Se las llama así porque ellas fueron tomadas de la Biblioteca de San Agustín en Roma. Fueron copiadas en 1859 por un vicario de Mataró, en España, el cual las publicó en el Diario de Barcelona del 3 de agosto de 1860.
Hacia mediados del siglo XIX, las sediciones se extenderán a todos lados en Europa, principalmente en Francia, Suiza e Italia.
Surgirán Repúblicas, los reyes desaparecerán, los personajes eclesiásticos y religiosos dejarán sus residencias.
El hambre, la peste y los temblores de tierra devastarán algunas ciudades.
Roma perderá el cetro por la obsesión de seudo-filósofos.
El Papa será llevado en cautividad por los suyos, y la Iglesia de Dios sufrirá el yugo revolucionario; además, Ella será expoliada de sus bienes temporales. Después de un poco de tiempo, el Papa morirá.
Un príncipe del Aquilón recorrerá toda la Europa con un gran ejército; él derribará las repúblicas y exterminará a los rebeldes; su espada, movida por Dios, defenderá enérgicamente la Iglesia de Cristo. Este soberano combatirá por la fe ortodoxa y conquistará el imperio mahometano.
Un nuevo Pastor de la Iglesia vendrá de un litoral, después de un signo celeste; él enseñará al pueblo con simplicidad de corazón según la doctrina de Cristo, y la paz se le dará al siglo.