sábado, 29 de agosto de 2009

EL SÍMBOLO DE LA FE: CONTRA EL FALSO ECUMENISMO

Cuando rezamos el Credo hacemos una profesión resumida de nuestra fe, una fe que es nuestro estandarte y emblema –símbolo–, y que nos distingue claramente de los que profesan las falsas creencias y las herejías.

Este credo de la Fe católica –bien sea el Apostólico, el Niceno-Constantinopolitano, o los menos usuales actualmente como el Atanasiano–, es por designio de Dios, el único que contiene sin mezcla alguna de error el resumen de la divina revelación, transmitido fielmente por los apóstoles y sus legítimos sucesores, los obispos del orbe católico en comunión con el Romano Pontífice.

En efecto, el único Dios verdadero se ha revelado a sí mismo y su doctrina, por medio de los santos profetas, y en la plenitud de los tiempos, por medio de su Hijo Unigénito: Nuestro Señor Jesucristo, Dios y hombre verdadero.

Como la Verdad sólo puede residir en una proposición y no en una que le es contraria, se deduce que los otros “credos” distintos de lo que proclama el dogma católico, como son los de las falsas religiones y las herejías, a la fuerza están en el error.

Nuestra Fe católica es la única verdadera. Las creencias de las otras religiones son creencias humanas de sus impíos fundadores (Mahoma, Buda, Confucio...) incluidos los herejes (Lutero, Arrio, Eutiques, Marción...), lo que las convierten en lo que son: falsas religiones y herejías que hacen gran injuria a la única fe verdadera: la Fe católica.

¿O es qué Mahoma, Buda, o siquiera Arrio, Nestorio, Lutero o Calvino, tienen el mismo credo que nosotros, los católicos, y creen lo mismo? ¡Ni pensarlo!

Si las falsas religiones no tienen la misma doctrina que la Iglesia Católica, es que no tienen el mismo Dios que revela, luego el dios de los mahometanos, budistas, hinduistas y demás paganos, no es nuestro Dios Uno y Trino.

Los paganos IGNORAN a Cristo; los mahometanos BLASFEMAN a Cristo; los judíos ODIAN a Cristo; los herejes de toda especie DESFIGURAN a Cristo y destruyen su doctrina.

Ahora bien, ignorar, blasfemar, odiar y desfigurar a Cristo, son obras impías propias de Satanás. ¿Cómo va a ser lo mismo todo eso, que los católicos que adoramos a Cristo Dios y conservamos íntegra e inmaculada toda su doctrina?

¿Qué clase de ecumenismo cabe que no sea procurar la conversión de todos los que están en el error, como manda Nuestro Señor Jesucristo? La mayor obra de misericordia que se puede hacer por todos esos pobres desgraciados, que profesan la impiedad de las falsas religiones y la herejía, es llevarles la sana doctrina para que alcancen la salvación eterna: “Id y predicad el evangelio...”; “El que crea y se bautice se salvará...”.

Nada de estériles diálogos, que eso no lo mandó Nuestro Señor. Predicar y convertir, que es lo que enseña el propio Evangelio, y nada más en cuanto al ecumenismo.

Nuestro credo es claro:

“Todo el que quiera salvarse, ante todo es menester que mantenga la fe católica; y el que no la guardare íntegra e inviolada, sin duda perecerá para siempre.” (Simb. Atanas. Dz. 39)“Ésta es la fe católica y el que no la creyere fiel y firmemente, no podrá salvarse.” (Simb Atanas. Dz. 40)

Es todo cuestión de salvación eterna, en la que las medias tintas no llevan a ninguna parte.Por mi parte, jamás consentiré con el ecumenismo; jamás consentiré con la impiedad; jamás consentiré con Satanás.¡Gloria y adoración sólo a Ti, Santísima Trinidad único y verdadero Dios!

Autor: José Andrés Segura Espada

“En el Verbo estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilló en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron”(Jo 1, 4-5).”


Tomado de Semper Fidelis.