sábado, 27 de septiembre de 2014

LA MEJOR BANDERA LA CRUZ - XIV


(Último capítulo) 

XIV 
Cruces en los cristales 

La primavera y el verano de 1872 señaláronse en las riberas del Rhin y en Alsacia y Lorena por la prodigiosa aparición de Cruces y otras figuras misteriosas en las vidrieras de casas particulares, y sobre todo de los establecimientos públicos. Todos los periódicos, cualquiera que fuera su opinión, dieron cuenta del suceso, bien que se limitaron muchos a consignarlo como efecto natural de la luz, todavía no explicado. Nosotros tomaremos de la ya citada obra del abate Curicque los datos que van a continuación: y desde luego dejaremos la palabra a los corresponsales de los periódicos religiosos. 

Sucedía esto en plena Cuaresma, y mes de Marzo de 1872. Cruces, espadas, cabezas de muertos, etc., aparecían en las vidrieras por todo el país de Baden. Una carta del mismo Baden refiere así el principio del prodigio en el Univers, reproducida en el Correo de Bruselas, 16 de Junio de 1874: 

«Sabéis que una ley reciente, adoptada por el parlamento alemán, quita al clero la vigilancia de las escuelas. Después de la promulgación de esta ley, un maestro de escuela librepensador, de una villa del país de Baden próxima a Strasburgo dirigió a sus discípulos un pequeño discurso para manifestarles que en adelante dejaría a Dios a un lado y no les hablaría más que de la gramática y de la aritmética. Y para comenzar descolgó un Crucifijo que había en la pared y lo retiró; mas los discípulos exclamaron a una voz:—¡Maestro! ¡Maestro! ¡Ved otra vez la Cruz!—¿Dónde está?— Allí, en la vidriera. Y era verdad. Una Cruz aparecía muy claramente en uno de los cristales de la ventana. Esparcida la nueva, muchos curiosos acudieron a comprobar la maravilla. En otras muchas poblaciones se produjo el mismo hecho. 

»Cito también una anécdota: Dirigiéndose algunos habitantes de cierto pueblo a una casa cuyas vidrieras tenían la marca milagrosa, un boticario, cabeza dura del lugar, hallabase en la entrada de la puerta, mofándose más o menos graciosamente de tales peregrinos. Uno de ellos le dijo: ya que os reís, mirad, mirad vuestra delantera. Levanta él los ojos y ve el signo redentor en una de sus vidrieras. Corre en seguida a su oficina, trae no se qué esencia y frota con ella el cristal, pero nada consigue; la imagen no se borra. Furioso, rompe el cristal de un puñetazo; más reaparece la Cruz instantáneamente en el cristal próximo. 

»Tales son las anécdotas que corren en el país; pero no es esto todo. Algunos de estos cristales presentan, además de la Cruz, cabezas de muertos y huesos en aspa. Los habitantes deducen de aquí que estamos amenazados de nuevas y horribles desgracias y vienen en grandes grupos a Estrasburgo para confesarse y comulgar. Todo esto os lo puedo afirmar de una manera absoluta. 

»Personas timoratas ven en esas marcas repetidas el anuncio de un castigo del cielo. Lo cierto es que todas las poblaciones de la ribera del Rhin temen mucho una nueva guerra hasta el punto de que en gran número prefieren abandonar su país natal y emigran». 

En otra carta fechada el 14 de Marzo de 1872 leemos lo que sigue: 

«Hoy 14 de Marzo hay feria en Rastadt. Se ha renovado el mismo fenómeno, pero con mayor fuerza; aquí todo el mundo está, consternado. Ayer tarde unas cruces negras aparecían en los cristales de la estación y en las ventanas de los vagones. Para evitar alborotos se pusieron otros cristales; mas apenas colocados, veíanse otra vez las mismas cosas: eran cruces negras de dos dedos de anchas, cabezas de muertos, esqueletos, batallas, etc. 

»También hoy se ha presentado el fenómeno en los cuarteles, en el palacio del Ayuntamiento y en más de setenta casas particulares. Rompían los cristales, se cerraban las ventanas, se empleaba el jabón, pero no se pudo hacer desaparecer lo que el dedo de Dios ha marcado. Al cerrar las ventanas aparecía la marca en otro sitio. 

»Ciertamente, no se hablaba de otra cosa en la feria, y las gentes iban en masa a verla. Unos lloraban, otros se lamentaban, y muchos juraban e insultaban; en general, todos creen que esto es muy mal agüero. Se me han citado más de diez pueblos en el ducado de Baden o en la proximidad donde se ven las mismas señales; y aun hay quien afirma que se han visto en todo el dicho ducado. Yo mismo he hablado a muchas personas que vieron el fenómeno, y era cosa de ver su cara despavorida: no se puede dudar del hecho. Ademas, centenares de personas venidas de Rastadt dicen lo mismo». 

El prodigio pasó de Baden a la Alsacia, la invadió toda, llenó también la Lorena, y esto por tanto tiempo, que la prensa periódica tuvo espacio de hacer minuciosas informaciones y discutir los hechos, para acabar los católicos levantando los ojos al cielo y los incrédulos confundiéndose con enmarañadas y ridículas explicaciones que nada explicaron. 

Aquellas apariciones parecían decir a unos: confiad en Dios; esa guerra que pasó volverá y triunfaréis; y otros: temblad; estas señales os anuncian que la cólera de Dios os visitará cuando llegue su hora. Esta hora parece ya muy próxima. El pueblo lo entendió así, diciendo todos a una voz: «Esto sucede porque no nos hallamos aún al fin de nuestras pruebas: Dios nos avisa. ¿Podría hablarnos más claramente? ¿Tantos castigos y señales no aclaran el misterio?»—Vino enseguida la guerra civil en España, perdióla el ejército de la Tradición, y empezó el intervalo de treinta años, después del cual triunfará y pagarán Alemania y Francia su merecido. 

APOLOGÍA DEL GRAN MONARCA 
P. José Domingo María Corbató 
Biblioteca Españolista 
Valencia-Año 1904