EL ESCAPULARIO DEL CARMEN Y UN INDIO BRUJO
El siguiente hecho, en el que se manifiesta el poder del Santo Escapulario del Carmen contra los espíritus malignos, tuvo lugar en Dabeida, en la Prefectura apostólica de Urabá, allá por el año de 1920.
El indio Justiniano Domicó enfermó de gravedad en su bohío del Jague. Se le bajó a la casa de la Misión de Dabeida, para ser atendido por las Hermanas Misioneras, pues se trataba de un indio buen cristiano y asiduo a la Misión.
Cierto día presentóse un indio de Pavarandocito -diez leguas de camino- a visitarle. Llamábase Antonio, médico brujo, al que los indios le dan el nombre de “Jaibaná”. Antonio se comprometió a curar al enfermo a condición de que los remedios había de aplicárselos a ocultas del P. Misionero y de las Hermanas, para lo cual prefería llevárselo a su propio bohío, puesto que las pócimas habían de ser preparadas por indias. Pero, al ver que no se le permitía sacar al enfermo de la casa de la Misión, convino en curarle allí mismo.
Provisto de los remedios, dio comienzo a la curación en el silencio y oscuridad de la noche, tiempo que prefieren estos brujos para sus curaciones. Tendió al enfermo en el suelo y empezó a sobar su cuerpo con unos idolitos, mientras canturreaba sus invocaciones a sus jaíes. De vez en cuando mojaba los ídolos en el brebaje, de antemano preparado por las indias, y le daba a beber al enfermo una pequeña cantidad. Al poco rato, dirigiéndose hacia el próximo monte, dio el “Jaibaná” Antonio un fuerte y prolongado silbido, que era la llamada al “Jaí” o espíritu. A continuación, la actitud de Antonio se transformó; parecía poseído del demonio. Empezó a frotar de nuevo los idolitos sobre el enfermo, desde los antebrazos al pecho; mas al llegar el ídolo a tocar el Escapulario del Carmen, que el enfermo tenía impuesto, quedaba inmóvil, a pesar de los esfuerzos del curandero, que repetía una y otra vez la misma operación. Mojaba el ídolo en la pócima preparada y volvía a las sobas y fricciones; pero, al contacto del ídolo con los cordones del Escapulario, se paralizaba su movimiento. Mientras tanto, el brujo Antonio decía: “Mi “Jaí” no quiere entrar donde corazón.”
Entre convulsiones y con ademán enfurecido, empezó Antonio las fricciones desde el abdomen hacia el pecho, y al contacto del idolillo con el Escapulario, el mismo fenómeno de paralización. De repente, quedó el “Jaibaná” reconcentrado durante unos cinco minutos, luego se restregó el ídolo en su propio cuerpo y dijo, tomando el Escapulario del enfermo: “Esto tiene que votar (quitar); mi “Jaí” dice este trapo impide curar.”La Hermana que se hallaba presente le contestó: “Si ese trapo impide, también la camisa.” A lo que repuso el “Jaibaná” Antonio: “Mi “Jaí” dice este trapo (Escapulario) impide pasar, porque es como Cristo.” Naturalmente, el enfermo no quiso desprenderse de su Escapulario. Las Hermanas, al ver tan palpablemente la virtud prodigiosa del Santo Escapulario, no cesaban de alabar y bendecir a la Santísima Virgen y prorrumpieron en este grito de júbilo: “¡Viva el Escapulario de la Virgen del Carmen!”
Entretanto el “Jaibaná” Antonio brincaba cual un epiléptico, como movido por oculto resorte, amenazando a los presentes con el puño y diciendo: “Si no deja curar, yo revienta esta casa; yo prueba, mucho puede mi “Jaí.” Una Hermana asperjó disimuladamente con agua bendita al “Jaibaná” y quedó apaciguado.
El enfermo Justiniano Domicó se curó con remedios que la Misión le proporcionó, y hoy sigue siendo buen cristiano y asiduo a la Misión.
Al poco tiempo de este caso me llamaron a administrar el Viático a una india octogenaria –Romualda domicó-, en una parcialidad de la misma población de Debeida, denominada el Pital. Después de la Santa Unción, le impuse el Escapulario del Carmen. A los pocos días volví a visitarla y la encontré sin el Santo Escapulario. Es que uno de los médicos brujos había empezado el tratamiento de sus curaciones supersticiosas, y para ello le había quitado el Escapulario. Y eso que estos “jaibanes” no conocen la historia ni el origen del Escapulario, pero la conoce el espíritu maligno que les inspira sus sortilegios. Ningún “jaibaná” pone en práctica sus brujerías con los enfermos que tienen el Escapulario bendito del Carmen.
Milagros y Prodigios del Santo Escapulario del Carmen
por el P. Fr. Juan Fernández Martín, O. C
No hay comentarios:
Publicar un comentario