jueves, 31 de mayo de 2018

FIESTA DEL CORPUS CHRISTI



Honor y gloria a Jesús Sacramentado.

domingo, 27 de mayo de 2018

LA SANTISIMA TRINIDAD



Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos, 
llenos están los cielos la tierra de vuestra gloria.

Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.

lunes, 21 de mayo de 2018

LA BLASFEMIA



Comenzó a maldecir a Dios
Abrió su boca para blasfemar de Dios. 
(Rev. 13, 6)

La profanación del Santo Nombre de Dios es considerada en la Sagrada Escritura como una de las más espantosas plagas que el anticristo desencadenará sobre la tierra. Jesucristo lo predijo y San Juan, su discípulo amado, lo describe en el Apocalipsis con términos terribles: «Y he aquí que la bestia abrió su boca para blasfemar contra Dios, contra su Santo Nombre, contra su tabernáculo y contra los que habitan en el cielo.» (Apoc. 13, 6. ) La blasfemia es toda palabra injuriosa contra Dios y sus Santos. No hay crimen más horrible que maldecir de Dios.

a) Poco es decir que la blasfemia es el lenguaje de los hombres sin educación.

b) Poco es decir que la blasfemia es el lenguaje de los cobardes. Quiere el cobarde, con sus blasfemias, demostrar que es valiente y que no teme a nadie. No está la valentía en pronunciar palabras fuertes, sino en afrontar sin miedo todos los peligros y dificultades que exige el cumplimiento del deber. El blasfemo es generalmente un cobarde fanfarrón.

c) Lo peor de la blasfemia consiste en que es:

- un sacrilegio,
- una locura,
- un mal del infierno,
- un escándalo.

1.- La blasfemia es un sacrilegio.

Sacrilegio es la profanación de una cosa santa.

Y ¿qué cosa hay más santa que el Nombre de Dios? Nada más grande y digno de respeto en el cielo y en la tierra.

Nombre adorable que los ángeles no se atreven a pronunciar sin cubrir el rostro con sus alas. «Santo, Santo, Santo es el Señor Dios de los Ejércitos.»

A este Dios tres veces Santo, infinitamente Santo, es a quien ultraja el blasfemo, y lo ultraja en su misma cara, ya que Dios en todas las partes está presente.

Hablando el gran orador Bossuet de los blasfemos decía: «La tierra produce pocos monstruos semejantes. Hasta los paganos y los incrédulos les tienen horror.»

2.- La blasfemia es una locura.

Perder el soberano Bien y exponerse a penas eternas sin motivo ninguno es una inmensa locura. Es lo que hace el blasfemo.

Porque ¿qué utilidad saca el blasfemo de sus blasfemias? Ninguna. Es más insensato que ninguno otro pecador, ya que con sus pecados no logra ninguna utilidad o satisfacción.

Se le puede preguntar al blasfemo: «¿Crees o no crees en Dios?»

Si crees en Dios, debes saber que es todopoderoso e infinitamente justiciero para castigarte; luego eres un loco al insultarle.

Si no crees en Dios, eres también un loco, pues locura es no creer en una cosa tan evidente; y loco deslenguado igualmente por no respetar los sentimientos de los que, creyendo, nos sentimos sumamente ofendidos al oír tus blasfemias.

3.- La blasfemia es un mal del infierno.

La blasfemia es el lenguaje de los demonios y de los condenados del infierno. Los blasfemos como que aprenden este lenguaje de Satanás.

Es más, los blasfemos sobrepasan en maldad a los demonios, porque éstos, al fin y al cabo, castigados por Dios, sufren horrorosos tormentos, sin esperanza de salvación, mientras que los blasfemos están recibiendo continuos beneficios de las manos amorosas de Dios Nuestro Señor, a quien blasfeman.

Blasfemo desgraciado, ¿por qué maldices al Señor tu Dios? ¿Porque te creó a su imagen y semejanza? ¿Porque te entregó su Hijo Unigénito, que te libró del pecado y del infierno, muriendo por ti en una cruz? ¿Porque te ha conservado la vida, a pesar de tus crímenes? ¿Porque te dio lo necesario para el cuerpo y para el alma? El Señor te colma de favores, y tú le insultas; ¿puede haber mayor ingratitud? ¿No es esto sobrepasar al demonio en maldad?

La patria del blasfemo es el infierno; de no arrepentirse y enmendarse, en el infierno vendrá a parar.

4.- La blasfemia es un escándalo.

La blasfemia es una peste contagiosa que se hereda de los anteriores y se transmite a los posteriores. Los padres se la pasan a sus hijos; los grandes, a los más chicos.

Oye, blasfemo, ¿desde cuándo aprendiste a blasfemar? Quizás desde los quince años, desde los diecisiete años, quizás antes. Luego seguiste blasfemando. ¿Cuántos años tienes ahora? Acaso treinta, cuarenta, sesenta, y aún sigues blasfemando. En este tiempo, ¡cuántos escándalos! ¡Cuántos se han animado a blasfemar, oyendo tus blasfemias! Tus hijos blasfemarán, siguiendo tu mal ejemplo.

Triste herencia, maldito lastre, que sumergirá a padres e hijos en el infierno.

Conclusión.

San Luis IX, rey de Francia, tan perfecto cristiano como valiente caballero, que ordenó atravesar de parte a parte la lengua de los blasfemos, se lamentaba diciendo: « ¡Y que no pueda yo, recibiendo en mí mismo esta deshonra, desterrar de mis reinos la blasfemia!» Tan horrible le parecía este crimen.

En un pueblo muy cristiano, un domingo, después del Rosario, se hallaba reunida la mayoría de la gente en la plaza. Cierto individuo, conocido con el nombre de «PEDRO EL MALDITO» a causa de su indigna conducta, al perder en el juego, echó una blasfemia contra Dios. Todos los presentes quedaron consternados. «¡Ha blasfemado contra Dios -exclamaron-; Dios nos va a castigar!»

Consultaron unos con otros lo que había que hacer con el blasfemo. Arrastráronle hasta la puerta de la iglesia y le obligaron a orar y pedir perdón delante de una gran cruz. Luego le hicieron recorrer con las mismas súplicas las catorce estaciones del Viacrucis, que estaba erigido en los alrededores de la iglesia. Cuando terminó este castigo, condujéronle a la raya del pueblo, con prohibición de que no volviera más. En adelante nada se supo de «Pedro el Maldito».

Concibamos horror a tan detestable lenguaje. El que haya contraído tan fatal costumbre, corríjase más que de prisa. Por la mañana, al levantarse, tome la firme resolución de no proferir ninguna blasfemia durante el día, diciéndole al Señor: «Dios mío, dame la gracia de no decir ninguna blasfemia en este día.» Si, a pesar de sus buenos propósitos, volviese a caer, diga de nuevo: «Oh Dios mío, te pido perdón de todo corazón por haberte ofendido»; renueve el propósito y haga alguna penitencia por su blasfemia.

Y que todos seamos valientes para llamar la atención a los blasfemos; por nuestro propio bien, por el bien del mismo blasfemo, por él honor de Dios y por el bien y honor de nuestra patria.

Duhayon-Lyna-Junquera S. J.

jueves, 17 de mayo de 2018

FATIMA, RUSIA, Y ROMA LA SACRILEGA



Dos caras de la misma moneda: mientras el cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia de Obispos de Alemania, expresa sendas alabanzas a la obra de Karl Marx, otro cardenal, el arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan «bendice» con su presencia el evento «Gala Met», patrocinado por el Museo Metropolitano de Arte, en una exhibición blasfema denominada «Cuerpos celestiales: la moda y la imaginación católica».

Para el evento, la Santa Sede, facilitó más de cuarenta objetos invaluables, procedentes de la sacristía de la Capilla Sixtina, se utilizaron imágenes sagradas de las formas más blasfemas, colocando los ornamentos sacerdotales católicos tradicionales junto a la sacrílega «indumentaria» con el aval del cardenal Gianfranco Ravasi presidente del Consejo Pontificio para la Cultura y de la Pontificia Comisión de Arqueología Sagrada y admirador de la francmasonería.

También participó el coro de la Capilla Sixtina, y no podía estar ausente el padre James Martin, S.J.

Dios tenga piedad por este sacrilegio que se verifica con el patrocinio de la Jerarquía católica.

I. Las profecías de Fátima

Fátima es, de las apariciones modernas, sin lugar a dudas, la más profética de ellas.

Nuestra Señora dijo: «Si hicieran lo que yo les voy a decir se salvarán muchas almas y tendrán paz».

Los pedidos generales fueron: 1) Conversión; 2) Rezo cotidiano del Santo Rosario para alcanzar la paz para el mundo y el fin de la guerra. 3) Rezar mucho y hacer sacrificios por los pecadores, pues muchas almas van al infierno, por no tener quien se sacrifique y pida por ellas; 4) En la visión final del 13 de octubre de 1917 Nuestra Señora presentó silenciosamente el Escapulario del Carmen, un gesto que indica que Ella quiere que todos lo llevemos; 5) La Comunión Reparadora de los primeros sábados.

En particular, para impedir el castigo del mundo por medio de la guerra, el hambre y las persecuciones contra la Iglesia y el Santo Padre: Vendré a pedir la consagración de Rusia a Mi Corazón Inmaculado y la Comunión Reparadora de los primeros sábados.

El 13 de junio de 1929 en Tuy, España, Nuestra Señora, en una aparición imponente y sublime, que representaba a la Santísima Trinidad, Ella dijo a la Hermana Lucía: Ha llegado el momento en que Dios pide que el Santo Padre haga, en unión con todos los obispos del mundo, la consagración de Rusia a Mi Corazón Inmaculado.

En las revelaciones de Fátima hay un marcado acento sobre la pecaminosidad del mundo, y es importante observar cómo se relaciona esto con las ideas que se apuntan arriba para ayudar al mundo a recobrar la conciencia de su propia pecaminosidad. Nuestra Señora dejó en claro por sobre cualesquier duda, que lo más importante es la enmienda de la vida. Dijo la Señora que si el mundo no se convierte, se acercará a la humanidad un tiempo de gran pena, un clima trágico de oscuridad y destrucción.

II. Marx al servicio de Satanás

Los escritos de Marx exponen el propósito verdadero del comunismo: el exterminio de la religión y la abolición de todas las libertades bajo una dictadura única-mundial; que el enemigo último del marxismo no es el capitalismo, sino Dios mismo: No es la religión la que crea al hombre, sino el hombre que crea la religión.

Por eso el comunismo, es esencialmente, y por último una guerra contra la religión, no es una ideología política, ni un sistema social, sino la guerra del infierno contra Dios.

Fátima es la aparición mariana clave de nuestros días, porque el mensaje de nuestra Señora no puede ser comprendido completamente sin conocer el comunismo ateo.[1]

«Lucifer lanzó el primer golpe, el primer grito de revolución. Ese grito repercute hasta hoy: “Non serviam” – “¡No serviré!” – (Jr 2, 20). Es decir, “No me inclinaré, no obedeceré a esa criatura unida al Creador, que Dios quiere crear. Yo soy un ángel, soy un espíritu puro, soy el más espléndido de todos los ángeles, ¡no voy a aceptar esa propuesta!” Y cuando él gritó “¡No serviré!”, ese grito produjo una impresión enorme sobre los otros ángeles. Y se estableció en el Cielo la primera de todas las revoluciones».[2]

La rebelión contra Dios se manifestó en la era apostólica bajo la forma del gnosticismo, en la Edad Media bajo el dualismo gnóstico de los albigenses, irrumpió a comienzos de la Edad Moderna (siglo XVI) con Martín Lutero que proclamó tener fidelidad a Dios y a Nuestro Señor, pero rechazó a la Iglesia.

«El primer gran acto de rebelión política organizada contra Dios. Fue una consecuencia de la negación y de las rupturas del siglo XVI, del enfriamiento de la fe del siglo XVII, de la exaltación de la razón del siglo XVIII, y de la explotación de esta rebelión por el poder de la Francmasonería».

La ideología atea y violentamente antirreligiosa de la Iluminación fue la base del ataque moderno contra la Civilización Cristiana y es la base ideológica sobre la cual Marx modeló su doctrina corrupta del comunismo ateo.

La rebelión contra Dios tuvo así su culmen, en la Revolución Comunista de Rusia, y es en esa oportunidad culminante de la historia, cuando Dios intervino en ella mediante los sucesos de Fátima en 1917. En el mismo instante en que se había desatado el Anticristo, no sólo en contra de la verdadera religión sino en contra la profunda idea de Dios y contra la misma sociedad.

El «azote satánico» como denominó al comunismo el Papa Pío XII [3], se convirtió en una especie de «religión», atribuyendo a la materia cualidades espirituales, e incluso creadoras y divinas. Dios ha sido expulsado de su trono y en su lugar se coloca el hombre atribuyéndose el ser dios. Éste declara como Lucifer: «no serviré».

En 1917, la Virgen se apareció y dio la voz de alarma precisamente al mismo tiempo que Lenín y Trotsky llegaban a Petrogrado e iniciaban la revolución comunista.

Cuando con la victoria bolchevique, el «Dragón Rojo» surgió en el oriente europeo, en Leningrado, (entonces Petrogrado), en el otro extremo de Europa, en Fátima, apareció la «Mujer vestida del Sol».

«Precisamente en el mismo instante en que la extremidad oriental de Europa se había desatado el Anticristo” no sólo en contra de la Verdadera Religión, sino también contra la profunda idea de Dios y contra la misma sociedad, mediante la más terrible mortandad de la historia, he aquí aparecer en la extremidad occidental de la misma Europa a la grande y eterna enemiga de la serpiente infernal».[4]

No fue escuchada la petición de nuestra Señora a Sor Lucía. Rusia no se convirtió. Vino la II Guerra Mundial y los errores de Rusia se esparcieron por todo el mundo.

La consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María, de acuerdo al pedido de nuestra Señora, significa una ceremonia simultánea por todos los obispos y el Papa: «Si atendieran mis peticiones Rusia se convertirá y habrá paz».

«Ellos [un futuro Papa no identificado en unión con los obispos del mundo] lo harán, pero será tarde. Rusia ya habrá extendido sus errores en todo el mundo».

Nuestra Señora de Fátima ha venido a desenmascarar al dragón rojo del ateísmo comunista, a señalarlo como castigo de Dios y a aplastarle la cabeza. Esta es la gran promesa de Fátima, la cual se cumplirá con toda certeza.[5]

III. Roma

Con motivo del segundo centenario del nacimiento de Karl Marx, el cardenal Reinhard Marx, que lideriza el «nuevo paradigma» católico en lo que se refiere a moralidad sexual, aplaude las enseñanzas del padre del comunismo y afirma que Marx influyó inequívocamente en la doctrina social católica, y que el «Manifiesto Comunista» le ha «impresionado» encontrando los escritos señalados «fascinantes», «de una gran energía y un gran lenguaje».

Es que la secta roja, buscó por todos los medios instrumentalizar a la Iglesia convirtiéndola en auxiliar de la Revolución marxista promoviendo la Teología de la Liberación, con un plan hábilmente desarrollado enfatizando en que el Reino no es para la otra vida, sino para esta, empleando un lenguaje seductor y una táctica gradualista a fin de presentar a la Revolución y al cristianismo como movimientos paralelos que convergían en el amor por los pobres. Propuesta que sedujo a muchos sacerdotes e intelectuales cristianos a la causa revolucionaria. En efecto, muchos sacerdotes y pastores seguidores del Modernismo que estaban en busca de una nueva evangelización que acentuara la preferencia por los pobresse afiliaron acríticamente a las filas del marxismo sin darse cuenta que colaboraban con los enemigos de la Cristo, la Iglesia, el Estado y la sociedad cristiana, porque creían que proclamaba la redención del proletariado; de hecho si la proclamaba para atraer a las masas y a los intelectuales, pero su fin verdadero era someter y despojar a todas las naciones y pueblos gentiles, comunizándolos bajo el imperio y dominio de un gobierno mundial.[6]

Así, podemos afirmar que los errores de Rusia han superado no solo el mundo, sino humanamente hablando, a la misma Iglesia, en particular como se está haciendo evidente durante el actual pontificado, muy en contra de la doctrina perenne de la Iglesia, como lo enseñara el Papa Pío XI en la Encíclica de 1937, Divini Redentoris, afirmando que el comunismo es un «flagelo satánico» e «intrínsecamente perverso»:

«Queremos, por tanto, exponer de nuevo en breve síntesis los principios y los métodos de acción del comunismo ateo tal como aparecen principalmente en el bolchevismo, contraponiendo a estos falaces principios y métodos la luminosa doctrina de la Iglesia y exhortando de nuevo a todos al uso de los medios con los que la civilización cristiana, única civitas verdaderamente humana, puede librarse de este satánico azote y desarrollarse mejor para el verdadero bienestar ele la sociedad humana».[7]

«Toda la verdad sobre Fátima. El Tercer Secreto» es la monumental obra de 850 páginas de Fray Michel de la Sainte Trinité, profundo estudio en el que concluye consistente y convincentemente en que el Tercer Secreto es una grave advertencia de apostasía dentro de la misma Iglesia Católica y una acusación seria a aquellos miembros de la Jerarquía Eclesiástica que han promovido la disidencia y la herejía.

En las conclusiones de su estudio sobre el Tercer Secreto el reconocido erudito del Mensaje de Fátima, sintetiza de la siguiente manera:

Al llegar al final de nuestra investigación, podemos discernir, casi con certeza, los elementos esenciales del secreto final de Nuestra Señora: mientras «en Portugal, se conservará siempre el dogma de la Fe», en muchas naciones, tal vez en casi todo el mundo la Fe se perderá. Los pastores de la Iglesia faltarán gravemente a los deberes de su oficio: por culpa suya, las almas consagradas y los fieles en gran número se dejarán seducir por errores perniciosos repartidos por todas partes. Será el momento de la batalla decisiva entre la Virgen y el diablo. Una oleada de desorientación diabólica se cernirá sobre el mundo. Satanás mismo se introducirá hasta la cumbre más alta de la Iglesia. Él cegará las mentes y endurecerá el corazón de los pastores, y Dios los entregará a sí mismos como un castigo por negarse a obedecer las peticiones del Inmaculado Corazón de María. Esta será la gran apostasía predicha para los «últimos tiempos»; «el falso cordero» y «el falso profeta» traicionarán a la Iglesia para beneficio de «la bestia», de acuerdo a la profecía del Apocalipsis.

Monseñor Antonio de Castro Mayer, declaraba el 30 de junio de 1988: Es lamentable ver la ceguera de tantos cohermanos en el episcopado y el sacerdocio, que no ven o no desean ver la crisis actual, ni la necesidad de resistir al modernismo gobernando momentáneamente, para ser fieles a la misión que Dios nos ha confiado.

Que la Santísima Virgen, nuestra Madre, que en Fátima nos advirtió maternalmente de la gravedad de la situación actual, nos conceda la gracia de poder, con nuestra actitud, ayudar e iluminar a los fieles de tal manera que se distanciarán de estos errores perniciosos, de los que son víctimas, engañados como lo son por muchos de los que han recibido la plenitud del Espíritu Santo.

Germán Mazuelo-Leytón
_____

[1] Cf.: LEONARD, PABLO, Se oculta la totalidad del mensaje de Fátima.

[2] CORREA DE OLIVEIRA, Dr. PLINIO, de una conferencia el 11-8-1995.

[3] Pio 12, Encíclica del Redentor, 19-03-1937.

[4] SHEEN, Mons. FULTON J, La Virgen y Rusia.

[5] MURA, P. GÉRARD, Fátima, Roma, Moscú.

[6] Cf.: PINAY, MAURICE, Complot contra la Iglesia.

[7] PAPA PIO XI, Encíclica Divini Redemptoris, n ° 7.


martes, 15 de mayo de 2018

CASTIGOS DE DIOS A LA BLASFEMIA



El desastre del Titanic

En un astillero de construcciones navales de Belford, en Irlanda, se preparaba el lanzamiento de un nuevo trasatlántico, que debía llevar el majestuoso nombre de "Titanic".

Estaban persuadidos que este inmenso barco iba a surcar fieramente el océano y desafiar el asalto de las más furiosas tempestades.

Varios centenares de obreros habían estado ocupados en su construcción; entre ellos había muchos impíos. Estos desgraciados habían estampado sobre el casco del navío toda suerte de blasfemias y de burlas sacrílegas, sobre todo para burlarse de sus camaradas creyentes.

Así, uno de los blasfemos había escrito: "Ni Cristo mismo lo hará zozobrar". Muchas de estas inscripciones, recubiertas por la pintura, no tardaron, con todo en reaparecer.

Un empleado católico del "Titanic", que había visto con sus ojos alguna de aquellas frases impías, escribía a sus padres a Dublín: "Estoy persuadido que el barco no llegará a América, a causa de las odiosas blasfemias que cubren sus flancos".

Los padres siguieron conservando esta carta, como único recuerdo de su hijo. Su siniestro presentimiento llegó a ser terrible realidad. El "Titanic" no llegó a tocar América. En plena noche chocó con un iceberg, y quedó partido por la mitad, muriendo 1.100 de sus 1.800 pasajeros.


Muere electrocutado

En 1930, un jueves, de mañana, minutos antes de las 10, un obrero de las fábricas Krupp, en Essen, blasfemaba odiosamente de Dios, de la Iglesia y de los sacerdotes, y, finalmente, expresaba el deseo abominable de que todos los sacerdotes fueran atados por un hilo de alta tensión, y luego electrocutados.

Ocho días más tarde, a las 10 menos tres minutos exactamente, los obreros del taller, donde había proferido aquella imprecación, oyeron un grito desgarrador. Corrieron todos, y encontraron al camarada blasfemo suspendido de los hilos de una dínamo.

Quisieron socorrerle, pero cuando se desprendió su cuerpo, éste no era más que un cadáver.

Muere atragantada

Celebrábase en una ciudad de Baviera una gran procesión del Santísimo Sacramento.

En el recorrido se encontraba una mujer, a quien las malas lecturas, los cines y los teatros habían arrancado la fe de su infancia.

Al pasar un grupo, que representaba la Anunciación, con la Santísima Virgen y el Arcángel San Gabriel, se echó a reír, y dijo a su vecina: "Mira estos saltimbanquis".

Pero no paró aquí la burla. Bien pronto llegó el paso con el Santísimo Sacramento. Mientras todos los presentes se arrodillaban con respeto, ella no pudo resistir a su instinto blasfemo, y se atrevió a proferir esta abominable blasfemia: "¡Ojalá que los que tragan ese pedazo de pan, se ahoguen con él!"

Volvió a su casa, y, como tenía hambre, engulló con glotonería un pedazo de pan, que quedó en su garganta, y se ahogó con él. Dos horas después de su blasfemia no era más que un cadáver.

Dios no deja impunes a los que se burlan de las cosas santas.

El terremoto de Mesina

Como Mesina no había sufrido terremoto desde hacía 120 años, los habitantes se creían seguros, y comenzaron a levantar casas de varios pisos, a pesar del aviso de las personas competentes. Con ocasión de las Navidades de 1908, un diario socialista local se permitió interpelar irónicamente al Niño Jesús, al escribir: "Pequeño Jesús, envíanos un terremoto, si tienes fuerza para ello".

Esto era el 26 de diciembre, y el 28 se produjo una catástrofe como jamás la tuvo la ciudad. En algunos minutos, 60.000 personas, es decir, un tercio de la población, había perecido. Por otra parte, un inmenso incendio que se declaró, redujo a cenizas casi todos los edificios y casas particulares.

Tampoco allí dejó Dios la blasfemia impune.


Otros muchos ejemplos de blasfemia

El rey Senaquerib, por una blasfemia contra Dios, vio muertos por el Angel del Señor 185.000 de sus soldados, y él mismo fue muerto por sus hijos.

Antioco fue terriblemente castigado por sus blasfemias.

Al blasfemo Nicanor le arrancaron la lengua, y por mandato de Judas Macabeo, fue arrojado a las aves para que le devorasen; una de sus manos fue colgada.

El rey Herodes fue comido por los gusanos.

Dice San Gregorio, que un niño de cinco años, por blasfemar, fue arrebatado por el demonio sin que volviese a aparecer. Otro caso semejante refiere San Cirilo de un niño de doce años, que jugando con su padre, blasfemó de San Jerónimo.

Refiere Baronio en sus "Anales" que en Constantinopla, Olimpio, hereje arriano, estando en el baño, comenzó a blasfemar de la Santísima Trinidad, de la que eran los arrianos jurados enemigos; inmediatamente fue atacado de hidrofobia, y destrozándose a sí mismo con las uñas, entregó su sacrílega alma, al demonio.

Roberto, rey de Francia, procuraba conservar la paz en sus Estados, a cuyo fin oraba postrado ante un crucifijo. Y el hijo de Capeto, orando un día en la forma dicha en la ciudad Aurelia, el crucifijo por un prodigio respondió: "No tendrás paz en tu reino hasta que estirpes la blasfemia".

Pedían muchos a Ludovico, rey de Francia, que perdonase a un noble blasfemo, el cual, según decreto, debía ser marcado en la frente con un candente hierro; a lo que respondió "Estoy pronto (y hasta consideraría ser una gracia) a que impriman en mi frente esa señal, con tal que la blasfemia sea estirpada en mi reino". Otro caso semejante refieren los Anales Eclesiásticos de otro rey de la misma nación.

Juan Hurtado, dominicano, oyendo a un soldado blasfemar, le dijo: "Mientes villanamente; Dios no es como dice tu infame labio; Dios es bueno, justo y misericordioso". Apenas oyó esto el soldado, lleno de ira empuñó su espada, y Juan, postrándose de rodillas, esperó con avidez el martirio.

El rey Ezequías, como si fuese iluminado por Dios, tan pronto como oyó la horrenda blasfemia de Senaquerib, creyó segura la victoria, y más confió en su fe, que en el valor y generosidad de sus soldados, apoyándose en que Dios no protegería a quien tan vilmente le había ultrajado. Y en vez de salir a su encuentro, subió al templo del Señor, para oponerse con sus oraciones a la ira de Dios y conseguir la derrota de sus enemigos.

Incitado Job por su esposa para que blasfemase, juzgó más prudente y justo, dice el Crisóstomo, sufrir con resignación tantos males, que agravarlos más con sus blasfemias.

Cuando San Policarpo era excitado por el tirano para que blasfemase de Jesucristo, respondió con energía varonil: "Ya hace ochenta años que le sirvo, y no he recibido de él ningún daño, sino por el contrario, muchos bienes; ¿por qué razón he de blasfemar?, ¿cómo podré yo maldecirle? No, no puedo serle ingrato". Este mismo debiera ser el lenguaje de todos los cristianos, especialmente de aquellos blasfemos que, tan osada como injustamente, ofenden a un Dios tan bueno y de quien han recibido cuanto poseen.

El blasfemo Faraón, que decía "No conozco al Señor", fue precipitado en el mar Rojo.

Holofrnes, por blasfemo, tuvo que sufrir el castigo de una mujer que le cortó la cabeza.

Los judíos, blasfemos contra Jesucristo, fueron exterminados casi completamente por Tito.

El mal ladrón, blasfemó en la cruz, y murió impenitente.

San Pablo entregó al dominio del demonio a Alejandro y a Himeneo a causa de su blasfemia.

Blasfema Juliano el Apóstata, y una flecha le hiere y le mata.

Alemio blasfema y queda poseído del demonio.

El blasfemio Arrio arroja sus entrañas y expira entre acerbos dolores.

Nestorio blasfema de la Virgen, y los gusanos le devoran la lengua.

Blasfema León de Poitiers, y Dios le castiga, dice San Gregorio de Tours, haciéndole sordo, mudo y loco. (Banzo).

Texto tomado de mercaba.org

lunes, 14 de mayo de 2018

BLASFEMIA-FASHION



Cuando no cabía duda alguna sobre la misión del Vicario de Cristo para confirmar a sus hermanos en la fe, estaban bien patentes los principios básicos del catolicismo. Principios generales que no se conculcaban ante la consideración de situaciones especiales o casos particulares. No era necesario publicar una encíclica con notas a pie de página que desmontara la ley general. No hacía falta difundir cartitas exegéticas a sumisos obispos amiguetes, que pasaran luego a las Actae Apostolicae Sedis, con carácter magisterial (por supuesto). No era necesario un Dictador que hiciera de las doctrinas de Nuestro Señor una especie de cortijo privado. No cabía esta figura en el escenario. Y si aparecía alguna, se le mandaba al paro ipso facto.

Una de las abundantes percepciones inmediatas del católico, fue siempre el carácter sagrado de las vestiduras sacerdotales y litúrgicas. No por sí mismas, claro está. Por su significado simbólico y por lo que representan. Las vestiduras se llamaban en aquellos tiempos vestiduras sagradas. Cada una de ellas tenía su sentido explicativo, su significado, su valor y su oración propia. Antes de ser utilizadas, eran bendecidas ya que iban a servir en los oficios litúrgicos. Efectivamente, eran vestiduras sagradas. El sacerdote revestido con sus ornamentos para la Misa, el Obispo con su mitra o su báculo, el Papa con su tiara, el anillo del pescador o sus hábitos pontificales. Todo tenía un sentido sacro, hasta que llegaron los tiempos de la vulgaridad y la blasfemia. Y es que si se niega lo sacro, se pasa inmediatamente a lo zafio, lo grosero y tosco,para llegar irremisiblemente a lo blasfemo.

En mis tiempos maduros -inmediatamente después del Vaticano II-, asistí a esta desacralización de las vestiduras sagradas, que se presentaba con aires de pobreza, sencillez y espontaneidad. Con todo ello se perdió la dignidad sacerdotal. Como se ha perdido hoy la dignidad del Papado en manos del Gran Vulgarizador, que va delante de las ovejas para que imiten la mediocridad macarra. Desde los primeros días en que hizo mofa de las puntillas o los encajes, hasta la fecha.

Esta semana ha sido noticia en los medios religiosos la celebración en Nueva York de la Met Gala 2018, con el apasionante tema de La moda y la imaginación católica –o algo así-. Personajes de descomunal talla atea y pervertida, amiguetas de todo lo anticatólico, han recorrido la alfombra rojadescreída, revestidas con ropajes pseudo-sacerdotales, alas angelicales y coronas semejando las de la Santísima Virgen. Algún fraile picarón me decía que ver a Madonna con corona de virgen es un monumento al principio de contradicción.


No me ha extrañado en absoluto que esta gente haya hecho alarde de su progresía y de su descarada insolencia con las cosas de Dios. Es tan ridículo como estrafalario y grotesco.

Lo que sí manifiesta el nivel actual del Vaticano Bergogliano es que algunas de estas vestiduras son auténticas, prestadas al efecto por el propio Vaticano. Tiaras de Papas, capas pluviales y otros aditamentos guardados en los Museos Vaticanos cuidadosamente prestados a esta Afrenta Sonrojante, supongo que sin interés crematístico. ¡Ah! Y con el coro de la capilla Sixtina entonando laudes al paso de las virginales modelos. Entre ellas, una de las que hace poco visitó a Bergoglio, suscitando ya entonces el escándalo del mundo católico.


Esta es la Iglesia pobre para los pobres de Francisco que se viste de luces, y sintoniza con el mundo perverso de Holywood, cobra algunos sustanciosos dolaretes por el préstamo de los ropajes pontificios y manda al cardenal Dolan, -Payaso oficial de todo evento neoyorkino-, para que gaste bromitas con las mitras de las féminas, como si fueran de la Orden de las Consolatas Hijas de María.

Es verdad que Bergoglio se ha propuesto reformar la Curia desde el inicio de su engañosa y pre-pactada elección. Lo mismo se lleva a la Rihanna ésta de Presidenta del Dicasterio para la Blasfemia y la Homosexualidad. Me dicen que internet se ha poblado de lo que los jóvenes llaman memes, con la tipa de Papisa.

La profanación y mofa tiene su larga historia y no la han inventado estos pobres diablos. Tanto la que hacen hoy éstos blasfemos-ricachones-impenitentes bendecidos por el Vaticano, como las que exhibían algunos lustros atrás los asesinos de miles de sacerdotes en España.

Todo acaba en blasfemia. Y después, lo que venga.

Fray Gerundio



Fuente: Adelante la Fe

jueves, 10 de mayo de 2018

LA RECONSTRUCCIÓN DE LA IGLESIA - PROFECIAS DE LA BEATA ANA CATALINA EMMERICH




LA RECONSTRUCCIÓN DE LA IGLESIA

Entonces vi reconstruir la Iglesia muy rápidamente y con más magnificencia que nunca. (AA.III.114)

Vi una mujer llena de majestad avanzar en la gran plaza que está ante la Iglesia. Ella mantenía su amplio manto sobre los dos brazos y se elevaba suavemente en el aire. Se posó sobre el domo y extendió sobre toda la extensión de la Iglesia su manto que parecía irradiar oro. Los demoledores se habían tomado un momento de reposo, pero, cuando quisieron volver al trabajo, les fue absolutamente imposible acercarse al espacio cubierto por el manto. (AA.II.204)

Después vi, a lo lejos, acercarse grandes cohortes, ordenadas en círculo alrededor de la iglesia, unas sobre la tierra, otras en el cielo. La primera se componía de hombres y mujeres jóvenes, la segunda de personas casadas de toda condición entre los cuales reyes y reinas, la tercera de religiosos, la cuarta de gentes de guerra. Ante ellos vi a un hombre montado sobre un caballo blanco. La última tropa estaba compuesta de burgueses y de paisanos de los cuales muchos estaban marcados en la frente con una cruz roja. (AA.III.113)

Vi la iglesia de San Pedro: estaba desnuda, con excepción del coro y del altar mayor. Después vinieron de todas partes del mundo sacerdotes y laicos que rehicieron los muros de piedra. (AA.III.118)

Mientras se acercaban, cautivos y oprimidos fueron liberados y se unieron a ellos. (AA.III.114)

Todos los demoledores y los conjurados fueron expulsados de todas partes y fueron, sin saber como, reunidos en una única masa confusa y cubierta de una bruma. Ellos no sabía ni lo que habían hecho, ni lo que debían hacer, y corrían, dándose cabezazos unos contra otros. Cuando fueron todos reunidos en una sola masa, los vi abandonar su trabajo de demolición de la iglesia y perderse en los diversos grupos. (AA.III.114)

Entonces vi rehacer la Iglesia muy rápidamente y con más magnificencia que nunca: porque las personas de todas las cohortes se hacían pasar las piedras de un extremo del mundo al otro. Cuando los grupos más alejados se acercaban, el que estaba más cerca del centro se retiraba tras los otros. Era como si ellos representasen diversos trabajos de la oración y el grupo de soldados las obras de la guerra. Vi en este a amigos y enemigos pertenecientes a todas las naciones. Eran simplemente gentes de guerra como los nuestros (como los soldados de su tiempo) y vestidos igual (con uniformes).

El círculo que formaban no estaba cerrado, pero había hacia el norte un gran intervalo vacío y sombrío: era como un agujero, como un precipicio. Tuve el sentimiento de que había allí una tierra cubierta de tinieblas. (AA.III.114)

Vi también a una parte de este grupo permanecer atrás: no querían ir hacia delante y todos tenían un aspecto sombrío y permanecían juntos unos contra otros. En todos estos grupos, vi muchas personas que debían sufrir el martirio por Jesús: había todavía ahí muchos malvados y otra separación tendría que suceder más adelante...

Sin embargo vi a la iglesia completamente restaurada; por encima de ella, sobre una montaña, el Cordero de Dios rodeado de un grupo de vírgenes con palmas en las manos, y también los cinco círculos formados por las cohortes celestiales correspondientes a aquellos de aquí abajo que pertenecen a la tierra. (AA.III.113-115)

Texto tomado de Capilla Católica