El personajillo mantiene una estampa chusca, podria servir para ponerle figura a Mr. Weller, el padre de Sam, el criado sanchopancesco (sin panza) del quasi-quijote Mr. Pickwick. De tamaño peón, con el abdomen marcado apuntando prominencia, piernitorcido, con la punta del cinturón colgando de la trabilla, la chaqueta desabrochada y el pectoral más grande y ordinario de toda la reunión. Es su look más visto, con el que se siente más cómodo, supongo. Pero alarma que lo mismo va de aquesa guisa de mutual-del-clero que deja que le endosen el atalaje completo de un cardenal pre-montiniano. No problem.
Ese 'no problem' de vestuario se extiende a sus relaciones y afinidades de compadre, pues es público y notorio que es adicto a Bono (el manchego, no el de U2) y que se sienta y alterna con quien sea. ¿Con quien sea?
Ese es el quid, entiendo yo: Si un personaje de su talla (no la corporal, sino la estamental y eclesial) puede comparecer con cualquiera que sea y donde sea. Porque una cosa es conversar por obligación en un salón oficial, y otra exponerse en espectáculo, con propaganda, cámaras y publicidad.
Un político desacreditado universalmente, que ha sido el promotor y auspiciador de la mayor degeneración moral que se ha sufrido en una nación, que se ha significado definiéndose efectivamente anti-cristiano, con ideas y con actos, a quien se le puede imputar como autor responsable de una legislación pan-abortista y aberrante, anti-católica, con negativísimas y perversas influencias más allá de nuestra patria (¡un degenerado plus ultra!), un tipo así no puede ser el partenaire de un Cardenal de la Santa Romana Iglesia.
Nunca le tuve afición.
Me reía para adentro cuando alguno (¿quién sería?) lo pregonaba como el 'pequeño gran hombre' de la Iglesia del tercer milenio. Tal para cual. Ahora, con estas escenas de diván del Tenorio, el mini-sujeto me resulta repugnante, bochornoso.
Con perdón de la Sagrada Púrpura.
+T.
Fuente: Ex Orbe