sábado, 23 de noviembre de 2013

LA NUEVA RELIGIÓN: “FRATERNAL”, HUMANISTA Y MASÓNICA



El cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, intervino ayer en la sesión de apertura del Global Forum del KAICIID, el Centro Internacional para el Diálogo Interreligioso y Cultural “Rey Abdulah Ben Abdelazid”, con sede en Viena, fundado por Arabia Saudita, España y Austria, con la Santa Sede en calidad de organismo observador y fundador. 

Durante su intervención de apertura, el cardenal subrayó que “el diálogo interreligioso nos enseña a prestar atención para no dar de las otras religiones una imagen negativa en lugares como las escuelas y las universidades, a través de los medios de comunicación o, sobre todo, en los discursos religiosos. Nos enseña a no disminuir las convicciones religiosas de los otros, especialmente cuando están ausentes. Nos enseña a considerar la diversidad en todos sus aspectos, – étnico, cultural, o de visión del mundo – como una riqueza y no como una amenaza”. Asimismo, explicó que en este mundo cambiante que se está volviendo cada vez más ‘provisional’, “las religiones están llamadas a proponer – no imponer – razones para vivir“. 

Del mismo modo, el purpurado destacó que “en el centro de nuestras preocupaciones está la persona humana, hombres y mujeres. Son ellos el objeto de atención de los líderes políticos y religiosos. Cada uno de nosotros es un ciudadano y un creyente y no un ciudadano o un creyente. Todos pertenecemos a la misma familia humana. Y esto significa que compartimos la misma dignidad, afrontamos los mismos problemas, gozamos de los mismos derechos y estamos llamados a cumplir el mismo deber”. 

Para concluir, el presidente del dicasterio para el Diálogo Interreligioso reiteró que una de las tareas del KAICIID debe ser la promoción de “la inteligencia del corazón, es decir, la que nos inspira a respetar todo lo que Dios cumple en cada ser humano y, al mismo tiempo, el misterio que cada ser humano representa. Debemos evitar, absolutamente, que las religiones engendren miedos y actitudes de superioridad o exclusión”. Y con esta finalidad el Centro puede representar “un lugar donde conocerse mejor y compartir capacidades para poder construir un mundo más seguro e iluminado, en el que todos sus habitantes vivan en espíritu de fraternidad”.