JUAN FELIPE CAMPOS RODRÍGUEZ
Cura de Torrenueva
Cursa los estudios eclesiásticos en el Seminario de Ciudad Real y es ordenado de Presbítero en diciembre de 1906, celebra su primera Misa en Torrenueva. Ejerció el ministerio sacerdotal en Los Pozuelos de Calatrava, Villanueva de los Infantes, Cózar, Carrión de Calatrava. Estando en Carrión de Calatrava participa en el Concurso de parroquias y obtiene en propiedad la Parroquia de Cózar en la que ya había servido como coadjutor. Para vivir con su hermana pide la coadjutoría de Santa Cruz de Mudela y, últimamente, pasa a Torrenueva en el mes de septiembre de 1930 donde ejerce el ministerio sacerdotal hasta su martirio, el 9 de agosto de 1936.
El mismo día 19 de julio de 1936 comienza la persecución y martirio que guarda mucha semejanza con el de don Gabriel Campillo Sánchez, párroco de Montiel, asesinado el 20 de noviembre de 1936. Su martirio fue de los más horrorosos de la diócesis, según los diversos testimonios recogidos referentes al martirio. Tal vez, el relato que mejor recoge los hechos, y que por su brevedad y precisión podríamos llamar relato "oficial", sea éste:" "fue detenido el día 11 de agosto de 1936; procedieron a martirizarle destrozándole todos los dientes de la boca y sacándole los ojos. En este estado lo tuvieron al sol de agosto medio día y desnudo durante más de dos horas; una vez muerto, lo arrastrarón por la plaza pública trasládandolo" de "una checa a otra", teniéndole tres días insepulto en la misma celda en que se encontraban los restantes detenidos de Torrenueva. Cuando por fin decidieron llevarlo al cementerio, a fin de meterlo en un saco, le cortaron las dos piernas" (Así resulta acreditado de la información practicada por el Ayuntamiento de la localidad expresada obrante al folio 77 vtº de la pieza separada de "checas"; D. 3.216.906; A.H.N. Causa General).
La narración popular sitúa el martirio en dos escenarios: la iglesia y el patio de las escuelas. Lo detuvieron primero en la iglesia, tratando de que dijera, "dónde estaban escondidas las armas", acusación ésta muy generalizada, así como enemigos del orden establecido y del pueblo, contra los sacerdotes. Al no encontrar las armas, ya lo dejaron con los otros presos en la sacristía en donde empezó el martirio. Lo sacaban al presbiterio para que blasfemara y abjurara de su fe y a pesar de los golpes no consiguieron su propósito. Le pegaban golpes con el crucifijo metálico del altar derribándole los dientes y con candeleros grandes soportó golpes en la cara y en el cuerpo. Violentamente lo tiraron contra los confesionarios y le hicieron rodar varias veces por las escaleras del presbiterio. Después, viendo que no conseguían su propósito, medio desnudo lo ataron de los pies y metiéndolo en un saco, se lo llevaron arrastrando por el templo, y por las escaleras pétreas del atrio y por las de la plaza, a las escuelas municipales que estaban frente a la Iglesia, segundo escenario del martirio. Atado a los barrotes de una ventana, de donde colgaba como un crucificado, y después de una trilla contra la pared, fue sometido al tormento del sol, la sed y a los golpes, las mofas, los insultos más soeces y groseros. Con voz apagada pero firme don Felipe decía: “Dios mío perdónalos y da fortaleza a tu siervo” “Dios mío escúchame, que mi fortaleza no se quebrante”. Así entregó la vida el 9 de agosto de 1936.
CLODOALDO CAÑIZARES TEJERO
Coadjutor de Santa Quiteria de Alcázar de San Juan
Coadjutor de Santa Quiteria de Alcázar de San Juan Nace en Almagro a las doce de la noche del día 20 de octubre del año 1881 en el seno de una familia muy humilde. Fue bautizado el día 26 del mismo mes y año en la Parroquia de Madre de Dios en Almagro por don Eduardo Escobar y Carrero, Coadjutor de la parroquia. Fueron sus padres Francisco Cañizares González y María del Sacramento Rejero Álvarez naturales y vecinos de Almagro. Francisco, el padre, panadero de profesión y, Sacramento, la madre dedicada a las tareas de la casa. La infancia transcurre en un ambiente sencillo, junto con sus dos hermanas, en la calle Granada, n. 15, hasta que pasa primero al Seminario de Toledo y, posteriormente al de Ciudad Real para cursar los estudios eclesiásticos y, es ordenado de Presbítero, en junio del año 1906. Fueron, pues, treinta los años de su vida sacerdotal.
El año 1906 ya es coadjutor de Santa María La Mayor de Alcázar de San Juan y atiende el anejo de Alameda de Cervera donde se hace muy popular por su sencillez y cercanía. El año 1911 es trasladado de coadjutor a Manzanares. El año 1913 toma parte en el concurso de parroquias y obtiene la de Cañada de Calatrava. Renuncia a la parroquia y pasa de Coadjutor a Santa Quiteria de Alcázar de San Juan donde acabará sus días. En Alcázar de San Juan vive con dos hermanas quienes se dedican a la venta de encajes y tejidos, actividades tan peculiares en Almagro.
En la actualidad es recordado en Alcázar de San Juan por su humildad y sencillez. Sin especiales dotes oratorias, aunque bondadoso, cariñoso, solía celebrar la Misa para los niños cada Domingo y el Párroco D. Antonio, también mártir, administraba el sacramento de la Penitencia.
Mediada la noche del día 17 de agosto es apresado en su domicilio de la calle Santísima Trinidad y llevado a la prisión donde permanece hasta la noche del 29 del mismo mes en la que, junto con don Ángel Abengózar, Coadjutor de la Parroquia de Santa María La Mayor, fueron sacados para ser asesinados y abandonados en la carretera de Herencia en el sitio conocido por “La Sevillana”. Localizados por miembros de la Cruz Roja sus cuerpos fueron llevados al cementerio de Herencia hasta que pasada la guerra civil son trasladados y reciben sepultura en el Panteón de Alcázar de San Juan. Es recordado en la actualidad como “hombre bueno; sacerdote humilde, servicial, fiel, amigo de todos”.
Hace sus primeros estudios sacerdotales en el colegio de San José de Murcia, continuándolos en Ciudad Real. Toma parte, antes de ser ordenado de Presbítero, en el Concurso a Parroquias de 1904, obteniendo la de Valverde y recibido el Presbiterado, noviembre de 1905, se hace cargo de la parroquia.
Siendo estudiante de Teología en el Seminario de Ciudad Real colabora eficazmente en la formación de los alumnos de la comunidad de teólogos, gozando de la confianza del entonces Rector del Seminario, Sr. Ilumdain, así como de la estima de los alumnos. Dotado de especiales virtudes humanas y capacidad intelectual es enviado, una vez ordenado sacerdote, a doctorarse en Sagrada Teología en Toledo.
Posteriormente se le encomienda la Parroquia de Villahermosa. Concursa de nuevo el año 1913 y es nombrado Párroco del Santo Cristo de Valdepeñas que, al fin, permuta el 1924 por la Parroquia de La Solana.
Podemos decir que fue dos veces mártir. La primera, apresado por los milicianos en la calle Cristo del Valle es llevado a la cárcel instalada en el Monasterio de las monjas dominicas y en el trayecto cae víctima de una descarga, presenciada por dos jóvenes, que lo postra en tierra durante largo tiempo, sin que muera, en la mañana del 10 de agosto de 1936, hasta que alguien lo recoge y lleva al hospital de la Cruz Roja, donde es atendido. La segunda cuando, después de recuperado de las heridas, es sacado de ésta con el engaño de ser trasladado a su pueblo de origen, Tomelloso y, en las tapias del cementerio, es asesinado, el 30 de noviembre.
Sacerdote celoso y ejemplar, trabaja incansablemente en vitalizar, tanto en Valdepeñas como en La Solana, la Pía Unión de las Marías y de los Discípulos de San Juan.
En los tres meses que precedieron a su muerte sufre en la cárcel insultos, amenazas y, especialmente por las noticias de asesinatos de compañeros sacerdotes y feligreses, desmanes sacrílegos en los templos de la localidad. Muere perdonando a todos, especialmente a dos milicianos (prescindo de identificación) . Finalizada la guerra los restos son trasladados a su pueblo natal de Tomelloso donde reposan. En el cementerio de la localidad.
LUIS CASTELLANOS CARAVACA
Canónigo de la S. I. Prioral
Luis Castellanos Caravaca nace en Alcázar de San Juan el día 29 de octubre de 1898; hijo de Lope de Castellanos, sirviente de profesión y de Luisa Caravaca. Luis, el más joven de una familia humilde formada por cinco hijos(dos niñas y tres varones) , pasa su infancia en la calle de las Peñas y es conocido por don José Jiménez Manzanares, que llega a la parroquia de Santa Quiteria como coadjutor el 12 de octubre de 1907 y vive en la planta alta de una casa propiedad de los padres de Luis, en la calle San Francisco n.18. Luis con su familia ocupan la planta baja de la misma vivienda lo que explica el trato familiar con el joven Luis.
Luis al cumplir los 10 años es animado por D. José a ingresar en el Seminario. Y, en efecto, cuando don José Jiménez Manzanares deja Alcázar de San Juan trasladado a Valdepeñas, Luis era ya seminarista. Amistad entre sacerdote y seminarista se intensificará porque don José Jiménez vuelve a Alcázar de San Juan como Párroco de Santa María y, al dejar esta ciudad para ocuparse de la Parroquia de Infantes, el año 1913, Luis era ya un aventajado estudiante de Teología.
Cursa los estudios eclesiásticos en el Seminario de Ciudad Real con éxito; enviado a Roma, se licencia en Sagrada Teología en la Gregoriana. Regresa a Ciudad Real por razones de salud y canta Misa el 26 de septiembre de 1920 en la Parroquia de Santa María.
En Ciudad Real ejerce el ministerio sacerdotal primero como Capellán en la Academia Pérez Molina y pasó después a Alcázar de San Juan como Ecónomo de Santa María, su parroquia donde se bautizó, hizo la Primera Comunión, sintió la llamada al sacerdocio y celebró su Primera Misa. Desde Alcázar de San Juan oposita en octubre de 1928 y obtiene una plaza de Canónigo en la Catedral de Ciudad Real. Fue, también, uno de los cinco Jueces pro- sinodales del obispado. Pero, al suprimirse las asignaciones del Clero, en 1932, el obispo le propuso volver, en 1933, a la Parroquia de Santa María, en Alcázar de San Juan.
Desde el primer momento, se vio acosado por su condición sacerdotal. Llevado preso a la capital, junto con otros muchos, alguien consiguió que lo devolvieran a Alcázar de San Juan. Pero vivió sólo dos meses más. Y, cuando los aviones nacionales volaron con sus bombas la gasolinera de Alcázar de San Juan, fue sacado, al fin, en represalia y el 15 de septiembre era asesinado en los términos de Herencia. Su cadáver fue arrojado a una sima, sin que haya sido posible recuperar. Don Luis encontró la muerte por ser sacerdote, como el resto de sus compañeros.
Sacerdote humilde, sencillo a pesar de su formación y condición de Canónigo era estimado y respetad por todos. Cuidó con especial esmero de la Acción Católica. Fue asesinado sólo por ser sacerdote. Perdura su fama de martirio, en la actualidad.
Párroco de la Asunción y Arcipreste de Valdepeñas
Párroco de Malagón (1925 – 1936)
Puede Vd. continuar tranquilo entre nosotros
que nada ha de sucederle
ni nadie se ha de meter con Vd."
D. Domingo Chacón y Bellón nace en Membrilla (Ciudad Real) el día 21 de mayo del año 1887. Fueron sus padres José Chacón y Jerónima Bellón. Su hermana Ana le había precedido, siendo los dos únicos descendientes de este matrimonio. Quedó huérfano de padre desde muy niño, al morir éste por causa de la viruela. En los primeros años de su infancia recibió una educación sólidamente virtuosa y cristiana; siendo pronto admitido como monaguillo en 1895. Ingresó a los diez años en el Seminario de Ciudad Real animado por su tío, el Ilmo. Sr. D. Antonio Chacón, que fue Rector del Seminario de Madrid, recién fundado, y cura de San José. En Toledo cursa el Doctorado en Sagrada Teología. Recibió el presbiterado en Toledo, en las Temporas de la Santísima Trinidad de 1910 y celebra su primera Misa en Membrilla el 19 de junio.
Ejerce el ministerio sacerdotal al principio como Capellán de los Maristas, en Valdepeñas, pasando de Coadjutor a Manzanares, en junio de 1915. De allí, fue a Argamasilla de Alba como Ecónomo y dos años más tarde a La Solana en calidad de Vicario. En 1918 fue designado junto con do José Jiménez Manzanares para difundir la doctrina de la sindicación católica agraria, recorriendo con esta misión los pueblos de san Carlos del Valle, Pozo de la Serna, Alhambra, Ruidera y Montiel. Más tarde don Domingo Chacón y don José Jiménez fueron nombrados secretario y presidente, respectivamente, de la comisión que había de propagar la sindicación católica agraria en los arciprestazgos de Ciudad Real, Daimiel y Manzanares.
En junio de 1925 llegó a la Parroquia de Malagón con carácter de Cura Regente y, presentado por los Duques de Medinaceli (poseedores del Derecho de Patronazgo sobre la parroquia de Malagón), al morir don Francisco Quintana, Párroco en propiedad, hecho previamente y con brillantez el necesario examen para Concurso particular. Tomó posesión de dicho beneficio el 1 de enero de 1927 y lo rigió, como todos los cargos anteriores, con sumo celo y con patentes frutos espirituales de la feligresía, hasta abril de 1936 en que tomó posesión, como cura en propiedad también, de la Parroquia de la Asunción de Valdepeñas, previa presentación de los Marqueses de Santa Cruz y habiendo recibido la colación Canónica de manos del señor Obispo Esténaga que seguidamente le nombró Arcipreste de Valdepeñas.
Durante los diez años y cuatro meses años que ejerció el sacerdocio en Malagón - tiempos difíciles- (recios, con expresión de Santa Teresa) desarrolló una labor de formación cristiana humana y social extraordinarias y, siempre respetuoso con la autoridad civil, aportó soluciones y fiel colaboración con las autoridades municipales para mitigar la pobreza y el paro de un gran sector de la población.
Por la limitación del espacio asignado a la presente colaboración en el Programa o Revista de este año 2005, destacaré la interesante labor social llevada a cabo por don Domingo Chacón en Malagón.
Bastaron apenas tres años de estancia en la Parroquia para conocer la problemática social de los vecinos de Malagón. Con fecha de 23 de mayo de 1928 dirige un escrito, respetuoso, detallado y con una serie de propuestas para mejorar la condición económica y laboral un sector de vecinos:
" el infrascrito Cura Párroco de Malagón, tiene el honor de someter a la discreta y rcta cosideración del Ayuntamiento de su presidencia lo siguiente:
Incumbe al Párroco el deber de reconocer las necesidades, ya de orden espiritual como del corporal y económico, de sus feligreses; y así mismo el cuidado de procurar en lo posible, con paternal solicitud, el remedio de dichas necesidades; puesto que la Iglesia – en frase del inmortal León XIII- es Madre que de tal modo emplea su generosa solicitud en cultivar las almas, que no descuida por ello lo que pertenece a la vida corporal y material de sus hijos.
En cumplimiento de tal obligación, he de significar a Vd., y he de exponer a la Corporación una deficiencia de carácter social y humanitario, que vengo observando en nuestro querido pueblo desde hace tiempo; pero que se ha puesto más de relieve con ocasión del reciente temporal de lluvias.
Me refiero a la triste situación a que, en tales circunstancias de "paro forzoso", se ven abandonadas las familias de los pobres trabajadores _ jornaleros y braceros_ que viven exclusivamente del jornal diario; sin otra clase de medios ni recursos. Me consta de un a familia obrera _ avecindados hace ya varios años en este pueblo _ que durante el pasado período de lluvias han padecido grandes privaciones, por haber tenido un hijo enfermo y no haber contado con más amparo que el de la caridad privada, implorada por una de las hijas, de puerta en puerta.
Y no es que yo crea ni considere a la pobreza como denigración o afrentosa. Es una condición de la humana naturaleza, imposible de ser abolida. Los pobres han existido siempre y siempre han de existir; siendo esta una ley económica - social, atestiguada y comprobada por la experiencia de los siglos. No debe, por tanto, ser considerada la pobreza signo de decadencia moral en el individuo que la padece, ni como estigma de ignominia ni deshonor para el pueblo que la soporta. “Pobres –dijo el Maestro Divino- siempre tendréis con vosotros”.
Pero la miseria sí que es denigrante y acusa de incultura o de injusticia _ o quizá de amas cosas a la vez _ a los pueblos en que existe. Y, la pobreza, FACILMENTE puede degenerar en miseria; entre otras causas que no hacen al caso, por la falta de trabajo o "paro forzoso"; causa completamente fortuita, imprevista y no imputable de manera alguna a los pueblos; pero que a la sociedad bien organizada compete estar prevenida para evitar las fatales consecuencias de un injusto olvido del obrero que se ve, sin culpa suya, privado del fruto de su trabajo, que es el pan de sus hijos.
Hay que evitar el sonrojo que produce el mendigar a quien desea cumplir la ley divina _ social del trabajo. Y en esto debe conseguirse amparando al obrero _ laborioso y honrado _ con subsidios decorosos, que no pueden herir su dignidad de hombre su condición de ciudadano.
Por fortuna nuestra, no es muy numeroso el contingente en Malagón de trabajadores que dependan solamente del jornal diario. La mayor parte son, a la vez, pequeños propietarios, que, en casos como el que comentamos, pueden hacer frente a una situación desgraciada. Pero no faltan algunas familias del todo desamparadas de la fortuna; y a éstos es sagrado deber atenderlos; preocupándose de ellos y no abandonarlos a la miseria y al hambre, terrible consejera; ni siquiera confiando la solución del caso a la generosidad, nunca desmentida, de este caritativo vecindario.
Al obrero de cualidades recomendables debe defenderle la sociedad. Esto es lo humano, lo justo y lo cristiano: pero a la vez es el medio de propagar la verdadera democracia, única capaz de contener la ola de furor bolchevique _ comunista.
Impulsado, pues, del mejor deseo y más noble ideal, me permito rogar a la Corporación de su presidencia tenga a bien deliberar sobre el contenido de este escrito y, si lo estima viable y procedente, disponer lo que sigue:
1.Que se confeccione un padrón de familias de braceros que vivan exclusivamente del jornal diario y sean laboriosos y de buenas costumbres.
2.Que se forme un fondo destinado a socorrer a los mencionados jornaleros, en situaciones apuradas de paro forzoso, o casos análogos, Dicho fondo podría nutrirse, a más de la cantidad que el Ayuntamiento tuviera a bien destinar en presupuestos, de donativos fijos de personas invitadas al efecto, y también del producto de colectas, fiestas, veladas, etc., organizadas con tan humanitario objeto.
3.Que se nombre una Junta _ extra – municipal, compuesta de personas de reconocida caridad y nobleza de sentimientos, presidida por el Sr. Alcalde, que sea la encargada de llevar a la práctica esta idea, modesta por el origen del cual procede, pero de grande alcance social.
Perdone, Sr. Alcalde que le haya distraído en su recargada atención. Solamente he de añadir a lo ya expuesto, que si juzga necesaria o siquiera conveniente mi modesta cooperación o el concurso de mis compañeros en el sacerdocio, sepa que para esta finalidad, como, para todo lo que redunde en bien del pueblo, estamos a su completa disposición.
Dios guarde a Vd. Muchos años
Malagón 23 de mayo de 1928
Firma: Domingo Chacón
Desconocemos la respuesta, si la hubo, del Sr. Alcalde a tan respetuosa, sincera y leal aportación de iniciativas del Párroco que, sufría y vibraba ante las necesidades de sus feligreses, como si fueran espadas clavadas en su propia carne.
Lo cierto es que, gracias a la inquietud social y actividad de don Domingo empezó a funcionar en 1932 el Sindicato Católico Agrario, con su sección de socorros mutuos, la cimera obra social de don Domingo, que plasmaron su ilustración, su experiencia y su celo de sacerdote apostólico, patriota y; deseoso de pacificar siempre y hermanar las distintas clases sociales pero inclinado siempre a los más débiles y necesitado, fue un sindicato en que figuraron solamente obreros pobres y agricultores medianos, lo cual no fue un obstáculo para su bienhechora eficacia a favor de los pequeños, ni siquiera para su prosperidad y su engrandecimiento Este sindicato tuvo su sección de Socorros mutuos para los braceros enfermos, su Caja Rural de Ahorro y préstamos para productores medianos y aun ínfimos. Don Domingo sacó sus primeros colaboradores de la cantera de la Acción Católica, hombres todos modestos y de espíritu abnegado y cristiano como Dionisio Pérez Lucendo, Presidente.
Pero la cumbre gloriosa de esta obra social cristiana fue la creación de la gran Cooperativa Olivarera, fundada, con las dificultades que pueden suponerse por el tesón sacerdotal y la hombría de don Domingo en octubre 1934. Su título de Cooperativa Agrícola del Santísimo Cristo del Espíritu Santo -el Patrono de Malagón, dice bien claramente cuál fue el espíritu de esta obra social y de sus iniciador, don Domingo, y el de los primeros fundadores Amador Merino, Zacarías Ferrer, Adrián García de Marina y Afrodisio Bravo, presididos por el referido Dionisio López Lucendo.
No era la misericordia de don Domingo simple conmoción de un ánimo sensible ante las calamidades del prójimo desgraciado. Se abría su corazón a comprensión y su boca a las palabras afectuosas, y se abría también su mano al socorro dadivoso y a la limosna, como corresponde a un párroco perfecto y cabal.
Don Domingo con una vida modesta en su hogar familiar y con una acertada administración de la herencia de su tío don Antonio – la fértil viña de la Espartosa – percibía cada año unos ingresos considerables. Y, sin embargo, ni subió jamas el tono de su vivir modesto y austero, ni aumentó su peculio apreciablemente.
En sus visitas a los enfermos pobres y en su trato preferente con los feligreses necesitados, éstos y aquéllos supieron de su caritativa generosidad y gozaron del positivo auxilio de sus limosnas.
El Asilo de los Ancianos Desamparados que existía ya desde el año 1917 en Malagón, y al cual siempre atendió con solícita diligencia auxiliando cuanto podía a las Hermanitas y teniendo su satisfacción en conversar con los ancianos que gozaban a su vez con el trato bondadoso y la conversación afable y sencilla del buen párroco, puede dar fehaciente testimonio de la caridad abnegada y eficaz de don Domingo. La vida económica del bienhechor centro pasaba a menudo por estrecheces pasaba a menudo por estrecheces y apuros económicos angustiosos, a los que el generoso Párroco, alma y gestor principal del Patronato, tenía que hacer frente. Y como la administración y las necesidades de la casa no podían soportar el enorme retraso con la Hacienda satisfacía ordinariamente los menguados intereses del capital fundacional, era corriente que don Domingo saliese en auxilio de las necesidades del centro.
La vida ejemplar y la gran caridad de don Domingo, sin él pretenderlo, trascendía a sus feligreses todos y le ganó el aprecio, la simpatía y la veneración del pueblo, señaladamente de los menos adictos a la religión y al sacerdote, que son los que, extrañados del bien que realicen los curas, más se impresionan por sus acciones caritativas y generosas.
Buena prueba de ello fue la despedida que los elementos más avanzados de Malagón hubieron de hacer a don Domingo al salir en abril de 1936 para la Parroquia de Valdepeñas. Esperaba en la estación el momento de que llegara el tren cuando unos obreros, tildados de comunistas, se le acercaron muy comedidos al darse cuenta de su marcha y le dijeron: - Señor Cura, ¿se va Vd. Por miedo? Puede Vd. Continuar tranquilo entre nosotros que nada ha de sucederle ni nadie se ha de meter con Vd. –Es el superior, dijo don Domingo a los emisarios de la Casa del Pueblo, el que me manda trasladarme a Valdepeñas. Voy por obedecer; no porque tenga miedo en Malagón.
Hay que decir que igualmente recibió en Valdepeñas seguridades de alguien al llegar pues también en Valdepeñas tenía sembrada de antiguo la buena semilla de acciones bienhechoras en los primeros años de su sacerdocio, junio de 1910, como Capellán de los Hermanos Maristas, hasta que el año 1915 fue nombrado coadjutor de Manzanares. Lo que no bastó para arrancarlo a la muerte.
El viernes de Dolores empezó en Valdepeñas su gestión parroquial que tan dolorosa iba a serle, verdadero calvario en el que consumaría su sacrificio unos meses después.
El día 24 de julio de 1936 fue detenido con sus coadjutores (D. José García Carpintero y D. Juan Pedro García Sotoca y Marqués) y sacristanes reunidos muy de mañana en la casa rectoral para estudiar la situación planteada por la orden recibida del señor Alcalde con la prohibición de celebrar la Santa Misa, así como el mandato de cerrar las iglesias. Son conducidos detenidos a la Delegación de Policía donde son interrogados durante varias horas hasta ser tresladados, finalmente, el día 25 de julio a la cárcel del partido, atravesando las calles de Valdepeñas los tres en medio de los mayores atropellos, escarnios, befas e insultos. Tras un mes de prisión sobrellevada con edificante paciencia y serenidad y dando pruebas de celo apostólico con sus compañeros sacerdotes y laicos a quienes confortó con los Sacramentos, ejercicios piadosos y acompañó en los trágicos momentos del martirio. La madrugada del 31 de agosto de 1936 en el Cementerio de Valdepeñas fue asesinado por ser sacerdote y párroco ejemplar.
Abierta la Causa de Beatificación por Martirio del Siervo de Dios Domingo Chacón y Bellón, el mejor homenaje que el pueblo de Malagón puede hacer a quien fuera su Párroco, es recoger los testimonios de las personas que le conocieron y trataron para que la Iglesia pueda reconocer su martirio.
Cursó todos sus estudios en el Seminario Diocesano de Ciudad Real. Recibe la Ordenación Sacerdotal de manos del quinto Obispo- Prior de la diócesis D. Remigio Gandásegui y Gorrochátegui, el día 23 de junio año 1912. Celebra la primera Misa solemne en la Parroquia Santa María del Prado el 29 de junio.
Ejerció los cargos de Capellán del Colegio "San José" y Coadjutor de las parroquias de Santiago y Santa María del Prado, en la capital. Fue también Auxiliar de la Secretaría del Obispado y Habilitado del Clero. Esto último parece que incitó a que le hicieran víctima, desde los primeros momentos, de sus requerimientos.
Fue uno de los primeros encarcelados en la redada del día 16 de septiembre de 1936. En el Seminario Diocesano, convertido en "checa" permaneció prisionero hasta la madrugada del día 18 del mismo mes. A partir de esta fecha soportó frecuentes registros en el domicilio familiar, hasta que, el 16 de noviembre se le llevó a la "checa" del convento de las Dominicas. Por fin, en la noche del 17 al 18 de noviembre de 1936, fue llevado a Fernancaballero y asesinado ante las tapias del Cementerio, tras haberle hecho descender del coche en que fue trasladado desde Ciudad Real y paseado por toda la población, junto a sus compañeros, entre gritos tremendos de la multitud.
Finalizada la persecución religiosa los restos mortales, previa solicitud de traslado y concesión del Obispado, con fechas del 22 de junio de 1939 y 26 de junio, respectivamente, fueron exhumados del cementerio de Fernancaballero y trasladados a Ciudad Real, donde reposan en el panteón familiar (Patio 5, San Rafael, Preferencia, C/ 1 nº. 5)
Sólo su condición de sacerdote y el cargo de habilitado del clero, que hacía sospechar manejaba grandes cantidades de dinero de la diócesis, motivaron su muerte. Paradojas de la vida: el haber íntegro anual del siervo de Dios era de 579, 44 pesetas (48, 29 pesetas mensuales), según consta en la Tarjeta de Identidad de Clases Pasivas con fecha de 8 de enero de 1936. Su muerte fue muy sentida por cuantos conocieron a don Manuel: sacerdote de la confianza plena del clero por su diligencia, amabilidad y buenos servicios prestados en momentos tan difíciles.
El 19 de septiembre del mismo año fue promovido al sacerdocio en Segovia por el señor Obispo Dr. D. Remigio Gandásegui y Gorrochátegi a la vez que don Miguel Ruiz Pérez que fuera Director de “ El Pueblo Manchego (+ 23-24.11.1936 en Paracuellos) y don Especioso Perucho Granero (+ 19.8.1936 en Campo de Criptana).
Don Eduardo - sencillo, amable y servicial- se ambientó fácilmente en la diócesis y Ciudad Real, como Tenor de la Catedral y Capellán de las Monjas Concepcionistas. Éstas le estaban muy agradecidas por su disponibilidad para servirlas. Fue muy conocido y querido en la Diócesis por haber cantado asiduamente en las fiestas y grandes solemnidades religiosas celebradas en la mayoría de los pueblos. Arrojado de la casa- capellanía del Convento, en julio del 1936, se cobijó en la hospedería de la calle Montesa nº.6, propiedad de Dª Ramona Navalón, viuda de Martínez.
En efecto, cuando el día 25 de julio de 1936 D. Jesús Hita Miranda (Marianista, beatificado por Juan Pablo II, el 1 de octubre de 1995) se refugia en dicha pensión ya estaba alojado don Eduardo de Dios Villacañas con quien compartirá la habitación.
Dos días antes, habían llegado dos Pasionistas de Daimiel: el P. Juan Pedro de S. Antonio y el Hermano Pablo María de S. José ( beatificados por Juan Pablo II, el 1 de octubre de 1989). El 28 de julio se refugió en la fonda el P. Tomás Ramos Muñoz, misionero del Corazón de María, quien compartió la habitación con los dos Pasionistas. "los cinco vivían casi como en una comunidad rezando ".
El 25 de septiembre, diez de la mañana, unos milicianos irrumpen en la pensión y se llevan a los cinco huéspedes a la "checa" del Seminario Conciliar. Los cinco fueron fusilados en Carrión, a las 11 de la noche, aproximadamente, y arrojados al "pozo de Carrrión". En noviembre de 1960 se hizo la exhumación de los restos del famoso pozo de Carrión, para trasladarlos al Valle de los Caídos".
La razón por la que les dieron muerte la indicó claramente el Frente Popular por boca de uno de sus elementos ejecutores de la pena capital: "elementos". Peligrosos...¿Enemigos de quién unos hombres que habían dedicado todas sus vidas al servicio de los demás? Don Eduardo de Dios y compañeros de la pensión fueron asesinados por ser cristianos, es decir, por "odio" que valientemente confesaron.
La Iglesia ha reconocido públicamente el martirio de los cuatro compañeros de prisión. El nuevo y peor de los martirios que podríamos cometer con don Eduardo sería condenarlo al olvido y no reconocer la palma del martirio de la que gozan ya sus compañeros.
Se incorpora al Seminario Conciliar de Vitoria donde cursa los tres años de Filosofía (1892 – 1895) con la calificación de meritissimus y cuatro años de Teología (1895 – 1899) también con la calificación de meritissimus. Finalmente cursa el primer año de Derecho Canónico (1999 – 1900), igualmente con la calificación de meritissimus. A partir de esta fecha ya no aparece en los Libros de Calificación. Se doctora en Sagrada Teología y es ordenado de Presbítero en 1901.
Vino a Ciudad Real, el año 1905, en calidad de Capellán del quinto Obispo – Prior, Excm. Y Rvdmo. Sr. Dr. D. Remigio Gandásegui y Gorrochátegui. Ejerce el ministerio sacerdotal como Penitenciario de la Catedral (canongía ganada por oposición el año 1909) y, como Penitenciario, ocupa la Cátedra de Moral; también impartió Metafísica y Teología Fundamental en el Seminario Conciliar de Ciudad Real. Fue el primer director de la Hoja Diocesana "Templo y Hogar" en el año 1915. Se le recuerda por sus alumnos como hombre de vastísima cultura, gran filósofo, teólogo y como buen latinista escribió en esta lengua un estudio sobre el Sacramento de la Confirmación.
El día 12 de septiembre de 1936, alrededor de las doce y media del día, el sacerdote Operario don Francisco Castor Sojo López, administrador del Seminario de nuestra diócesis de Ciudad Real - cuyo proceso de canonización por martirio se inició en Ciudad Real el 19 de marzo de 1998 y se clausuró el 11 de diciembre de 2003-; el P. Francisco García y García de Casto, claretiano, y con ellos a un joven de 18 años, llamado José Delgado fueron sacados por un grupo de milicianos de la Fonda "La Francesa" donde estaban refugiados y llevados al Seminario.
Durante el trayecto recogieron a don Fermín, que les hizo esperar un poco hasta vestir la sotana con los vivos de canónigo y el manteo solemne. Los llevaron violentamente y encarcelaron en el Seminario Diocesano, convertido en "checa", donde pasaron el resto del día. Aquella misma noche, del día 12 al 13 de septiembre de 1936, los asesinaron al oeste de Ciudad Real, no muy lejos del santuario de Alarcos, a unos noventa pasos del indicador 8 km. de la ciudad, junto a un abrevadero artificial.
Al subir al auto que le llevaría a la muerte, don Fermín dijo: "las puertas del infierno no han de prevalecer contra la Iglesia". Sus restos mortales fueron depositados provisionalmente en el cementerio de Valverde. Finalizada la guerra, los restos fueron trasladados al cementerio de Ciudad Real.
Penitenciario, Profesor del Seminario, en definitiva, sacerdote, corre la misma suerte que el resto de sus compañeros sacerdotes, incluidos el Sr. Obispo de la Diócesis y su secretario. Cuantos le conocieron le han tenido por mártir.
El día 20 de julio de 1936, tras muchas peripecias sufridas, se vio obligado a salir de Villamayor de Calatrava y se refugia en casa de don Justo Martínez, Cura de Almodóvar del Campo que se distinguía por socorrer a sus compañeros sacerdotes. Al día siguiente, celebrando la santa Misa en la Iglesia del Carmen, fue interrumpido y obligado a retirarse del altar, aprovechó no obstante la ocasión y a la vista de los mismos milicianos consumió todas las sagradas formas que había en el sagrario.
Desde la casa del cura de Almodóvar pasó a ocultarse al domicilio de unos feligreses conocidos. De allí, lo trajeron a la “checa” del Seminario. El día 29 de agosto de 1936, don Andrés ya estaba preso en el seminario de Ciudad Real, como consta por el testimonio del M.I.S. D. José Jiménez Manzanares, así como que la noche del 17 al 18 de septiembre pasó del Seminario a la cárcel provincial; y, parece ser, que el tribunal popular en juicio sumarísimo acordó pronto ponerle en libertad. Así lo escribió él mismo a su familia el 16 de octubre de 1936. Y cuando esperaba naturalmente verse en la calle, de un momento a otro, sin que nadie sepa qué día, fue sacado de la cárcel pretextando que se le llevaba a su pueblo natal y, lejos de ello, le dieron muerte, por investigaciones últimas, en Miguelturra, sin que se sepa la fecha exacta ni el paradero de sus restos mortales.
TOMAS DOMINGUEZ BAEZA
Coadjutor de Pedro Muñoz
Nace en Grajal de Campos (León), el día 18 de octubre de 1906. Estudia en el Colegio de Huérfanos pobres de Toledo, que fundara el sacerdote don Joaquín de La Madrid, Canónigo de la S.I. Primada de Toledo y mártir también en la persecución religiosa del 1936. De Toledo pasa al Seminario de Ciudad Real donde termina los estudios eclesiásticos. Ordenado de presbítero a finales del mes de marzo del 1931, celebra su primera Misa en la Parroquia de Santa Teresa y Santa Isabel, de Madrid, el 12 de abril del mismo año 1931, día tristemente célebre en la historia de España. Ejerce como Coadjutor en Almagro de donde en 1932 pasa de Regente a Albaladejos distinguiéndose por su sencillez, amabilidad y bondad. En marzo del 1936, llega como Coadjutor a Pedro Muñoz.
Estimado por su juventud y aspecto de niño, ante los sucesos del 1936, algunos feligreses le aconsejan dejar la Parroquia, partir para Madrid y ponerse a salvo con algunos familiares. Pero prefirió permanecer en el pueblo. A primeros de agosto es detenido en su casa y después llevado a la cárcel. El 14 de agosto llega a Pedro Muñoz un grupo de la C.N.T. de Madrid y de Alcázar de San Juan y, en la madrugada del 15 don Tomás Domínguez, en unión con otros vecinos de Pedro Muñoz fue asesinado junto al cementerio mientras aclamaban a Cristo Rey. Era el 15 de agosto, día de la Asunción de Nuestra Señora a los Cielos.
Apenas llevaba unos meses en la Parroquia por lo que no podría existir otro motivo para condenarle a muerte que el hecho de ser un sacerdote, sin deshacerse del breviario y Rosario que no dejó de rezar incluso en la prisión.
Tomado de: persecucionreligiosa.es/