jueves, 14 de marzo de 2013

DOS PAPAS EN ROMA


"Ustedes estarán a mi lado, a pesar de que para el mundo yo permanezca oculto": Benedicto XVI, Discurso al Clero Romano, 14 de Febrero de 2013.
A partir de ahora comienzan a existir dos Papas en Roma, uno emérito y otro en funciones.
Esta situación es del todo inédita en la historia de la Iglesia porque, de los ocho Papas que han renunciado, ninguno de ellos se quedó a vivir en El Vaticano.
Ha quedado establecido que el Papa emérito no volverá a ser cardenal, continuará llamándose Benedicto XVI, con el apelativo de "Su Santidad", y seguirá vistiendo de blanco.
Se han presentado una serie de interrogantes al tratarse de algo totalmente novedoso. El Canon 332 del Código de Derecho Canónico solamente dice que un Papa deja de serlo por la muerte o por renuncia. Existe toda una laguna legal respecto a la renuncia, al no indicar los alcances de la misma o el tratamiento específico en la nueva realidad.
Pero el mayor problema se presenta en el campo teológico. ¿Sigue el renunciante siendo Papa a los ojos de Dios? ¿Puede borrarse la elección divina que lo ha marcado esencialmente en su vocación? ¿Cesa la relación de fe con sus hijos fieles? ¿Desaparece la obligación respecto al rebaño que le fue encomendado por Dios? Sabemos que ya no tiene potestad burocrática de gobierno, simbolizado en la alteración del anillo y del sello papal pero ¿termina su atribución espiritual? A nuestro humilde criterio no.
Un Papa lo es hasta su muerte, precisamente por ser una gracia divina. Esa gracia no se negocia, es inconcesible e irrenunciable en el orden sobrenatural, por lo que se lleva hasta el final. Es semejante a la paternidad de sangre, que no puede ser eliminada por decreto, como en cambio si puede cederse o concluir la paternidad de adopción.
Una "renuncia" se circunscribe más en el orden mundano, en el campo de los corporativos y de las democracias. Pero Dios no se sujeta a esquemas y principios mundanos.
Si Benedicto XVI se retiró del gobierno de la Iglesia fue porque entendió la convenciencia por inspiración divina, y porque fue necesario para el cumplimiento del plan de Dios sobre la Iglesia y la humanidad. No puede renegar de una gracia de elección que constituye la misión más alta que pueda concederse a un hombre en la Tierra. Él simplemente comprendió que, ante todas las presiones y amenazas que estaba recibiendo, debió hacerse a un lado por un bien mayor de la Iglesia. Por ese acto de humildad y obediencia, ante la inspiración divina de retirarse del gobierno burocrático de la Iglesia, verá frutos enormes de tipo espiritual para sus hijos fieles.
Si todo esto es así, el que entra en funciones es un antipapa, no por alguna irregularidad canónica, sino porque el cónclave está viciado desde su raíz. El mismo cónclave es la propia irregularidad. El cónclave no tiene razón de celebrarse.
La única razón de confirmar esto es esperar a ver los actos del nuevo Papa con relación a la nueva iglesia y al nuevo orden mundial. Dice San Francisco de Sales, Doctor de la Iglesia: "cuando el Papa es explícitamente hereje, cae ipso facto de su dignidad y esta fuera de la Iglesia".
El hecho es que a partir de ahora comienza a verificarse la profecía de los "Dos Papas en Roma". Sin saberlo, o tal vez sabiéndolo, Benedicto XVI ha adelantado los tiempos abriendo las puertas al cumplimiento de las profecías.
De ser antagónicos esos dos Papas, nos encontraríamos a los albores del mayor cisma que haya existido en la Iglesia Católica. Dice San Francisco de Asís: "Habrá un Papa electo no canónicamente que causará un gran cisma". Y la beata Ana Catalina Emmerick precisa: "Vi una fuerte oposición entre dos Papas, y vi cuan funestas serán las consecuencias de la falsa iglesia (...) Esto causará el cisma más grande que se haya visto en el mundo".
La Santísima Virgen dijo explícitamente en la Salette: "Roma perderá la Fe y se convertirá en la sede del anticristo".
De ser cierto que la renuncia no tiene ninguna validez desde el punto de vista teológico y espiritual (puesto que el Papa electo no es valido, es decir, está canónicamente inhabilitado), Benedicto XVI persiste liderando la Iglesia fiel. En ese caso, podemos concluir que en el futuro podrá recaer sobre él la realización de las profecías que hablan de un Papa legítimo huyendo de Roma en medio de una sangrienta persecución, quedándose en El Vaticano un antipapa que conducirá a la iglesia apóstata e infiel.
Así lo dijo el Papa San Pío X después de una revelación que tuvo en 1909: "He tenido una visión terrible: no sé si seré yo o uno de mis sucesores, pero vi a un Papa huyendo de Roma entre los cadáveres de sus hermanos. Él se refugiará incógnito en alguna parte y después de breve tiempo morirá una muerte cruel".
Ocho años después le fue revelado a los tres pastorcitos de Fátima la misma revelación, solo que todavía más precisa: "Vimos a un obispo vestido de blanco, que teníamos el presentimiento fuera el Santo Padre, huir de un ciudad en ruinas tembloroso y con paso vacilante".
La versión de Fátima apunta todavía más a que pudiera tratarse de quien acaba de renunciar, Benedicto XVI, y explicaría la frase "Vimos a un obispo vestido de blanco, que teníamos el presentimiento fuera el Santo Padre". Si hubiera sido evidente que se trataba del Papa reinante, lo habrían dicho de forma innegable. En cambio, vieron a un obispo vestido de blanco. Ellos nunca se pudieron imaginar el tema de la "renuncia", o que ese obispo fue en algún momento Papa. Solo tuvieron "el presentimiento".
El segundo elemento es todavía más preciso y revelador: lo vieron huyendo "tembloroso y con paso vacilante", lo cual puede deberse a una edad avanzada.
Después de esa huida, el antipapa se quedará en Roma liderando la "nueva iglesia", encargándose de difundir la apostasía y la herejía desde la misma sede de Roma. Es la abominación desoladora anunciada desde antiguo por el profeta Daniel.
En palabras del Cardenal Luigi Ciappi, teólogo personal del Papa Juan Pablo II: "El Tercer Secreto se refiere a que la pérdida de la fe en la Iglesia, es decir, la apostasía, saldrá de la cúspide de la Iglesia".
Y en palabras del P. Paul Kramer, "El antipapa y sus colaboradores apóstatas serán, como dijo la Hermana Lucía, partidarios del demonio, los que trabajarán para el mal sin tener miedo de nada".
De ser cierto todo esto, después del martirio de Benedicto XVI será elegido otro Papa legítimo por parte de los cardenales fieles. Ambas cosas tendrían que suceder en el exilio. Se trataría del Papa "Petrus Romanus" predicho por San Malaquías.
La profecía de Zacarías sobre un "pastor necio" (Zac 11, 15), resulta así esclarecedora en los términos de un falso profeta, es decir de un antipapa. Y al Papa fiel que permanece cuidando a su rebaño y es atacado: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas" (Zac 13, 7).
Tiempo al tiempo. Todo esto tendrá que irse constatando en el futuro, en una historia que, en un sentido o en otro, se irá poco a poco verificando.
Solo dos cosas son seguras en este momento: Benedicto XVI está más presente que nunca, y lo más impensable: comienzan a haber por primera vez en la historia, como predicho por las místicas y religiosas Sofía María Gabriele y Ana Catalina Emerick, "Dos Papas en Roma"
Alberto Villasana