miércoles, 22 de julio de 2015

MILAGROS EUCARÍSTICOS - 35


PISADAS DE CRISTO
Año 1250 Gaeta Italia

En el convento de Franciscanos de Gaeta, dos Religiosos que se preparaban para comulgar en el día de Jueves Santo del año 1250, fueron enviados a pedir de limosna el pan de que tanto necesitaban.

De vuelta al Convento, ya la Misa había terminado, lo que les ocasionó un gran sentimiento por verse privados del Pan de los ángeles en tan solemne día. Se fueron luego a la iglesia para hacer una visita a Jesús Sacramentado, y allí al pié del altar, le expusieron sus amorosas quejas, diciendo: «Por obedecer, nos hemos visto privados del consuelo de recibiros, no nos privéis al menos de vuestra divina bendición». ...Al momento vieron salir del altar del Monumento un varón lleno de majestad y modestia, que con indecible ternura les dice: -Yo soy el Salvador a quien invocáis: he escuchado vuestros deseos y voy cumplirlos-. Jesucristo dio la Comunión a cada uno de ellos, y en acabando desapareció.

Se quedaron los dos Religiosos absortos y enajenados de santo gozo por un favor del cielo tan singular, y al volver de su asombro advirtieron un nuevo prodigio. Jesús había dejado impresas en el pavimento del altar las huellas de sus sagrados pies.

El pueblo en masa se apresuró a contemplarlas, conservándose hasta ahora circundadas de una verja, para constante veneración de los fieles.


(Bolandistas citados por D. Camilo Ortúzar, Pbro, en su Catecismo
en ejemplos, pág. 950).

P. Manuel Traval y Roset

jueves, 16 de julio de 2015

MILAGROS Y PRODIGIOS DEL SANTO ESCAPULARIO DEL CARMEN - 40


SE REDUCE UN OBSTINADO A CONFESARSE LUEGO 
QUE VISTE EL SANTO ESCAPULARIO

Había un opulento comerciante (dice Fr. Juan Bonet), que engolfado todo en sus lucros y ganancias ilícitas, con el afán y solicitud de aquéllos a quien el deseo de aumentarlas trae siempre inquietos, el temor a perderlas, desvelado, y el dolor de dejarlas, taciturnos y macilentos; uno de éstos que por aumentar sus intereses andan noche y día molidos y fatigados, mas, tan ciegamente divertidos, que todo cuanto no sea esto no es para ellos descanso, pues no lo tienen por medro. Este infeliz, esclavo del oro y de la usura, arrastraba una vida misérrima. Y como la salud corporal es delgado y sutil viento que con facilidad se torna o se muda, nave que, cuando más próspera navega, tropieza en el escollo de una mortal enfermedad, enfermó el infeliz corporalmente, mas fue para recobrar la salud del espíritu. Fue creciendo su enfermedad hasta ponerle en tal situación en que aun el más distraído y necio solicita el morir como un buen cristiano. Pero no lo fue así en nuestro hombre, pues con la dolencia creció en él la obstinación, siendo su corazón cual roca granítica contra la que se estrellaron todas las persuasiones y amonestaciones.

Cierto día, su amante esposa, mujer piadosísima, advirtiendo tan cercana su muerte como viva y pertinaz su obstinación, acariciando sus durezas con palabras por demás suaves y amorosas le dijo: "¿No te he de deber siquiera que vistas el Santo Escapulario de la Virgen, en el que yo tengo tanta fe, a fin de que la Santísima Virgen te conceda la salud?" A lo cual le respondió malhumorado el infeliz: "Todo cuanto no sea el confesarme ya sabes que te lo concedo. La piadosa mujer, que era devotísima de la Santísima Virgen, y que llevaba con sumo fervor su Santo Escapulario desde muy niña, viendo un rayo de luz y de esperanza en tal condescendencia, envió sin tardanza a buscar a un Padre Carmelita para que viniese a imponérselo y explicarle los privilegios vinculados a él por la Santísima Virgen. Al punto que lo recibió y sintió sobre su pecho su amorosa caricia, lo besó con suma ternura y respeto y al punto comenzó a decir, entre humilde, confuso y contrito: "Confesión, padre mío, deseo que me absolváis".

¡Oh, mutación extraña y prodigiosa, ella misma nos dice que no pudo ni puede proceder sino de la diestra amorosa del Excelso!

Hizo una ferviente confesión; recibió con grandes muestras de piedad los últimos Sacramentos, y el tiempo que le restó de vida lo empleó en fervorosos actos de amor a Dios y en ordenar cuanto se debía restituir de todo lo mal habido o adquirido durante su vida de comerciante, dando ejemplo, como Zaqueo, de generosidad y de grandeza de alma.

Se conmovió con la novedad todo el pueblo, y fueron innumerables los que asistieron a su sepelio, así de la ciudad como de los pueblos circunvecinos. Al entrar el féretro en la iglesia, como era costumbre en los pasados siglos, se oyó de súbito un horrísono y espantoso trueno, que dejó a todos los circunstantes atemorizados y confusos, al par que unas voces lastimeras y pavorosas repetían de vez en cuando, por los aires: "¡Oh, Escapulario del Carmen, cuántas almas nos arrebatas y de cuantos moradores privas al infierno!" ¡Ah, infernales furias, gemid oprimidas por tan santo yugo; publique, aunque violenta, vuestra infernal soberbia que su virtud os abate y refrena vuestro orgullo, para gloria de la Virgen Santísima, nuestra dulce Madre, que así favorece a sus devotos hijos!

Milagros y Prodigios del Santo Escapulario del Carmen
por el P. Fr. Juan Fernández Martín, O.C.

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martes, 7 de julio de 2015

DICHOS DE SANTOS


"El amor de Jesucristo me quita el gusto para todo, las criaturas no tienen atractivo alguno para mí, ni los ángeles ni los arcángeles pueden colmar las ansias de mi corazón, los rayos del sol, cuando contemplo el resplandeciente rostro de mi Amado, me parecen densas tinieblas".

San Francisco de Asís

CALUMNIAS: UNA TÁCTICA MODERNISTA AYER Y HOY



NON POSSUMUS

Por ello, venerables hermanos, no es de maravillar que los modernistas ataquen con extremada malevolencia y rencor a los varones católicos que luchan valerosamente por la Iglesia. No hay ningún género de injuria con que no los hieran; y a cada paso les acusan de ignorancia y de terquedad. Cuando temen la erudición y fuerza de sus adversarios, procuran quitarles la eficacia oponiéndoles la conjuración del silencio. Manera de proceder contra los católicos tanto más odiosa cuanto que, al propio tiempo,levantan sin ninguna moderación, con perpetuas alabanzas, a todos cuantos con ellos consienten; los libros de éstos, llenos por todas partes de novedades, recíbenlos con gran admiración y aplauso; cuanto con mayor audacia destruye uno lo antiguo, rehúsa la tradición y el magisterio eclesiástico, tanto más sabio lo van pregonando. (San Pío X, Pascendi)
Desde tiempos del último Papa Santo, los liberales y modernistas han emprendido un despiadado ataque contra los integristas, los verdaderos católicos. Por ejemplo, el ultramodernista P. Brugerette (1863-1943) en su libro El Sacerdote francés y la sociedad contemporánea, se expresa así de los integristas:
Espíritus gruñones, [injustos] intérpretes, sin autoridad y sin mandato, de las enseñanzas de la Iglesia, […] raza farisaica de buscadores de herejía. Unos combaten a plena luz, de manera bastante frecuente, por la maledicencia y la calumnia, a los católicos a los cuales ponen la etiqueta de liberales.
Pero ya desde agosto de 1911, la revista de los jesuitas polacos de Austria-Hungría denunciaba:
un grupo de celadores que toman como un deber husmear por todas partes, con una rara falta de consideración, el peligro del modernismo y de lanzar, bajo la cubierta de la ortodoxia, sospechas contra los sabios y contra las organizaciones católicas como favorecedoras del modernismo.
Dos años más tarde, el 6 de septiembre de 1913, la revista de los jesuitas italianos, laCivilitá cattolica, atacó los “católicos llamados integrales” acusándolos de difamar a los católicos alemanes, y el 20 de septiembre reincidió al declarar:
”altamente peligrosa es la actitud de algunos que, por nuevas denominaciones, se dejan ir a las odiosas exageraciones y confusiones” y que “parecen querer tomarse como los representantes de la Santa Sede”.
El P. Rutten, dominico Belga pronunció un sermón en la iglesia de San Agustín en París el 26 de enero de 1913, dijo:
En cuanto a los hurgadores de textos, en cuanto a los descubridores de herejías, en cuanto a los inquisidores sin mandato, en cuanto a los bulldogs de la ortodoxia, quiero pedirles, hermanos, no les hagan el honor de responderles, sino envíenlos educadamente de paseo”.
En Francia, fue la revista de los jesuitas Études que, en su n° 5 de enero de 1914, dio la señal de la gran ofensiva anti-integrista titulada: Críticas negativas y tareas necesarias” que atacaba abiertamente “un puñado de publicistas sin mandatoreprochándoles sus ataques apasionados y sus denuncias:
Estos publicistas a quienes carecen tanto de competencia como de gusto y  mesura, ¿tienen el monopolio de la ortodoxia? ¿Piensan que la verdad necesita ser defendida por sus ejecuciones sumarias, y para permanecer fieles, embalsamarla en un ataúd del cual tienen la custodia?
El dúo Mignon-Birot denunciaba un “poder irresponsable, anónimo y oculto” que utiliza “la prensa y la delación”, que obran “la división realizada por la maledicencia, por la calumnia, por un olvido total de las reglas elementales de la caridad cristiana respecto a los católicos meritorios así como respecto a la autoridad episcopal”. Y agregaban (con toda la caridad cristiana, por supuesto): Es de notoriedad pública que la mayoría de estos condotieros de la pluma, bajo la autoridad de Mons. Benigni [i], eran gente poco recomendable […] se trata de laicos desequilibrados, sacerdotes que tuvieron dificultades con sus superiores, o religiosos agitados que servían a pasiones mezquinas de partido…
¿No son estos ataques escandalosamente similares a estos más recientes?
-Vea por ejemplo la caricatura de la Tradición que se hace llamar la “Resistencia”: se trata de un espíritu no católico, cuasi sectario, lo que nosotros no queremos, un movimiento que permanece replegado en sí mismo, con gente que piensan que ellos son los únicos buenos, los únicos justos sobre la tierra: esto no es católico. Mons. Fellay, entrevista a Présent.
-La “Resistencia” hace todo lo que puede para instrumentalizar a Monseñor Lefebvre en favor de sus ideas. Sin embargo, este último era demasiado católico, demasiado partidario de la Iglesia universal para entrar en el juego de este sectarismo. P. Pfluger, entrevista a Der Gerade Weg.
-Estas personas practican más bien, con gran celo, una religión que no comprenden. Se imaginan que hay pecado allí donde frecuentemente no lo hay (esto se encuentra entre los moralistas, los jansenistas). P. Pfluger, ibídem.
-Monseñor Williamson es un “provocador de primera clase”, que “siempre tiene ideas extrañas”, “exagera”, es “una granada de mano”, “uranio”, “no estudia documentos”, con “la enfermedad de Parkinson”, “no es un estudioso”, etc. (ver aquí -ojo, son tres páginas) En este mismo artículo, Monseñor Fellay afirma que Tenemos un llamado para los extremistas, a los cuales ni siquiera queremos.
-Los padres de Avrillé no son fieles a estos principios, pues ellos denigran la autoridad del sucesor de Mons. Lefebvre y meten la sospecha sobre los actos de su gobierno, para crear una dialéctica entre los miembros de la Fraternidad y sus superiores, oponiendo incluso a los sacerdotes entre ellos. […] No es la Casa General la que está traicionando este combate de la fe, son los que se hacen llamar “resistentes” los que la debilitan por sus maniobras subversivas. P. Bouchacourt, Comunicado sobre los Dominicos de Avrillé.
Hoy como ayer, los modernistas y liberales trabajan del mismo modo.
Nihil novum sub sole.
Las citas de los modernistas fueron tomadas de la obra de Christian Lagrave La Táctica modernista, de San Pío X a Pío XI, infiltración y contraataque. Publicada en Le Sel de la Terre n° 89, pág. 36 y sigs.




[i] Mons. Umberto Benigni, fundador de Sodalitium Pianum o La Sapinière, que contaba con todo el apoyo de San Pío X.

jueves, 2 de julio de 2015

MILAGROS EUCARÍSTICOS - 34


GUERREROS CRISTIANOS
Año 1242 Olmutz Austria

Corría el año 1242, y las victoriosas hordas de los tártaros, a las órdenes de Beda, su jefe, invadieron las fronteras de la Moravia, y devastaron la Silesia. Wenceslao I, rey de Bohemia, había confiado la defensa del margraviato de Moravia al noble Jaroslav de Stersberg, y éste, a la cabeza de 8.000 bohemios, a los cuales se juntaron 4.000 combatientes de la nobleza morava, ocupó la silla de Olmutz, decidido a combatir hasta la muerte.

Muy pronto Olmutz fué cercada en todas direcciones por un ejército numeroso, y los bárbaros, para atemorizar a los sitiados, arrastraban hasta las murallas las cabezas de las víctimas que inmolaban por todas partes. Aquel espectáculo no hizo más que estimular el valor de los defensores de Olmutz, que ardian en deseos de vengar a sus hermanos. Pero Jaroslav juzgó prudente moderar la indignación de sus soldados y esperar la ocasión favorable para caer sobre los sitiadores.

No tardó en presentarse: los tártaros, viendo la aparente inacción de los sitiados, la tomaron por cobardía, y se abandonaron a la molicie y al libertinaje. Jaroslav creyó llegada la oportunidad cuando les vio vagar separados y en diversos sentidos para proporcionarse víveres y reunir un gran botín.

La empresa, no obstante, era arriesgada, y Jaroslav quiso asegurar la protección del cielo. El día de San Juan Bautista, aquel valiente guerrero se trasladó con sus tropas a la iglesia de Corpus Christi y allí purificó su alma con una ferviente confesión, recibiendo, además, el Cuerpo del Señor. Capitanes y soldados siguieron el ejemplo de su jefe; y Jaroslav, viéndoles alimentados con el Pan de los fuertes, les dirigió elocuentes palabras, recordando a sus valientes guerreros lo que debían a la patria, a su santa fe y a la Iglesia Católica. Después dio las órdenes para que todo estuviese dispuesto para la noche próxima. Llegada la media noche, sonó la señal convenida, Jaroslav con sus soldados se puso en marcha.

El número de los bárbaros no les espantaba, iban a combatir en nombre del Señor, ¿Que digo? El Señor Dios de los ejércitos acompañaba personalmente a los guerreros cristianos.

En efecto: la víspera, cuando el ejército alineado alrededor del altar, recibió el Pan de los ángeles, quedaron en el Copón cinco Hostias consagradas. Jaroslav se acordó del Arca de la Alianza, que conforme a las órdenes de Dios precedía a los Israelitas en el combate, y quiso llevar consigo a la batalla aquella sagrada prenda de victoria, más poderosa que el tabernáculo del Antiguo Testamento, y procuró que las santas Hostias, cuidadosamente encerradas en un precioso cofrecito, fuesen conducidas a la cabeza de los combatientes por un sacerdote montado a caballo.

Comenzó la lucha. Seguros de la victoria los soldados de Jaroslav, se precipitaron sobre los centinelas bárbaros y los pasaron a cuchillo; degollaron las avanzadas enemigas que se habían entregado a un profundo sueño, e invadieron el campamento mismo de los bárbaros, quienes entregados a la embriaguez, solo advirtieron la presencia de Jaroslav cuando la carnicería era espantosa.

Aturdido y sobresaltado Beda por los gritos de alarma, quiso restablecer el orden y aprestarse a la defensa: mas por todas partes tropezaba con cadáveres de los suyos, y muy pronto cedió a los formidables golpes de Jaroslav, con quien luchó cuerpo a cuerpo. Hubo durante muchas horas, una terrible carnicería en aquella multitud de bárbaros.

Por fin, Jaroslav contuvo a sus fatigados soldados. La muerte había causado muchas bajas, pero Olmutz y la Moravia se habían salvado; porque los tártaros, aterrados con sus pérdidas, habían huido hasta ganar la Hungría, donde acampaban otras hordas salvajes.

Y sucedió al llegar a Olmutz aquellos victoriosos batallones, que las sacrosantas Hostias aparecieron rodeadas de una aureola resplandeciente, de color de sangre, como para dar público testimonio de que Cristo se había puesto de parte de los valientes guerreros, y por ellos había combatido contra los enemigos de su nombre.

(El Pilar, año XXI. núm. 1035 Zaragoza, 13 de Junio de 1903- G. 
Ott, Wunderbare Begebenheiten, pág. 193).