necesito más tiempo y poder.”-Nuestro Señor: ¿Cuánto tiempo? ¿Cuánto poder?-Satanás: 
De 75 a 100 años, y un poder mayor sobre quienes están puestos a tu servicio.”-Nuestro Señor: Tienes el tiempo, tendrás el poder. Haz con ello lo que quieras.”(Revista de la orden secular de San Agustín. Diciembre de 1981. New York)

Lo que León XIII percibió el 13 de octubre de 1884, y que ha podido desconcertar a algunos, es lo que ocurría ya, agravado con el paso del tiempo, y lo que ocurre ahora mismo de modo absoluto; es la REALIDAD.
El conocimiento de todo esto provocó en el Pastor Supremo una viva reacción de defensa, que en el acto se tradujo, concretamente, en la prescripción de una plegaria después de terminada la Misa, en la promulgación del Exorcismo contra Satanás y los ángeles apóstatas. Era conveniente que el contenido de lo que prescribió, fuese explicitado en la oración de San Miguel, a título de urgente argumento, para conjurar al Arcángel a actuar sobre el terreno.

II. Explicación.

¿Cómo quería el demonio y sus secuaces llegar a destruir la Iglesia? Todos los documentos conocidos de la masonería lo repiten hace dos siglos: por las ideas liberales de la Revolución, a través de esas ideas difundidas en el seno mismo de la Iglesia hasta en su más alta jerarquía. Contra este mismo peligro nos pusieron en guardia todos los Papas hasta Pío XII inclusive. Sobre este tema hay que leer el importantísimo libro de Monseñor Lefebvre “Le destronaron”, del que, referente a este exorcismo, entresacamos lo que sigue:
“La trama de la secta liberal contra la Iglesia consistía en lanzarse al asalto de Ella utilizando su jerarquía, pervirtiéndola hasta en su más alto grado.”
Pero los Papas con la clarividencia de su cargo y las luces que Dios les ha dado, vieron y denunciaron claramente este programa.
León XIII (1878-7903) vio por adelantado esta subversio capitis, esta subversión del Jefe y la describió con todo detalle, con toda su crudeza, componiendo el pequeño exorcismo contra Satanás y los espíritus malignos. He aquí el pasaje en cuestión, que figura en la versión original, pero fue suprimido en las versiones posteriores por no sé qué sucesor de León XIII, que quizá encontró el texto imposible, impensable, impronunciable… Y sin embargo, a cien años de distancia de su composición, este texto nos parece por el contrario lleno de una verdad candente:
“He aquí que astutos enemigos han llenado de amargura la Iglesia, Esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que hay en ella de deseable. Donde fueron establecidas la Sede del bienaventurado Pedro y la cátedra de la Verdad, como una luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la dominación de su impiedad; a fin de que, una vez golpeado el pastor, puedan dispersar el rebaño.”
“¿Cómo es posible esto? Me dirán. Os aseguro que no lo sé pero esto ocurre cada vez más, día tras día. Esto nos causa una viva angustia, nos sugiere una pregunta hiriente: ¿Quiénes son, pues, esos Papas que toleran la autodemolición, que contribuyen a ella? San Pablo ya decía en su tiempo: “ya está realizándose el misterio de iniquidad” (II Tes. 2,7) ¿Qué diría hoy en día?”. (Cap. XXII del libro “Le destronaron”).


III: Recitación del exorcismo.

Advertencia previa:

Esta plegaria, compuesta para ahuyentar al demonio, puede preservar de grandes males a la familia y a la sociedad, si se recita con fervor particularmente aun por los simples fieles. Se la utiliza especialmente en los casos en que cabe suponerse una acción del demonio, que se haga manifiesta: o por la maldad de los hombres, o por las tentaciones, las enfermedades, las tempestades, las calamidades de todas clases. Esta recitación del exorcismo está enriquecida con indulgencia plenaria.
A continuación va el texto íntegro y original, subrayando las partes que, de modo inexplicable, fueron suprimidas en ediciones posteriores a partir de las primeras décadas del siglo actual.



EXORCISMO CONTRA SATANAS
Y LOS ESPIRITUS MALIGNOS
Promulgado por el Papa León XIII



En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

Salmo 67.Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian.
Como se disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos ante Dios.

Salmo 34.Señor, pelea contra los que me atacan; combate a los que luchan contra mí.
Sufran una derrota y queden avergonzados los que me persiguen a muerte.
Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi perdición.
Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los desbarate.
Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los persiga.
Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron trampas mortales.
Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma se alegra con el Señor y gozará de su salvación.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.



Oración a San Miguel Arcángel.


Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha que mantenemos combatiendo “contra los principados y potestades, contra los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por los aires” (Ef. 6, 12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su imagen y semejanza (Sap. 2, 23), y a tan “alto precio rescatados” (I Cor. 6, 20) de la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el Cielo. “Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados sus ángeles” (Apoc. 12,.8-9).

He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido con vehemencia. Disfrazado de “ángel de luz” (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre. Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los vicios e iniquidades.

Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria.
La Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado, precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Apoc. 20).
Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.

He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos.

R. Ha vencido el León de la tribu de Judá, la raíz de David.
Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.
R. Como lo esperamos de Ti.
Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a Ti nuestro clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu).


Oremos


Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las almas. Amén.

IV Exorcismo

Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de Nuestro Señor Jesu + cristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino Cordero +. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano, perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +. Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes asemejarte, “el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre + te lo manda Dios Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien para salvar a la estirpe perdida por tu envidia, “se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte” (Fil. 2); el cual edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los “poderes del infierno nunca prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días hasta el fin de los tiempos” (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la virtud de todos los Misterios de la fe cristiana +.

Te lo manda la excelsa Madre de Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +.

Te lo manda la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto, maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios + verdadero, por Dios + santo, que “de tal modo amó al mundo que entrego a su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna” (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.

Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu).


Oremos


Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa Majestad se digne libramos eficazmente y guardamos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

De las asechanzas del demonio.
R. Líbranos, Señor.
Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.
R. Te rogamos, óyenos.
Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.
R. Te rogamos, óyenos.

(Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).

Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza de nuestros pecados (Tobías 3, 3).

Padre nuestro …

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IMPACTANTE TESTIMONIO: MUJER CRIADA POR HOMOSEXUAL PIDE A GOBIERNOS PROTEJER EL VERDADERO MATRIMONIO

Una mujer canadiense que fue criada en un hogar homosexual se dedica ahora a asistir a otras personas que atraviesan por la misma situación y a pedir a los gobiernos del mundo que protejan el matrimonio entre hombre y mujer.

Según informa ForumLibertas.org, Dawn Stefanowicz vive en Ontario, Canadá, con su esposo de toda la vida y sus dos hijos, a los que ha educado en casa. Actualmente prepara su autobiografía y desarrolla un ministerio especial desde el sitio web (en inglés)
http://www.dawnstefanowicz.com/: Brinda ayuda a otras personas que como ella crecieron a cargo de un padre homosexual y fueron expuestos a este estilo de vida.

Stefanowicz explica en el sitio web "cómo en su infancia estuvo expuesta a intercambios de parejas gays, playas nudistas y la falta de afirmación en su feminidad, cómo le hirió el estilo de vida en el que creció, y ofrece ayuda, consejo e información para otras personas que han crecido heridas en un entorno de ‘familia’ gay, un estilo de ‘familia’ que ella no desea para nadie y que cree que las leyes no deberían apoyar".

Su testimonio:

En su relato, Stefanowicz explica que debido a una enfermedad grave de su madre debió quedar al cuidado de su padre homosexual cuando aún era una niña. "Estuve expuesta a un alto riesgo de enfermedades de transmisión sexual debido al abuso sexual, a los comportamientos de alto riesgo de mi padre y a numerosas parejas", relata.

"Incluso cuando mi padre estaba en lo que parecían relaciones monógamas, continuaba haciendo ‘cruising’ buscando sexo anónimo. Llegué a preocuparme profundamente, a amar y entender con compasión a mi padre. Compartía conmigo lo que lamentaba de la vida. Desgraciadamente, siendo niño unos adultos abusaron sexual y físicamente de él. Debido a esto, vivió con depresión, problemas de control, estallidos de rabia, tendencias suicidas y compulsión sexual. Intentaba satisfacer su necesidad por el afecto de su padre, por su afirmación y atención, con relaciones promiscuas y transitorias. Las (ex) parejas de mi padre, con los que traté y llegué a apreciar con sentimientos profundos, vieron sus vidas drásticamente acortadas por el SIDA y el suicidio. Tristemente, mi padre murió de SIDA en 1991", recuerda.

Según Stefanowicz las "experiencias personales, profesionales y sociales con mi padre no me enseñaron el respeto por la moralidad, la autoridad, el matrimonio o el amor paterno. Me sentía temerosamente acallada porque mi padre no me permitía hablar de él, sus compañeros de casa, su estilo de vida y sus encuentros en esa subcultura. Mientras viví en casa, tuve que vivir según sus reglas".

"Sí, amaba a mi padre. Pero me sentía abandonada y despreciada porque mi padre me dejaba a menudo para estar varios días con sus compañeros. Sus parejas realmente no se interesaban por mí. Fui dañada por el maltrato doméstico homosexual, las tentativas sexuales con menores y la pérdida de parejas sexuales como si las personas fueran sólo cosas para usar. Busqué consuelo, busqué el amor de mi padre en diversos novios a partir de los 12 años", sostiene.

Stefanowicz recuerda que "desde corta edad, se me expuso a charlas sexualmente explícitas, estilos de vida hedonistas, subculturas GLBT y lugares de vacaciones gay. El sexo me parecía gratuito cuando era niña. Se me expuso a manifestaciones de sexualidad de todo tipo incluyendo sexo en casas de baño, travestismo, sodomía, pornografía, nudismo gay, lesbianismo, bisexualidad, voyeurismo y exhibicionismo. Se aludía al sadomasoquismo y se mostraban algunos aspectos. Las drogas y el alcohol a menudo contribuían a bajar las inhibiciones en las relaciones de mi padre".

"Mi padre apreciaba el vestir unisex, los aspectos de género-neutro, y el intercambio de ropas cuando yo tenía 8 años. Yo no veía el valor de las diferencias biológicamente complementarias entre hombre y mujer. Ni pensaba acerca del matrimonio. Hice votos de no tener nunca hijos, porque no crecí en un ambiente de hogar seguro, sacrificial, centrado en los niños", señala.

Las consecuencias

"Más de dos décadas de exposición directa a estas experiencias estresantes me causaron inseguridad, depresión, pensamientos suicidas, miedo, ansiedad, baja autoestima, insomnio y confusión sexual. Mi conciencia y mi inocencia fueron seriamente dañados. Fui testigo de que todos los otros miembros de la familia también sufrían", sostiene Stefanowicz.

Ella asegura que sólo después de haber tomado las decisiones más importantes de su vida, empezó a darse cuenta de cómo la había afectado crecer en ese ambiente.

"Mi sanación implicó mirar de frente la realidad, aceptar las consecuencias a largo plazo y ofrecer perdón. ¿Podéis imaginar ser forzados a aceptar relaciones inestables y prácticas sexuales diversas desde corta edad y cómo afectó a mi desarrollo?. Desgraciadamente, hasta que mi padre, sus parejas sexuales y mi madre murieron, no pude hablar públicamente de mis experiencias", explica.

"Al final, los niños serán las víctimas reales y los perdedores del matrimonio legal del mismo sexo. ¿Qué esperanza puedo ofrecer a niños inocentes sin voz? Gobiernos y jueces deben defender el matrimonio entre hombre y mujer y excluir todos los otros, por el bien de nuestros niños", concluye.

Fuente original: ACIPRENSA

Visto en Catolicidad

martes, 27 de abril de 2010

ORACIÓN DEL PADRE PÍO PARA DESPUES DE COMULGAR

-Quédate conmigo, Señor, porque es necesario tenerte presente para no olvidarte. Tú sabes con cuánta facilidad te abandono.

-Quédate conmigo, Señor, porque soy débil y tengo necesidad de tu fortaleza para no caer tantas veces.

-Quédate conmigo, Señor, porque Tú eres mi vida y sin Ti disminuye mi fervor.

-Quédate conmigo, Señor, para mostrarme tu voluntad.

-Quédate, Señor, conmigo, para que oiga tu voz y la siga.

-Quédate, Señor, conmigo, porque deseo amarte mucho y estar en tu compañía.

-Quédate, conmigo, Señor, si quieres que te sea fiel.

-Quédate conmigo, Señor, porque aunque mi alma sea tan pobre, desea ser para Ti un lugar de descanso, un nido de amor…

-Quédate, Jesús conmigo, porque se hace tarde y el día declina… Esto es, se acerca la muerte, el juicio, la eternidad…

-Quédate conmigo; necesito redoblar mis fuerzas a fin de no desfallecer en el camino y para esto tengo necesidad de Ti.

-Se hace tarde y viene la muerte.

-Me inquietan las tinieblas, las tentaciones, las arideces, las cruces, las penas… ¡Cuánta necesidad tengo de Ti!

-Haz que te conozca, como tus discípulos, al partir el pan. Esto es: que la unión eucarística sea la luz que disipe las tinieblas, la fuerza que me sostenga y la única alegría de mi corazón.

-Quédate, Señor, conmigo, porque cuando llegue la muerte quiero estar unido a Ti, si no realmente por la Santa Comunión, al menos por la gracia y el amor.

-¡Quédate, Jesús, conmigo! No te pido tu divina consolación, porque no la merezco, pero el don de tu santísima presencia… ¡eso sí, te lo pido!

-¡Quédate, Señor, conmigo! A Ti solo busco: tu amor, tu gracia, tu voluntad, tu corazón, tu espíritu, porque te amo y no quiero otra recompensa que amar.

-Quiero un amor ferviente y profundo.

-Quiero amarte con todo mi corazón, aquí en la tierra, para seguir amándote con perfección por toda la eternidad. Así sea.

San Pío de Pietrelcina

lunes, 26 de abril de 2010

ADEFESIO: LA NUEVA IGLESIA DONDE ESTÁ EL PADRE PÍO







Nota catapúltica:
Padre Pío: tu devoto Artillero solicita permiso para arrasar con cañones de 155 a este insultante mamarracho. Sé que después del bombardeo tu glorioso cuerpo estará intacto. Después ¡a por el capuchino jefe y el arquitecto!

Tomado de Catapulta

JURAMENTO

POR MI MADRE QUE "ESTO" ES UN OBISPO

Monseñor Erwin Krautler (Prelatura de Xingú, Brasil

Y" "ESTO" UN CURA

Reverendo Padre Braulino Giliolli (Ciudad de Matao, Brasil

de Catapulta

sábado, 24 de abril de 2010

JOSEPH GOEBBELS YA UTILIZÓ LA PEDERASTIA EN SUS CAMPAÑAS ANTICATÓLICAS DEL TERCER REICH

En 1937 el ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbles, organizó una detallada campaña para desacreditar a la Iglesia católica en respuesta a la encíclica «Mit brennender Sorge» de Pío XI, escrita en 1937. El jefe de contraespionaje militar alemán, Whilelm Canaris, hizo llegar los documentos del plan a Pío XII. Un caso típico de lo que los sociólogos llaman «pánico moral».

«Hay casos de abusos sexuales que salen a la luz cada día contra un gran número de miembros del clero católico. Por desgracia ya no se puede hablar de casos individuales, sino de una crisis moral colectiva que quizá la historia cultural de la humanidad no ha conocido jamás en una dimensión tan aterradora y desconcertante. Numerosos sacerdotes y religiosos son reos confesos. No hay duda de que los miles de casos conocidos por la justicia representan sólo una pequeña fracción del número total y auténtico, desde el momento en que muchos abusadores han sido ocultados por la propia jerarquía».

¿Un editorial de un gran periódico laicista del 2010? No. Es un discurso del 28 de mayo de 1937 de Joseph Goebbels, ministro de propaganda del Tercer Reich. Este discurso, de gran resonancia internacional, se sitúa en el cúlmen de la campaña lanzada por el régimen nazi para desacreditar a la Iglesia católica, implicándola en un escándalo de curas pedófilos. 276 religiosos y 49 sacerdotes fueron arrestados en 1937. Los arrestos se sucedieron en todas las diócesis alemanas, para poder tener escándalos siempre a mano en la primera página de los diarios.

En respuesta a la condena del nazismo

El 10 de marzo de 1937, con la encíclica Mit brennender Sorge («Mis venerables hermanos», en alemán) del Papa Pío XI, condena la ideología nazi. Al final de ese mismo mes, el Ministerio de la Propaganda, guiado por Goebbels, lanza la campaña contra los abusos sexuales de sacerdotes. La programación y la gestión de esta campaña salió a la luz gracias a unos documentos cuya historia está a la altura de las mejores novelas de espionaje.

En 1937 el jefe del servicio de contraespionaje militar alemán es el almirante Wilhelm Canaris (1887-1945). Se convirtió poco a poco en antinazi y fue madurando en unas convicciones que lo llevaron a organizar el fallido atentado contra Hitler de 1944, por el cual sería colgado en 1945. Canaris desaprobaba las maniobras de Goebbels contra la Iglesia y encargó al abogado católico Josef Müller (1878-1979) llevar a Roma una serie de documentos secretísimos sobre el tema. Según diferentes testimonios, Müller -antes de ser arrestado e internado en el campo de exterminio de Dachau, al cual sobrevivirá convirtiéndose en la posguerra ministro de Justicia de Baviera- lleva los documentos secretos a Pío XII (1876-1958) que pide a la Compañía de Jesús que los estudie.

700 páginas denunciando el complot

Con la aprobación de la Secretaría de Estado, las investigaciones sobre el complot nazi contra la Iglesia fueron confiados al jesuita alemán Walter Mariaux (1894-1963) que después de haber animado en Alemania la organización antinazi Pauluskreis fue prudentemente enviado como misionero a Brasil y Argentina. Como dirigente de la Congregación Mariana ejerce toda su influencia en toda una generación de laicos católicos, entre los cuales estaría el pensador católico brasileño Plinio Correia de Oliveira, que frecuenta su grupo en San Pablo. Mariaux publica en 1940 en Londres en inglés y en Buenos Aries en español, con el seudónimo «Testis Fidelis», dos volúmenes sobre la persecución anticatólica en el Tercer Reich: más de 700 páginas de documentos comentados, que suscitaron una gran emoción en todo el mundo.

Pánico moral

La expresión «pánico moral» ha sido acuñada por parte de sociólogos en los años 70 para identificar una alarma social creada amplificando hechos reales y exagerando su numero a través de estadísticas folclóricas, «descubriendo» y presentando como «nuevos» unos hechos ya conocidos y pasados. En la base hay sucesos reales, pero es el número el que ha sido distorsionado. Aún sin saber nada de sociología moderna, Goebbels respondió a la encíclica Mit Brenndender Sorge con una operación de manual de creación de un pánico moral.


Como siempre ocurre con los pánicos morales, los hechos no son totalmente inventados. Antes de la encíclica, se dieron en Alemania algunos casos de abusos a menores. El propio Mariaux considera culpables a un religioso, un profesor laico, un jardinero y un bedel condenados en 1936, relevando en cambio la sanción del Ministerio de Instrucción Pública de Baviera -la desautorización para gestionar institutos escolares a cuatro órdenes religiosas- es totalmente desproporcionada y se une a la volntad del régimen de descabezar las escuelas católicas. También en el caso de algunos franciscanos de Waldbreitbach, en Renania, Mariaux sigue abierto a la hipótesis de una culpabilidad de los acusados, aunque historiadores posteriores no excluyen un montaje nazi.

Los casos -pocos, aunque reales- habían determinado una firme reacción en el episcopado. El 2 de junio de 1936, el obispo de Münster, el beato Clemens August Von Galen, alma de la resistencia católica del nazismo, beatificado en 2005 por Benedicto XVI- hace leer en las mismas dominicales una declaración en la que expresa «el dolor y la tristeza» por los «abominables delitos» que «cubren de ignominia nuestra Santa Madre Iglesia». En Agosto del 36, después de los hechos de Waldbreitbach, el episcopado alemán publica una carta pastoral colectiva en la cual «condena severamente» a los responsables y subraya la colaboración de la Iglesia con los tribunales de Estado. A finales de 1936 las severas medidas tomadas -frente a los poquísimos casos, algunos de los cuales son dudosos.- los obispos alemanes parecen haber resuelto los problemas reales. Sumisamente, los obispos destacan que entre los maestros de las Escuelas de Estado y de la propia organización juvenil del régimen, la Hitlerjugend, los casos de condenas por abusos sexuales son mucho más numerosos que en el clero católico.

Instrucciones detalladas de Goebbles

Es la encíclica contra el nazismo de Pío XI la que determina la gran campaña de 1937. Mariaux lo prueba publicando unas instrucciones detalladísimas enviadas por Goebbels pocos días después de la publicación de la Mit brennender a la Gestapo, la policía política del Tercer Reich y sobre todo a los periodistas, invitados a «reabrir» los casos juzgados en el 36 y también episodios más antiguos, reproponiéndolos constantemente a la opinión pública. A la Gestapo, Goebbels le manda encontrar testimonios que acusen a un cierto número de sacerdotes, amenazándolos con arresto inmediato si no colaboran, aún cuando se trate de niños. La frase proverbial «hay un juez en Berlín» y que en la tradición alemana indica una confianza en la independencia de la magistratura de los poderosos de turno, vale, también -dentro de unos límites- con el Terce Reich. De los 325 sacerdotes y religiosas arrestados tras la encíclica, sólo 21 fueron condenados.

Y con testimonios claros de que entre estos había varios inocentes calumniados. Casi todos terminaron en los campos de exterminio. El intento de descalificar a la Iglesia católica a escala internacional a través de acusaciones de inmoralidad y pedofilia a los sacerdotes, no saldrá adelante. Gracias a la valentía de Canaris y de sus amigos y a la persistencia del jesuita detective Mariaux, la verdad salió a la luz ya durante la guerra. La perfidia de la campaña de Goebbels suscitará más indignación que la culpabilidad de algunos religiosos. El padre de todos los pánicos morales en materia de sacerdotes pedófilos, le explotará en las manos a los propios propagandistas del nazismo que habían intentado organizarlo.

Fuente: Religión en Libertad

Enviado por el P. Ernesto Javier Cardozo

SOBRE LA EXISTENCIA DEL INFIERNO, ETERNIDAD DE SUS PENAS, ETC... "ALGUNAS OBJECIONES Y SOLUCIÓN"


Transcripción del P. royo Marín: “Teología de la Salvación”, pág. 330 y ss.

Para proceder en la solución de las objeciones de la manera más lógica y encadenada posible, vamos a recogerlas en forma de una conversación o diálogo entre un incrédulo que pregunta y un profesor de Teología que contesta.

Pregunta. –La eternidad de las penas del infierno se opone a la justicia de Dios. Es injusto castigar eternamente un pecado que duró tan sólo unos momentos.

Respuesta.-Ningún crimen se castiga por el tiempo que se tarda en cometerlo, sino por la gravedad intrínseca que tiene. La justicia humana, ¿no condena a veces a prisión perpetua y aún a la pena capital al malhechor que ha cometido un crimen en un instante? Pues teniendo en cuenta que el pecado –sobre todo el cometido contra el mismo Dios con voluntad y obstinada maldad- encierra una malicia en cierto modo infinita, por razón de la distancia infinita que separa al ofensor del ofendido, justo es que se le castigue con una pena también infinita. Y no pudiendo serlo en intensidad, tiene que serlo por lo menos en extensión. Luego la eternidad de las penas del infierno no solamente no se opone a la justicia de Dios, sino que es una exigencia y postulado elemental de la misma (1).

P. –Se me hace muy difícil concebir la malicia infinita del pecado. Una criatura no puede realizar un acto infinito.

R. –La infinitud relativa del pecado no se toma del acto en sí mismo u objetivamente considerado, sino de la infinita distancia existente entre el pecador y Dios. Al pecar libre y voluntariamente, el pecador se adhiere a una criatura que le aleja o separa de Dios. Y este alejamiento es, de suyo, infinito y naturalmente irreparable.

P. –El pecador no comete su pecado previniendo y aceptando esa proyección eterna. Al menos, la mayoría de los hombres pecan tan solo provisionalmente, esperando arrepentirse después.

R. –Esa esperanza en un futuro arrepentimiento es una ilusión tan vana como inmoral. Vana, porque el pecador no podrá salir de su pecado sin la gracia del arrepentimiento, que Dios no esta obligado a darle y puede que le niegue de hecho en castigo de tanta ingratitud. El que se arroja a un pozo del que no puede salir sin que de arriba le echen un cable, se resigna a permanecer en él eternamente si los de arriba –que no tienen obligación de ayudarle por su loca temeridad- dejan de arrojárselo de hecho. Y es, además, inmoral, porque se apoya precisamente en la misericordia de Dios para ofenderle con mayor tranquilidad.

P. –De todas formas, el pecador peca en el tiempo, ¿por qué castigarle en la eternidad?

R. –Desde el momento en que el pecador coloca actualmente su fin último en una criatura, renunciando a su último fin sobrenatural con el que es absolutamente incompatible, muestra bien a las claras que con mayor motivo se entregaría a ese pecado si pudiera gozar eternamente el placer momentáneo que le ofrece. Si por un instante de dicha, fugaz y pasajero, acepta la posibilidad de quedarse sin su fin sobrenatural eterno, ¡cuánto más se lanzaría a cometer ese pecado si pudiera permanecer en él impunemente durante toda la eternidad! En este sentido dice profundísimamente Santo Tomás que el pecador, al separarse de Dios, peca en su eternidad subjetiva (2). Por consiguiente, si el pecador ha ofendido a Dios en su eternidad, es muy justo que le castigue Dios en la suya, como dice San Agustín.

P. –Pero la malicia subjetiva del pecado, ¿no depende del grado de conocimiento y voluntariedad con que ha procedido el pecador?

R. –Ciertamente que sí.

P. -¿Y qué pecador se da cuenta al cometer su pecado del alcance y trascendencia de su acto? Sería menester para ello tener una idea muy clara de la grandeza de Dios y de la inconmensurable eternidad.

R. –El pecado cometido en esas condiciones sería de una malicia verdaderamente satánica. Ese fue el pecado de los ángeles rebeldes, cuya malicia fue tal, que Dios les negó para siempre el beneficio de la redención, que ofreció, sin embargo, al hombre pecador.

P. –Luego vos mismo confesáis que el pecado del hombre no reúne la malicia satánica de los demonios, y, por consiguiente…

R. –Por consiguiente Dios se compadeció de él y le ofreció el beneficio de la redención, que negó a los ángeles rebeldes. Pero precisamente por esto la reincidencia voluntaria del hombre en su pecado después de haberse derramado para redimirlo toda la sangre del Hijo de Dios encarnado, supone por lo menos mayor ingratitud, sino queremos admitir también mayor malicia subjetiva. Y esto basta para que ese pecado, cometido libre y voluntariamente, tenga la fuerza suficiente para apartarlo eternamente de Dios como fin último sobrenatural.
Además, como dice excelentemente un teólogo de nuestros días, “el hombre que sospecha de su padre una misteriosa grandeza para él desconocida, y un sacrificio secreto, pero incomparable, llevado a cabo en su favor por ese padre, ¿no es responsable, si le ofende, de eso mismo que no conoce? Nosotros, que sabemos la grandeza inconmensurable de nuestro Dios, su ternura infinita y la sublimidad del sacrificio de la cruz, ¿podemos decir con fundamento que no somos responsables ante el misterio de la justicia del cielo, bajo pretexto de que en el momento de pecar, nuestra imaginación e inteligencia no nos representaban con exactitud aquella?”

P.-Pero ¿por qué crea Dios a los que sabe que se han de condenar?

R. –Entre otras razones que trascienden infinitamente la pobre inteligencia humana, hay que decir que porque de lo contrario se seguiría una gran inmoralidad, lo cual repugna a la infinita santidad de Dios. En efecto : si Dios, llevado de su de su infinita misericordia, no creara más que a los que se han de salvar, se seguiría que el hombre podría impunemente burlarse de Dios, conculcando uno por uno todos los mandamientos de su ley divina. No sería menester siquiera que se arrepintiera de sus pecados, ya que Dios tendría que perdonarle forzosamente más pronto o más tarde. Con lo cual podría darse el caso de un pecador que, después de haber sufrido en la otra vida una pena temporal más o menos larga, entraría finalmente en el cielo sin haberse arrepentido de su pecado y sin haberle pedido perdón a Dios. ¿Quién no ve que esto sería una monstruosidad escandalosa, mil veces más inconcebible que el hecho de crearle previendo que se va a condenar?
Por lo demás, una cosa está del todo clara en la teología de la salvación, cualquiera que sea la escuela teológica a la que se pertenezca, y es que Dios no crea ni creará jamás a nadie para que se condene haga lo que haga (reprobación positiva), sino únicamente a pesar de prever que se querrá condenar voluntariamente (reprobación negativa en castigo del pecado voluntariamente cometido). ¿De quién es la culpa, por consiguiente, si el pecador se condena? Sería el colmo de la inmoralidad pedirle cuentas a Dios por castigar justamente un crimen del que sólo el perverso pecador ha tenido libre y voluntariamente la culpa.

P. –Pero, ¿por qué la pena del pecado ha de ser eterna? ¿No bastaría un castigo temporal –aunque fuera larguísimo- para satisfacer las exigencias de la divina justicia?

R. –De ninguna manera. La obstinación del pecador, perpetuamente aferrado a su pecado, obliga a mantenerle la pena eternamente. El pecador no se arrepiente ni se arrepentirá jamás. Y en estas condiciones el castigo tiene que ser necesariamente eterno. Mientras permanezca la culpa, no debe terminar la pena (3).

P. -¿Y por qué el pecador no puede arrepentirse?

R –Porque con la muerte termina el plazo del arrepentimiento. Tiempo tuvo durante toda su vida, y el pecador lo rechazó pertinaz y obstinadamente hasta el último suspiro. La culpa es exclusivamente suya. ¿Qué más pudo hacer Dios de lo que hizo? ¿No derramó toda su sangre por él desde lo alto de la cruz y no le ofreció su eficacia redentora hasta el momento mismo de la muerte?

P. _La misericordia de Dios es infinita. Parece absurdo señalarle un límite determinado más allá del cual no pueda ya ejercerse.

R. –La misericordia de Dios es infinita, ciertamente. Pero su ejercicio y manifestación están regulados por los demás atributos de Dios, especialmente por su santidad, su justicia y su sabiduría. Y la santidad, exige que no se dé al pecador oportunidad de burlarse perpetuamente de Dios a propósito de su misericordia, y la justicia reclama el castigo inexorable del pecador definitivamente obstinado en su maldad. Y, puesta la divina sabiduría a señalar un límite para que el pecador pueda rectificar sus malos pasos ninguno más oportuno que el de la hora de la muerte.

P. -¿Por qué?

R. –Porque con ella termina el estado de vía –esto es, la etapa viajera de nuestra vida- y penetramos en el estado de término, o de la inmutable eternidad. Es natural que el destino definitivo que el pecador eligió libremente en el último segundo de su vida viajera permanezca para siempre en la inmutable eternidad.

P. -¿Y es que el pecador no continúa siendo libre?

R. –Para elegir su destino, no. La muerte le arrebató para siempre el estado fluctuante de su espíritu y le fijó –le fosilizó podríamos decir- en el fin libremente elegido.

P. –Y por qué el espíritu puede fluctuar en esta vida entre el bien y el mal y no ha de poder hacerlo en la otra?

R. –Porque lo exigen así, de consuno, la psicología del alma separada y la justicia de Dios.

P. –Haced el favor de explicarme ese misterio

R. –No es tan difícil como creéis. La simple filosofía nos dice que el alma separada no está sujeta ya al vaivén de las pasiones y de las impresiones caprichosas del mundo corporal y sensible. Desligada por completo de la materia, actúa a la manera de los espíritus puros, ángeles y demonios. No entiende por vía de discurso, sino de intuición, y de tal forma quiere lo que el entendimiento le presenta como apetecible, que lo que quiere una vez lo quiere para siempre. En la eternidad nadie rectifica el bien o el mal.

P. -¿Y por qué no les vuelve Dios a colocar en situación de poder nuevamente elegir?

R. –Porque lo impide su divina justicia y su infinita seriedad. La justicia divina señaló un plazo para el ejercicio incontenido y desbordante de la misericordia: la hora de la muerte. Y la infinita seriedad de Dios le impide volverse atrás ofreciendo al pecador una nueva oportunidad de convertirse después de haberse burlado definitivamente de El.

P. –Aunque el pecador no la merezca, ¿acaso no sería esto un desbordamiento de amor y de misericordia digno de la grandeza soberana de Dios?

R. –De ninguna manera. Sería, por el contrario, un gran escándalo, que dejaría sin explicación posible la infinita santidad de Dios.

P. -¿Por qué?

R. –Porque ello equivaldría a autorizar al pecador para burlarse eternamente de Dios.

P. –No lo comprendo.

R. –Pues es muy sencillo. Si a pesar de continuar obstinado en el pecado y de no merecer, por consiguiente, el perdón, Dios le perdonara de todas formas, el pecador podría reírse eternamente de El.

P. –Pues ha habido algún Santo Padre partidario de la bella opinión de Orígenes, que imagina el perdón final para el mismo Satanás y todos sus secuaces angélicos y humanos.

R. –La apocatástasis origenista ha sido expresamente condenada por la Iglesia (Denz., 211). Y esa hipótesis no solamente no es bella, sino que es una monstruosidad inconcebible.

P. –Haced el favor de demostrarlo.

R. –Escuche el discurso que, al anunciarle el perdón de Dios, pronunciaría satanás dirigiéndose a todos los demonios y condenados del infierno:
“Amigos: ya sabía yo que este final tendría que llegar algún día. Por eso me rebelé sin miedo contra Dios y os arrastré a todos vosotros en mi rebelión. Y como mi orgullo no podía sufrir la humillación de pedirle perdón a Dios, por eso no se lo pedí ni se lo pido ahora. Ha sido El quien ha tenido que rendirse ante lo inflexible de mi actitud. Yo no me he inclinado ni me inclinaré jamás ante El; ha sido El quien se ha inclinado ante mí. Y estoy seguro que todos vosotros, mis fieles súbditos y amigos, compartís en absoluto mis propios sentimientos. Ninguno de vosotros pedirá jamás perdón a Dios ni acatará sus órdenes. Soy yo vuestro único jefe. Y ahora –aquí Satanás lanza una carcajada sarcástica- vámonos al cielo a sentarnos en aquellos tronos de gloria junto a la bendita Madre de Dios, para reírnos eternamente de El por habernos admitido al cielo sin arrepentirnos de nuestros pecados y sin habernos inclinado ante su divina majestad”.

P. -¿Dónde consta que Satanás pronunciaría ese discurso?

R. –En su obstinación diabólica. Escuche un diálogo habido entre el demonio –que hablaba por boca de un energúmeno de París- y el sacerdote que le exorcizaba en nombre de la Iglesia:

Sacerdote: ¿Cómo te llamas?

Energúmeno: Legión, porque somos muchos.

Sacerdote: ¿Quisierais ser aniquilados por Dios?
Energúmeno: ¡No!

Sacerdote. Pues no lo comprendo. Porque, si Dios os aniquilara, dejaríais de sufrir, y esto no dejaría de ser un bien para vosotros.

Energúmeno: Dejaríamos de sufrir, es verdad, pero dejaríamos también de odiar a Dios y preferimos seguir odiándole eternamente (4).

Y ahora decidme: ¿qué os parece?

P. -¿Ofrece garantía histórica ese relato?

R. –Me es completamente indiferente. No lo he aducido como prueba histórica, sino únicamente por vía de ejemplo, para expresar una realidad indiscutible. Sea o no histórico, lo cierto es que el odio y la obstinación contra Dios son las disposiciones habituales de Satanás y de todos los condenados. Este dato nos lo asegura terminantemente la teología, ya que no es sino una consecuencia inevitable de un estado de condenación (5).

P. –Pues si es así, ¿por qué no aniquilar a criaturas tan perversas, en vez de conservarlas eternamente en el ser?

R. –El aniquilamiento –lo hemos dicho ya- sería una rectificación de la obra de Dios, y es la criatura culpable y no el Creador quien debe rectificar. Aparte de que Dios no puede envolver en idéntico castigo a todos los condenados que han pecado en grados muy desiguales de maldad. Finalmente, el aniquilamiento impediría la manifestación permanente y eterna de la justicia vindicativa de Dios, que contribuye también a glorificarle ante toda la creación (6).

Notas:

(1) Cf. I-II, 87, 3 ad I; Suppl., 99, I.

(2) He aquí las palabras mismas de Santo Tomás: “decimos que alguien peca en su eternidad, no sólo por la continuación del acto que perdura toda la vida, sino porque, por el mero hecho de haber puesto su fin en el pecado, tiene la voluntad de pecar eternamente. Por lo que dice San Gregorio en los Morales (c. 19: ML 76, 738), que “los inicuos quisieran vivir siempre para permanecer sin fin en sus iniquidades”. (I-II, 87, 3 ad 1; cf. Suppl., 99, I.)
En su magnífica Suma contra los gentiles insiste Santo Tomás en el mismo argumento con las siguientes palabras: “Ante el juicio divino, la voluntad se computa por el hecho, porque el hombre sólo ve lo exterior, pero Yahvé mira el corazón (I reg. 16, 7). Ahora bien: quien a cambio de un bien temporal se desvió del último fin, que se posee por toda la eternidad, antepuso la fruición temporal de dicho bien a la eterna fruición del último fin; por donde vemos que hubiera preferido mucho más disfrutar eternamente de aquel bien temporal. Luego, según el juicio de Dios, debe ser castigado como si hubiese pecado eternamente. Y es indudable que a un pecado eterno se debe recibir una pena eterna. Por tanto, quien se desvía del último fin debe recibir una pena eterna.” (Contra gent., III, 144.)

(3) He aquí el argumente expuesto por Santo Tomás: “La culpa permanece eternamente, ya que no puede remitirse sin la gracia, que el hombre no puede adquirir después de la muerte. Por consiguiente, la pena no debe cesar mientras permanezca la culpa”. (Suppl., 99, 1).

(4) Cf. Arrighini, Credo in vitam aeternam (turín 1935), p. 280. En la preciosa obrita del P. Desiderio Costa “El diablo” se lee un diálogo parecido con ciertos espíritus condenados habido en una sesión espiritista. A la pregunta sobre si aceptarían ser aniquilados por Dios, contesta uno de los condenados: “Sí, porque lo único que yo ahora tengo de El es el ser, y de ese modo, no debiéndole ya nada, acabaría con El” Pero otro repuso al instante: “No, yo no aceptaría, porque no tendría el consuelo de odiarle”. Es difícil precisar en cuál de las dos contestaciones hay más odio y obstinación satánica contra Dios (cf. o. c., Ii, 3, 6 (edic. Bilbao 1940), p. 77).

(5) Hablaremos en seguida de la obstinación irreducible propia de la psicología de los condenados.

(6) Cf. Suppl., 99, I ad. 4.

Tomado del libro: EL MÁS ALLÁ, con licencia eclesiástica.

jueves, 22 de abril de 2010

ASOCIACIÓN DE TEÓLOGOS JUAN XXIII PIDE LA DIMISIÓN DEL PAPA


La Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII ha pedido en un manifiesto la dimisión del papa Benedicto XVI, del que consideran que "no tiene la edad ni la mentalidad" para hacer frente a los retos que afronta la Iglesia católica, según el diario El País.

"Nos parece que el pontificado de Benedicto XVI está agotado y que el Papa no tiene la edad ni la mentalidad para responder adecuadamente a los graves y urgentes problemas que hoy tiene que afrontar la Iglesia católica", asegura el manifiesto de la Asociación, que publica este miércoles la edición en línea de El País.

"Pedimos por ello, con el debido respeto a la persona del Papa, que presente la dimisión de su cargo", insiste esta Asociación, creada en 1982 con el fin de cultivar el espíritu de libertad y diálogo del Concilio Vaticano II y que agrupa a pensadores cristianos, en el manifiesto hecho público por su junta directiva.

Las propuestas del manifiesto, hechas "con espíritu constructivo y encaminadas a la transformación evangélica de la Iglesia católica", incluye "iniciar un proceso de democratización de la Iglesia con la participación de todos los creyentes católicos en la elección de los cargos de responsabilidad dentro de la misma Iglesia".

"Creemos que la actual organización de la Iglesia católica es obsoleta y responde más a una monarquía absoluta que al movimiento de Jesús, comunidad de iguales", añade la Asociación, recordando que "desde los orígenes del cristianismo y durante varios siglos, la Iglesia estuvo organizada y gobernada con la participación del pueblo".

La asociación también se refiere a los recientes escándalos de abusos sexuales llevados a cabo por religiosos para exigir que el Papa pida perdón por los mismos.

"Como demostración del cambio de actitud de la Iglesia católica, consideramos necesaria la petición pública de perdón del Papa por el encubrimiento y complicidad del Vaticano (...) en los casos de abusos sexuales en los que están implicados obispos, sacerdotes y religiosos", asegura el manifiesto.

Simultáneamente se pide la derogación de "cuantos decretos del Papa y de la curia romana han impuesto silencio durante décadas en los casos de abusos sexuales a menores y han impedido poner dichos casos en manos de la justicia".

Estos "teologos" no se dan cuenta que estan queriendo quitar al representante de Jesús aquí en la Tierra, y quieren imponer una "Democracia" al estilo del mundo, con sus politicas corruptistas, YA DECIA JESUS QUE SI LA SAL PIERDE SABOR PARA QUE SIRVE SOLO PARA TIRARLA Y QUE LO PISOTEEN los pecadores. Estos "teologos" estan trabajando para su Rey de oscuridad que es el mismo que nos combate desde siempre, desde la caida de nuestros primeros padres que son Adan y Eva que es Satanas. LA SAL ES LA IGLESIA PARA EL MUNDO ENTERO ES EL QUE DA EL SABOR A LA VIDAD DEL HOMBRE.

Oremos por nuestro Pontífice Benedicto XVI y que Nuestro Señor Altísimo Jesucristo lo sostenga en estos tiempos duros de apóstatas y anticristos.

de Congregación Obispo Alois Hudal

miércoles, 21 de abril de 2010

MÁXIMAS DE SAN PABLO DE LA CRUZ (IV)


La Pasión de Jesucristo y el sufrimiento, su valor y sus ventajas.

I
La Pasión de Jesucristo, nuestro bien, es el camino más corto, pero también el más necesario de la santidad. La vida de Jesucristo no fue sino una cruz. Dios nos hace un gran honor cuando nos llama á marchar por el mismo camino que su divino y único Hijo.

II
Sed magnánimos y acordaos que debemos caminar en pos de las huellas de Jesús Crucificado, si pretendemos llegar al Cielo. El siervo de Dios que no está crucificado con Jesucristo, ¿qué cosa es?

III
No es digno de la bienaventuranza de Dios el que no ha legítimamente combatido y triunfado de todos los enemigos del alma.
¡Dios ha sufrido tanto por mí! ¿Es por ventura mucho que yo haga y padezca algo por su amor?

IV
Por la cruz, el santo Amor, perfecciona al alma amante que le ofrece un corazón ferviente y generoso.
¡Oh, que no pueda yo explicar el precioso tesoro que Nuestro Señor ha ocultado en el sufrimiento! Pero es un gran secreto conocido solamente de aquél que ama…, yo me contento con admirarlo de lejos.

V
El alma es un grano que Dios siembra en el campo de la Iglesia; para producir virtudes y méritos, es indispensable que muera bajo los terribles golpes de penas, dolores, contradicciones y persecuciones. Cuanto más dolorosa y penetrante es nuestra Cruz, mayor será nuestra ventaja cuanto más el sufrimiento estuviere privado de consuelo, más puro y meritorio será; y cuanto más las criaturas nos fueren contrarias, más cerca estaremos del Soberano Bien, nuestro Criador.

VI
Aquél que cree sufrir mucho, da evidentes pruebas de que poco ama al Señor; porque el puro y verdadero amor de Dios siempre hace parecer pequeña y poca cosa lo que se sufre por el objeto amado. Bien pronto se hace santo y perfecto el que pone en práctica estas dos palabras: “Sufrir y callar”. Guardad silencio con una llave de oro.

VII
Si tenéis una gran cruz, llevadla con paciencia, y el Paraíso será vuestro.
Ved lo que hacen los soldados de la tierra para guardar cuatro murallas… y tú, soldado del cielo, ¿qué no debes hacer por el reino de tu alma? Debes ser crucificado al mundo, es decir, tener horror á todo lo que el mundo ama y estima.
He aquí dos máximas que os ruego grabéis en vuestra memoria: Primera: “Jamás justificarse.” Segunda: “Trabajar, sufrir y callar., Ponedlas en práctica y os haréis santos.

VIII
¿Sabéis por qué Dios os somete á tantas penas y miserias? Porque os ama y quiere daros las riquezas del cielo. El sufrimiento es corto; no dura sino un momento, y el gozo será eterno. Temamos ser privados de los sufrimientos más que el avaro teme perder sus tesoros.

IX
Los trabajos de la presente vida son las piedras preciosas que adornan y hermosean el alma amante de Jesús Crucificado. ¡Oh Dios de mi corazón! las penas á que me sometéis son prenda segura de vuestro amor.
Sucede á menudo que el trueno estalla y que, partiendo las montañas, descubre una mina de oro. Así obra el Señor con ciertas almas privilegiadas, á saber, hace salir un gran bien de sus pruebas y abatimientos.

X
Este es el tiempo de sufrir en silencio y en paz; resignaos á las agonías en que estáis, y os conducirán á la muerte mística.
La vida de los siervos de Dios, consiste en morir todos los días á sí mismos y á todo lo criado, para vivir sola y únicamente en Dios y por Dios: Quotidie morimur. Mortui enim estis, et vita vestra abscondita estcum christo in Deo. “Esta muerte es infinitamente más deseable que la vida; yo os la deseo.”

XI
Creedme. Las aflicciones, los temores, las desolaciones, las arideces, los abandonos, las tentaciones y las persecuciones, son una preciosa escoba que barre del alma todo el polvo y el lodo de las imperfecciones ocultas.
Trabajar, sufrir, callar, no quejarse, no justificarse, no tener resentimientos; he aquí las máximas de los Santos, máximas de una muy alta y subida perfección.

XII
Las adversidades nos enseñan y ayudan á tener la balanza justa. En los consuelos, cualquiera hace de valiente; mas es en las grandes pruebas, en las tribulaciones amargas donde se distinguen las almas viriles de aquellas que son tímidas, cobardes y afeminadas.

XIII
Acordaos que la verdadera santidad tiene por cortejo las penas y tribulaciones interiores y exteriores; los ataques de los enemigos visibles é invisibles; las enfermedades y molestias del cuerpo y las desolaciones y arideces del alma, porque todos los que quieren vivir en Jesucristo han de sufrir persecuciones por parte de los demonios, de los hombres y de la carne rebelde.

XIV
No olvidéis, almas atribuladas, que los sufrimientos de esta vida son ricos presentes que os hace la divina Majestad. Ella quiere que, como piedras preciosísimas, seáis más profunda y fuertemente engastadas en el anillo de oro de la caridad; quiere que seáis víctimas sacrificadas á su gloria en el fuego sagrado del sufrimiento; quiere que por este sacrificio derraméis siempre y en todas partes el suave olor de todas las virtudes.

XV
Todas las penas del cuerpo y del espíritu, son como los primeros grados ó escalones de la escala sublime y santa por la que suben las almas grandes y generosas; de grado en grado llegan á la cima en donde se encuentra el sufrimiento puro, sin consuelo ninguno del cielo ni de la tierra. Si ellas son fieles en no buscar satisfacción en las criaturas, pasan del puro sufrimiento al puro amor de Dios sin ninguna mezcla… Pero, ¡ay! ¡qué raras son las almas afortunadas que llegan hasta allí!

XVI
La divina Majestad acostumbra privar á sus siervos por algún tiempo de todo consuelo, á fin de que aprendan á servirle por puro amor y á ser servidores fieles. Los priva aún en las más grandes solemnidades y circunstancias de más devoción para probar su fe y su fidelidad. Elevemos nuestros corazones al cielo, y sirvamos con generosidad á nuestro Dios y Salvador Jesús en la fe y en el amor puro.

XVII
¡Qué dichosa es el alma que se desprende de todo placer, de todo sentimiento, de todo propio juicio! Esta es una lección sublime. Dios nos la hará comprender si ponemos toda nuestra satisfacción en la Cruz de Jesucristo es decir, en morir sobre la Cruz del Salvador á todo lo que no es Dios.
Es menester recibir las contradicciones y las burlas con gran paciencia. Es la leña para el brasero en donde se ha de consumir la víctima.

XVIII
La leña, largo tiempo expuesta al aire, al frío y al sol, pierde toda su humedad y luego se enciende. Así sucede con nosotros; si queremos que nuestro corazón se inflame en el amor divino, es necesario que nos dejemos purificar con una humilde y paciente resignación, por los aires de las tentaciones y las tribulaciones de todo género. ¡Oh!, entonces, estando bien purificados, el santo amor nos abrasará con sus llamas.

XIX
Yo quisiera que el mundo entero pudiese comprender la grande gracia que Dios hace en su bondad al alma, cuando le envía el sufrimiento, y sobre todo el sufrimiento sin consuelo; porque entonces ella se purifica como el oro en el crisol, y se hace bella, ligera, ágil, y vuela al Soberano. Bien sin apercibirse de ello.
La estatua debe ser martillada y tallada con cinceles agudos antes de ser colocada en la gran galería del Paraíso.

XX
Cuando nuestro espíritu se encuentra como la mar agitado por la tempestad, para devolverle la paz y la tranquilidad, dejad caer sobre él de tiempo en tiempo, algunas gotas de aceite; quiero decir, invocad á menudo el Santísimo nombre de Jesús, de quien se dice en los Cantares: “Vuestro Nombre es como un aceite derramado.”

XXI
El alma tiene necesidad del invierno. El invierno purga el aire y la tierra de los malos vapores; él purga también el cuerpo del hombre. Si sacude los árboles, es para que profundicen más y más sus raíces. Vienen luego la primavera, y todo reverdece, todo florece. Lo propio hacen los padecimientos en el alma. Sed fieles en todos vuestros ejercicios de piedad y de virtud; permaneced en el seno de Dios sin ningún contentamiento sensible, contento de gustar sin gusto en la parte superior el placer de hacer la voluntad de Dios. Así, después del invierno, vendrá la primavera con sus flores.

XXII
En todas vuestras tentaciones armaos de fe, de confianza en Dios y de profunda humildad de corazón; y sabed que las tentaciones son excelentes señales, y la pena que sentís por ellas es un fuego que servirá para purificaros y prepararos más y más á la unión con Dios. No conozco lugar mejor para dormir, cuando uno está saciado de cruces, que el pecho adorable del Salvador Crucificado; El es el horno del santo amor.

XXIII
Cuando sentís levantarse la pasión ó la cólera, callad y mirad al Crucifijo. Jesús callaba en medio de sus penas. ¡Oh santo silencio, tú eres la llave de oro que guarda el gran tesoro del cielo! ¿Queréis un remedio admirable en estas circunstancias? Invocad el Santo Nombre de Jesús, Nombre de salvación y de gracias.

XIV
¿Habéis notado cómo las rocas de la mar son azotadas por la embravecida tempestad? Una ola furiosa llega y se estrella contra la roca. Esta queda roca. Llega otra más espumante aún y más furibunda que la cubre por todas partes, pero la roca queda inmoble. Miradla después de la tempestad, y veréis que las olas no han hecho sino limpiarla y quitarle la arena que había contraído durante la calma. Esto hacen las más fuertes tentaciones y las más dolorosas tribulaciones en el alma que, como roca, queda fiel a su Dios. En adelante sed, pues, roca.

XXV
Dios ha creado a los peces mudos., porque deben vivir en medio de las aguas; nos enseña con esto que el que navega en el mar tempestuoso de este mundo, debe estar mudo, sin lengua para quejarse ni para justificarse. Sólo nos permite hablar con El, y decirle desde lo más íntimo de nuestra alma: “¡Oh Padre mío, Padre mío, yo os amo, os adoro!”

XXVI
Dios, permitiendo que tengáis penas y trabajos, quiere que muráis a todo lo que no es El: quiere que os consideréis como muertos, que no tengáis lengua, ni ojos, ni oídos… y así como á los muertos se los pone bajo tierra, así vosotros debéis poneros á los pies de todos, haceros el oprobio de todos y el deshecho del mundo, como si estuvierais muertos y sepultados.

XXVII
Si el alma se muestra generosa y fiel a su Dios en medio de las aflicciones y tentaciones, adquiere un verdadero tesoro. La tempestad acaba por desvanecerse al fin, y el alma llega a los brazos, llenos de dulzura, de Jesús, su verdadero amigo. Entonces Dios la trata como a esposa, y se hace entre Dios y ella una santa alianza de amor. ¡OH, qué tesoro!

XXVIII
El alma a quien Dios quiere elevar á una alta santidad y a una íntima unión con El, la hace pasar por el camino del sufrimiento, del sufrimiento sin consuelo; el alma, en cierta manera, no sabe donde está; y sin embargo, por alta inteligencia infusa, comprende que está en los brazos del celestial Esposo, alimentándose con la leche de su amor infinito.

XXIX
La perla se forma en la concha, pero la concha que ha recibido el rocío del cielo se cierra y se va al fondo del mar. Allí es donde engendra la perla preciosa…
La perla de la virtud se engendra en el fondo del mar de los sufrimientos y de nuestra nada. De allí se pasa al Océano inmenso del amor increado, y se nada, o más bien, se sumerge uno en sus límpidas y cristalinas aguas.

XXX
El escultor que de un tronco quiere hacer una hermosa estatua, comienza por cortarlo con el hacha; después toma la sierra, luego el cepillo y al fin el cincel. ¿Y qué hace la madera? ¿Cómo se porta? No resiste, se deja trabajar hasta que se forme una bella y hermosísima estatua. Así obra el Supremo Artista con el alma escogida. A fin de desprenderla de su amor propio y corregirla de sus imperfecciones, permite que los demonios la atormenten con horribles tentaciones, luego la ejercita y trabaja con sequedades, desolaciones, escrúpulos y dudas penosísimas… Si ella sufre este divino trabajo con paciencia, resignación y generosidad, se perfecciona y llega á ser una estatua digna de ser colocada en las luminosas é inmortales galerías del Paraíso.

San Pablo de la Cruz