Por formación doctrinaria y por conocimiento histórico sabemos que el progresismo, partiendo de la negación del Plan de Dios y del orden natural establecido por Él, lleva a la irracionalidad, al caos y al ataque y/o destrucción de todo vestigio de catolicismo.
Para sus múltiples conductos expresivos, financiados por la plutocracia internacional realmente existente, las verdaderas y sanas dimensiones e imágenes católicas son inasimilables y por ello están abocados tenazmente en difuminar, trastocar y erradicar su presencia en el existir del hombre y de la sociedad contemporáneos.
En los últimos tiempos, el progresismo -con prosélitos dentro y fuera de la estructura eclesial católica romana- no sólo ha demostrado tener un andamiaje teórico deficiente y una protervidad ruinosos para el sano juicio de las personas y la civilización cristiana sino que multiplicó su militancia según la exigencia de la historicidad actual para lograr la facticidad contextual que otorgue a su vez la absolutidad dominante al mundialismo satánico y expoliador.
Por ello, la embestida progre-demoníaca contra toda referencia sacra y sacralizante católicas es incesante y global.
Los que motivan el presente post son los progresistas que no responden al Vaticano, bibrones que no se detienen a pensar si el objetivo a agredir o a tomar por asalto adhiere a tal o cual liturgia, si es sedeplenista o sedevacantista, entre otras consideraciones, porque lo que le interesa es aplicar el radical y desaforado giro antropológico que los sustenta y proyecta, desligar al hombre de su Dios y oponerlo a Él, animalizarlo, destruir el sentido común y conflictuar indeterminadamente la convivencia, además de salir a cazar a los que ellos denominan fundamentalistas, quienes son a ciencia cierta obstructores de la maldad y la fealdad de su causa.
Porque la cristianofobia está presente en todo el mundo, la Catedral de Santiago de Chile -durante la misa festiva de Santiago Apóstol el pasado jueves 25 de Julio- sufrió la intrusión de un considerable número de personas*partícipes del genocidio del aborto quienes lanzando sus consignas trilladas y demenciales y parte de ellas exhibiendo sus cuerpos de manera impúdica realizaron destrozos dentro de la Catedral.
La turba agresora integraba la marcha abortista que recorría las calles de Santiago desde las 19 hs.Según voceros de Carabineros -policía uniformada de Chile- la convocatoria de los asesinos de bebés tuvo entre cuatro mil a cinco mil asistentes.
El diario El Mercurio de la capital trasandina en su edición impresa del día 26 indicó que “La furia e intolerancia de un grupo pro aborto se desató pasadas las 21:00 hs. de ayer en la Catedral Metropolitana, cuando el Arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, presidía una misa para conmemorar los 452 años de la Iglesia Capitalina.
El oficio religioso, al que también asistía la alcaldesa de Santiago, Carolina Tohá, transcurrió con normalidad durante 45 minutos.
De pronto, cien personas ingresaron al templo, interrumpieron la misa y comenzaron a agitar pancartas y a gritar consignas a favor del aborto.
Monseñor Ezzati y los fieles miraban estupefactos, mientras los vándalos saltaban sobre los altares, vociferaban, rayaban la Catedral y destruían un confesionario y otros objetos religiosos.
El incidente se tornó aún más delicado cuando algunos manifestantes sacaron bancas del templo con la intención de quemarlas, cual barricada, en plena Plaza de Armas.
A esas alturas, los fieles optaron por retirarse no sin antes criticar la ‘falta de respeto’ de los revoltosos”
En su crónica, el sitio Hazte Oír difiere de la estimación del diario El Mercurio respecto de la cantidad de apologistas del genocidio que entraron a la Catedral, el medio gráfico habla de un centenar, mientras que la plataforma de internet de “varios centenares”.
El medio español en su narración de los hechos reproduce las expresiones del Obispo Auxiliar de Santiago, Pedró Ossandón, quien nos reseña lo sucedido: “estábamos celebrando la eucaristía de la fiesta del Apóstol Santiago, por supuesto con la presencia de la alcaldesa (Carolina Tohá), y además agradeciendo a tantos católicos que hacen el servicio público en un ambiente de recogimiento y de paz, y de repente entraron los manifestantes, y la verdad es que nosotros estamos siempre por el diálogo, por el debate de altura, creemos en la razón que Dios nos ha regalado”.
Se ve que el espíritu aperturista y la voluntad dialoguista con los enemigos de la Iglesia que tienen Ossandón y cía no sirvieron de mucho porque la horda abortera fue detenida en su accionar sólo por la intervención de Carabineros.
Como era de esperar en situaciones de esa naturaleza y con sujetos tan “católicamente corajudos”, el Arzobispo Ezzati elaboró una tibia respuesta mediante una carta, la cual se leerá en todos los templos de la Arquidiócesis durante el presente fin de semana.
La monserga del arzobispo, entre cosas cosas, recurre a un lugar común en el imaginario modernista eclesiástico:
“Una vez más, la violencia es la razón de quienes no saben usar la razón. Con Jesús en la Cruz pedimos: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’.”
No resulta inimaginable pensar que desde el bando de la bestialidad criminal abortista le contestarán estentóreamente:¡Sí sabemos lo que queremos y lo que hacemos!
Hasta el momento, no llegaron a nuestra mesa de trabajo, y en relación al asunto tratado, ninguna declaración, dichos, lágrimas, pesares y excéntricas bendiciones de Bergoglio/Francisco, haciendo referencia específica a la violencia anticatólica
Señalamos ello no porque nos preocupe en ese sentido un gesto bergogliano, ya que no somos papólatras ni nos contamos entre los seguidores del “sedicentemente humilde”, pero si es para que tomen nota los católicos que lo idolatran.
Pero estamos convencidos que ellos nos dirán que es mejor no molestarlo con esos problemas al “People’s pope” porque él por estas horas está gozando del carnaval armado en Río de Janeiro, mientras crecen el anticatolicismo militante y la gelidez de la caridad cristiana.
Les compartimos material pertinente y demostrativo del asalto perpetrado en la Catedral Metropolitana de Chile: