jueves, 22 de junio de 2017

HIPÓCRITAS



Se acaba el curso escolar y mis novicios me consultan sobre algunos trabajillos que deben presentar si quieren subir la nota final. Por si no han perdido suficientemente el tiempo durante el año estudiando majaderías, algún que otro profesor les aconseja analizar ciertos sermones de Santa Marta. Ya se sabe que estos sermones de alta teología son considerados el magisterio oficial de nuestros días, mientras se pisotea el bimilenario transmitido por la Iglesia. La Cátedra de Santa Marta, además de destilar grandes especulaciones, se considera a sí misma como el punto de referencia de la doctrina actual, al mismo tiempo que se cisca en la doctrina de siempre. Se puede secar el cerebro con la sola lectura de estas inteligentes reflexiones, aunque hay que llevar cuidado: porque -por medio de ellas-, se va introduciendo en la catolicidad descuidada las más imaginativas teorías y los más disparatados conceptos. Siempre buscando la perdición de las almas, por supuesto.

Hace unas semanas, habló Francisco sobre los hipócritas. El hipócrita no usa el lenguaje de Jesús, sino el mismo lenguaje del diablo, dijo el huésped de Santa Marta. No he tenido más remedio que leer estas líneas:

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El hipócrita es capaz de matar a una comunidad. Está hablando dulcemente, está juzgando malamente a una persona. El hipócrita es un asesino. Recordemos esto: comienza con la adulación, sólo se responde con la realidad.

“No me vengan con estas historias, la realidad es ésta, como con la ideología, ésta es la realidad. Y al final, es el mismo lenguaje del diablo lo que siembra aquella lengua bífida en las comunidades para destruirlas”.

“Pidamos al Señor que nos custodie para no caer en este vicio de la hipocresía, de camuflar la actitud, pero con malas intenciones. Que el Señor nos dé esta gracia: ‘Señor, que yo jamás sea hipócrita, que sepa decir la verdad y si no puedo decirla, estar callado, pero jamás, jamás, decir una hipocresía’”.
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Tengo que decir que lo primero que se me ha venido a las mientes ha sido el pensamiento de que Francisco estaba hablando de sí mismo. O como a él le gustaría decir: de Sí Mismo. Creía que por fin había llegado a su corazón el arrepentimiento y quería confesarse (ante sus oyentes), de sus actitudes tan suficientemente conocidas por todos. El lenguaje del hipócrita es el lenguaje del diablo. Comienza con la adulación, pero se le responde con la realidad. Lengua bífida, camuflage, ideología…parecen ser los artilugios que el hipócrita lleva en su mochila. Pero hay que responderle con la realidad. Porque si no, su lengua bífida siembra la destrucción en las comunidades.


Justamente. Pensé que iba a pedir perdón. Insisto en que he pensado que Francisco estaba hablando de su propio modo de proceder. Y por ende, del modo de proceder de sus colaboradores, compinches, amigotes y conchabados. Pero Francisco prefiere pedir perdón por lo que hicieron las Papas malvados del pasado: genocidas, inquisidores, príncipes renacentistas y dictadores doctrinales y morales.

Veamos por ejemplo la lengua bífida que ha suscitado la destrucción de la Eucaristía en la Cristiandad en los últimos cuatro años. Mientras por una parte se deshace Francisco en elogios a la Eucaristía, sin la que no podemos vivir, que nos alimenta, que no es un premio sino una necesidad, que es el mismo Señor que se queda con nosotros, y un largo etcétera vertido a modo místicoide en algunos sermones y discursos, nos encontramos en la actualidad con que ya se da de forma oficial a los que viven en concubinato. Obispos variados, entre los que han destacado últimamente los de Malta, Sicilia, alguno de Argentina recién nombrado por Bergoglio (también amiguete y compi), amén de la ingente cantidad de obispos y curas que no salen en los noticiarios, y que están haciendo lo mismo, apoyados en las actitudes de Francisco.

Mientras se dice con descaro que la Amoris Laetitia no conduce a la comunión de los adúlteros, se está dando profusamene la comunión a los adúlteros. Mientras se dice que la Amoris no contradice el magisterio anterior (así lo dicen los obispos traidores y los cobardones que no quieren oponerse al jefe y ser desterrados), de hecho se está contradiciendo todo el magisterio anterior en torno a la Eucaristía. Mientras se sigue diciendo que la eucaristía es necesaria para la vida cristiana, se está mandando al infierno a multitud de almas. Como dice San Pablo, todos reos de su propia condenación. Pero reos también de su propia condenación quienes han abierto las puertas del infierno a tantos católicos, con su lengua bífida que ha sembrado la destrucción en las comunidades.

Hoy se celebra el Corpus Christi. No sé lo que dirá Francisco en sus sermones de hoy. Pero puedo asegurar que no me creeré nada de lo que diga. Cuando le vea con la Custodia impartiendo la bendición, no me tragaré el sapo. A los hombres se les conoce por sus obras, no por sus palabras. Ya puede salir el Paglia de la Vida (el mariquita de las pinturas de su catedral) diciendo que aunque haya abortistas en la Pontificia Comisión, la Iglesia sigue rechazando el aborto. Ya puede salir Francisco a decir palabras aparentemente piadosas sobre la Eucaristía. No me lo creo. Aunque la Eucaristía viene siendo pisoteada desde hace ya muchos años, Francisco será -a los ojos de la historia-, el hipócrita que anda con palabras aduladoras y camufladas, mientras ha destruido todo en la realidad.

A Francisco no le preocupa nada de esto. A él solamente le importa entre otras cosas, el tráfico de armas, la inmigración, los contratos de trabajo y el cambio climático. El verdadero cambio climático va a venir después. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Que Dios nos coja confesados, como decía mi abuela.

Mi novicio inexperto ha hecho al final su trabajo utilizando estas breves reflexiones y lo han suspendido. No entiendo por qué la hipocresía solamente se puede aplicar para los de acá y nunca para los de allá. Pero eso es justamente lo que hace Francisco cuando da lecciones de moralidad. Es una pena.