miércoles, 10 de julio de 2013

MILAGROS Y PRODIGIOS DEL SANTO ESCAPULARIO DEL CARMEN - 15



LÍBRASE PEDRO LIMÓN DE LA PRESENCIA DE LUCIFER 
 MEDIANTE EL SANTO ESCAPULARIO 

En Gibraleón, villa de la provincia de Huelva, vivía cierto sujeto llamado Pedro Limón, hombre de carácter irascible y colérico, el cual había contraído el mal hábito de perjurar, barbotar y maldecir a todas horas. Sucedióle que un día, cuando regresaba del monte con su jumentillo cargado de leña, le sorprendió la noche antes de que llegase al pueblo, y, por ser tiempo de invierno y la noche lluviosa, despistóse la caballería y, tropezando, vino a caer en un lodazal, Viéndose solo en tal aprieto y caída con la carga la cabalgadura, montó en cólera y comenzó a votar, jurar y maldecir, ofreciéndola a todos los diablos, mientras descargaba sobre el vil jumentillo una lluvia de palos. Todo fue en vano y sin remedio, pues se hallaba tan hundida y atascada en el cieno que no había fuerzas humanas para poderla sacar a buen sendero. El pobre hombre, ciego de cólera y fuera de sí, por verse impotente para salir de tan apurado trance, dábase a los demonios, y en una de sus imprecaciones llamándoles exclamó: “¿No habrá algún diablo de cuentos tiene el infierno que venga y me ayude a levantar esta mala bestia?” Apenas proferida esta exclamación vio luego, junto a sí, un hombre bien portado que le dijo: “Limón, ¿qué es lo que de mí quieres?” Cuando Limón se oyó nombrar, entre admirado y medroso preguntó: “¿Quién eres tú, buen amigo?” “Yo soy quien tú tantas veces has llamado para que viniese en tu ayuda; a eso he venido, y te ayudaré y haré por ti cuando me pidas, con sola una cosa que tú hagas en mi obsequio, y es que te quites ese Escapulario del Carmen que llevas al cuello, 

Cuando Pedro Limón escuchó lo que le pedía, con el vello erizado temblando de miedo, cual un azogado, echo mano de su Escapulario y, mostrándoselo al demonio, a quien desde luego había conocido, le dijo: “¡Voto a Dios que no me lo quitaré por todo lo del mundo!” Y vuelto a la Madre de Dios, lleno de terror y espanto, invocábala de todo corazón, llamándola en su ayuda, mientras besaba con fervor su bendito Escapulario y lo ponía delante de sus ojos.

El demonio, viendo no le podía interrumpir en sus plegarias y súplicas a la Virgen Santísima, a la que no cesaba de invocar, dejóle y desapareció de súbito. Entonces pedro, ayudando a levantar al jumento, pero dejando allí la carga, corrió despavorido hacia el pueblo y, antes de llegar a su casa, fuése al convento del Carmen, llamando con fuertes aldabonazos a la puerta. 

Conducido a la presencia del Prior, que lo era a la sazón el Rvdo. P. Mtro. Fr. Luis Velázquez, díjole que traía un suceso de la otra vida. El Prior, como viese al buen hombre, a quien mucho conocía, despavorido, tembloroso y convulso, llamó a otros varios sacerdotes de la comunidad, ordenándole les dijese lo que traía. El, entonces, serenándose un poco, narró minuciosamente, delante de ellos, cuanto le había sucedido, sin omitir un detalle; alabando todos a Dios y a nuestra Santísima Madre, por el favor de haberles dado tal prenda y con tal virtud y eficacia contra el poder de los ardides y astucias del demonio. 

Dióse entero crédito por los Padres a cuanto les había referido Limón, por las circunstancias que en él se vieron y por lo que después vióse en su persona, pues fue tal la mudanza de su vida que se le tuvo en el pueblo por persona de notable virtud, y como tal acabó sus días, mostrándose fervorosísimo cofrade de la Virgen, haciendo cuantiosas limosnas y dejando una fundación perpetua de la misa sabatina. 

Luego, al día siguiente del suceso, divulgóse éste por todo el pueblo de Gibraleón y su comarca, por lo cual, así como por la mudanza de vida de Pedro, muchísimos sujetos indiferentes, así de la villa como de los pueblos circunvecinos, vistieron devotamente el Santo Escapulario de la Virgen, acrecentándose mucho la devoción y estima en que le tuvieron, como lo testificaban las solemnes festividades con que se honraba a nuestra Santísima Madre en dicho pueblo durante todo el tiempo que allí subsistió nuestro convento. 

Aconteció el susodicho hecho el día 29 de diciembre de 1611, siendo prior del convento del Carmen de Gibraleón el Reverendo P. Fr. Luis Velázquez de Godoy y secretario Fray Gregorio Delgado.

Milagros y Prodigios del Santo Escapulario del Carmen 
por el P. Fr. Juan Fernández Martín, O.C.