Santa Magdalena Sofía Barat
La humildad azota al demonio; el orgullo a Cristo.
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Un átomo de humildad vale más que una montaña de buenas obras. La humildad y la sencillez son los verdaderos manantiales de la perfección.
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No hay humildad sin mansedumbre y olvido de si. La humildad es la virtud de las almas grandes. Si tuviéramos un solo átomo de humildad, soportaríamos gozosos las contrariedades, los olvidos y cualquier otra falta. ¿Acaso no tienen los demás que soportar las nuestras?
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Que nos pospongan a los demás, que nos olviden y hasta nos desprecien…, digamos esta sola palabra: "Lo hemos merecido".