viernes, 21 de julio de 2017

LA FUTURA EXTIRPACION DE LAS HEREJIAS - VENERABLE HOLZHAUSER



DE LA FUTURA EXTIRPACION DE LAS HEREJIAS

Capítulo XIV Versículo 14.-20.

Vers. 14. Y miré, y he aquí una nube blanca: y sobre la nube sentado uno semejante al Hijo del Hombre, que tenía en su cabeza una corona de oro, y en su mano una hoz aguda.

La descripción de la mies y de la vendimia de que se trata en este capítulo, contiene una especie de enigma difícil y oscuro, bajo el cual se describe la futura extirpación de las herejías y de la secta de las naciones o del imperio turco, cuya extirpación tendrá lugar bajo el Monarca poderoso, y el Pontífice santo. Porque Dios consolará todavía una vez a su Iglesia antes que llegue la noche tenebrosa del reino del Anticristo. He aquí pues la interpretación del enigma. El Gran Monarca de quien se habló más de una vez, es aquel que vio San Juan sentado sobre una nube blanca, porque su reinado, designado por la voz sentado, será un reinado santo y estable, apoyado en la protección de Dios omnipotente. Este Monarca es llamado semejante al Hijo, del hombre, a causa de sus grandes virtudes con las cuales imitará a su Salvador Jesucristo. Porque será humilde, manso, amante de la verdad y de la justicia, poderoso por sus ejércitos, prudente, sabio, y celoso de la gloria de Dios. En cierta suerte realizará esta profecía de Isaías sobre Jesucristo, c. XI. v. 2: «Y reposará sobre el él espíritu del Señor: espíritu de sabiduría, y de entendimiento, espíritu de consejo, y de fortaleza, espíritu de ciencia y de piedad, y le llenará el espíritu del temor del Señor: no juzgará según vista de ojos, ni seguirá por oída de orejas: sino que juzgará a los pobres con justicia, y reprenderá con equidad en defensa de los mansos de la tierra: y herirá a la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y la justicia será cíngulo de sus lomos: y la fe ceñidor de sus riñones: Habitará el lobo con el cordero: y el leopardo se echará con el cabrito: el becerro, y el león y la oveja andarán juntos, y un niño pequeño los conducirá. El becerro, y el oso serán apacentados juntos: y sus crías juntamente descansarán: el león comerá paja con el buey. Y el niño de teta se divertirá sobre la cueva del áspid: y el detestado meterá la mano en la caverna del basilisco. No dañarán, ni matarán en todo mi santo monte: porque la tierra está llena de la ciencia del Señor, así como las aguas del mar que la cubren. En aquel día la raíz de Jessé esta puesta por bandera de los pueblos, le invocarán a él las naciones y será glorioso su sepulcro. Y será en aquel día: Extenderá el Señor su mano segunda vez para poseer el resto de su pueblo, que quedará de los Asirios, y de Egipto, y de Phetros, y de Ethiopia, y de Elám, y de Sennaar, y de Emáth, y de las islas del mar. Y alzará bandera a las naciones, y congregará los fugitivos de Israel, y recogerá los dispersos de Judá de las cuatro partes de la tierra. Y será quitada la emulación de Ephraim, y perecerán los enemigos de Judá, y Judá no peleará contra Ephraim. Y volarán a los hombros de los Philisteos por mar, saquearán juntos a los hijos del Oriente: La ldumea y Moab la primera conquista de sus manos, y los hijos de Amóm les obedecerán. Y desolará el Señor la lengua del mar de Egipto, y levantará su mano sobre el rió con la fortaleza de su espíritu: y lo herirá en sus siete canales, de suerte que pasarán por él calzados. Y habrá camino para el resto de mi pueblo que escapará de los Asirios: así como lo hubo para Israel en aquel día, que salieron de tierra de Egipto. Lo que acaba de decirse de Jesucristo, en esa profecía, puede aplicarse, en cierta suerte y por similitud, al monarca poderoso de quien San Juan dice será semejante al Hijo del hombre, que tenía en su cabeza una corona de oro. Es decir que será un gran Monarca, rico y poderoso, y el dominador de los dominadores. Vencerá a los reyes de las naciones, y estará lleno de caridad de Dios. Léase lo que de él se dijo, c. III, en la sexta edad de la Iglesia, Y en su mano una hoz aguda. La hoz que el gran Monarca tendrá en su mano, es su grande y fuerte ejército, con el cual atravesará los reinos de las naciones, las repúblicas y fortalezas que atravesará de parte a parte (transfodiet). Se dice que la hoz es aguda, porque no dará combate, sin que resulte la victoria para sus ejércitos, o grandes pérdidas y suma mortandad para el enemigo. Cuéntase de Jonatás y de Saúl, en el antiguo Testamento, II. Reg., c. 4. v. 22. que, «nunca volvió la flecha de Jonatás sin grosura de fuertes, ni la espada de Saúl se retiró jamás en vano.» Así será perfectamente el ejército de ese grande y poderoso Monarca(1). Se dice que tiene la hoz en su mano, porque sin aviso suyo nada emprenderá su ejército, y él mismo es el que lo dirigirá con sus consejos, como se refiere del gran Alejandro. También se dice que tiene la hoz en su mano, porque su ejército obedecerá con puntualidad, le será adicto y lo amará de tal modo, que él lo manejará como un bastón, y obrará con él cosas grandes, prodigiosas y admirables.

II. Y salió otro ángel del templo, clamando en voz alta al que estaba sentado sobre la nube: Echa tu hoz, y siega: porque es venida la hora de segar, por estar ya seca la mies de la tierra. Esta voz es la de alguno que estimula con vehemencia a la guerra y a la siega de la cizaña de los herejes y Turcos. Este ángel que saldrá del templo y clamará así, es el sumo y santo Pontífice de quien se habló, suscitado por Dios en esos días. Y el Pontífice llevado por divina inspiración, exhortará y empeñará al Monarca a que emprenda esa guerra sagrada. Echa tu hoz, le dirá, esto es, tu ejército poderoso, y siega, esto es, corta, arranca y desarraiga a los herejes y a los bárbaros, porque es venida la hora de segar, por estar ya seca la mies de la tierra. Este lenguaje lo tendrá el Pontífice por revelación, y con esas palabras es como excitará los corazones de los príncipes, y los empeñará a unirse para emprender esta guerra. Dios dispondrá los corazones de los soldados, de manera a que accedan de espíritu y de ánimo a la empresa de su poderoso Monarca. Por estar ya seca la mies, es decir, llegó el momento de cortar la cizaña para echarla al fuego. Es una metáfora que significa el aniquilamiento y la ruina de las herejías y de la barbarie.

Vers. 16. Y el que estaba sentado sobre la nube, echó su hoz sobre la tierra, y la tierra fue segada. Todas estas palabras expresan el feliz suceso obtenido según las expresiones del Santo Pontífice. Y la tierra fue segada, porque el gran Monarca exterminará, o someterá a su poderío las naciones de los turcos y las de los herejes, y ocupará sus tierras.

Vers. 17. Y salió otro ángel del templo, que hay en el cielo, que tenía también una hoz aguda. Esta hoz es otro ejército que los Estados de la Iglesia y sus aliados estrecha y fuertemente unidos reunirán en auxilio del gran Monarca. Por este motivo se dice, que él otro ángel salió del templo, esto es, de los Estados de la Iglesia de quienes el templo es figura, que hay en el cielo, esto es en la Iglesia militante representada y significada por la voz cielo. Aquel de quien se dice: Y salió otro ángel del templo, será el gran general en jefe constituido o designado por el santo Pontífice de quien se habló, para mandar al ejército fuerte empleado a la ruina y aniquilamiento de la potencia de los turcos y de los herejes.

Vers. 18. Y salió del altar otro ángel que tenía poder sobre el fuego: y clamó en voz alta a aquel que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la viña de la tierra: porque maduras están las uvas de ella. Se trata aquí todavía de otra voz que exhorta con ardiente celo a obrar; combatir con denuedo, para alcanzar la victoria sobre los enemigos de la iglesia que tanto la habían oprimido, Porque la bestia, que es el imperio turco, debe antes ocupar la Italia, y extenderse considerablemente por todas partes. Estrechará de tan cerca la cristiandad, que esta, reducida a la última necesidad, tentará también los supremos esfuerzos, y obtendrá inmenso suceso. Hará pedazos la silla o reino de la bestia, esto es, el imperio turco, y relegará al infierno la perfidia de los herejes. Por esto San Juan designa dos especies de enemigos, a quienes distingue con las voces mies y vendimia. La primera palabra significa las naciones de los turcos, y la segunda designa a los herejes. Porque por garbas de paja, se entiende las naciones bárbaras, y por racimos de uvas silvestres, se entiende los herejes que se vanaglorian de ser cristianos. De estos últimos es de quienes se habla por alegoría en el Evangelio, Joa., c. XV, V. 1-7: «Yo soy la verdadera vid: y mi Padre es el labrador. Todo sarmiento que no diere fruto en mí lo quitará: y todo aquel que diere fruto, lo limpiará, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por la Palabra, que os he hablado. Estad en mí: y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede de sí mismo llevar fruto, si no estuviere en la vid, así ni vosotros, si no estuvieseis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos: el que está en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto: porqué sin mí no podéis hacer nada. El que no estuviere en mí será echado fuera; así como el sarmiento, y se secará, y lo cogerán, y lo meterán en el fuego, y arderá,» Grande y difícil metáfora son las palabras siega y vendimia de que se habla en el Apocalipsis. Porque Dios siempre ha dado a las naciones terrenas grandes reinos, mientras que a su pueblo escogido lo tuvo en estrechos límites, coartados y desfavorables, a manera de una tierra guarnecida como con una cerca de espinas: En ese estado es como ahora se encuentra la Iglesia, viña del Dios de los ejércitos. De consiguiente por mies, o más bien por garbas secas de paja, o de cizaña, se entiende las naciones terrenas, y por las uvas que crecen en lo silvestre de la viña, Iglesia de Cristo, son literalmente designados los herejes. Porque Jesucristo es la viña; y en su viña que es la Iglesia, crecen dos especies de uvas, las uvas buenas, esto es, los verdaderos cristianos, y las silvestres, es decir, los herejes de otra manera representados por sarmientos secos.

Vers. 19. Y metió el ángel su hoz aguda en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó la vendimia en el grande lago de la ira de Dios. Estas palabras insisten de nuevo sobre la prosperidad de la Iglesia, y sobre la certidumbre y evidencia del testimonio que San Juan da, de que en su debido tiempo han de acontecer esas cosas, para consuelo de la santa Iglesia romana, Porque habló el Señor, y su palabra se ha de ejecutar sin falta. Y echó la vendimia en el grande lago de la ira de Dios. Este grande lago de la ira de Dios, es el lagar o grande cuba donde la divina justicia ejercerá sus venganzas sobre los herejes y sobre las naciones bárbaras. En este grande lago siempre el Señor arrojó ora a los unos, ora a los otros, para consuelo del pueblo de Israel y de la Iglesia de Cristo, para que no digan las naciones: ¿Dónde está su Dios etc.? Las Escrituras hablan de esa ira o venganza de Dios, Psal., LXXVII. v. 65: «Y despertóse el Señor como quien duerme, como un valiente después de haber bebido mucho vino. E hirió a sus enemigos en la parte posterior: afrenta sempiterna les dio.» El grande lago será la exterminación y ruina de las naciones bárbaras y heréticas; y el Monarca poderoso es quien, por el permiso y cooperación de la justicia, venganza y cólera del Todopoderoso, los precipitará allí. Porque Dios es la causa principal, y los hombres son como instrumentos de su omnipotente brazo.

Vers. 20. Y fue hollado el lago fuera de la ciudad, y salió sangre del lago hasta les frenos de los caballos por mil seiscientos estadios. Estas palabras significan grandísima efusión de sangre, que Dios, en su ira e indignación, hará verter a sus enemigos por medio de los ejércitos cristianos. Y fue hollado el lago fuera de la ciudad. Es decir, que Dios hará gravitar los efectos dé su cólera sobre esas naciones, fuera de la ciudad santa, y de la palestina, la que ha sido reservada a las naciones, hasta tanto que llegue el hijo de perdición. Y salió sangre del lago hasta el freno de los caballos. Esta es una expresión hiperbólica, y significa un derramamiento de sangre tan copioso, que los caballos casi nadarán en la sangre de los muertos y de los heridos. Porque cuándo los caballos nadan están en el agua sumergidos hasta las narices. Por mil y seiscientos estadios. Esta es todavía una hipérbole que representa la inmensa carnicería que los cristianos harán en sus enemigos.

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(1) N. d T. f, El venerable holzhauser se sirve aquí de la voz rey, pero nada puede inferirse sobre el título de este Monarca, supuesto que casi siempre se sirve de esa palabra, aun para con los emperadores, como por ejemplo para con los de la Turquía a quienes también llama reyes, y al imperio de, ellos reino. Se habrá más arriba notado, que se ha dicho del gran Monarca que será hijo de un rey, y la gloria de su casa real. En suma, esta última voz real se ha de tomar en general por soberana. Nos hemos valido de la palabra monarca, porque es el título que el autor le da ordinariamente y aun en el caso presente; y añade el título de monarca al de rey: Se habrá por otra parte notado que a la ocasión del último concilio cuyos decretos hará ejecutar ese Monarca el autor habla de edictos imperiales.


INTERPRETACIÓN DEL APOCALIPSIS
Venerable Bartolomé Holzhauser.
Paginas 453 a la 460.

Traducido al Español por el
Reverendo Padre Fray Ramón de Lérida,
Capuchino Misionero Apostólico.

Imprimátur
Fr. Damiano de Vareggio Vist. Apost. I Comis. Gen. Cap.
Serena, 6 Mayo 1860.

Imprimase
El Obispo de la Serena (Chile)

Imprenta de la Serena.- Convento de San Agustín N.º 36.
Año 1860.