Por
una parte, en el A.T., aparece bien clara la promesa de una época de gran
prosperidad (pero la perspectiva profética no distingue los diversos planos y
afirma que seguirá a la venida del Mesías, sin especificar que no
inmediatamente después). Por otra parte, en el Apocalipsis (c.20) se anuncia
que Satán estará encadenado mil años, tiempo que los mártires vivirán y
reinarán con Cristo. De ahí la teoría de un futuro plenamente feliz en eta vida
durante mil años.
Y al comienzo del
cristianismo la opinión bastante extendida de que estaba próxima la segunda
venida de Cristo obligaba a poner después de ella los mil años en los cuales Cristo reinaría corporal y
visiblemente.
Las opiniones milenaristas
se dividen acerca de si la resurrección general, e incluso el juicio final,
serán al principio y no al fin de esos mil años. No han faltado algunos, como
Cerinto y los ebionitas, herejes del siglo I, que incluían en la felicidad
milenaria la licitud hasta de los placeres carnales, como la fornicación.
Incluso personajes
como San Papías, el discípulo de San Juan, su amigo San Policarpo, San Justino
(s. II) y, el último importante, Lactancio (s. IV) tuvieron la opinión
milenarista. Los pasajes de San Ireneo que la defendían se ha demostrado que
son interpolados. La disputa creció durante el siglo III .Pero después de las
refutaciones de la escuela de Alejandría (Clemente, Orígenes y Dionisio, aunque
éste llegó al extremo dialéctico de negar la inspiración del Apocalipsis), de
San Jerónimo y San Agustín (que sin bien al principio lo admitió, luego
rectificó), fue rechazada esta teoría, aunque no ha dejado de surgir de vez en
cuando algún escritor original milenarista, como el jesuita español. P.
Lacunza, de finales del siglo XVIII, uno de sus principales defensores, con
influjo incluso entre los protestantes.
Los errores básicos
de interpretación son: A) La restauración profetizada si a veces se dice que
será después del juicio: o bien se refiere a la restauración definitiva de la Jerusalén celestial
(Dan. 12,2 s.; 1 Cor. 15,23 s.; Sal. 21,28 y 71 en su sentido literal, etc.), después
del Juicio Universal, o bien al juicio o castigo de los enemigos de Israel antes
de su restauración futura (Jer. 46,10.28; Ez. 30,3.26; Is. 63,4; 66,15 s.; etc.).
B) Creer que la venida del Señor estaba próxima; por tanto, los mil años del
Apocalipsis habían de transcurrir después de ella. C) Imaginar que durante el
milenio de Satán encadenado va a dejar de ser verdad la existencia en el mundo de
cizaña, de tentaciones y escándalos, de sufrimiento y cruz.
El milenarismo no
tiene sentido en la actual providencia. Si es antes de la resurrección o del
juicio final, ¿no van a ser probados los que vivan durante ese milenio? Si es
después de la resurrección universal y tienen la visión beatífica, entonces es
ya el cielo.
Después de la conversión de los judíos, el
final del mundo no tardará mil años.
EL TIEMPO QUE SE APROXIMA