viernes, 18 de agosto de 2017

LO QUE NOS ENSEÑA EL ATENTADO DE BARCELONA



1.- Lo primero que debía haber habido es una declaración oficial del gobierno, de la guardia civil y de la policía sobre el atentado. Pero ha sido la Generalidad y sus mozos de escuadra (los “mosus” dicen todos los cantamañanas) quienes han corrido con esa formalidad. Sin embargo las competencias antiterroristas no han sido transferidas ni podrían serlo, pertenecen al gobierno, no a la autonomía, la cual se ha comportado como dueña de país independiente. Este dato esencial no ha sido advertido por casi ningún analista, reflejo de cómo la política en España se ha transformado en una orgía de palabrería vacua, en una farsa. Algo parecido ha ocurrido con la seguridad del aeropuerto del Prat, que es competencia exclusiva del gobierno y debiera estar en manos de la Guardia Civil en todo momento. Rajoy y sus ministrillos simplemente incumplen la ley y reconocen por la vía del hecho consumado, una vez más, el estado residual del estado allí, y la práctica secesión de Cataluña. Y un gobierno que ni cumple ni hace cumplir la ley es simplemente un gobierno antidemocrático y delincuente. Aunque casi todo el mundo persista en hacer como si no se enterase, debido a la ausencia o precariedad de cultura democrática en España.

2.- Rajoy ha apelado en tuíter a la unidad contra el terrorismo. Pero ¿unidad con quién? Rajoy, precisamente, es el seguidor de Zapatero, que rescató a la ETA del borde del abismo, premió sus crímenes con legalidad, dinero público, presencia institucional, proyección internacional, liberación de presos, etc., admitiendo así los asesinatos como modo de hacer política y lograr puestos “representativos”. Ello supone destruir el estado de derecho, anulando la democracia en uno de sus rasgos principales. Nuevamente, la ausencia de cultura democrática en los partidos, analistas y comentaristas de los medios pasa por alto una operación delictiva absolutamente escandalosa, que ha hecho de España una democracia fallida, convirtiéndola en “el país de la Gran Patraña”, como la URSS era “el país de la Gran Mentira”.

3.- Dentro de esta farsa brutal hemos visto a los jefes de la Guardia Civil y la policía y otros mucho tratar de censurar las imágenes del atentado. Hipócritamente hablan de “respeto a las víctimas”, los mismos que han promocionado al máximo imágenes como la del bebé sirio ahogado. A quienes respetan realmente es a los terroristas, y la causa es simple: tratan de impedir lo que llaman “la islamofobia”. Esto, en un país donde la cristianofobia, los ataques directos e indirectos al cristianismo, base de la cultura europea, son el pan nuestro de cada día desde todos los ángulos, desde los LGTBI al gobierno y a los amigos del Frente Popular, más cada día. Lo que se persigue con esa política es desarmar de antemano cualquier oposición al islam, con el pretexto de que los yijadistas son solo una minoría.

4.- Los terroristas son siempre minorías, pero pueden tener más o menos apoyo. Y es evidente que tienen mucho. Irónicamente escribí en tuíter: “Creo que los cientos de miles de musulmanes en Cataluña van a manifestarse con furia contra el terrorismo islámico”. En París se convocó una manifestación de esas, a la que acudió un centenar de personas, no todas musulmanas. Los hechos reales son que la mayoría de los islámicos desprecian nuestra cultura, a lo que tienen derecho, pero no en nuestros países. La consideran una cultura decadente, en lo que probablemente tienen alguna y aun bastante razón. Y la tendencia general en el mundo islámico no es, desde hace muchos años, a una “occidentalización” sino a todo lo contrario. Basta ver fotografías de mujeres en Teherán, El Cairo Kabul y muchos otros lugares hace treinta o cuarenta años y las actuales. La misma Turquía, antaño una peculiar democracia tutelada por el ejército, sigue esa orientación. Y dentro de Europa, las crecientes minorías musulmanas tienden a una mayor radicalización. En España es particularmente peligroso porque la memoria de Al Ándalus sigue muy viva en el mundo islámico, como de vez en cuando se encargan de recordarnos.

5.- La Comisión islámica de España ha condenado “todo tipo de terrorismo”. La expresión es significativa, como la del PNV cuando, en relación con la ETA, “condenaba” todo tipo de violencia, es decir, la violencia “represiva” de los cuerpos de seguridad, equiparándola hipócritamente a los crímenes etarras. Hay que decir que, en la perversión del lenguaje habitual con el término terrorismo, no dejan de tener un argumento aparente: la UE, por medio de la OTAN, ha ayudado a sembrar el caos y la guerra civil, con cientos de miles de muertos, en Afganistán, Irak, Libia o Siria, provocado un golpe militar en Egipto, etc. El terrorismo islamista aparece entonces como una respuesta a tales hechos. Especialmente sangrante, y por haber intervenido España directamente en el crimen, fue el derrocamiento de Gadafi, que llevaba años de política moderada, derrocamiento que destruyó literalmente una sociedad antes tranquila, ordenada y rica. ¿Han visto a alguno de los políticos europeos causantes hacer el más mínimo análisis autocrítico al respecto? So pretexto de “democratizar” esos países los han llevado al desastre, y de paso están haciendo lo mismo en Europa. Me quedo prácticamente solo en la exigencia clave para España de abandonar la OTAN, una organización que supone una alianza con un país invasor de nuestro territorio (Inglaterra) en un punto clave para nuestra defensa, así como la desprotección de Ceuta y Melilla, ciudades españolas de hecho reservadas por la OTAN a Marruecos, a plazo más o menos largo. Una organización que convierte a nuestras fuerzas armadas en un ejército cipayo al servicio de intereses ajenos, bajo mando ajeno y en lengua ajena.

6.- Repliqué a uno de esos tuits que predicaban la unidad para acabar con los yijadistas: “Lo primero sería acabar con los repugnantes gobiernos que han premiado a la ETA y favorecido a los islámicos. Sin eso no hay nada que hacer”.