En la foto: Hans Küng, un pseudoteólogo de cuarta, un verdadero animal metido en la Sagrada Teología que desconoce, llama a los obispos a un cisma y una rebelión contra Benedicto XVI
Por Emilio Nazar Kasbo
Es un heterodoxo teólogo suizo y con libros escritos que se encuentran plagados de herejías, que ha sido por años profesor en la universidad de Tubinga y que ahora, a los cinco de pontificado de Benedicto XVI, se autoerige en autoridad pontifical para criticar al Papa… tal como el sacerdote católico Martín Lutero hizo en su tiempo.
INFALIBILIDAD PAPAL
El 18 de julio de 1870 el Magisterio de la Iglesia proclamó la infalibilidad del Papa, y Hans Küng va en contra, como todo hereje. Este pseudoteólogo que tiene a muchos desprevenidos seguidores, siempre ha sido un “sí pero no”, y como teólogo herético escribió un libro respecto a la cuestión de la infalibilidad: “¿Falible? Una pregunta”. Küng admite la posibilidad de la infalibilidad (una graciosa concesión que no entra en el plano de su fe), y se dedica a cuestionar el dogma en su operatividad para concluir en todo lo contrario a lo que el Magisterio afirma. El procedimiento consiste en abordar diversas cuestiones para tornar nula la infalibilidad de la Iglesia, del Magisterio eclesial y del Papa.
El heterodoxo teólogo Hans Küng, de heréticas inclinaciones, acusa al actual Papa Benedicto XVI de haber fracasado ante los grandes retos del presente, como la aproximación a los judíos y a los protestantes, o la reconciliación de la Iglesia con la ciencia moderna.
El prestigioso sociólogo Massimo Introvigne, que ha intervenido en el Simposio Internacional de Teología organizado por la Universidad de Navarra, se ha referido en términos durísimos a la carta que el teólogo disidente Hans Küng ha dirigido a todos los obispos del mundo a través de la prensa. Introvigne ha dicho que “se trata de una invitación explícita al cisma por parte de un personaje que recibe grandes aplausos fuera de la Iglesia, pero que por el contrario goza de escasísimo seguimiento entre los fieles católicos”.
Benedicto XVI, según dice Küng en una carta abierta a todos los obispos del mundo que fuera reproducida en varios medios europeos, relativiza permanentemente los textos del Concilio Vaticano II y cierra sistemáticamente los esfuerzos de renovación del catolicismo.
A ello tales críticas infundadas, dice que se han agregado los recientes escándalos de pederastia dentro de la Iglesia Católica que han llevado a una "crisis de confianza y de liderazgo sin precedentes".
Küng dice que es innegable que la práctica de ocultar los casos de pederastia que se practicó durante mucho tiempo, fue dictada por la Congregación para la Defensa de la Doctrina de la Fe cuando el cardenal Joseph Ratzinger, el actual Benedicto XVI, era el Prefecto de la misma.
"Con razón muchos piden un mea culpa personal del prefecto de entonces y actual Papa. Pero lamentablemente él dejó pasar la oportunidad el Viernes Santo y, en cambio, se hizo testificar su inocencia el Domingo de Pascua", escribe Küng en su carta.
CRITICA MEDIATICA AL PAPA
En la carta, Küng enrostra al Papa Benedicto XVI todas las críticas que provienen de los medios de comunicación anticatólicos, a las cuales se suman la de eclesiásticos afines al modernismo, adjudicándole falsamente errores de modo prejuicioso.
Küng critica la plegaria por la conversión del pueblo judío, las tratativas con los miembros de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (“readmite en la Iglesia a obispos cismáticos notoriamente antisemitas”, afirma), menciona el episodio de la comparación de las críticas al Papa con la “persecución antisemita”, a la vez que considera que los judíos tienen “un camino propio hacia la salvación”.
Como una cuestión grave, acusa al Papa de que “impulsa la beatificación de Pío XII”, pretendiendo este hereje hacer lugar a la leyenda negra que surgió después de una obra de teatro difamatoria de dicho Papa, tras haber sido altamente reconocida su actuación en favor de rescatar y salvar vidas de judíos.
También Küng critica el discurso de Benedicto XVI en Ratisbona respecto del mahometismo en una antigua cita histórica sacada de contexto, la Evangelización de América calificando al catolicismo como “la religión de sus conquistadores europeos”, critica la desaprobación de “los métodos anticonceptivos” y pide la admisión de “el uso de preservativos en nombre de “la lucha contra la superpoblación” de los pueblos africanos.
En la foto: el Papa Benedicto XVI rinde homenaje al islámico turco Mustafá Kemal en Turquía, seis meses después del discurso de Ratisbona.
Además exige que Benedicto XVI debe “concluir la paz con las ciencias modernas reconociendo inequívocamente la teoría de la evolución y aprobando de forma diferenciada nuevos ámbitos de investigación, como el de las células madre”. Otra cosa que exige es una interpretación modernista del Concilio Vaticano II, precisamente en el sentido que ha sido condenado por la Encíclica Pascendi de San Pío X.
CONCILIO VATICANO II
También critica al Papa porque al Concilio Vaticano II lo “relativiza los textos conciliares y los interpreta de forma retrógrada”, acusándolo de que “incluso se sitúa expresamente contra el Concilio ecuménico, que según el derecho canónico representa la autoridad suprema de la Iglesia Católica”, manifestando Küng un gravísimo error teológico en sus afirmaciones.
Critica que Benedicto XVI “ha readmitido sin condiciones en la Iglesia a los obispos de la Hermandad Sacerdotal San Pío X, ordenados ilegalmente fuera de la Iglesia católica y que rechazan el concilio en aspectos centrales”. Cabe destacar que la situación era disciplinaria, y que la consagración de los Obispos fue válida, lo cual fue debidamente esclarecido en el levantamiento de las excomuniones.
Otra de sus críticas es que el Papa “apoya con todos los medios la misa medieval tridentina y él mismo celebra ocasionalmente la Eucaristía en latín y de espaldas a los fieles”. No se trata más que de la Misa de siempre, la que celebraron grandes santos como San Ignacio de Loyola, Don Bosco o el Padre Pío de Pietralcina… ¿O acaso eran nulas esas Misas?
Contradictoriamente, Küng critica a Benedicto XVI porque “no lleva a efecto el entendimiento con la Iglesia anglicana, firmado en documentos ecuménicos oficiales (ARCIC), sino que intenta atraer a la Iglesia católico-romana a sacerdotes anglicanos casados renunciando a aplicarles el voto de celibato”. Por un lado, exige el voto del celibato, pero por otro en su misma carta lo critica, acreditando de este modo que su único interés es desprestigiar al Papa y a la Iglesia Católica, de la cual él parece no formar parte. “Desde el concilio, decenas de miles de obispos han abandonado su vocación, sobre todo debido a la ley del celibato”, dice más adelante. Claro que el motivo del abandono de la vocación ha sido la interpretación herética modernista que el mismo Küng realiza.
El Papa, quien es el sucesor de San Pedro y quien guía a todos los fieles, es acusado por el pseudoteólogo de que “parece alejarse cada vez más de la gran mayoría del pueblo de la Iglesia”, buscando desvincular la unión de los feligreses con la autoridad Papal (Ubi Petrus Ibi Ecclesia). A su vez, atomiza la Iglesia en los Obispados y parroquias, donde Küng espera tener adherentes a su postura, al igual que hizo Lutero en su tiempo.
EL CONCILIO VATICANO III
1- No callar. Küng pide que los modernistas “salgan del closet”, que se proclamen lo que son, militantes de la Teología de la Liberación en el sentido condenado, sustentadores de herejías, de aberraciones, de principios contrarios a los Diez Mandamientos, para generar una permanente situación deliberativa intraeclesial. “No envíen a Roma declaraciones de sumisión, sino demandas de reforma”, exige.
2- Acometer reformas. Küng ordena a sus acólitos, tal como Lucifer propuso a sus seguidores, buscando anarquizar a la Iglesia, para emprender “la renovación de la Iglesia” contra el Papa, contra la Tradición, y que gracias a la lejanía del Papa se puedan expandir acciones que son esencialmente anticatólicas por su falta de comunión con la Iglesia y la Tradición.
3- Actuar colegiadamente. Küng hace decir al Concilio Vaticano II algo que en realidad no afirma, que “decretó la colegialidad del Papa y los obispos”, sosteniendo el condenado conciliarismo. En sí, vista la Iglesia como una institución humana más, al igual que el resto de las religiones, lo que este pseudoteólogo ordena a sus seguidores es “hacer lobby”. Simplemente, trata de enfrentar a Obispos, sacerdotes e incluso feligreses, con el Papa y con otros Obispos. Guerra de Obispos contra Obispos es lo que exige.
4- La obediencia ilimitada sólo se debe a Dios. Semejante afirmación de Küng es la habilitación de la traición en el sentido que lo afirma. Jesucristo es Dios, y fue quien estableció la Iglesia y el Papa, y por tanto obedeciendo a los Papas se obedece a Dios. Y no sólo a un Papa actual, sino al Magisterio de los Papas. Pero para Küng es otra cosa. “Jamás se debe obediencia ilimitada a una autoridad humana, solo a Dios”, refiriéndose a la autoridad del Papa como “autoridad humana”, y gracias a eso, pide ejercer “una presión sobre las autoridades romanas”. “La utilización del lenguaje vernáculo en la liturgia, la modificación de las disposiciones sobre los matrimonios mixtos, la afirmación de la tolerancia, la democracia, los derechos humanos, el entendimiento ecuménico y tantas otras cosas sólo se han alcanzado por la tenaz presión desde abajo”, afirma en su interpretación materialista.
5- Aspirar a soluciones regionales. En marketing se llama a esto “segmentación del mercado” para hacer más fácil la penetración del producto. Küng busca transmitir un mensaje que no es el de Jesucristo sino el suyo propio, y para eso dice que “se debe aspirar a conseguir de manera inteligente soluciones regionales”. Da por caso el celibato “que se está cuestionando con razón en todo el mundo precisamente en el contexto de los escándalos por abusos sexuales”, cuando justamente una violación, la pedofilia o las relaciones naturales o antinaturales son todos actos de lujuria, a la cual se contrapone la castidad, y que por ello de ninguna manera puede producir escándalos ni abusos sexuales que son ajenos a tal virtud. ¿Hasta dónde llegan los propósitos de Küng? “Un sacerdote que tras madura reflexión piense en casarse no tiene que renunciar automáticamente a su estado si el obispo y la comunidad le apoyan. Algunas conferencias episcopales podrían proceder con una solución regional” Pretende que un Obispo o un Episcopado entero se oponga al Papa, y que la indisciplina se imponga en la Iglesia.
6- Exigir un Concilio. Küng quiere un Concilio que sea explícito en la interpretación herética del Concilio Vaticano II, y que haga realidad respecto del Papa “una limitación de su poder. En todos ustedes está la responsabilidad de imponer un Concilio o al menos un sínodo episcopal representativo”. El uso de la palabra IMPONER, muestra la actitud “democrática” de Küng, para quien “se requirió un concilio ecuménico para la realización de la reforma litúrgica, la libertad de religión, el ecumenismo y el diálogo interreligioso”. Para él, “reforma litúrgica” es la aprobación de todo abuso litúrgico; “libertad de religión” es considerar que Dios es injusto y que ofrecerá el lugar primordial indistintamente a buenos, malos o no tan malos, creyentes, no creyentes, y más o menos creyentes; y que “ecumenismo” y “diálogo interreligioso” no son más que la expresión de un sincretismo ilimitado, todas estas posturas heréticas y que carecen de raigambre en la Tradición de la Iglesia.
Algunos Obispos, sacerdotes o feligreses son tildados de “más papistas que el Papa”; pero a Hans Küng se lo podría tildar claramente de “antipapista”.
Küng pretende suplir la Tradición de la Iglesia por los 40 años del Concilio Vaticano II como si hubiese surgido una nueva Iglesia sin antecedente previo, sin herencia que recibir pero que a su vez transmitirá una herencia que jamás se recibió. Pretende sustituir la Liturgia a Dios por una convalidación de abusos litúrgicos que convierten el Rito en una payasada inventada en un laboratorio donde se falta el respeto a Jesucristo. Pretende suplir los Mandamientos por el hedonismo, y pretende sustituir la Fe por el sincretismo indiscriminado.
Küng ordena a los Obispos que implementen a fondo una reforma modernista, progresista, y que lo hagan “cuando sea posible en cooperación con el resto de los obispos; pero, si es necesario, también en solitario”. Al finalizar su carta, no se define como católico, sino que la culmina con un saludo “en la comunión de la fe cristiana”.
Küng trata de dirigirse a los Obispos para suscitar una división, para que tengan que optar entre el modernismo o la Tradición. Es tiempo de que Obispos y sacerdotes se decidan.
Introvigne considera esta carta “inmoral”, porque Küng miente a sabiendas cuando afirma que el Cardenal Ratzinger, con la Carta De delictis gravioribus de 2001, hizo más difícil perseguir a los sacerdotes pedófilos. Por el contrario, según Introvigne, “con aquella carta y con otras medidas el actual Pontífice ha puesto en marcha un mecanismo de represión de los casos de pedofilia mucho más duro que el que existía previamente.
Por otra parte Introvigne ha señalado que “los casos de abusos y de inmoralidad por parte del clero, como demuestran los datos, se han multiplicado en los años 70, precisamente cuando se ha creado un clima de rechazo respecto a la enseñanza moral del Magisterio en los seminarios y en las universidades católicas, del cual Küng es uno de los mayores responsables”. Por este motivo opina que “debería ser él, más bien, quien rindiese cuentas de los vientos que ha sembrado, y debería por tanto pedir excusas a la Iglesia y al Papa “.
ANTI PAPISTA
Küng pide a los obispos que no guarden silencio ante directivas del Vaticano que consideren erróneas, haciendo apología a una especie de “libre interpretación”, y que no envíen a Roma declaraciones de obediencia sin exigencias de reformas.
Además, exige recuperar un principio fundamental del Concilio Vaticano II que quiso poner fin a la autarquía del Papa y hacer que su autoridad dependiese del consenso permanente de los obispos, una postura absolutamente falsa que cae explícitamente en el herético conciliarismo, condenado por el Magisterio de la Iglesia Católica en el Concilio Vaticano I. Cabe destacar que la autoridad del Papa no depende de “consensos”, sino de Jesucristo mismo que instituyó el Papado con San Pedro.
"La obediencia incondicional sólo se debe a Dios. Todos ustedes, al ser consagrados como obispos, juraron obedecer incondicionalmente al Papa pero saben que esa obediencia incondicional no la merece ninguna autoridad humana sino sólo Dios. Por eso no deben sentirse limitados por su juramento para decir la verdad sobre la crisis actual de la Iglesia", dice Küng en la misiva. Es decir, Küng considera que el Papa es una autoridad humana, y por tanto la Iglesia Católica es una institución como cualquier otra en este mundo, privada de su origen y misión trascendente dada por Jesucristo en el Plan de Salvación.
En ese punto, Küng recuerda cómo el apóstol San Pablo en los comienzos del cristianismo, como cuenta en la Carta a los Gálatas, "contradijo a San Pedro (considerado como el primer Papa) en su cara porque se había perdido en el error". Y desde tal consideración, postula la desobediencia total al Papa y a dos mil años de Historia de la Iglesia, para lograr una “renovación” que desfigura completamente la Tradición.
Küng propone además soluciones regionales a algunos problemas, aunque éstas estén en contra de la doctrina de Roma.
Al final de la carta, Küng pide un nuevo concilio en el que los obispos impongan reformas que sigan el camino dictado por el Concilio Vaticano II heréticamente interpretado desde el modernismo que condenara el Papa San Pío X, aunque para lograr tal objetivo tengan que enfrentarse a la autoridad del Papa.
Fuente: Diario Pregón de la Plata
Enviado por el Padre Cardozo. fsspx