Del consuelo de la Iglesia latina y de su futura
exaltación en la sexta edad.
CAPITULO X.—Vers. 1-II.
Vers. 1. Y vi otro ángel fuerte descender del cielo, cubierto de una nube, y el Iris sobre su cabeza. En los necesitosos y calamitosos tiempos la divina bondad siempre suele socorrer a su Iglesia con consuelos y oportuna asistencia, para que no sucumba bajo los esfuerzos de sus enemigos. Habiendo Dios prometido, estar con ella hasta la consumación de los siglos, las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Esta promesa, la tiene declarada admirablemente en la quinta edad, en esta edad de desolaciones y de males, dando a su Iglesia poderosos auxilios, sobre todo en medio de los mayores peligros. 1.° Oponiendo a Lutero y a su funesta herejía un poderoso guerrero, San Ignacio y su compañía. 2.º Convocando, bajo la inspiración del Espíritu Santo el santo concilio Tridentino, afín de aclarar los dogmas de la fe y restablecer la disciplina, y especialmente el celibato que estaba a pique de desaparecer. 3º Otorgando a la Iglesia en medio de su desamparo y defecciones, sumo consuelo, procurándole en otras partes del mundo tantos fieles cuantos ella perdía en Europa. Porque precisamente a esta época de desamparo, al principio de la quinta edad, Dios hizo florecer la fe, y dio aun más brillo y resplandor a su luz como para desafiar a las potestades infernales, causando innumerables conversiones en América, Asia, Indias, Japón y en muchas otras regiones. 4.º Además protegió siempre a Iglesia hasta nuestros días dándole soberanos celosos, uno de los mas distinguidos fue el emperador Fernando II. Pero todos esos socorros no eran suficientes para acabar con la horrible bestia que hemos descrito, como demasiado lo prueba la experiencia; y como no se han concluido nuestros males, San Juan, después de haber señalado la principal causa de esto y los principales sucesos que le son inherentes, llega en este capítulo a la descripción del gran Monarca que hemos anunciado. Véase el Lib. 1. sección III, cap. III. - II.
Vamos ahora a presenciar la gran escena de la sexta edad de la Iglesia, donde veremos que después que hayan sido los herejes abatidos y convertidos, la Iglesia gozará del mayor consuelo; él imperio de los turcos será profundamente humillado, la fe católica brillará por mar y por tierra, y la disciplina eclesiástica será restaurada y perfeccionada.
II. Antes de llegar a la exposición del texto, conviene notar que el ángel que apareció a San Juan, fue un verdadero ángel de Dios, de la mas distinguida naturaleza. Ese fue el ángel tutelar y protector del imperio romano, o del gran Éufrates. Ese ángel hizo el oficio de dos personas; la primera representaba la del gran Monarca futuro que San Juan describe con estas palabras: Y vi otro ángel fuerte. La segunda fue la de este mismo ángel que en calidad de embajador celestial, reveló a San Juan los secretos venideros de la Iglesia. A este segundo, personaje se refieren estas voces que encontramos en el texto: Y el ángel que vi estar sobre la mar, y sobre la tierra, etc., hasta el fin del capitulo. Así, mismo vemos en el Éxodo, c. III v. 2, que el ángel que apareció a Moisés en una, llama de fuego en medio de una zarza, hacia también el oficio de dos personas. La primera representaba a Dios, y la segunda era la del ángel que, en su calidad de embajaor celestial, manifestó a Moisés los decretos de la voluntad divina, tocante a los hijos de Israel. Y vi, Hemos explicado en el libro II de que modo los profetas ven en el porvenir las personas y las cosas. Y vi otro ángel: 1.º Este ángel está designado por el pronombre otro, para hacer ver que será en todo diferente a los precedentes, quienes fueron Lutero y sus antepasados. Porque este otro ángel no admitirá sino una sola y pura doctrina, y será muy celoso por la fe católica, una y ortodoxa, sobre todo después de haber abatido y dispersado a los herejes por mar y por tierra. Sus costumbres serán santas y bien regladas. Contribuirá poderosamente, al propagación de la fe, y a la restauración de la disciplina eclesiástica que el ángel su predecesor, es decir, el heresiarca Lutero, con sus inicuos secuaces, había tan considerablemente debilitado y arruinado. 2.º San Juan atribuye a esto otro ángel la cualidad especial de ser fuerte o poderoso. Y vi otro ángel fuerte, etc. Será poderoso en la guerra, y lo destrozará todo como un león. Será muy grande por sus victorias, por lo que no podrá menos de afianzarse con mayor solidez en el trono de su imperio. Reinará muchos años, y durante su reinado humillara a los herejes y a las repúblicas, y someterá todas las naciones a su imperio y al de la Iglesia latina. Además, después de haber relegado al infierno la secta de Mahoma, destruirá el imperio turco, y no dejará subsistir de él más que un pequeño estado sin poder y sin fuerza, el cual sin embargo se mantendrá hasta la venida del hijo de perdición, el cual no temerá al Dios de sus padres, ni se inquietará de ningún Dios. ( Dan. c. XI. v. 37). Y vi otro ángel fuerte descender del cielo.
El profeta dice que este ángel descenderá del cielo, porque nacerá en el seno de la Iglesia católica tomada aquí por cielo; y será enviado especialmente de Dios, según los decretos de la divina Providencia; quien lo habrá elegido para consolar y enaltecer a la Iglesia latina aun en medio de su grande aflicción y profunda humillación. 4.° Y vi otro ángel etc… cubierto de una nube. El profeta señala a este Monarca como revestido de una nube, para enseñarnos que será muy humilde, y que desde la infancia andará en la simplicidad de su corazón. Porque nube que cubre el brillo del esplendor significa humildad, y la humildad atrae la protección de Dios, significada también por la nube con que estará cubierto ese Monarca. En efecto, nadie es tan protegido de Dios como el que camina por la senda de la humildad, según San Lucas c.I. v.52: «Destrono a los poderosos y ensalzo a los humildes». Por este motivo nadie le podrá dañar y resistir, supuesto que estará cubierto de la protección del Dios del cielo. 5.º Y vi otro ángel… cubierto de una nube, y el Iris sobre su cabeza. Por Iris se entiende la paz que Dios hará con la tierra, según el Genesis, c. IX. v. 13; «Pondré mi arco en las nubes, será señal de alianza entre mí y entre la tierra». Una alianza supone paz, y ese Monarca la dará al universo. Porque después que baya extirpado las herejías y las supersticiones de los gentiles y de los Turcos, habrá un solo rebaño y un solo pastor. Todos los príncipes se unirán a él con los más estrechos vínculos en la fe católica, y con lazos de amistad, porque no abusando de su poder ni ofendiendo a nadie con injusticias, él dará a cada cual lo que le es debido. Por eso dice, el Profeta: tendrá por adorno él iris sobre su cabeza. 6.º Y su cara era como el sol, por el esplendor de su justicia y gloria imperial, por la suma inteligencia y profunda sabiduría con que se distinguirá, y también por su ardiente caridad y celo por la religión; en fin, porque será como el sol entre los astros; es decir, que caminará en su imperio entre sus príncipes aliados, quienes ejecutarán sus voluntades y marcharán sobre sus pasos, etc. 7.º Y sus pies como columnas de fuego. Los pies significan la extensión y poder de un imperio, según el Salmisa, Psal. L IX, v. 10: «Moab olla de mi esperanza: Sobre la idumea extenderé mi calzado: sometidos me están los extranjeros». Como muchos tiranos tuvieron vastos y poderosísimos imperios, el profeta atribuye a este Monarca propiedades especiales para distinguirlo: Y sus pies como columnas de fuego. Las columnas son los estribos y apoyo del edificio, y el fuego significa celo religioso y ardiente Caridad para con Dios y el prójimo; el fuego es también un elemento que doma todo, tal será precisamente el poder de ése Monarca; su reinado será el mas firme apoyo de la iglesia católica y de su casa real, cuyo reino quedara para el y su posteridad afianzado, hasta tanto que llegue la apostasía y aparezca hijo de perdición. El poder del Monarca brillará sobre todo por su celo religioso, y por el fuego de su caridad para con Dios y el prójimo; y así tomo el fuego todo lo doblega, así también este soberano doblegará y dominará todo.
III. Vers.2. Y tenía en su mano un librito abierto. Ese pequeño libro denota un concilio general, el mayor y más, celebre de todos. El profeta dice que éste ángel tiene un librito abierto en su mano, porque por obra y poder del Monarca este concilio será reunido, protegido y terminado con buen éxito, y también porque empleará toda su fuerza para que se ejecuten las sentencias y decretos. Dios del cielo le bendecirá y pondrá todas las cosas en sus manos y poder. Dícese que el librito estará abierto, por la claridad con que el concilio explicara el sentido de las Sagradas Escrituras, y por la pureza de los dogmas de fe que en él se proclamarán. 9.º Y puso su pie derecho sobré la mar, y el izquierdo sobre la tierra. Es decir que este Monarca engrandecerá y extenderá su imperio por mar y por tierra, porque subyugará la tierra y las islas de los mares a su dominio. Inmensa será la grandeza y extensión de su poder, significado por pies, como hemos explicado mas arriba.
Vers. 3. Y clamó en alta voz como un león cuando ruge. Ese bramido de su voz comparado al rugido del león, nos da a entender el terror pánico que él inspirará a los pueblos todos de la tierra y a los moradores de las islas. Porqué cuando el león ruge, manifiesta su fuerza, y de todos los demás animales se apodera el espanto. Por eso se dice en los Proverbios. c. XX.v.2; «Como bramido de león, así la ira del rey. «Los grandes gritos de su voz serán también sus edictos imperiales, por los cuales, mandará ejecutar con todo rigor, en favor da la fe católica y ortodoxa, las ordenanzas del concilio; y sus edictos llegarán a todas las naciones de la tierra y de las islas.
IV. Y luego que hubo clamado, siete truenos, hablaron sus sus voces. Los truenos que se oirán a la voz de este ángel, serán las murmuraciones, protestas, y gritos, de los que querrán resistir a la voluntad del Monarca y herirlo porque en ese tiempo se levantará una gran tempestad; mas como no podrán resistirle ni mucho menos dañarle, se le manda a San Juan de no escribir lo que vio en semejante circunstancia; porque toda esa tempestad no tendrá ningún resultado. Jesucristo quiere únicamente prevenir de ella a San Juan como representante de la Iglesia, para hacernos, y saber que el imperio de ese Monarca y la propagación de la verdadera fe sobre la tierra, no se obtendrán sin ruido y borrasca. Por eso dice: Y luego qué hubo clamado, siete truenos hablaron sus voces. Cuando solo retumba el eco del trueno, es señal que el rayo no hiere, porque se, ha descargado la nube en los aires; pero la borrasca produce su efecto, a veces bastante dañino, según qué cae el rayó sobre los hombres, animales, árboles o edificios. Mas la tempestad mostrada a San Juan bajo la figura de una borrasca, no producía otro efecto que él del trueno. Siete truenos hablaron sus voces. Es decir que, los príncipes y grandes se insurreccionarán Contra el Monarca y murmurarán. Harán oír sus voces a la ocasión del Concilio, para resistirle y herir sus decretos, pero como el Monarca estará bajo la protección de Dios; todos los esfuerzos de ellos serán vanos e inútiles.
V. Vers. 4. Y cuando los siete truenos hablaron sus voces, yo las iba a escribir. Es decir luego que me fueron revelados los secretos y consejos de esos príncipes recalcitrantes, iba a escribirlos, dice San Juan, en virtud del mandato que había recibido; y oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que han hablado los siete truenos, y no las escribas. Hay dos razones que impiden se sepa o escriba alguna cosa. La primera es cuando este conocimiento puede causar perjuicio o daño, o estorbar algún bien, en lo presente o venidero. La segunda es cuando la importancia, utilidad o necesidad del asuntó exigen que no se sepa o se escriba. Así es como la divida Providencia esconde a sus fieles amigos; en esta presente vida, los peligros y tribulaciones del cuerpo y del alma, cuyo número es casi infinito, porque no seria útil al hombre conocerlos antes. Y Dios, en su bondad, sabe preservarnos de ellos o defendernos en tiempo oportuno, por grandes, e inminentes que sean los males de la vida. Por la misma razón no se permitió a San Juan escribir las voces de les truenos, a la ocasión del Monarca. Porque Dios lo librará de todo peligro, y hará abortar los designios de sus enemigos, etc. Sella las cosas que han hablado los siete truenos, y no las escribas. Es decir, escribe que siete truenos han hablado sus voces, pero no escribas lo que han hablado.
Vers. 5.º Y él ángel, qué vi estar sobre la mar, y sobre la tierra, levantó su mano al cielo. Viene ahora el otro personaje que el ángel representaba, es decir que ya no se trata aquí del Monarca, sino del embajador Celestial, revelando los divinos arcanos sobre el fin de los tiempos. Y el ángel, que vi estar sobre la mar, y sobre la tierra, esto es, el presidente supremo, guardián y protector de este imperio, a quien vio Daniel c. XII. v. 7. sobre las aguas del rió, levantó su mano al cielo.
Ven. 6. Y juró por el que vive en los siglos de los siglos, que crió el cielo, y las cosas que hay en él: y la tierra, y las cosas que hay en ella: y la mar, y las cosas que hay en ella. Esas palabras encierran un testimonio fundado en la fe jurada, cuya revelación hace el Señor a todo el humano linaje por medio de su embajador celestial, para consuelo de los escogidos y terror de los impíos. Este ángel jura con esas palabras, una verdad de la mas alta importancia, a saber: Que no habrá ya mas tiempo. Este pasaje, se explica literalmente, 1.° por lo que toca a los herejes y enemigos de la cruz y de Cristo porqué el tiempo, días e impiedad de ellos concluirán bajo el imperio del Monarca anunciado: y, para que a estos les sirva de espanto y confusión eterna, y de gran consuelo a la Iglesia latina y fieles que la componen, el ángel proclama este prodigioso testimonio: Que no habrá ya mas tiempo. 2.° Estas palabras también significan, que tan luego como haya tocado la trompeta el séptimo ángel, esto es, el Anticristo, ya no habrá mas tiempo para trabajos y tribulaciones: y lo anuncia para consolar y fortalecer a los fieles contra los impíos de quienes, está escrito. II. Petri, c. III. v. 3. «Sabiendo esto primeramente, que en los últimos tiempos vendrán impostores artificiosos, que andarán según sus propias concupiscencias diciendo: ¿donde está la promesa o venida de él? porque desde que los padres durmieron, todo permanece así como en el principio de la creación». Por eso el ángel confirma, con solemne juramento, el segundo advenimiento de Jesucristo, cuando cesen los tiempos de dolores y persecuciones paró los buenos, pero también los tiempos de deleites, triunfos, honores, riquezas, gloria y encantos todos de la presente vida para los malos.
VI. Vers. 7. Más en los días de la voz del séptimo ángel (el Anticristo) cuando comenzare a sonar la trompeta, etc. La descripción de esté séptimo ángel y el sonido de su trompeta se encuentra en el capitulo siguiente. Mas en los días de la voz del séptimo ángel. Esas palabras designan el fin de los tiempos, y concluidos estos no habrán ya mas en toda la eternidad; porqué en ese día tendrá lugar la consumación del siglo, e inmediatamente después vendrá el juicio universal. Por cuyo motivo añade el texto: Y juro…. que…. será consumado el misterio de Dios, como lo anunció por sus siervos los profetas. Porque, 1.° el día de la consumación del siglo y del juicio universal es verdaderamente un misterio muy grande reservado a Dios solo, misterio que jamás fue revelado ni nunca lo será, hasta que se cumpla, según San Mateo, c. XXIV. v. 36: «Mas de aquel día, ni de aquella hora nadie sabe, ni los ángeles de los cielos, sino solo el Padre». 2.° Este misterio conocido únicamente de Dios es grande, porque todos los secretos los mas ocultos de nuestros corazones, tanto en general como en particular, serán manifestados en el día grande de Dios todo poderoso, según el Apóstol I. Cor., c. III. v.13: «Manifiesta será la obra de cada uno: porque el día del Señor la demostrará, por cuanto en fuego será descubierta: y cual sea la obra de cada uno, el fuego lo probará». Y en el cap. IV. v. 5: «No juzguéis antes de tiempo, hasta que venga el Señor; el cual aclarará aun las cosas escondidas de las tinieblas; y manifestará los designios de los corazones; y entonces cada uno tendrá de Dios la alabanza». 3.° Este misterio es la resurrección de los muertos, I. Cor. c.XV. v.51. «He aquí os digo un misterio. Todos ciertamente resucitaremos, mas no todos seremos mudados. En un momento, en un abrir de ojos en la final trompeta; etc». 4.° Este misterio estipendió de bienes o de males, quedará impenetrable a nuestra vista hasta tanto que venga el Señor Dios. Apoc. c. XXII. v.12: «He aquí, que vengo presto, y su galardón va conmigo, para recompensar a cada uno según sus obras». Este es seguramente un misterio grande que tuvo a David rey enajenado, y tendrá a todos los justos de ese siglo conmovidos en medio de sus tribulaciones, Salmo LXXII. v. 1. «¡Cuan bueno es Dios para Israel, para los que son rectos de corazón! Mas mis pies por poco no se conmovieron: por poco no resbalaron mis pasos. Porque me llené de celo sobre los inicuos, viendo la paz de los pecadores. Porque que no atienden ellos a su muerte: y no hay firmeza en la llaga de ellos. No se ven en el trabajo de los hombres a, ni con los demás hombres serán azotados. Por eso se apoderó de ellos la soberbia: cubiertos están de su iniquidad e impiedad. Como de la grosura nació su iniquidad: pasaron al afecto de su corazón....Pensaba en entender esto, trabajo es esto para mí: hasta que yo entre en el santuario de Dios; y entienda las postrimerías de ellos». 5.º En fin es un misterio de Dios solo, conocer cuales de los hijos de Adán son los predestinados; cuyo misterio se oculta también a los ojos de los hombres, y sin que a nadie sea posible penetrarlo hasta el día del Señor, Rom., c. XI,v. 25: «No quiero, hermanos, que ignoréis este misterio (porque no seáis sabios en vosotros mismos) que la ceguedad ha venido en parte a Israel hasta que haya entrado la plenitud de las gentes» en la iglesia, etc., finalmente concluye el apóstol San Pablo: «¡O profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡cuan incomprensibles son sus juicios e impenetrables sus caminos!». De esto se sigue que no debe uno cansarse en vano, queriendo investigar la gran cuestión de la predestinación. Ese es un misterio reservado a Dios solo hasta el día del juicio, en el que dará a cada uno según sus obras, y según él trabajó de cada cuál. Porque Dios es justo, y la iniquidad es incapaz de llegar hasta él; no quiere la muerte del pecador, quiere si sobre todo el qué se convierta y viva. Muchos hombres se rompen la cabeza sobre ese punto dificultoso, y se extenúan como el araña cuán urde su tela. Mucho mas útil seria para ellos rogar al Señor su Dios, procurar concebir santos pensamiento sobre, su bondad, y trabajar a su salvación con temor y miedo supuesto que ese arcano misterioso de Dios es impenetrable, cuanto más uno lo escudriña, tanto mas profundamente se sumerge en las dificultades, particularmente si se piensa que uno lo entiende. Como lo anuncio por sus siervos los profetas. Los profetas siervos de Dios son Moisés; Enoch y Elías, y todos los otros profetas del Antiguo Testamento. Lo son también los Apóstoles, y todos los demás doctores y predicadores, todos los cuales, unánimes, cada uno en su lengua y en sus escritos, anunciaron al mundo el gran misterio del reino de Dios, lo predicaron tal como se predica y anuncia todavía en nuestros días, y tal como será predicado y anunciado hasta el fin del mundo. Los hombres no creerán a ese día, cuando esté para cumplirse el misterio, hasta que llegue; cómo en tiempo del diluvio, cuando Noé lo anunció al mundo por espacio de mas de cien años, los hombres de su época sé negaron a dar fe a su palabra. «Por eso nos dice Jesucristo en San Mateo, c. XXIV. v. 7. Así como en los días de Noé así será también la venida del Hijo del hombre. Porqué cómo en los días antes del diluvio se estaban comiendo bebiendo, casándose y dándose en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no lo entendieron hasta que vino el diluvio, y los llevó a todos: así será también la venida del Hijo del hombre».
VII Vers. 8. Y oí la voz del cielo que hablaba otra vez conmigo, y que decía: ve y toma el libró abierto de mano del ángel, que está sobre la mar, y sobre la tierra.
Vers. 9. Y me fui al ángel, y le dije, que me diese el libro. Y me dijo: Toma el libro, y trágalo; y hará amargar tu vientre, mas en tu boca será dulce como la miel.
Vers.10. Y tome el libro de mano del ángel, y le tragué: y era dulce en mi boca como la miel; y cuando le hube tragado, fui mi vientre amargado.
Vers.11. Y mé dijo: Es necesario que otra vez profetices a muchas gentes, y a pueblos, y lenguas, y a reyes.
San Juan representando aquí la persona moral de la Iglesia toda, nos instruye con esas palabras, de la cualidad y efectos del libro del que mas arriba se habló, nos demuestra esas cosas con una metáfora que saca él de la acción de comer. En efecto, por el sabor y digestión de los alimentos copáramos y experimentamos la calidad y efectos de ellos; porque muchas cosas son dulces y agradables al paladar, mientras que son de amarga y difícil digestión, y viceversa. Eso es también lo que sé verifica en las cosas celestiales y espirituales. Por ejemplo, leemos gustosos, y hablamos con placer de las tribulaciones y sufrimientos de los santos mártires, alabamos y admiramos la vida de los santos, sus virtudes heroicas, su conducta irreprensible, sus sacrificios, abnegaciones etc. etc.; pero si tenemos que tragar una sola gota del cáliz de ellos, al momento produce una amargura que nuestras entrañas no soportan; y la digestión, sea la practica e imitación de su vida, nos parecen duras y pesadas. Distinguense por el contexto y principio del capitulo siguiente, otras cuatro cualidades de este libro: 1° Contiene una doctrina sana, unánime y santa en materia de fe y buenas costumbres, cualidad significada con estas palabras: En tu boca será dulce como la miel. Esas voces contienen una metáfora, así como la miel es dulce en la boca de los hombres, así también la pura doctrina y la sana moral son dulces en la boca del justo, pero en la boca de los malos amargas como la hiel. De hay este pasaje del Salmo CXVIII v. 103: «Cuan dulces son tus palabras a mi paladar, mas que la, miel a mi boca». Isaías dice también de Cristo c. VII: «Manteca y miel comerá, hasta que sepa desechar lo malo, y escoger lo bueno». Pues como este libro será obra del Espíritu Santo; dice con razón San Juan que será dulce corno la miel en la boca de toda la iglesia a la que él representa; es decir, que será recibido con entusiasmo y unánime consentimiento. 2.º Producirá gran conmoción, porque esta obra de Dios no se realizará sin graves dificultades, ni sin resistencia: y llegará a ser regada con la sangre de los mártires; porque, el mundo, demonio y carne, han resistido siempre y siempre resistirán a las obras de Dios, permitiéndolo la divina sabiduría para que mejor resalte el pensamiento del sabio. Prov. c. XXI. V. 30: «No hay sabiduría, no hay prudencia, no hay consejo contra el Señor». Esa tempestad la levantarán en primer lugar los poderosos del siglo, que resistirán con las armas al gran Monarca, y perseguirán a los que emprendan la conversión de los pueblos a la fe católica que el Monarca mandara a predicar por tierra y por mar, etc. Por eso se dijo mas arriba que después de haber clamado el ángel que se tenia en pie sobre la tierra y sobre la mar, siete truenos hablaron sus voces, Véase lo que se dijo mas arriba, versículo 4. 2.° La ejecución de este concilio experimentará también grande dificultad de la parte de los malos sacerdotes; cuando hayan de desaparecer enteramente las Venus, así como los ídolos de oro y plata y la vida ociosa. Todas esas dificultades están expresadas con estas palabras: Y cuándo lo hube tragado, fue mi vientre amargado. Como dijimos, San Juan representa aquí la persona de toda la Iglesia que ha de sufrir amarguras, tribulaciones y muchas dificultades en la ejecución de este concilio; pero esos males no prevalecerán, tampoco podrán los enemigos de la iglesia impedir el que se cumpla la grande obra de Dios. 3.° Para dar consuelo y seguridad a la Iglesia, el enviado celestial añade al instante el tercer efecto del libro, la predicación del Evangelio y de la fe católica a muchas gentes, y a pueblos, y lenguas, y a reyes; esto es, en los países que el mahometismo, el cisma, el Protestantismo y toda otra secta habían separado del seno de su madre, la Iglesia romana. Esto es lo que expresan las palabras siguientes: Y me dijo: es necesario que otra vez profetices a muchas gentes, y a pueblos, y lenguas y a reyes. Esas palabras se dirigen a la Iglesia que San Juan representa; ella predicará por la voz de sus enviados a los pueblos que ya habían conocido la luz de la fe católica, pero que defeccionaron. Eso es indican las voces: Es necesario qué otra vez profetices, a fin que en los últimos tiempos, sea la fe católica predicada de nuevo a muchas gentes, y a pueblos, y lenguas, y a reyes, que se apartaron de la Iglesia, etc. Hé ahí lo que efectivamente acontecerá en la sexta edad, en la edad de consuelo, que durará hasta la séptima y última edad de consumación.
San Juan representando aquí la persona moral de la Iglesia toda, nos instruye con esas palabras, de la cualidad y efectos del libro del que mas arriba se habló, nos demuestra esas cosas con una metáfora que saca él de la acción de comer. En efecto, por el sabor y digestión de los alimentos copáramos y experimentamos la calidad y efectos de ellos; porque muchas cosas son dulces y agradables al paladar, mientras que son de amarga y difícil digestión, y viceversa. Eso es también lo que sé verifica en las cosas celestiales y espirituales. Por ejemplo, leemos gustosos, y hablamos con placer de las tribulaciones y sufrimientos de los santos mártires, alabamos y admiramos la vida de los santos, sus virtudes heroicas, su conducta irreprensible, sus sacrificios, abnegaciones etc. etc.; pero si tenemos que tragar una sola gota del cáliz de ellos, al momento produce una amargura que nuestras entrañas no soportan; y la digestión, sea la practica e imitación de su vida, nos parecen duras y pesadas. Distinguense por el contexto y principio del capitulo siguiente, otras cuatro cualidades de este libro: 1° Contiene una doctrina sana, unánime y santa en materia de fe y buenas costumbres, cualidad significada con estas palabras: En tu boca será dulce como la miel. Esas voces contienen una metáfora, así como la miel es dulce en la boca de los hombres, así también la pura doctrina y la sana moral son dulces en la boca del justo, pero en la boca de los malos amargas como la hiel. De hay este pasaje del Salmo CXVIII v. 103: «Cuan dulces son tus palabras a mi paladar, mas que la, miel a mi boca». Isaías dice también de Cristo c. VII: «Manteca y miel comerá, hasta que sepa desechar lo malo, y escoger lo bueno». Pues como este libro será obra del Espíritu Santo; dice con razón San Juan que será dulce corno la miel en la boca de toda la iglesia a la que él representa; es decir, que será recibido con entusiasmo y unánime consentimiento. 2.º Producirá gran conmoción, porque esta obra de Dios no se realizará sin graves dificultades, ni sin resistencia: y llegará a ser regada con la sangre de los mártires; porque, el mundo, demonio y carne, han resistido siempre y siempre resistirán a las obras de Dios, permitiéndolo la divina sabiduría para que mejor resalte el pensamiento del sabio. Prov. c. XXI. V. 30: «No hay sabiduría, no hay prudencia, no hay consejo contra el Señor». Esa tempestad la levantarán en primer lugar los poderosos del siglo, que resistirán con las armas al gran Monarca, y perseguirán a los que emprendan la conversión de los pueblos a la fe católica que el Monarca mandara a predicar por tierra y por mar, etc. Por eso se dijo mas arriba que después de haber clamado el ángel que se tenia en pie sobre la tierra y sobre la mar, siete truenos hablaron sus voces, Véase lo que se dijo mas arriba, versículo 4. 2.° La ejecución de este concilio experimentará también grande dificultad de la parte de los malos sacerdotes; cuando hayan de desaparecer enteramente las Venus, así como los ídolos de oro y plata y la vida ociosa. Todas esas dificultades están expresadas con estas palabras: Y cuándo lo hube tragado, fue mi vientre amargado. Como dijimos, San Juan representa aquí la persona de toda la Iglesia que ha de sufrir amarguras, tribulaciones y muchas dificultades en la ejecución de este concilio; pero esos males no prevalecerán, tampoco podrán los enemigos de la iglesia impedir el que se cumpla la grande obra de Dios. 3.° Para dar consuelo y seguridad a la Iglesia, el enviado celestial añade al instante el tercer efecto del libro, la predicación del Evangelio y de la fe católica a muchas gentes, y a pueblos, y lenguas, y a reyes; esto es, en los países que el mahometismo, el cisma, el Protestantismo y toda otra secta habían separado del seno de su madre, la Iglesia romana. Esto es lo que expresan las palabras siguientes: Y me dijo: es necesario que otra vez profetices a muchas gentes, y a pueblos, y lenguas y a reyes. Esas palabras se dirigen a la Iglesia que San Juan representa; ella predicará por la voz de sus enviados a los pueblos que ya habían conocido la luz de la fe católica, pero que defeccionaron. Eso es indican las voces: Es necesario qué otra vez profetices, a fin que en los últimos tiempos, sea la fe católica predicada de nuevo a muchas gentes, y a pueblos, y lenguas, y a reyes, que se apartaron de la Iglesia, etc. Hé ahí lo que efectivamente acontecerá en la sexta edad, en la edad de consuelo, que durará hasta la séptima y última edad de consumación.
De la extensión y exaltación de la Iglesia.
CAPITULO XI.- Vers.1-12.
Vers. 1.- Y me fue dada una caña semejante a una vara, y se me dijo: Levántate y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.
I. Esas palabras anuncian el cuarto efecto del libro mencionado, y tendrá por objeto la predicación del Evangelio con la ayuda de la divina misericordia; es decir, la conversión de casi todo el universo a la fe católica una, verdadera, apostólica, y santa; porque la Iglesia latina se entenderá a lo largo y a lo ancho, por tierra y por mar; y será consolada y glorificada. Se le manda a San Juan que la mida, para significar su inmensa extensión y los muchos pueblos que acudirán hasta de muy lejos, concurriendo a ella de los extremos de la tierra. Está escrito en el Génesis. c. XV, v.5: «El Señor saco fuera a Abrám, y dijole: Mira el cielo, y cuenta las estrellas, si puedes...Así será tu posteridad». De igual manera nos dice aquí San Juan: 1.° Y me fue dada una caña semejante a una vara. La vara sirve para medir edificios, campos y otras cosas de ese tenor, en largo, ancho y profundo, en una palabra, las superficies y cubos. En ese sentido usan también los obispos del báculo episcopal, como para medir el suelo y paredes de los templos e Iglesias, en las ceremonias de consagración. La caña, semejante a una vara, fue además dada en espíritu a San Juan, para significar con una metáfora, que inmediatamente antes de los últimos tiempos, la Iglesia será inmensa, y como de nuevo edificada y consagrada a su esposo Jesucristo, 2.° Y se me dijo: Levántate. Estas palabras significan también que el templo del Señor se agrandará inmensamente y se construirá en las cuatro partes del mundo. Levántate, esto es, deja tu lugar, tu tierra, y camina por todos los ángulos del mundo para poder medir este templo. Se le manda a San Juan se valga de esta manera de hablar y de escribir para consuelo de la Iglesia conforme a lo que se refiere en el Génesis, c. XIII. v. 14: «Dijo el Señor a Abrám …. Alza tus ojos, y mira desde el lugar, en que ahora estás hacia el septentrión y el medio día, hacia el oriente y el poniente. Toda la tierra, que registras, te daré a ti y a tu posteridad para siempre. Y haré tu linaje como el polvo de la tierra: si puede alguno de los hombres contar el polvo de la tierra, podrá también contar tu descendencia. Levántate, y recorre la tierra a lo largo de ella, y a su ancho, porque a ti te la tengo que dar». Sé sabe que esta posteridad de Abrám había de extenderse según la fe inmensamente, en cuya posteridad en efecto están incluidos todos los hijos de la fe desde el tiempo de Abrám hasta el último día del mundo. 3.º Y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Por el templo, que se manda a San Juan medir aquí, se entiende la inmensa extensión de la nueva Iglesia que se unirá a la Iglesia latina por la conversión de las naciones, en América, África, Asia y Europa, cuyo feliz principio vimos en la quinta edad, en China, Indias, Japón y en otras regiones mas. El altar significa metafóricamente el honor y exaltación del Santo Sacrificio de la Misa, que será celebrado en toda la superficie de la tierra; y los hombres con gran fe glorificarán también en el altar, el nombre de N. S. Jesucristo. Y a los que adoran en él: Esas palabras indican en primer lugar, a los sacerdotes; el texto latino dice: (in eo) en el altar, porque los sacerdotes se esparcirán sobre toda la tierra en gran multitud, y por el sacrificio perpetuo, adorarán a Dios Padre, y a su Hijo Jesús, en unión con el Espíritu Santo. Y a los que adoran en él. Esas palabras significan también los cristianos, que tendrán grandísimo celo para asistir a este augusto sacrificio, y frecuentar el banquete eucarístico. Jesucristo habla de esta sexta edad de la Iglesia en San Mateo. c. XXIV. v. 15, y lo indica como una señal precursora de la última desolación y del día de su segundo advenimiento. «Y será predicado este Evangelio del reino por todo el mundo, en testimonio a todas las gentes; y entonces vendrá el fin». Lo mismo en San Juan, c. X, v. 16: «Tengo también otras ovejas, que no son de este aprisco: es necesario que yo las traiga, y oirán mi voz, y será hecho un solo aprisco, y un pastor». Igualmente en Isaías, c. II v. 2: «Y en los últimos días estará preparado el monte de la casa del Señor en la cumbre de los montes, y se elevará sobre los collados, y correrán a él todas las gentes». En fin, en el profeta Miqueas. c. IV v. 12 etc.
De la tierra reservada a los gentiles y al Anticristo,
sin que jamás haga parte de la Iglesia de Cristo.
CAPITULO XI.—Vers. 2—3.
1. Vers. 2. Mas el atrio, que está fuera del templo, déjalo fuera, y no lo midas; porque se ha dado a las gentes. Con estas palabras, Jesucristo instruye a su Iglesia por San Juan, del estupendo secreto y divino permiso tocante al reino de Mahoma y del Anticristo, cuyo precursor y tipo fue Mahoma mismo. Porque de la mezcla de estas dos razas, judíos y gentiles, nacerá y vendrá el hijo de perdición, el Anticristo, que reinará sobre ellas. De esta suerte el imperio turco no será enteramente destruido, sino que de él quedará un reino de una cierta extensión formado de esas razas, Jesucristo habla expresamente de este reino, en San Mateo, c, XXIV, v. 15: «Por tanto, cuando viereis que la abominación de la desolación....está en el lugar santo, etc., y en San Marcos, c. XIII v. 14: «Y cuando viereis la abominación de la desolación estar, en dónde no debe, etc.» Pues para que todas las profecías se cumplan, Dios, en sus secretos consejos, permitirá a los gentiles ocupar la Palestina, tierra Santa y demás reinos que Judas e Israel habitaban en otro tiempo, y los poseerán hasta que se cumpla la total prevaricación. Tenemos una prueba palpable dé este misterio de su voluntad, en no permitir desaparezca enteramente o perezca esta generación formada de Turcos y de Judíos, hasta que haya producido el hijo de iniquidad. ¿Cuantos emperadores, reyes y príncipes no se han esforzado en tomar la tierra santa, sin ningún suceso, o al menos sin obtener otros resultados más que victorias intempestivas, cuyo frutos se perdieron muy pronto? ¡Cuan horrenda cosa es la continua discordia entre los príncipes cristianos sobre esta grande e interminable cuestión! Así es como nuestro orgullo y maldad pusó siempre obstáculo al aniquilamiento del poder y reino de los Turcos, hasta que nosotros cristianos, colmemos nosotros mismos la medida de nuestros pecados, y acabe el Señor de disgustarse de su Iglesia, permitiendo al hijo de perdición se enorgullezca. En el antiguo Testamento hallamos un ejemplo de ese disgusto del Señor por la casa de Israel, figura de la cristiandad en el Nuevo, IV. Reg., c. X. v. 32. «En aquellos días comenzó el Señor a mirar con hastió a Israel, etc». Lo que con respecto a la sinagoga de los Judíos fue Assur figura de los turcos, estos lo son y serán con respecto a la Iglesia latina. Por grande pues que deba ser la extensión de la Iglesia latina en la sexta edad, sin embargo, ni la Palestina, ni la tierra santa, ni otros reinos del Oriente pertenecerán jamás al aprisco de Jesucristo. Porque en esas tierras reservadas a los gentiles nacerá y surgirá el reino del hijo de perdición, á quien todo los Judíos reconocerán por su rey, y se reunirán del Oriente, Occidente, Norte, Mediodía, montañas desiertas para juntársele. Jesucristo habla de esta circunstancia: cuando dice Joa., c. V. v.43. «Yo vine en nombre de mi Padre, y no me recibís: si otro viniere en su nombre, a aquel recibiréis». Jesucristo habla también de la tierra santa, y de la desolación de los Judíos y gentiles, en San Mateo c. XXIII. v. 32: «porque os digo, que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor». Jesucristo dice también expresamente de Jerusalén: Luc. c. XXI. v. 14: «Jerusalén será hollada de los gentiles hasta que se cumplan los tiempos de las naciones». De allí continúa el texto: Mas el atrio, que está fuera, déjalo fuera. Por atrio, se entiende la Palestina o tierra Santa y Jerusalén, como igualmente la sinagoga de los Judíos; y por templo, se entiende la Iglesia de las naciones de Cristo. Porque 1.° en los atrios de los palacios de los reyes es donde deben aguardar los súbditos hasta que los reciba en audiencia el soberano. 2.º Los que están en los atrios solo ven la construcción exterior de los palacios, mas no los escondrijos ni las bellezas internas hasta tanto que los introduzcan a dentro. 3.° El atrio es siempre, con respecto al palacio, la parte menos espaciosa y menos adornada. 4.° En el atrio es donde los Criados del rey esperan sus órdenes como con susto, para servir a su amo según su voluntad, etc. Así fue, es aun, y será perfectamente la Palestina o Tierra Santa y sinagoga de los Judíos con respecto a la Iglesia de Jesucristo. Porque 1.° en el antiguo Testamento, todos los Judíos aguardaban en el atrio del Templo de Dios, que eran, los limbos, y nadie pudo ser admitido en el palacio celestial, a la presencia del Señor Dios omnipotente, hasta el cumplimiento del gran misterio: «El verbo sé hijo carne», y hasta qué Jesucristo resucitara, para conducirlos a su real y eterno palacio. 2.° En el Antiguo Testamento, los Judíos estaban como en vueltos en una nube, y no podían ver los misterios de Dios sino de lejos, como en un espejo bajo oscuras imágenes, mientras que nosotros, cristianos, habiendo sido introducidos por Jesucristo mismo a su palacio real, que es la Iglesia, conocemos, vemos, y entendemos distintamente los misterios por la palabra de vida, como se ve en la primera carta de San Juan . c. I v. 1. Además: así como un atrio es imperfecto, estrecho y toscamente construido en comparación del palacio real cuya entrada forma, así también en proporción, la sinagoga de los Judíos fue imperfecta, estrecha y toscamente edificada, comparativamente a la Iglesia de Cristo a la que fueron y serán admitidas todas las naciones de la tierra. 5.° La sinagoga y sus hijos no eran recibidos sino a titulo de criados, siendo así que la Iglesia nuestra madre se despojó de todo temor servil, para cambiarlo en amor, y sus hijos ya no son esclavos, sino que son ciudadanos de la ciudad santa, y hasta llegan a ser hijos de Dios: (Eph. c. II. v. 19, Gal. c.IV. y I Jon. c. III). Así Jerusalén y el país que le estaba sometido, lo mismo que la sinagoga de los Judíos no eran otra cosa más que el atrio del templo de la Iglesia católica. Por eso se dice a San Juan: Mas el atrio, que esta fuera del templo, déjalo fuera. El texto latino dice: (ejice foras) arrójalo fuera. (1) Este es un modo de hablar del que usan los reyes y príncipes para confirmar y sancionar los decretos dados ab irato, o por una cosa de alta importancia, queriéndolos irrevocables. 2.º Se arrojan las cosas inútiles, gastadas e inservibles. De ese modo es como Jesucristo manda a San Juan que deje también fuera Jerusalén, Tierra Santa y toda la nación judaica antes desechada ya por justo juicio del Altísimo. Dios confirma así la sentencia dé reprobación, en cuya virtud fue la nación Judaica dispersada por toda la tierra, y Jerusalén con toda la Palestina entregada al dominio de las gentes, sin poder jamás pertenecer a la Iglesia de Dios. Aunque haya sido la antigua Jerusalén destruida de arriba a bajo, se ha reconstruido sin embargo en el lugar donde Jesucristo fue crucificado, y la religión cristiana planteada; pero no pudo sostenerse, a causa de las frecuentes invasiones de los Sarracenos. En fin habiendo Cosroes dado muerte o llevándose cautivos a todos los cristianos que habitaban en esa ciudad, la tomó y sus sucesores siguieron hasta el día dueños de ella, exceptuado el intervalo de unos cuantos años durante los cuales tuvo por reyes a Godofreo y a su hermano. Todas las expediciones que después se hicieron para reconquistar la tierra Santa conocidas con el nombre de cruzadas, por grandes y poderosas que fueran, de nada sirvieron, frustradas por las guerras, disensiones y orgullo de los cristianos. Por eso se le dice a San Juan: Mas el atrio, qué está fuera del templo, déjalo fuera, y no lo midas; porqué se ha dado a gentes. He ahí de nuevo él modo como habla un jefe de guerra o príncipe que desconfiando poder guardar bajo su dominación una ciudad, ya por estar en sus cercanías un enemigo fuerte, ya por la hostilidad de sus habitantes, ordena que no se la cuente mas entre las ciudades de su reino, y si, sea abandonada al arbitrio de los extranjeros. De esa suerte se le encarga a San Juan informe expresamente a la cristiandad que, en los circunscritos limites que se extenderán sumamente en la sexta edad; no son comprendidas la Judea y Tierra Santa. De lo qué da inmediatamente la razón siguiente: Porque (ese, atrio) se ha dado a las gentes, es decir, que abstracción hecha de los pocos años durante los cuales perteneció Jerusalén a los cristianos bajo Godofreo y su hermano, lo que no merece se haga de ello mención, ese territorio continuará abandonado a las naciones, hasta que sea consumada la prevaricación. Y hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses. Estas palabras señalan el tiempo que esas naciones dominarán a dicho país bajo el imperio y secta de Mahoma y de los Turcos, de quienes más abajo hablaremos. Por consiguiente durará su reino cuarenta y dos meses, que forman mil doscientos setenta y siete años y medio. Pero no siempre tendrá igual poder; porque hacia el fin, será reducido a un pequeño reino, como se dijo mas arriba. Finalmente, para saber que años lleva ya de existencia, es preciso ir a su origen del que en otra parte hablaremos. Y hollarán la ciudad Santa, etc. Por la ciudad Santa se entiende la actual Jerusalén, se la llama santa, por ser santo el lugar donde fue edificada, y también por haber sido allí Jesucristo crucificado. Por la ciudad Santa el profeta entiende toda la Palestina, tomando la parte por el todo. Las naciones la hollarán, esto es, la dominarán. Porque lo que uno pisotea lo tiene bajo sus pies, lo domina y trata a su capricho. Esas voces significan por tanto el imperio de las naciones sobre la ciudad santa. Ahora, ¿porque motivo San Juan nombra las naciones y no al jefe de ellas? Es que cita el cuerpo por la cabeza, supuesto que esas naciones profesarán siempre la secta de Mahoma, y este fue también el fundador de ese imperio. Esas naciones no siempre existieron bajo el mismo imperio de Mahoma por sucesión inmediata, supuesto que allí hubo cambios y pasó a otras manos; pero la secta siempre fue la misma, como más allá veremos. Empero, como aquí el profeta no describe al jefe mismo de esta secta impía, que fue Mahoma, tipo y precursor del Anticristo, sino que describe el tiempo que durará el imperio del cual es fundador, con razón nombra de preferencia a las naciones que constantemente perseverarán en su secta, hasta que se cumplan los cuarenta y dos meses y medio de duración. Por lo que se acaba de decir, se conoce porque los ejércitos de las cruzadas a veces tan numerosos y fuertes, y tantas expediciones guerreras emprendidas en diversas épocas con fin tan santo contra los Sarracenos y Turcos, tuvieron tan inútil resultado. Porque poniendo a parte algunas de las principales causas que las malograron como los celos de los Griegos, los pecados y escándalos de los cruzados, y otros obstáculos y calamidades diversas, quédanos por razón de este hecho la voluntad divina, cuyo querer era que se cumplieran las profecías tocante a reinos, tiempos y prevaricaciones. Esto no impide sin embargo, hayan sido recompensados de sus generosos sacrificios y de sus piadosos trabajos, los santos guerreros que; encontrándose en la paz del Señor, fenecieron por el acero enemigo, y en general todos aquellos que tomaron parte a ésas gloriosas expediciones. Porque no se debe pensar que esas empresas hayan emanado de otra fuente que de la inspiración del Espíritu Santo, con el objeto de procurar a los soldados cristianos una muerte gloriosa y meritoria, derramando su sangré por el nombre de Jesús, quebrantar las fuerzas del enemigo, mantenerlo en el temor, y estorbar que saliendo de sus limites extermine a los cristianos.
(I) N. d. T. E. Hemos puesto aquí, arrójalo fuera, por guardar la fuerza de la palabra francesa jette-le dehors,t y así también se puede traducir el ejice foras del latín, aunque en la versión del texto del Apocalipsis por Scio se lee: Déjalo; en trances: le párvis laissez—le: El atrio déjalo; pero en el lugar notado se lee: jette-le dehora.
INTERPRETACIÓN DEL APOCALIPSIS
Venerable Bartolomé Holzhauser.
Paginas 314 a la 337.
Traducido al Español por el
Reverendo Padre Fray Ramón de Lérida,
Capuchino Misionero Apostólico.
Imprimátur
Fr. Damiano de Vareggio Vist. Apost. I Comis. Gen. Cap.
Serena, 6 Mayo 1860.
Imprimase
EL OBISPO DE LA SERENA (CHILE)
Imprenta de la Serena.- Convento de San Agustín N.º 36.
Año 1860.