UN FINAL DE BAILE MACABRO Y DESASTROSO
PARA UNA DONCELLA
PARA UNA DONCELLA
Aconteció en una ciudad andaluza, famosísima por sus mujeres, por sus vinos y sus caballos. Erase una Venus por su belleza, pero una Juno por su cólera. De familia muy distinguida y piadosa, había sido educada desde su niñez en un colegio de Religiosas, ingresando a los quince años en la Hermandad del Santo Escapulario y llevando una vida piadosa, cuyas características eran el amor a la Sagrada Eucaristía y la devoción a la Virgen Santísima del Carmen.
Ángel de pureza y fervor, prometía elevarse a las cumbres de la santidad; pero, no fue así; bajo la constante influencia de lecturas novelescas y de amistades mundanas, vino a perder poco a poco su pristino fervor, acabando por disiparse su espíritu religioso cual se disipan las sustancias aromáticas.
No llegó a dar esos escándalos tan temidos de la mujer, por los que queda difamada de por vida, pero sí esos otros que vienen a ser el ambiente de la mujer coqueta y vanidosa. Ella, la que establecía los cánones de la moda y los escotes más provocativos y escandalosos; ella, la que introducía todos los bailes exóticos más impúdicos; ella, la que promovía cierto género de jiras en las que la moral y el pudor, cual si fuesen estatuas de escayola, salían descalabradas y aun rotas... Su conciencia protestaba indignada y le robaba el sueño de noche. Reprendíanla sus padres, pero nada lograban de ella. La exhortaban los confesores, pero el aire se llevaba sus exhortaciones.
Una noche primaveral se vistió un traje de baile para asistir a una caseta de feria. El escote de su vestido, que la dejaba casi al desnudo la espalda y gran parte del pecho, la impulsó a quitarse el Escapulario para que no se le viese. ¡ Qué importaba el quitárselo una vez más cuando tantas y tantas se lo había quitado para el mismo fin! Su doncella, joven piadosísima y con quien desde niña tenía gran confianza, la hizo una insinuación respetuosa para que no se lo quitase; mas la contestó con un desplante, llamándola beata y gazmoña.
Después de una noche de bacanal o vergonzosa orgía, al amanecer partió con sus amistades a una jira proyectada la víspera. Los autos condujéronlos rapidísimamente. El lago que allí había, claro y sereno cual un espejo, invitaba a solazarse en él. Los alegres expedicionarios subieron a barcas sin quillas. Ya están dentro..., ya bogan..., ya llegan en medio de él... Cuando he aquí que una falsa maniobra hace zozobrar la primera barca y la joven de nuestra historia se hunde con su traje de baile, para no aparecer jamás...
Milagros y Prodigios del Santo Escapulario del Carmen
por el P. Fr. Juan Fernández Martín, O.C.