1. LA
MUJER REVESTIDA DEL SOL CONTRA EL ROJO DRAGÓN.
Nos encontramos realmente en el tiempo de
las disputas decisivas entre el Cielo y el infierno, como lo ha admitido la
misma Sor Lucía. Ella recomienda leer frecuentemente el Apocalipsis y meditar
sobre él. Interrogada una vez acerca del Tercer Secreto dio esta lacónica
respuesta: “Está en el Evangelio y en el Apocalipsis, ¡léalos!” Una vez,
incluso, nombró los capítulos 8 al 13 (1). En el capítulo 12 figura la visión de la Mujer
revestida de sol y del dragón rojo como el fuego. Este capítulo de las Sagradas
Escrituras describe evidentemente la decisiva e histórica disputa entre María y
el Dragón. Al parecer, llegamos actualmente a ser testigos de este apocalíptico
enfrentamiento. Sor Lucía misma, en 1957, basándose en las revelaciones del
Cielo, dijo: “El demonio está librando una batalla decisiva contra la Virgen, y
una batalla decisiva es una batalla final, en la cual se sabrá de qué lado está
la victoria, de qué lado la derrota” (2).
Cabe aquí una suposición, la cual,
sometida a un estudio más profundo, se alza casi al grado de absoluta certeza.
En el comienzo del capítulo 12, capítulo central del libro del Apocalipsis,
leemos:
“Y una gran señal apareció en el Cielo:
una mujer revestida del sol y con la luna bajo sus pies y en su cabeza una
corona de doce estrellas. Y viose otra señal en el cielo y he aquí un gran dragón de color de fuego con
siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas”. (Apoc. 12,1-3).
Lo cual no es probablemente, según su
sentido inmediato y más importante, otra cosa que una visión profética del año
1917. En este año se aparece en Fátima María Santísima y exhorta a la lucha
contra el Dragón. Efectivamente, se apareció a los tres niños videntes más
brillante que el sol y como un cristal traspasado de luz; y ante Ella palidecía
en cada aparición la luz del sol, siendo esto visible para todos. Como
coronamiento de sus grandes apariciones la Madre de Dios obra el sublime
milagro del sol, por todos conocido. En este espléndido milagro aparece
nuevamente más brillante que el sol y su atuendo realzado por doce estrellas.
Al mismo tiempo, en el extremo opuesto de Europa, surge una señal amenazadora:
el dragón del comunismo rojo, que pretende destruir, mediante el despliegue
total de sus poderosas fuerzas, toda creencia en Dios. La Bienaventurada Virgen
María ha venido a desenmascarar al dragón del ateísmo comunista, a señalarlo
como castigo de Dios y a aplastarle la cabeza. Esta es la gran promesa de
Fátima, la cual se cumplirá con toda certeza (3).
2. EL SIMBOLISMO DEL
NÚMERO 13 – LA DOBLE MEDIACIÓN DE MARÍA Y DEL SANTO PADRE
Interpretando la visión apocalíptica de la
Mujer revestida del sol en el sentido de Fátima, se aclara una parte del mensaje
que la Virgen dirige al mundo y que, hasta ahora, había permanecido un tanto
velada: el simbolismo del número 13. ¿Por qué la Santísima Virgen María se
apareció siempre el día 13, y no otro día del mes? Es imposible que se trate de
una mera casualidad.
Una solución a este interrogante se
encuentra en el libro del Apocalipsis. De la mencionada Mujer revestida del sol
se dice que lleva una corona de doce estrellas. Las doce estrellas representan,
según los exégetas de las Sagradas Escrituras, a los doce Apóstoles, sobre los
cuales ha sido fundada la Santa Iglesia. En esta imagen de la mujer convergen
tanto María como la Iglesia. Empero, 13 es igual a 13 + 1. Es decir: María y
los 12 Apóstoles de entre los cuales uno, San Pedro, era la cabeza como primer
Papa, mientras que, por otra parte, María es la Reina de los Apóstoles. El 13
de octubre la Virgen María se aparece en Fátima adornada con 12 estrellas, es
decir rodeada por los 12 Apóstoles, cuyos sucesores hoy en día son los obispos
del mundo entero encabezados por el papa. El número 13 entonces, llevado a
nuestro tiempo, representaría a María junto al Papa y a los obispos. Este
esbozo elemental nos orienta hacia lo medular del mensaje de Fátima: María ha
venido para indicarnos el medio por el cual Rusia, que subyugada por el
comunismo ateo llegó a ser el azote de Dios para la humanidad, puede ser
salvada y convertida.
Esto será posible solo por la doble
mediación de María y del Papa en unión con sus obispos. Esta doble mediación
será el instrumento que elevará y hará brillar nuevamente la Mariología,
diluida en la actualidad por los errores del ecumenismo y del protestantismo, y
también el medio que rectificará la Jerarquía Eclesiástica, actualmente minada
en su estructura por la arremetida de una democracia y una colegialidad que van
en contra del orden original establecido por su Divino Fundador, Jesucristo.
Asimismo, esta doble mediación será la
fuente por la cual afluirán al mundo las gracias salvadoras en superabundancia.
En el número 13 encontramos, entonces, un resumen simbólico del mensaje de
Fátima, a la luz del Apocalipsis.
A modo de comprobación, algunos ejemplos
que muestran claramente que Fátima está basada desde el principio en esta doble
mediación de María y del Papa.
El
13 de junio de 1912, el Papa San Pío X recomienda una forma de devoción del
primer sábado de mes muy similar a la pedida en Pontevedra y la enriquece con
indulgencias diciendo: “Para fomentar la devoción a la Virgen Inmaculada y
Madre de Dios María, y para reparar las ofensas que los ateos hacen a su nombre
y a sus privilegios de gracia, concedemos a todos los fieles, bajo los
requisitos habituales, una indulgencia plenaria el primer sábado de cada mes”.
Exactamente cinco años más tarde, el 13 de junio de 1917, se aparece la
Santísima Virgen en Fátima y, mostrando su Corazón torturado por los pecados de
los hombres, pide que se establezca la devoción reparadora a su Corazón
Inmaculado diciendo: “Jesús quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado
Corazón.” En la siguiente aparición, el 13 de julio, anuncia que vendrá a pedir
la comunión reparadora de los primeros sábados (lo cual hará al aparecerse a
Sor Lucía, en Pontevedra, el 10 de diciembre de 1925). Así, la Madre de Dios,
actuando a la par del Sumo Pontífice, confirma lo que el Santo Papa Pío X ha
introducido poco antes como forma de devoción: María y el Papa obran al
unísono.
El 13 de mayo de 1917, el día mismo de la
primera aparición de Fátima, el papa Benedicto XV ordena leer en todas las
iglesias una carta apostólica, en la cual expone que la paz en el mundo es
efecto del rezo del Santo Rosario. Esta carta será también leída en la
parroquia de Fátima. Mientras que el Santo Padre se dirige así a la Reina de la
Paz, a su Corazón Inmaculado y a la Mediadora de Todas las Gracias, la Virgen
María, con su aparición en Fátima, viene a respaldar, de un modo nunca visto,
la exhortación magisterial del Papa.
Otro ejemplo. Como ya hemos expuesto,
Margherita Guarducci pudo reconstruir exactamente la fecha del martirio de San
pedro Apóstol, primer Papa: fue el 13 de octubre del año 64. Así, el 13 de
octubre, día de la última aparición y del gran milagro del sol, establece una
profunda relación entre Pedro, Papa, y la Virgen María. Esta notoria
concordancia sitúa de nuevo las apariciones de María Santísima en Fátima dentro
de un contexto muy amplio y significativo. El 13 de octubre del año 64
significa, en su momento, una victoria del impío César Nerón. Pero a partir de
esta victoria de las tinieblas, se produce la victoria luminosa del Papado,
pues a través del martirio de San pedro se arraiga la cátedra pontificia en
Roma. De igual manera, se puede observar también hoy una cierta amenaza de las
tinieblas contra el trono de San Pedro, sin embargo, se puede confiar en que
esta humillación desembocará, de igual modo, en un gran triunfo del Papado.
La estrecha relación entre la fecha de la
última aparición de Nuestra Señora en Fátima, el 13 de octubre, y la
instauración, por deseo pontifical, del mes de octubre como Mes del Santo
Rosario, señala una vez más esta “cooperación” entre María y el Papa, que
llevará finalmente a la victoria. En efecto, la Santísima Virgen quiso
demostrar su beneplácito ante el decreto de león XIII (4) presentándose a los pastorcitos, justamente en
el mes de octubre, como Reina del Santo Rosario.
Encontramos así confirmadas las palabras
del eminente teólogo de la Alemania del siglo XIX, Matthias Joseph Scheeben
(+1888): “María y la Cátedra de Pedro están estrechamente unidos en el plan de
Dios y en la historia de la Iglesia”. Aparecen unidos también en la aceptación
y hasta en el rechazo por parte de los
hombres; así, por ejemplo, los protestantes no solamente niegan la autoridad
del Vicario de Cristo, sino que también rechazan a María y su condición de
maternal Intercesora y Mediadora.
Las fechas de Fátima, elegidas por la
Divina Providencia, amarran también relaciones precisas con los Papas, incluso
con los pontífices marianos del siglo XIX. Esto se manifiesta, por ejemplo, en
la vida del Beato Papa Pío IX. “El Papa de la Inmaculada nace 125 años antes de
la primera aparición en Fátima, el 13 de mayo de 1792, (…) y en el mismo día es bautizado como
Giovanni María y consagrado en forma especial a la Madre de Dios. Así, toda la
vida de este papa de la Inmaculada transcurre bajo el signo de María. (…) Si se considera (…) que luego de la
proclamación del dogma de la Inmaculada concepción de María (el 8 de diciembre
de 1854) (…) el 8 de diciembre de 1869, inauguró el concilio Vaticano I, en el
que él mismo definirá la infalibilidad del Papa, se puede entender que ya en
1870 el gran teólogo M.J. Scheeben haya visto singularmente encarnada en la
persona de Pío IX la notoria relación entre el dogma de la Inmaculada concepción
de María, sedes sapientiae, y el dogma de la Infalibilidad Papal, como cathedra
sapientiae”(5). También las revelaciones del siglo XVI en Quito (hoy
Ecuador), que han sido reconocidas por la Iglesia, predicen que el mismo Papa
que definirá el dogma de la Inmaculada Concepción definirá también el de la
Infalibilidad Papal (6).
El Papa León XIII, fervoroso promotor del
rezo del Santo Rosario – escribió 15 encíclicas con cálidas recomendaciones
para exhortar al rezo del Santo Rosario -, tuvo una visión en la cual se le
mostró que Dios concedía al demonio un siglo para minar su Iglesia. Fue a raíz
de esta aterradora visión que León XIII introdujo el rezo de las tres Avemarías
y la oración a San Miguel Arcángel al final de la Santa Misa. Distintas fuentes
señalan que esta famosa visión, que recuerda la visión del Tercer Secreto de
Fátima, ocurrió un 13 de octubre.
Esta doble mediación, que se hace visible
ya desde el comienzo de las apariciones de Fátima, continúa orgánicamente en la
promesa de que Rusia se convertirá si el Papa la consagra al Inmaculado Corazón
de María. La gran promesa celestial no podrá cumplirse ni sin María, ni sin el
Papa. Si la Bienaventurada Virgen María quería iniciar y concluir
victoriosamente su lucha sólo en conjunción con el Papa, entonces también es
seguro que los frutos que Dios ha querido no sólo consistirán en una inmensa
glorificación de María y en un confiado amor de los hombres hacia Ella (“Pero ,
finalmente, mi Corazón Inmaculado triunfará”), sino, paralelamente, en una
verdadera glorificación del poder sobrenatural y de la autoridad del Santo Padre
y en una gran confianza filial de toda la Cristiandad en el papado restaurado.
Esta victoria lucirá tanto más, cuanto que la teología progresista busca
rebajar tanto la condición de María como Mediadora de Todas las Gracias, como
también la mediación sacerdotal del Papa como Vicario de Jesucristo y cabeza
visible de la única verdadera Iglesia, fuera de la cual no hay salvación.
Sin embargo, esta victoria del Papado no
tendrá mal entendidas características triunfalistas. No es triunfal el momento
en que Jesucristo, luego de su resurrección, confiere la autoridad sobre toda
su Iglesia a San Pedro Apóstol, ya que, a través de su triple pregunta, “Simón,
hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?”, le recuerda su triple negación. Así
también, el gran triunfo del Papa vinculado al del Corazón Inmaculado de María,
estará unido al recuerdo de faltas cometidas durante varias décadas. Por lo
tanto, tendrá este triunfo, evidentemente, un carácter muy sobrenatural, que no
permitirá ser confundido con presunción.
La beata Anna María Taigi, describiendo el
papado renovado y glorificado, durante e inmediatamente antes del tiempo de paz
que seguirá a la gran prueba, habla de un Papa muy santo que renovará la Iglesia:
“El Papa, elegido según el Corazón de Dios, será apoyado por Dios a través de
inspiraciones muy especiales. Su nombre será honrado en el mundo entero y
aplaudido por todos los pueblos. Es él el santo Papa escogido para resistir la
tormenta. El brazo de Dios lo apoyará y lo defenderá contra los ateos, quienes
serán humillados y avergonzados. Finalmente, poseerá el don de obrar milagros”(7). Se
complementa este vaticinio con las visiones místicas de Bartholomäus Holzhauser
quien, sobre Apoc. 14,15 dice: “El ángel, que procede del Santuario (…) es aquel
santo y magno Papa que Dios en aquellos días (…) suscitará” (8).
Hay
aún más números simbólicos en relación con Fátima. El tiempo transcurrido desde
la primera hasta la última aparición, o sea, desde el 13 de mayo a mediodía
hasta el 13 de octubre a mediodía, es exactamente de 153 días. Ahora bien, 153
es también el número de Avemarías del Salterio, del Rosario completo con sus
quince misterios, Este simbolismo es nuevamente una reafirmación de la petición
de rezar el Rosario, lo que la Madre de Dios reiteró en todas sus apariciones.
Así el Cielo confirió un misterioso sello a las apariciones de Fátima, lo cual
los pequeños videntes jamás habrían podido inventar.
El número 153 se encuentra también en los
Evangelios. Después de la resurrección de Cristo, ocurre la milagrosa pesca de
San Pedro. Los Apóstoles no han pescado nada en toda la noche; pero,
obedeciendo a Cristo, quien les dice: “Echad la rede a la derecha del barco y
encontraréis”, logran inesperadamente una abundante pesca. San Juan Evangelista
escribe: “Subió Simón Pedro (a la barca) y sacó a tierra la red, llena de 153
grandes peces”. Se propone una interpretación profética con respecto al rezo del
Santo Rosario: Pedro, es decir, el Santo Padre, obedeciendo ciegamente a su
Divino Maestro Jesús, mediante la confiada invocación a la Reina del Santo
Rosario, hará un día una “pesca” absolutamente milagrosa.
3. EL SIMBOLISMO DEL
NÚMERO 17 – LA BESTIA Y LA REINA DEL SANTO ROSARIO
Ya
que nos estamos cuestionando el simbolismo de los números, centremos ahora la
atención en el número 17, que en forma notoria se reitera en los años decisivos
ya mencionados de 1517, 1717 y 1917, y que reaparece en otros datos. La clave
para la interpretación del simbolismo del número 13 se encontraba en el primer
versículo el capítulo 12 del Apocalipsis. Si leemos dos versículos más,
encontramos la clave para la explicación del número 17:
“Y
una gran señal apareció en el cielo; una mujer revestida del sol, con la luna
debajo de sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas. Y viose otra
señal en el cielo y he aquí un gran dragón de color de fuego, con siete cabezas
y diez cuernos”(Apoc.12,1-3).
¡10 + 7 es igual a 17! El dragón con siete
cabezas, y sobre las cabezas siete coronas, y con diez cuernos, y sobre los
cuernos diez diademas, se menciona nuevamente en Apocalipsis 13,1, como también
en Apoc. 17,3 y 7. Aquí se interpretan las cabezas y los cuernos como reyes, lo
que daría como resultado 17 reyes. El número 17 aparece así como el número
simbólico del dragón, que acosa a la Madre de Dios y a sus hijos.
Sin embargo, se puede añadir una
interesante interpretación complementaria, en la cual el número 17 aparece como
alusión simbólica a la Reina del Santo Rosario, quien vencerá al dragón. Se
obtiene el número 17, como suma de 7 más 10, también a través del siguiente
cálculo: en la aparición del 13 de octubre, la Madre de Dios se presentó como
Reina del Santo Rosario, con lo cual
Ella misma establece una relación, que debe tenerse en cuenta, con la fiesta
eclesiástica del Santo Rosario, la que se celebra el 7 de octubre o sea, el 7
del 10 (lo que sumado, da 17, coincidencia realmente notoria).
Además, la fiesta del Santo Rosario, como
fiesta de la Iglesia universal, se celebró por primera vez en el año 1717. Aquí
figura aun doblemente el número 17, lo que apoya adicionalmente la
interpretación dada sobre la Reina del Santo Rosario (9).
Así, una lectura del Apocalipsis en la
perspectiva del simbolismo del número 17, nos entrega una doble interpretación
de la visión: por una parte, el dragón que ataca con siete cabezas y diez
cuernos, es decir, Satanás con sus colaboradores; y, por la otra, María, la
Reina del Santo Rosario, quien aplasta al dragón infernal y quien resplandece
como vencedora triunfal en las batallas de Dios.
Esta interpretación del Número 17 viene a
dar a los números de los años 1517,1717 y 1917 un sentido de conjunto. Se trata
del alzamiento escatológico del dragón, lo que, sin embargo, finalmente
concluirá con la gloriosa victoria de María.
________________________________________________
NOTAS
1. TVF, t. 3, p. 515,
p. 533
2. TVF, t. 3, p. 338,
p. 504.
3. Cfr: TVF, t. 1, p. 177; t. 3, p. 535 s.
4. León XIII
instituyó el mes de octubre como Mes del Santo Rosario y ordenó que en todas
las parroquias se rezara una tercera parte del Rosario las Letanías Lauretanas frente al Santísimo
Sacramento expuesto.
5. Holböck, Ferdinand, Geführt von Maria, Stein am Rhein
1987, pp. 504 s.
6. Véase: Horvat, Marian Therese, our Lady of Good
Success, Prophecies for our Times, Los Angeles 1999, p. 61.
7. Vacquié, Jean, Bénédictions et Malédictions. Prophéties de la Révélation Privée, Paris 1987, p. 112.
8. Holzhauser, Bartholomäus, Prophezeiungen, Visionen und
Auslegung der Apokalypse, Wien 1981, pp. 215 s.; cfr: p. 198.
9. Después
de la batalla de Lepanto en 1571, el papa Pío V introdujo, como acción de
gracias, una fiesta en honor a la
Reina del Cielo, la conmemoración de Nuestra Señora de las Victorias. Su
sucesor, Gregorio XII, ordenó que esta fiesta se celebrase en adelante como
fiesta del Santo Rosario. Más tarde, después de las grandes victorias del
príncipe Eugenio sobre los musulmanes en peterwardein, y del Emperador Carlos
VI en Hungría, el 5 de agosto del año 1716, el Papa Clemente XI extendió la
fiesta a la Iglesia universal. Así, el año siguiente, en 1717, se hizo efectiva
la celebración de esta nueva fiesta por la Iglesia universal.
Padre Gérard Mura,
FÁTIMA ROMA MOSCÚ