viernes, 31 de mayo de 2013

MILAGROS EUCARÍSTICOS - 14



EL PAN DE LOS HEREJES 

Año 400, Constantinopla

San Juan Crisóstomo, esclarecida lumbrera de su siglo, llamado por los raudales de sagrada elocuencia que fluían de sus labios "boca de oro", y por lo contundente de su vigorosa argumentación "martillo de la herejía", convirtió con su predicación a innumerables herejes macedonios, entre los cuales hubo uno a cuya mujer como se obstinara en seguir a los sectarios, plugó al Señor le sucediera un hecho maravilloso que determinó al fin su perfecta conversión. 

Las verdades católicas expuestas por Crisóstomo mostrábanse tan evidentes al marido, que le pareció no debía tolerar por más tiempo el que profesara su mujer los perniciosos errores de la herejía, y persuadíale que los renunciase y abrazara le fe , pero ningún fruto sacaba de sus amonestaciones ni de sus largas discusiones, porque era grande la tenacidad con que asentía al modo de opinar de los herejes, hasta que, agotados todos los medios de reducirla al buen camino, la amenazó con separarse de ella si cuanto antes no accedía a sus deseos siguiendo el buen ejemplo que le había dado. 

La mujer, por cumplir con su marido en la apariencia, más perseverando en su obstinación, le dijo que haría lo que le mandaba, y concertándose primero con una criada suya, acudió a un templo de herejes, y tomando el pan que falsamente consagrado daban a sus adeptos, diósele a la criada para que lo guardase; luego se fue a la iglesia de los católicos con su marido para comulgar y asegurarle que era católica, y recibiendo la Hostia consagrada, fingiendo que se inclinaba para orar, la dio a la criada que estaba a su lado, y tomó de ella el pan recibido de los herejes, el cual se convirtió en piedra. La desventurada mujer, atónita y fuera de sí, dio parte a San Juan Crisóstomo de lo que le había sucedido, y él la redujo a la fe católica y publicó el milagro, guardándose para perpetua memoria de él, en Constantinopla, aquella piedra en que el pan de los herejes se había convertido.

 (Sozomeno, Vida de San Juan Crisóstomo, I. 8, c.5. - Baronius, 
Annales Eccles, t.5, p. 126, lit c, d)