(Último capítulo)
XIV
Cruces en los cristales
La primavera y el verano de 1872 señaláronse en
las riberas del Rhin y en Alsacia y Lorena por la prodigiosa aparición de Cruces y otras figuras misteriosas
en las vidrieras de casas particulares, y sobre todo de
los establecimientos públicos. Todos los periódicos,
cualquiera que fuera su opinión, dieron cuenta del
suceso, bien que se limitaron muchos a consignarlo
como efecto natural de la luz, todavía no explicado.
Nosotros tomaremos de la ya citada obra del abate Curicque los datos que van a continuación: y desde luego dejaremos la palabra a los corresponsales de los
periódicos religiosos.
Sucedía esto en plena Cuaresma, y mes de Marzo
de 1872. Cruces, espadas, cabezas de muertos, etc., aparecían en las vidrieras por todo el país de Baden.
Una carta del mismo Baden refiere así el principio del
prodigio en el Univers, reproducida en el Correo de
Bruselas, 16 de Junio de 1874:
«Sabéis que una ley reciente, adoptada por el parlamento
alemán, quita al clero la vigilancia de las escuelas. Después de
la promulgación de esta ley, un maestro de escuela librepensador, de una villa del país de Baden próxima a Strasburgo dirigió a sus discípulos un pequeño discurso para manifestarles que en adelante dejaría a Dios a un lado y no les
hablaría más que de la gramática y de la aritmética. Y para
comenzar descolgó un Crucifijo que había en la pared y lo
retiró; mas los discípulos exclamaron a una voz:—¡Maestro!
¡Maestro! ¡Ved otra vez la Cruz!—¿Dónde está?— Allí, en la
vidriera. Y era verdad. Una Cruz aparecía muy claramente
en uno de los cristales de la ventana. Esparcida la nueva, muchos curiosos acudieron a comprobar la maravilla. En otras
muchas poblaciones se produjo el mismo hecho.
»Cito también una anécdota: Dirigiéndose algunos habitantes de cierto pueblo a una casa cuyas vidrieras tenían la
marca milagrosa, un boticario, cabeza dura del lugar, hallabase en la entrada de la puerta, mofándose más o menos graciosamente de tales peregrinos. Uno de ellos le dijo: ya que
os reís, mirad, mirad vuestra delantera. Levanta él los ojos y
ve el signo redentor en una de sus vidrieras. Corre en seguida a su oficina, trae no se qué esencia y frota con ella el cristal,
pero nada consigue; la imagen no se borra. Furioso, rompe el
cristal de un puñetazo; más reaparece la Cruz instantáneamente en el cristal próximo.
»Tales son las anécdotas que corren en el país; pero no es
esto todo. Algunos de estos cristales presentan, además de la
Cruz, cabezas de muertos y huesos en aspa. Los habitantes
deducen de aquí que estamos amenazados de nuevas y horribles desgracias y vienen en grandes grupos a Estrasburgo para
confesarse y comulgar. Todo esto os lo puedo afirmar de una
manera absoluta.
»Personas timoratas ven en esas marcas repetidas el anuncio de un castigo del cielo. Lo cierto es que todas las poblaciones de la ribera del Rhin temen mucho una nueva guerra
hasta el punto de que en gran número prefieren abandonar su
país natal y emigran».
En otra carta fechada el 14 de Marzo de 1872
leemos lo que sigue:
«Hoy 14 de Marzo hay feria en Rastadt. Se ha renovado el mismo fenómeno, pero con mayor fuerza; aquí todo
el mundo está, consternado. Ayer tarde unas cruces negras
aparecían en los cristales de la estación y en las ventanas de
los vagones. Para evitar alborotos se pusieron otros cristales;
mas apenas colocados, veíanse otra vez las mismas cosas: eran
cruces negras de dos dedos de anchas, cabezas de muertos,
esqueletos, batallas, etc.
»También hoy se ha presentado el fenómeno en los cuarteles, en el palacio del Ayuntamiento y en más de setenta
casas particulares. Rompían los cristales, se cerraban las ventanas, se empleaba el jabón, pero no se pudo hacer desaparecer lo que el dedo de Dios ha marcado. Al cerrar las ventanas
aparecía la marca en otro sitio.
»Ciertamente, no se hablaba de otra cosa en la feria, y las
gentes iban en masa a verla. Unos lloraban, otros se lamentaban, y muchos juraban e insultaban; en general, todos creen
que esto es muy mal agüero. Se me han citado más de diez
pueblos en el ducado de Baden o en la proximidad donde
se ven las mismas señales; y aun hay quien afirma que se han
visto en todo el dicho ducado. Yo mismo he hablado a muchas personas que vieron el fenómeno, y era cosa de ver su
cara despavorida: no se puede dudar del hecho. Ademas, centenares de personas venidas de Rastadt dicen lo mismo».
El prodigio pasó de Baden a la Alsacia, la invadió
toda, llenó también la Lorena, y esto por tanto tiempo, que la prensa periódica tuvo espacio de hacer minuciosas informaciones y discutir los hechos, para
acabar los católicos levantando los ojos al cielo y los
incrédulos confundiéndose con enmarañadas y ridículas explicaciones que nada explicaron.
Aquellas apariciones parecían decir a unos: confiad
en Dios; esa guerra que pasó volverá y triunfaréis; y
otros: temblad; estas señales os anuncian que la cólera de
Dios os visitará cuando llegue su hora. Esta hora parece
ya muy próxima. El pueblo lo entendió así, diciendo
todos a una voz: «Esto sucede porque no nos hallamos
aún al fin de nuestras pruebas: Dios nos avisa. ¿Podría
hablarnos más claramente? ¿Tantos castigos y señales
no aclaran el misterio?»—Vino enseguida la guerra
civil en España, perdióla el ejército de la Tradición, y
empezó el intervalo de treinta años, después del cual
triunfará y pagarán Alemania y Francia su merecido.
APOLOGÍA DEL GRAN MONARCA
P. José Domingo María Corbató
Biblioteca Españolista
Valencia-Año 1904