La Iglesia, dice Don Bosco:"debera pasar tiempos criticos y sufrir grandes daños pero al final el Cielo mismo intervendra para Salvarla. Después vendra la paz y habra en la Iglesia un nuevo y vigoroso florecimiento.
Me vi sobre una pequeña isla rocosa en medio del mar, mientras la tempestad rugia furiosa. Entonces surgio una nave grande y potente, que las olas gigantescas combatian, lanzandola de derecha a izquierda.
El Papa estaba erguido sobre esa embarcación y a su Lado, divise cardenales, obispos, sacerdotes, religiosas y mucha gente.
Comprendi que esa vision debia significar la Santa Iglesia Catolica.
Muchas naves poderosas y enemigas la circundaron y arremetieron contra ella, causandole daños, para que naufragara.
Cuando he aquí que el Papa cae herido gravemente. Inmediatamente los que le acompañan acuden a ayudarle y le levantan. El Pontífice es herido una segunda vez, cae nuevamente y muere. Un grito de victoria y de alegría resuena entre los enemigos; sobre las cubiertas de sus naves reina un júbilo indecible. Pero apenas muerto el Pontífice, otro ocupa el puesto vacante.Los cardenales que estaban en la nave de la Iglesia eligieron inmediatamente, de entre ellos al nuevo Papa. Al mismo tiempo se conoció en el mundo la doble noticia de la muerte del Papa y la elección de su sucesor. Los enemigos comienzan a desanimarse.
Difícil sobre toda ponderación, fue el deber que asumió el nuevo Pontífice, su nave con grandes averias, parecia perdida al empuje de los furiosos ataques de sus enemigos, que se creian dueños de la victoria.
Entonces vi surgir entre las tinieblas y sobre la tormenta dos magnificas columnas luminosas. Sobre una de ellas campea una estatua de la Virgen Inmaculada, a cuyos pies se ve un amplio cartel con esta inscripción: "Auxilium Christianorum".
Sobre la otra columna, que es mucho más alta y más gruesa, hay una Hostia de tamaño proporcionado al pedestal y debajo de ella otro cartel con las palabras: "Salus credentium" (Salvación de los creyentes).Renació la esperanza y se fortalecieron los ánimos entre la gente que estaba en la nave de la Iglesia.
El nuevo Papa, venciendo y superando todos los obstáculos, dio la orden de arrumbar hacia las dos columnas y al llegar al espacio comprendido entre ambas, la amarra con una cadena que pende sobre la proa a un áncora de la columna que ostenta la Hostia; y con otra cadena que pende de la popa la sujeta de la parte opuesta a otra áncora colgada de la columna que sirve de pedestal a la Virgen Inmaculada. Cumplido esto, hizo que la nave anclara alli fijamente.
Entonces se produce una gran confusión; observe la desbandada de barcos enemigos que se dan a la huída, se dispersan, se chocaban entre si y se aniquilaban mutuamente.Unas al hundirse procuran hundir a las demás. Otras navecillas que han combatido valerosamente a las ódenes del Papa, son las primeras en llegar a las columnas donde quedan amarradas.Algunos pudieron escapar del desastre y desaparecieron de mis miradas. Numerosos naufragos de las embarcaciones destruidas, nadaban y remaban sobre los restos flotantes, hacia la gran nave de la Iglesia, que los acogió con misericordia y los puso a salvo.
En el mar reina una calma absoluta .
Me vi sobre una pequeña isla rocosa en medio del mar, mientras la tempestad rugia furiosa. Entonces surgio una nave grande y potente, que las olas gigantescas combatian, lanzandola de derecha a izquierda.
El Papa estaba erguido sobre esa embarcación y a su Lado, divise cardenales, obispos, sacerdotes, religiosas y mucha gente.
Comprendi que esa vision debia significar la Santa Iglesia Catolica.
Muchas naves poderosas y enemigas la circundaron y arremetieron contra ella, causandole daños, para que naufragara.
Cuando he aquí que el Papa cae herido gravemente. Inmediatamente los que le acompañan acuden a ayudarle y le levantan. El Pontífice es herido una segunda vez, cae nuevamente y muere. Un grito de victoria y de alegría resuena entre los enemigos; sobre las cubiertas de sus naves reina un júbilo indecible. Pero apenas muerto el Pontífice, otro ocupa el puesto vacante.Los cardenales que estaban en la nave de la Iglesia eligieron inmediatamente, de entre ellos al nuevo Papa. Al mismo tiempo se conoció en el mundo la doble noticia de la muerte del Papa y la elección de su sucesor. Los enemigos comienzan a desanimarse.
Difícil sobre toda ponderación, fue el deber que asumió el nuevo Pontífice, su nave con grandes averias, parecia perdida al empuje de los furiosos ataques de sus enemigos, que se creian dueños de la victoria.
Entonces vi surgir entre las tinieblas y sobre la tormenta dos magnificas columnas luminosas. Sobre una de ellas campea una estatua de la Virgen Inmaculada, a cuyos pies se ve un amplio cartel con esta inscripción: "Auxilium Christianorum".
Sobre la otra columna, que es mucho más alta y más gruesa, hay una Hostia de tamaño proporcionado al pedestal y debajo de ella otro cartel con las palabras: "Salus credentium" (Salvación de los creyentes).Renació la esperanza y se fortalecieron los ánimos entre la gente que estaba en la nave de la Iglesia.
El nuevo Papa, venciendo y superando todos los obstáculos, dio la orden de arrumbar hacia las dos columnas y al llegar al espacio comprendido entre ambas, la amarra con una cadena que pende sobre la proa a un áncora de la columna que ostenta la Hostia; y con otra cadena que pende de la popa la sujeta de la parte opuesta a otra áncora colgada de la columna que sirve de pedestal a la Virgen Inmaculada. Cumplido esto, hizo que la nave anclara alli fijamente.
Entonces se produce una gran confusión; observe la desbandada de barcos enemigos que se dan a la huída, se dispersan, se chocaban entre si y se aniquilaban mutuamente.Unas al hundirse procuran hundir a las demás. Otras navecillas que han combatido valerosamente a las ódenes del Papa, son las primeras en llegar a las columnas donde quedan amarradas.Algunos pudieron escapar del desastre y desaparecieron de mis miradas. Numerosos naufragos de las embarcaciones destruidas, nadaban y remaban sobre los restos flotantes, hacia la gran nave de la Iglesia, que los acogió con misericordia y los puso a salvo.
En el mar reina una calma absoluta .
San Juan Bosco, visión del 26 de mayo de 1862.
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