viernes, 14 de noviembre de 2014

CUIDADO CON LOS FALSOS VIDENTES (I PARTE)

La Santísima Virgen
(por Monseñor Marcel Lefebvre)

El segundo don es el de la Santísima Virgen María. Ella nunca ha cambiado.
¿Es posible imaginar que la Santísima Virgen María podría cambiar en su actitud hacia la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, su divino Hijo, hacia el Sacrificio de la Cruz, hacia la obra de nuestra redención? ¿Es posible imaginar que la Santísima Virgen María podría cambiar ni un ápice de su fe, que ella podría haber tenido dudas en algún período de su vida, o que Ella podría haber pensado de estar a sí misma equivocada? O que podría haber dudado de la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, dudado de la Santísima Trinidad, Ella que estaba llena del Espíritu Santo? ¡Imposible! Inconcebible!

Aquí abajo Ella ya estaba en la eternidad. La Santísima Virgen María, a través de su fe, una inmutable, profunda fe, no podía ser perturbada de ninguna manera. Eso es evidente. No nos molestaran a nosotros mismos los ruidos que nos rodean, para mantenernos fieles, fieles como la Santísima Virgen María.

Y quiero añadir en este tema de la Santísima Virgen María algo que me parece que es importante para nosotros en este momento en el que vivimos. Continuamente se nos dice que la Virgen dice esto o aquello. La Virgen ha aparecido aquí, la Virgen ha comunicado este mensaje a esta persona. Por supuesto, no descartamos la posibilidad de que la Santísima Virgen dirija su palabra a personas de su elección. Eso es evidente. Pero teniendo en cuenta en los tiempos que estamos viviendo, hay que sospechar. Debemos desconfiar. 

El lugar que la Santísima Virgen María tiene en la teología de la Iglesia es, en mi opinión, infinitamente suficiente para hacer que la amemos por encima de todo el mundo después de Nuestro Señor Jesucristo, y que debemos tener hacia ella una devoción que sea   profunda y continúa día tras día. No es necesario que tengamos que recurrir constantemente a los mensajes porque no podemos estar absolutamente seguros de si proceden de la Santísima Virgen o no: no estoy hablando de las apariciones que han sido reconocidas por la Iglesia. Pero hay que tener mucho cuidado cuando se trata de rumores que circulan por todas partes hoy en día. Todo el tiempo estoy recibiendo personas o comunicaciones que se dice se dirigen a mí de la Santísima Virgen o de Nuestro Señor - un mensaje recibido aquí, otro allá. Mientras que en realidad deberíamos pensar que la Santísima Virgen está con nosotros todos los días.

Y Ella está. Nosotros lo sabemos. Ella está con nosotros. Ella está presente en cada Sacrificio de la Misa. Ella no puede separarse de la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Nuestra devoción a la Santísima Virgen debe ser profunda, perfecta. Pero no debería tener que depender de los mensajes privados.

_________
Un sermón pronunciado por Su Excelencia el Arzobispo Marcel Lefebvre en el Trigésimo Aniversario de su consagración como obispo.


Traducido al español por Carla d'Amore