sábado, 26 de mayo de 2012

MANIFIESTO EN DEFENSA DE LA UNIDAD DE ESPAÑA


¡AMIGOS! ¡COMPATRIOTAS! ¡ESPAÑOLES!
¡LA UNIDAD DE LA PATRIA ESTÁ EN PELIGRO!

En peligro de destrucción. En peligro de disolución. En peligro de atomización. En peligro de desintegración. En peligro de mutilación. En peligro de claudicación.

La acción disolvente y corrosiva de los separatismos locales y periféricos; de los enemigos endémicos de España; de los patrocinadores de un conglomerado nacionalista, de naciones inexistentes, que pretenden, por métodos violentos, en unos casos, o mediante el trapicheo político, en otras circunstancias, atentar contra la sagrada Unidad de la Patria, que quieren robar y devorar España a dentelladas, como Saturno a sus hijos, y enfangarla en una riña a garrotazos, es lo que justifica y alienta que hoy y ahora, un nutrido grupo de patriotas, se congregue y marche erguido y compacto , para lanzar el grito de alarma y dar la voz de alerta al noble, pero hoy aletargado, pueblo español, cuando se pone en entredicho la suprema e inalterable Unidad Nacional.

Nos asiste una poderosa razón para nuestra rebelión de acudir solícitos a nuestros puestos de defensa y de combate, porque la Unidad de la Patria no se otorga, ni se concede, sino que se defiende o se conquista. A nadie se le puede tildar de traidor, absolutamente a nadie, por amar y luchar por la defensa de la Unidad, de la Libertad y de la Grandeza de su Patria y sí por lo contrario.

España no es una marca, como quieren hacernos creer los nuevos mercaderes que nos gobiernan, sino una profunda e indeleble seña de identidad; España, no es un mito, sino una sempiterna realidad tangible, histórica, territorial, política, social y cultural; España no es una entelequia, sino acto y voluntad firme, forja y aleación de siglos de sacrificio y de gloria; España es el conjunto y la totalidad de todas las partes hermanadas al unísono, de todas las estirpes que la integran, siendo incompatible con los despojos que se quieren hacer de ella; España no es un negocio expuesto a las transacciones episódicas y circunstanciales de la conveniencia, la especulación, la ocasión o el momento oportuno, sino la entidad sólida que, en su totalidad y unidad, es depositaria del alma nacional; España no es un mero argumento, sino un sentimiento profundo y duradero, el solar colectivo, la Patria común y solidaria, ente soberano, único e indivisible, de todos los españoles, en sentido físico y metafísico, en clave de orgullo y pasión, de empirismo y de mística a la vez; España no es un misterio, porque su unidad es única o dejará de ser España en esencia, raíz, vigencia y trascendencia; España no es sólo la leyenda y la cuna de los forjadores de un pasado hidalgo e imperial, sino la plataforma de proyección de nuestro mejor futuro, es la trayectoria conjunta de nuestro destino, en aras de un porvenir más prometedor.

Esta marcha, cuando otros, de forma cobarde, guardan un silencio vergonzante e incluso les hacen el juego y pactan con los separatistas, nosotros, ante la grave crisis de valores y conciencia en la que estamos sumidos, con este gesto de afirmación y de confirmación por la Unidad de España, que tanta sangre derramada, tanto heroísmo y tanto sacrificio de nuestros ancestros costó lograr y consolidar, tras ocho siglos de ardua Reconquista, salimos a la calle a reivindicar y decir bien alto, de forma rotunda y contundente, que la Unidad de la Patria es inviolable y que ninguna de sus partes, con añagazas, puede suplantar la soberanía nacional. Por eso, hoy, en el corazón del epicentro de España, invocamos de nuevo con orgullo, nos ratificamos, en la irrenunciable Unidad de España con un sentido patriótico, al mismo tiempo, tradicional, porque nace de nuestras entrañas, y revolucionario, porque es un fiero desafío inaplazable, que emana de nuestro honor y nuestra dignidad filial, ante el acoso de los demoledores. Por eso lanzamos, hoy, la consigna de la Unidad de España, como un grito de amor y de guerra, por entender que esta causa es patrimonio y tarea de todos; que para esta santa misión nos encuadramos como soldados al servicio permanente de España, por ser la herencia de nuestros mayores y el suelo y el cielo de las generaciones venideras.

Nos impulsa a salir al ágora, a tomar la calle, el ímpetu sano y natural de pronunciarnos, sin titubeos, por la cohesión sin fisuras entre la integridad de las tierras y la igualdad solidaria de los hombres de España, eliminando discriminaciones entre sus gentes, donde no tengan cabida separatistas ni separadores, para potenciar su unidad, en estos momentos de turbulencia, pues somos conscientes que, reforzando su unión vinculante, es ahí donde radica su principal fortaleza. Y lo hacemos por ser ésta una cuestión de principio, de honor y de dignidad, que debe albergar en nuestros corazones con sentido prioritario. El mayor reto que se nos presenta hoy, que debe constituir por ello nuestro primer objetivo, por ser el más valioso y fecundo, es el de la defensa a ultranza de la Unidad de España. En este empeño, actuaremos de forma rotunda e intransigente, sin concesiones ni resquicios, a diestra y siniestra.

Es triste contemplar la tibieza con la que la Monarquía asume, en estos momentos de su putrefacción intestina, la defensa de la Unidad Nacional y como el Ejército profesional calla, y se muerde la lengua, ante las agresiones persistentes, cada vez más subidas de tono, contra la Patria, a la que les recordamos que han prestado juramento de lealtad, servicio y fidelidad castrense en defensa de su integridad.
No es admisible, ni se puede aceptar bajo ningún concepto que, en la actualidad, ocupen escaños en el Parlamento español y se sienten en las instituciones del Estado, hombres y siglas de partidos quienes tanto odio y rencor destilan contra España como Nación y que faenan, sin pausa, en hacer todo lo posible para su destrucción y desguace. Es imprescindible que se extirpen de raíz quienes proyectan el aniquilamiento de la Unidad y el relajamiento de los vínculos nacionales de la Patria, que tiene que ser el referente, como realidad viva, actuante y presente, de todos los españoles, con una fuerza moral profunda. Hay que dejar ya de contemplar, con paciente resignación y apaciguamiento, a aquellos que están favoreciendo, con su actitud activa o pasiva, el peligro acuciante del secesionismo, fomentado por los separatismos que se están inoculando en la urdimbre.

Si alguien persiste en atacar nuestra irrevocable Unidad, como nación y como pueblo, o pretende desarticular o desvertebrar el ser nacional, profanar u ofender los símbolos representativos de España: la enseña que hemos jurado, el himno que entonamos y la expresión y el verbo por los que todos nos entendemos y nos comunicamos, buscando con ello socavar los sentimientos patrióticos y romper y descoyuntar la Unidad de España, sépase bien que, desde ahora, estos delitos y crímenes de lesa Patria no nos van a dejar indiferentes y daremos la respuesta adecuada y contundente que la Patria nos demanda, en el cumplimiento de nuestro deber y en defensa del interés general, que exige la aniquilación de los perturbadores de nuestra paz social quienes, hasta ahora, han venido actuando y manipulando con impunidad, dejando constancia que, quien busca y pretende la destrucción de la Unidad de España, se va a encontrar con hombres y mujeres que no reniegan de su condición de españoles, ni de su espíritu de combate, ni tampoco les falta el valor ni el coraje, para luchar, e incluso ofrendar su existencia, si fuere necesario, al servicio de la España inmortal.

¡Por la Unidad Nacional!
¡Arriba España!  
JOSE LUIS JEREZ RIESCO