sábado, 29 de diciembre de 2012

NO ES UNA INOCENTADA RETRASADA

 

En la Catedral de San Esteban, en Viena, én el presbiterio, ante el Altar Mayor, con un cura (el párroco de la Catedral, al parecer) revestido con una casulla decorada con dos franjas del arcoiris gay-lesbi del mariconerío militante, asistido por una 'acólita' con sotana y roquete, montaron esta secuencia del musical Sister Act. 

Ya han pasado los días del bochorno y el escándalo, ya nadie se lleva las manos a la cabeza, ya parece que hasta gusta e incluso se espera que el cura ocurrente de turno se invente algo y añada la aberración de cada día a la Sagrada Liturgia, cada vez más descralizada y menos litúrgica. 

Abochorna ver en la cúspide jerárquica a obispos que se resisten a la recuperación de la Misa tradicional, que jamás consentirán una Misa en sus catedrales, que prohíben a sus sacerdotes celebrar la Misa, pero que se prestan gustosos a bailar en la raya de la profanación y el sacrilegio, como si lo Sagrado que tienen gravemente encomendado fuera una broma, una ocasión para el chiste vulgar y la frivolidad de un vodevil. 

Hoy en Viena, mañana en París, y otro día en Madrid, y en Sevilla, en Buenos Aires, en México, en New York, en London...por todo el mundo. 

En Roma también. 

Y la gente mira, apláude, sonríe, participa... 

...Pero la fe se va. 

+T.

Fuente: Ex Orbe

jueves, 27 de diciembre de 2012

28 DICIEMBRE: ALTERNATIVA ESPAÑOLA VUELVE A SALIR A LA CALLE EN TODA ESPAÑA CONTRA EL ABORTO

Este año las agrupaciones políticas católicas colaboran, de manera conjunta, en la organización de estos actos.

Alternativa Española, como cada 28 de Diciembre, día de los Santos Inocentes, dedica la jornada para reivindicar el derecho a nacer y pedir la derogación de toda legislación abortista. Por ello, va a realizar concentraciones en diversas ciudades españolas ante los centros donde se practican abortos. En Madrid ante la sede el Partido Popular para solicitar la derogación de toda ley del aborto. "El Gobierno del PP tiene las manos manchadas de la sangre de miles de inocentes y no reacciona", afirma este partido.

En las concentraciones se leerá un manifiesto conjunto denunciando la matanza legal de centenares de miles de seres humanos, en el 2011 más de 118.000 por aborto quirúrgico, y pedir la protección, por parte de la legislación y la Administración, de la vida humana, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. 

Este año las agrupaciones políticas católicas, entre ellas  AES, CTC y DNE, junto con diversas organizaciones civiles como el Foro Arbil y la Asociación Cruz de San Andrés, colaboran, de manera conjunta, en la organización de estos actos, lo que supone un primer paso importante para unir fuerzas en el campo político, endefensa de la vida y del resto de principios no negociables, explica Alternativa Española.

Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com

Fuente: Hispanidad

DEL NÚMERO DE LOS PECADOS


Por cuanto la sentencia no es proferida
luego contra los malos, los hijos de los
hombres cometen males sin temor alguno.
Ecl. 8, 2
.

PUNTO 1

Si Dios castigase inmediatamente a quien le ofendiese, no se viera, sin duda, tan ultrajado como se ve. Mas porque el Señor no suele castigar en seguida, sino que espera benignamente, los pecadores cobran ánimos para ofenderle más.

Preciso es que entendamos que Dios espera y es pacientísimo, mas no para siempre; y que es opinión de muchos Santos Padres (de San Basilio, San Jerónimo, San Ambrosio, San Cirilo de Alejandría, San Juan Crisóstomo, San Agustín y otros) que, así como Dios tiene determinado para cada hombre el número de días que ha de vivir y los dones de salud y de talento que ha de otorgarle (Sb. 11, 21), así también tiene contado y fijo el número de pecados que le ha de perdonar. Y completo ese número, no perdona más, dice San Agustín. Lo mismo, afirman Eusebio de Cesarea (lib. 7, cap. 3) y los otros Padres antes nombrados.

Y no hablaron sin fundamento estos Padres, sino basados en la divina Escritura. Dice el Señor en uno de sus textos (Gn. 15, 16), que dilataba la ruina de los amorreos porque aún no estaba completo el número de sus culpas. En otro lugar dice (Os. 1, 6): “No tendré en lo sucesivo misericordia de Israel. Me han tentado ya por diez veces. No verán la tierra” (Nm. 14, 22-23). Y en el libro de Job se lee: “Tienes selladas como en un saquito mis culpas” (Jb. 14, 17).

Los pecadores no llevan cuenta de sus delitos, pero Dios sabe llevarla para castigar cuando está ya granada la mies, es decir, cuando está completo el número de pecados” (Jl. 3, 13). En otro pasaje leemos (Ecl. 5, 5): “Del pecado perdonado no quieras estar sin miedo, ni añadas pecado sobre pecado”.

O sea: preciso es, pecador, que tiembles aun de los pecados que ya te perdoné; porque si añadieres otro, podrá ser que éste con aquéllos completen el número, y entonces no habrá misericordia para ti. Y, más claramente, en otra parte, dice la Escritura (2Mac. 6, 14): “El Señor sufre con paciencia (a las naciones) para castigarlas en el colmo de los pecados, cuando viniere el día del juicio”. De suerte que Dios espera el día en que se colme la medida de los pecados, y después castiga.

De tales castigos hallamos en la Escritura muchos ejemplos, especialmente el de Saúl, que, por haber reincidido en desobedecer al Señor, le abandonó Dios de tal modo, que cuando Saúl, rogando a Samuel que por él intercediese, le decía (1S, 15, 25): “Ruégote que sobrelleves mi pecado y vuélvete conmigo para que adore al Señor”. Samuel le respondió (1S. 15, 26): “No volveré contigo, por cuanto has desechado la palabra del Señor, y el Señor te ha desechado a ti”.

Tenemos también el ejemplo del rey Baltasar, que hallándose en un festín profanando los vasos del Templo, vio una mano que escribía en la pared: Mane, Thecel, Phares.

Llegó el profeta Daniel y explicó así tales palabras (Dn. 5, 27): “Has sido pesado en la balanza y has sido hallado falto”, dándole a entender que el peso de sus pecados había inclinado hacia el castigo la balanza de la divina justicia; y, en efecto, Baltasar fue muerto aquella misma noche (Dn. 5, 30).

¡Y a cuántos desdichados sucede lo propio! Viven largos años en pecado; mas apenas se completa el número, los arrebata la muerte y van a los infiernos (Jb. 21, 13). Procuran investigar algunos el número de estrellas que existen, el número de ángeles del Cielo, y de los años de vida de los hombres; mas ¿quién puede indagar el número de pecados que Dios querrá perdonarles?...

Tengamos, pues, saludable temor. ¿Quién sabe, hermano mío, si después del primer ilícito deleite, o del primer mal pensamiento consentido, o nuevo pecado en que incurrieres, Dios te perdonará más?

PUNTO 2

Dirá tal vez el pecador que Dios es Dios de misericordia... ¿Quién lo niega?... La misericordia del Señor es infinita; mas a pesar de ella, ¿cuántas almas se condenan cada día? Dios cura al que tiene buena voluntad (Is. 61, 1). Perdona los pecados, mas no puede perdonar la voluntad de pecar... Replicará el pecador que aún es harto joven... ¿Eres joven?... Dios no cuenta los años, cuenta las culpas.

Y esta medida de pecados no es igual para todos. A uno perdona Dios cien pecados; a otro mil; otro, al segundo pecado se verá en el infierno. ¡Y a cuántos condenó en el primer pecado!

Refiere San Gregorio que un niño de cinco años, por haber dicho una blasfemia, fue enviado al infierno. Y según la Virgen Santísima reveló a la bienaventurada Benedicta de Florencia, una niña de doce años por su primer pecado fue condenada. Otro niño de ocho años de edad también en el primer pecado murió y se condenó.

En el Evangelio de San Mateo (21, 19) leemos que el Señor, la vez primera que halló a la higuera sin fruto, la maldijo, y el árbol quedó seco. En otro lugar dijo el Señor (Am. 1, 3): “Por tres maldades de Damasco, y por la cuarta no la convertiré” (no revocaré los castigos que le tengo decretados).

Algún temerario querrá quizá pedir cuenta de por qué Dios perdona a tal pecador tres culpas y no cuatro. Aquí es preciso adorar a los inefables juicios de Dios y decir con el Apóstol (Ro. 11, 33): “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y ciencia de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios e inescrutables sus caminos!” Y con San Agustín: “Él sabe a quién ha de perdonar y a quién no. A los que se concede misericordia, gratuitamente se les concede, y a los que se les niega, con justicia les es negada”.

Replicará el alma obstinada que, como tantas veces ha ofendido a Dios y Dios la ha perdonado, espera que aún le perdonara un nuevo pecado... Mas porque Dios no la ha castigado hasta ahora, ¿ha de proceder siempre así? Se llenará la medida y vendrá el castigo.

Cuando Sansón continuaba enamorado de Dalila, esperaba librarse de los filisteos, como ya le había una vez acaecido (Judc. 16); pero en aquella última ocasión fue preso y perdió la vida. “No digas –exclamaba el Señor (Ecl. 5, 4)– pequé, ¿y qué adversidad me ha sobrevenido?... Porque el Altísimo, aunque sufrido, da lo que merecemos”; o lo que es lo mismo: que llegará un día en que todo lo pagaremos, y cuanto mayor hubiera sido la misericordia, tanto más grave será la pena.

Dice San Juan Crisóstomo que más de temer es el que Dios sufra obstinado, que el pronto e inmediato castigo. Porque, como escribe San Gregorio, todos aquellos a quienes Dios espera con más paciencia, son después, si perseveran en su ingratitud más rigurosamente castigados; y a menudo acontece, añade el Santo, que los que fueron mucho tiempo tolerados por Dios, mueren de repente sin tiempo de convertirse.

Especialmente, cuanto mayores sean las luces que Dios te haya dado, tanto mayores serán tu ceguera y obstinación en el pecado, si no hicieres a tiempo penitencia. “Porque mejor les era –dice San Pedro (II, P. 2, 21)– no haber conocido el camino de la justicia, que después del conocimiento volver las espaldas”. Y San Pablo dice (He. 6, 4) que es (moralmente) imposible que un alma ilustrada con celestes luces si reincide en pecar, se convierta de nuevo.

Terribles son las palabras del Señor contra los que no quieren oír su llamamiento: “Porque os llamé y dijisteis que no... Yo también me reiré en vuestra muerte y os escarneceré” (Pr. 1, 24-26).

Nótese que las palabras yo también significan que, así como el pecador se ha burlado de Dios confesándose, formando propósitos y no cumpliéndolos nunca, así el Señor se burlará de él en la hora de la muerte.

El Sabio dice además (Pr. 26, 11): “Como perro que vuelve a su vómito, así el imprudente que repite su necedad”. Dionisio el Cartujo desenvuelve este pensamiento, y dice que tan abominable y asqueroso como el perro que devora lo que arrojó de sí, se hace odioso a Dios el pecador que vuelve a cometer los pecados de que se arrepintió en el sacramento de la Penitencia.

PUNTO 3

“Hijo, ¿pecaste? No vuelvas a pecar otra vez; mas ruega por las culpas antiguas, que te sean perdonadas” (Ecl. 21, 1). Ve lo que te advierte, ¡oh cristiano!, Nuestro Señor, porque desea salvarte. “No me ofendas, hijo, nuevamente, y pide en adelante perdón de tus pecados”.

Y cuando más hubieres ofendido a Dios, hermano mío, tanto más debes temer la reincidencia en ofenderle; porque tal vez otro nuevo pecado que cometieres hará caer la balanza de la divina justicia, y serás condenado. No digo absolutamente, porque no lo sé, que no haya perdón para ti si cometes otro pecado; pero afirmo que eso puede muy bien acaecer.

De suerte que, cuando sintieres la tentación, debes decirte: ¿Quién sabe si Dios no me perdonará más y me condenaré? Dime, por tu vida: ¿tomarías un manjar si creyeras ser probable que estuviera envenenado? Si presumieras fundadamente que en un camino estaban apostados tus enemigos para matarte, ¿pasarías por allí pudiendo utilizar otra más segura vía? Pues, ¿qué certidumbre ni qué probabilidad puedes tener de que volviendo a pecar sentirás luego verdadera contrición y no volverás a la culpa aborrecible? O que si nuevamente pecares, ¿no te hará Dios morir en el acto mismo del pecado, o te abandonará después?

¡Oh Dios, qué ceguedad! Al comprar una casa, tomas prudentemente las necesarias precauciones para no perder tu dinero. Si vas a usar de alguna medicina, procurarás estar seguro de que no te puede dañar. Al cruzar un río, cuidas de no caer en él.

Y luego, por un vil placer, por un deleite brutal, arriesgas tu eterna salvación, diciendo: ya me confesaré de eso. Mas yo pregunto: ¿Y cuándo te confesarás? –El domingo– –¿Y quién te asegura que vivirás el domingo? –Mañana mismo. –¿Y cómo con tal certeza tratas de confesarte mañana, cuando no sabes siquiera si tendrás una hora más de vida?

“¿Tienes un día –dice San Agustín– cuando no tienes una hora?” Dios –sigue diciendo el Santo– promete perdonar al que se arrepiente, mas no promete el día de mañana al que le ha ofendido. Si ahora pecas, tal vez Dios te dará tiempo de hacer penitencia, o tal vez no. Y si no te lo da, ¿qué será de ti eternamente? Y, sin embargo, por un mísero placer pierdes tu alma y la pones en peligro de quedar perdida por toda la eternidad. ¿Arriesgarías mil ducados por esa vil satisfacción? Digo más: ¿lo darías todo, hacienda, casa, poder, libertad y vida, por un breve gusto ilícito? Seguramente, no. Y con todo, por ese mismo deleznable placer quieres en un punto dar por perdidos para ti a Dios, el alma y la gloria.

Dime, pues: estas cosas que señala la fe, ¿son altísimas verdades o no es más que pura fábula el que haya gloria, infierno y eternidad? ¿Crees que si la muerte te sorprende en pecado estarás para siempre perdido?... ¡Qué temeridad, qué locura condenarte tú mismo a perdurables penas con la vana esperanza de remediarlo luego! “Nadie quiere enfermar con la esperanza de curarse, dice San Agustín. ¿No tendríamos por loco a quien bebiese veneno, diciendo: quizá con un remedio me salvaré? ¿Y tú quieres la condenación a eterna muerte, fiado en que tal vez luego puedas librarte de ella?...

¡Oh locura terrible, que tantas almas ha llevado y lleva al infierno, según la amenaza del Señor! “Pecaste confiando temerariamente en la divina misericordia; de improviso, vendrá el castigo sobre ti, sin que sepas de dónde viene” (Is. 47, 10-11).

AFECTOS Y SÚPLICAS

Ved, Señor, a uno de esos locos que tantas veces ha perdido el alma y vuestra gracia con la esperanza de recuperarla después. Y si me hubieseis enviado la muerte en aquel instante en que pequé, ¿qué hubiera sido de mí?... Agradezco con todo mi corazón vuestra clemencia en esperarme y en darme a conocer mi locura. Conozco que deseáis salvarme, y yo me quiero salvar.

Duélome, ¡oh Bondad infinita!, de haberme tantas veces apartado de Vos. Os amo fervorosamente, y espero, ¡oh Jesús!, que, por los merecimientos de vuestra preciosa Sangre, no recaeré en tal demencia. Perdonadme, Señor, y acogedme en vuestra gracia, que no quiero separarme de Vos. In te, Domine, speravi, non confundar in aeternum.

Así espero, Redentor mío, no sufrir ya la desdicha y confusión de verme otra vez privado de vuestro amor y gracia. Concededme la santa perseverancia, y haced que siempre os la pida, especialmente en las tentaciones, invocando vuestro sagrado nombre, o el de vuestra Santísima Madre; “¡Jesús mío, ayudadme!... ¡María, Madre nuestra, amparadme!...”

Sí, Reina y Señora mía; acudiendo a Vos nunca seré vencido. Y si persiste la tentación, haced, Madre mía, que persista yo en invocaros.

PREPARACIÓN PARA LA MUERTE 
San Alfonso Mª de Ligorio


miércoles, 26 de diciembre de 2012

LA HISTORIA DEL DOCTOR RAIMOND DIOCRES Y LAS NEFASTAS CONSECUENCIAS DE RENEGAR DE DIOS


SUCESO NARRADO EN LA VIDA DE SAN BRUNO, FUNDADOR DE LOS CARTUJOS

En la vida de San Bruno, fundador de los Cartujos, se encuentra un hecho estudiado muy a fondo por los doctísimos Bolandistas, y que presenta a la crítica más formal todos los caracteres históricos de la autenticidad; un hecho acaecido en París en pleno día, en presencia de muchos millares de testigos, cuyos detalles han sido recogidos por sus contemporáneos, y que ha dado origen a una gran Orden religiosa.

Acababa de fallecer un célebre doctor de la Universidad de París llamado Raymond Diocrés, dejando universal admiración entre todos sus alumnos. Era el año 1082. Uno de los más sabios doctores de aquel tiempo, conocido en toda Europa por su ciencia, su talento y sus virtudes, llamado Bruno, hallábase entonces en París con cuatro compañeros, y se hizo un deber asistir a las exequias del ilustre difunto.
Se había depositado el cuerpo en la catedral de Nuestra Señora. El cuerpo estaba expuesto en el centro de la nave central y una inmensa multitud de fieles, alumnos y profesores rodeaba respetuosamente la cama, en la que, según costumbre de aquella época, estaba expuesto el difunto cubierto con un simple velo.
En el momento en que se leía una de las lecciones del Oficio de difuntos, que empieza así:
“Respóndeme. ¡Cuán grandes y numerosas son tus iniquidades!” (Cuarta lectura de Maitines del Oficio de difuntos: Job, 13, 22-28). Entonces sale de debajo del fúnebre velo mortuorio una voz sepulcral, y todos los concurrentes oyen estas palabras:
“Por justo juicio de Dios he sido acusado”.
Acuden precipitadamente, levantan el paño mortuorio: el pobre difunto estaba allí inmóvil, helado, completamente muerto. Continuóse luego la ceremonia por un momento interrumpida, hallándose aterrorizados y llenos de temor todos los concurrentes.
Se vuelve a empezar el Oficio, se llega a la referida lección: “Respóndeme”, y esta vez a la vista de todo el mundo levántase el muerto, y con robusta y acentuada voz dice:
“Por justo juicio de Dios he sido juzgado”.
Y vuelve a caer. El terror del auditorio llega a su colmo: dos médicos certifican de nuevo la muerte; el cadáver estaba frío, rígido; no se tuvo valor para continuar, y se aplazó el Oficio para el día siguiente.
Las autoridades eclesiásticas no sabían qué resolver. Unos decían:
“Es un condenado; es indigno de las oraciones de la Iglesia”.

Decían otros:


“No, todo esto es sin duda espantoso; pero al fin, ¿no seremos todos acusados primero y después juzgados por justo juicio de Dios?”
El Obispo fue de este parecer, y al siguiente día, a la misma hora, volvió a empezar la fúnebre ceremonia, hallándose presentes, como en la víspera, Bruno y sus compañeros. Toda la Universidad, todo París había acudido a la iglesia de Nuestra Señora. Vuelve, pues, a empezar el Oficio. A la misma lección: “Respóndeme”, el cuerpo del doctor Raymond se levanta de su asiento, y con un acento indescriptible que hiela de espanto a todos los concurrentes, exclama:
“Por justo juicio de Dios he sido condenado para siempre”,
y volvió a caer inmóvil.
Esta vez no quedaba duda alguna: el terrible prodigio, justificado hasta la evidencia, no admitía réplica. Por orden del Obispo y del Cabildo, previa sesión, se despojó al cadáver de las insignias de sus dignidades, y fue llevado al muladar del Montfaucon. (Muladar: sitio donde se vacía el estiércol o basura).
Al salir de la Iglesia, Bruno, que contaría entonces cerca de cuarenta y cinco años de edad, se decidió irrevocablemente a dejar el mundo, y se fue con sus compañeros a buscar en las soledades de la Gran Cartuja, cerca de Grenoble, un retiro donde pudiese asegurar su salvación, y prepararse así despacio para los justos juicios de Dios.
Verdaderamente, he aquí un condenado que “volvía del infierno” no para salir de él, sino para dar un irrecusable testimonio.

domingo, 23 de diciembre de 2012

FELIZ Y SANTA NAVIDAD


Apostolado Eucarístico les desea a todos sus lectores y amigos una Feliz y Santa Navidad.

viernes, 21 de diciembre de 2012

EJEMPLOS SOBRE LA BLASFEMIA (IV)


PUBLICAN BLASFEMIA CONTRA EL NIÑO JESÚS 
UN DÍA DE NOCHEBUENA 

Hacía 120 años que en Messina de Sicilia no había ningún terremoto. El 24 de diciembre de 1908 un diario marxista se permitió publicar la siguiente blasfemia: “NIÑO JESÚS, ENVIANOS DE NUEVO, SI ES QUE PUEDES, UN TERREMOTO”. Al cabo de cuatro días hubo el espantoso terremoto en que murieron en pocos minutos un tercio de los habitantes; el incendio que siguió destruyó toda la ciudad. Entre los escombros se hallaron fragmentos del periódico blasfemo. 

Revista, Iesus Christus, nº 39 
(Imagen añadida)

jueves, 20 de diciembre de 2012

DICHOS DE SANTOS


En nuestros días más que nunca, la fuerza de los malos es la cobardía y debilidad de los buenos, y todo el nervio del reino de Satán reside en la blandura de los cristianos. 

San Pío X

LA MATANZA DE KATYN

En el mediodía del jueves 14 de febrero de 1946, en la sala de audiencias del Tribunal de Nüremberg, el coronel Pokrovsky, fiscal por la Unión Soviética, manifestó: “Querría pasar ahora a las brutalidades cometidas por los hitlerianos con miembros de los Ejércitos checoslovaco, polaco y yugoslavo.  Vemos en la Acusación que uno de los actos criminales más importantes de los que son responsables los principales criminales de guerra fue la ejecución masiva de prisioneros de guerra polacos, fusilados en el Bosque de Katyn, cerca de Smolensko, por los invasores fascistas alemanes”. Fue escuchado solemnemente por todos los jueces y fiscales.
El 1° de septiembre de 1939 Alemania invadió Polonia.  El 17 de septiembre del mismo año, en virtud de lo acordado en el protocolo secreto del pacto Ribbentropp-Molotov (una laguna en la memoria aliada), Rusia hizo lo propio, ocupando su territorio según las partes que se habían asignado y que tenían al río Vístula como límite.  Así se mantuvieron las cosas hasta que, en el año 1941, ante la movilización de las fuerzas soviéticas hacia la frontera alemana, Hitler inicia la denominada “Operación Barbarroja”, dando origen a la Campaña de Este.
La noticia sobre la matanza de Katyn fue dada por los alemanes cuando descubrieron las fosas en tierras que habían estado ocupadas por los rusos.  Como afirma Faverjon: “El caso Katyn estalló el 13 de abril de 1943, cuando la radio de Berlín anunció el descubrimiento de un osario en el bosque de Katyn, cerca de Smolensko, que contenía los cadáveres de varios miles de oficiales polacos asesinados por los soviéticos en 1940, según el alto mando alemán” (“Las mentiras de la Segunda Guerra Mundial”).
En su libro “La Violación de Polonia”, quien fuera primer ministro del gobierno polaco en el exilio de Londres, Stanislaw Mikolajczk, manifestó: “La historia que contaron entonces los alemanes era terrorífica, pero, a pesar de que nosotros en Londres éramos por naturaleza escépticos ante todo comunicado alemán, éste nos daba respuesta completa a todas las preguntas que nos habíamos planteado constantemente durante la búsqueda de nuestros hombres”.
En este tema es muy esclarecedor quien fuera Comandante en Jefe del ejército polaco, el General Anders: “Traté de evaluar la cifra efectiva de ciudadanos polacos deportados en 1939-1940. Era muy difícil.  Me dirigí a las autoridades soviéticas.  Finalmente, me encaminaron al general Fiedotov, de la NKVD, encargado del asunto, y tuve con él varias conversaciones sobre este particular.  Me comunicó en estricta confianza que el número de polacos deportados a Rusia ascendía a 475.000  pero resultó que en esta cifra no estaban incluidos todos los capturados al atravesar las fronteras, los soldados apresados en 1939, los arrestados a pretextos de sus actividades políticas, o ucranianos, bielorrusos y judíos, pues todos los polacos pertenecientes a minorías nacionales eran considerados ciudadanos soviéticos.  Al cabo de largos meses de pesquisas e indagaciones acerca de la gente nuestra que iba llegando de millares de cárceles y campos diseminados por toda Rusia, pudimos fijar el número en 1.500.000 a 1.600.000.  Las estadísticas obtenidas más tarde en Polonia confirman estas cifras.  Por desgracia tuvimos que reconocer al mismo tiempo que la mayoría de aquellos infortunados ya no existían.  Dios sólo sabe cuántos de ellos perecieron asesinados, y cuántos sucumbieron en condiciones atroces de vida en presidios y campos de trabajos forzados” (“Sin capítulo final”).
Los alemanes citaron a los polacos para que participaran en el estudio de las fosas.  El entonces primer ministro del Gobierno polaco en Londres, General Sikorski, fue el centro de las mayores presiones para que se abstuviera de propiciar la investigación.  Su patriótica perseverancia la pagaría con la vida.  Efectivamente, Sikorski ratificó su solicitud para que interveniniera la Cruz Roja Internacional.  “El almirante William Standley, antiguo embajador norteamericano en Moscú, confesó que el presidente Roosevelt le escribió el 25 de abril de 1943, una carta a Stalin en la que le decía: «Confío que Churchill logrará convencer a Sikorski para que en el futuro tenga más sentido común».  Sikorski y su hija fallecían poco después, víctimas de un accidente de aviación.  Durante un vuelo desde El Cairo a Londres, se estrelló el avión el 5 de julio de 1943, cerca de Gibraltar.  Las causas no pudieron ser aclaradas nunca.  «No cabe la menor duda de que fue un acto de sabotaje» declaró más tarde el antiguo secretario de estado americano Summer Welles” (“El Proceso de Nüremberg”). ¡Qué final tan reiterado y hasta predecible, el de testigos o personajes díscolos a las sugerencias de los Aliados!
La Comisión Investigadora se constituyó con la Cruz Roja y científicos de Suiza y de países ocupados o aliados a los alemanes, tales como Italia, Francia, Bélgica, Checoeslovaquia, Dinamarca, Austria, Finlandia, Noruega y Hungría.  Afirma Stanislaw Mikolajczk: “Esta Comisión, apadrinada por los alemanes, llegó a la conclusión al final de sus investigaciones, de que los oficiales habían sido asesinados durante marzo y abril de 1940, época en la cual el territorio en cuestión estaba en manos de los rusos.  Además de la Comisión, una delegación de la Cruz Roja polaca de Cracovia inspeccionó las fosas.  Estas fueron asimismo mostradas a grupos de prisioneros de guerra polacos, ingleses y americanos.  La historia verdadera del asesinato de los oficiales aún no ha sido relatada.  La verdad irrefutable es que los oficiales fueron asesinados a sangre fría por los rusos, y únicamente por los rusos”.
Heydecker y Leeb señalan: “El teniente coronel americano John H. van Fliet junior, hizo igualmente una declaración muy importante.  En el año 1943 estaba prisionero de guerra de los alemanes y formó parte de un grupo de un grupo de prisioneros de guerra occidentales que fueron invitados por las autoridades alemanas, a visitar el bosque de Katyn.  Van Fliet dijo: «Odiaba a los alemanes, pero hube de reconocer que en aquel caso decían la verdad».  Esta declaración que prestó van Fliet inmediatamente después de su regreso a Estados Unidos, fue mantenida en secreto por el Servicio Secreto americano por miedo a que la Unión Soviética no quisiera participa en la guerra contra el Japón” (“El proceso de Nüremberg”).
Sostiene Faverjon que: “El aspecto de las fosas y de los alrededores, el estado de los cadáveres y de su ropa —todos los oficiales llevaban uniforme de invierno—, permitieron llegar a la conclusión de que el crimen se había cometido a fines del invierno de 1940.  Pero, sobre todo, la comisión pudo fechar con precisión el crimen de Katyn después de haber examinado cierta cantidad de documentos —cartas, libretas, diarios— que llevaban los oficiales.  Ninguno era posterior al invierno de 1940”.
Mucho más recientemente, con los aportes de los archivos ya revelados del Kremlin, Stéphane Courtois y otros, llevan a cabo una narración de lo ocurrido que en poco difiere de la historia contada por los contemporáneos de los hechos y que hemos transcripto precedentemente.  Vale la pena recordarlo: “La primera preocupación soviética eran los militares: de 240.000 a 250.000 prisioneros, de los que unos 10.000 eran oficiales.  Desde el día siguiente a su agresión, la U.R.S.S. tomó las primeras decisiones: el 19 de septiembre, Lavrenti Beria creó en el seno de la NKVD (orden número 0308) la Dirección de Prisioneros de Guerra (Glavnoie Upravlienie po dielsm Woenno-Plennyj, GUW P) y una red de campos de concentración específicos.  A primeros de octubre comenzó, poco a poco, la liberación de los soldados rasos, aunque 25.000 de ellos fueron enviados a construir carreteras y 12.000 puestos a disposición del comisariado de Industria pesada como trabajadores forzados.  Un número aún desconocido se dispersó en pequeños grupos en los campos del inmenso Gulag.  Al mismo tiempo se decidió crear dos «campos para oficiales» en Starobielsk y Kozielsk, y un campo especial para policías, vigilantes de prisión y guardias fronterizos en Ostaszkow.  Beria puso pronto en marcha un grupo de operaciones especiales encargado de abrir diligencias judiciales en los mismos campos.  Al final de febrero de 1940 habían sido internados 6.192 policías (y asimilados) y 8.376 oficiales”.
Cuando volvieron a ocupar Smolensko, nada les impedía a los rusos reescribir la historia, como lo hicieron en tantas oportunidades.  Qué mejor momento para modificar la realidad, hacer desparecer testigos reales e inventar otros muy sensibles a las necesidades propagandísticas del Kremlin.  Así lo vieron y así lo hicieron.  Así formaron la “Comisión Burdenko”.
Faverjon recuerda que entre el 5 de octubre de 1943 y el 10 de enero de 1944, los rusos, a través de su policía secreta política, la NKVD falsificaron todos los hechos.  Los testigos fueron aislados y empezaron a desaparecer.  Se escamotearon cartas, se modificaron fechas, se plantaron documentos.
“Se necesitó casi un año para que la versión rusa de Katyn finalmente estuviera lista, y su elaboración contó con nuevas presiones a los testigos, e inclusive, la desaparición de algunos cuya docilidad no pareció suficiente a los señores del Kremlin”.
Hubo, en realidad, otra investigación sobre la matanza, de la que muy pocos hablan, quizás por su fin abrupto y predecible: “La segunda investigación la realizaron los polacos cuando terminó la guerra.  El fiscal de Cracovia, doctor Roman Martini, descubrió incluso, los nombres de los agentes del NKVD que habían intervenido en aquella acción.  El jefe de este grupo de exterminio había sido un hombre llamado Burjanow. Pero Martini no pudo seguir sus averiguaciones.  El 12 de marzo de 1945 fue asesinado, en su vivienda de Cracovia, por dos miembros de la Asociación de la Amistad polaco-rusa” (“El Proceso de Nüremberg”).
Martini y sus averiguaciones fueron prolijamente archivadas y olvidadas por las autoridades polacas que respondían a Stalin.
Así fue Nüremberg.  Una gran parodia de proceso.  Claro, como sostiene Veale, no se cometieron los errores o groserías que se multiplicaban en los “procesos” de la Unión Soviética bajo el mando de Stalin.  Fueron un poco más sutiles, pero claramente discernibles para los hombres comunes que lo presenciaron y mucho más para los hombres de leyes.
“En Nüremberg no se cometieron tan grandes errores.  De hecho, parece que se reconoce unánimemente que si un extranjero, pongamos por ejemplo de la Patagonia, que no entendiese más que su propia lengua, hubiese visitado el Tribunal durante las sesiones, podría haber imaginado que se estaban desarrollando unos procesos normales, siempre, desde luego, que no hubiese permanecido allí demasiado tiempo” (“El crimen de Nüremberg”).   Los Aliados occidentales sabían bien que los alemanes no eran los responsables de la matanza de Katyn, sin embargo, dieron toda la cobertura posible a Rusia.  Se prestaron a protagonizar la parodia judicial que cargaba las culpas sobre los vencidos.  Sostiene Mikolajczk: “Los documentos sobre Katyn —dije— fueron llevados por los alemanes en retirada de Cracow a Wroclaw, de Wroclaw a Alemania, y finalmente a Checoeslovaquia, donde, según parece, fueron recogidos por las fuerzas americanas”.
En definitiva, no era sino aplicar la absolución dada por Winston Churchill el 22 de junio de 1941, al tiempo de aliarse a los soviéticos.  Con respecto a Rusia “El pasado con sus crímenes, sus locuras y sus tragedias se ha esfumado”.

martes, 18 de diciembre de 2012

BREVE HISTORIA DE LAS APARICIONES DE NTRA. SRA. DE GUADALUPE


Y su influencia en la conversión de América a la Fe de Cristo.

Diez años después de la conquista de México, el día 9 de diciembre de 1531, Juan Diego iba rumbo al Convento de Tlaltelolco para oír misa. Al amanecer llegó al pie del Tepeyac. De repente oyó música que parecía el gorjeo de miles de pájaros. Muy sorprendido se paró, alzó su vista a la cima del cerro y vio que estaba iluminado con una luz extraña. Cesó la música y en seguida oyó una dulce voz procedente de lo alto de la colina, llamándole: "Juanito; querido Juan Dieguito". Juan subió presurosamente y al llegar a la cumbre vio a la Santísima Virgen María en medio de un arco iris, ataviada con esplendor celestial. Su hermosura y mirada bondadosa llenaron su corazón de gozo infinito mientras escuchó las palabras tiernas que ella le dirigió a él. Ella habló en azteca. Le dijo que ella era la Inmaculada Virgen María, Madre del Verdadero Dios. Le reveló cómo era su deseo más vehemente tener un templo allá en el llano donde, como madre piadosa, mostraría todo su amor y misericordia a él y a los suyos y a cuantos solicitaren su amparo. “Y para realizar lo que mi clemencia pretende, irás a la casa del Obispo de México y le dirás que yo te envío a manifestarle lo que mucho deseo; que aquí en el llano me edifique un templo. Le contarás cuanto has visto y admirado, y lo que has oído. Ten por seguro que le agradeceré bien y lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás que yo te recompense el trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te encomiendo. Ya has oído mi mandato, hijo mío, el más pequeño: anda y pon todo tu esfuerzo”.
Juan se inclinó ante ella y le dijo: “Señora mía: ya voy a cumplir tu mandato; me despido de ti, yo, tu humilde siervo”.


Cuando Juan llegó a la casa del Obispo Zumárraga y fue llevado a su presencia, le dijo todo lo que la Madre de Dios le había dicho. Pero el Obispo parecía dudar de sus palabras, pidiéndole volver otro día para escucharle más despacio.
Ese mismo día regresó a la cumbre de la colina y encontró a la Santísima Virgen que le estaba esperando. Con lágrimas de tristeza le contó cómo había fracasado su empresa. Ella le pidió volver a ver al Sr. Obispo el día siguiente. Juan Diego cumplió con el mandato de la Santísima Virgen. Esta vez tuvo mejor éxito; el Sr. Obispo pidió una señal.
Juan regresó a la colina, dio el recado a María Santísima y ella prometió darle una señal al siguiente día en la mañana. Pero Juan Diego no podía cumplir este encargo porque un tío suyo, llamado Juan Bernardino había enfermado gravemente.
Dos días más tarde, el día doce de diciembre, Juan Bernardino estaba moribundo y Juan Diego se apresuró a traerle un sacerdote de Tlaltelolco. Llegó a la ladera del cerro y optó ir por el lado oriente para evitar que la Virgen Santísima le viera pasar. Primero quería atender a su tío. Con grande sorpresa la vio bajar y salir a su encuentro. Juan le dio su disculpa por no haber venido el día anterior. Después de oír las palabras de Juan Diego, ella le respondió: “Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón, no temas esa ni ninguna otra enfermedad o angustia. ¿Acaso no estoy aquí yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy tu salud? ¿Qué más te falta? No te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella; está seguro de que ya sanó”.
Cuando Juan Diego oyó estas palabras se sintió contento. Le rogó que le despachara a ver al Señor Obispo para llevarle alguna señal y prueba a fin de que le creyera. Ella le dijo:
“Sube, hijo mío el más pequeño, a la cumbre donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay diferentes flores; córtalas, recógelas y en seguida baja y tráelas a mi presencia”.
Juan Diego subió y cuando llegó a la cumbre, se asombró mucho de que hubieran brotado tan hermosas flores. En sus corolas fragantes, el rocío de la noche semejaba perlas preciosas. Presto empezó a córtalas, las echó en su regazo y las llevó ante la Virgen. Ella tomó las flores en sus manos, las arregló en la tilma y dijo: “Hijo mío el más pequeño, aquí tienes la señal que debes llevar al Señor Obispo. Le dirás en mi nombre que vea en ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi embajador muy digno de confianza. Rigurosamente te ordeno que sólo delante del Obispo despliegues tu tilma y descubras lo que llevas”.
Cuando Juan Diego estuvo ante el Obispo Fray Juan de Zumárraga, y le contó los detalles de la cuarta aparición de la Santísima Virgen, abrió su tilma para mostrarle las flores, las cuales cayeron al suelo. En este instante, ante la inmensa sorpresa del Señor Obispo y sus compañeros, apareció la imagen de la Santísima Virgen María maravillosamente pintada con los más hermosos colores sobre la burda tela de su manto.



La curación de Juan Bernardino.

El mismo día, doce de diciembre, muy temprano, la Santísima Virgen se presentó en la choza de Juan Bernardino para curarle de su mortal enfermedad. Su corazón se llenó de gozo cuando ella le dio el feliz mensaje de que su retrato milagrosamente aparecido en la tilma de Juan Diego, iba a ser el instrumento que aplastara la religión idólatra de sus hermanos por medio de la enseñanza que el divino códice-pintura encerraba.
Te-coa-tla-xope en la lengua Azteca quiere decir “aplastará la serpiente de piedra”. Los españoles oyeron la palabra de los labios de Juan Bernardino. Sonó como de Guadalupe. Sorprendidos se preguntaron el por qué de este nombre español, pero los hijos predilectos de América, conocían bien el sentido de la frase en su lengua nativa. Así fue como la imagen y el santuario adquirieron el nombre de Guadalupe, título que ha llevado por cuatro siglos.
Se lee en la Sagrada Escritura que en tiempo de Moisés y muchos años después un gran cometa recorría el espacio. Tenía la apariencia de una serpiente de fuego. Los indios de México le dieron el nombre de Quetzalcoatl, serpiente con plumas. Le tenían mucho temor e hicieron ídolos de piedra, en forma de serpiente emplumada, a los cuales adoraban, ofreciéndoles sacrificios humanos. Después de ver la sagrada imagen y leer lo que les dijo, los indios abandonaron sus falsos dioses y abrazaron la Fe Católica. Ocho millones de indígenas se convirtieron en sólo siete años después de la aparición de la imagen.

La tilma de Juan Diego

La tilma en la cual la imagen de la Santísima Virgen apareció, está hecha de fibra de maguey. La duración ordinaria de esta tela es de veinte años a lo máximo. Tiene 195 centímetros de largo por 105 de ancho con una sutura en medio que va de arriba a abajo.
Impresa directamente sobre esta tela, se encuentra la hermosa figura de Nuestra Señora. El cuerpo de ella mide 140 centímetros de alto.
Esta imagen de la Santísima Virgen es el único retrato auténtico que tenemos de ella. Su conservación en estado fresco y hermoso por más de cuatro siglos, debe considerarse milagrosa. Se venera en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la Ciudad de México, donde ocupa el sitio de honor en el altar mayor.
La Sagrada Imagen duró en su primera ermita desde el 26 de diciembre, 1535 hasta el año de 1622.
La segunda iglesia ocupó el mismo lugar donde se encuentra hoy la Basílica. Esta duró hasta 1695. Unos pocos años antes fue construida la llamada Iglesia de los Indios junto a la primera ermita, la cual sirvió entonces de sacristía para el nuevo templo. En 1695, cuando fue demolido el segundo templo, la milagrosa imagen fue llevada a la Iglesia de los Indios donde se quedó hasta 1709 fecha en que se dedicó el nuevo hermoso templo que todavía despierta la admiración de Mexicanos y extranjeros.

La coronación.

El doce de octubre de 1895 la bendita imagen de la Santísima Virgen fue coronada por decreto del Santo Padre, León XIII, y el doce de octubre de 1945, cincuentenario de la coronación, su Santidad Pío XII en su célebre radio mensaje a los Mexicanos le aplicó el titulo de Emperatriz de las Américas.
Muy recientemente, el doce de octubre de 1961, su Santidad Juan XXIII, dirigió un radio mensaje a los Congresistas del II Congreso Interamericano Mariano quienes se encontraron presentes dentro de la Nacional e Insigne Basílica de Guadalupe. En este día, a las doce en punto, se escuchó la sonora voz del Santo Padre quien pronunció las siguientes palabras:
Amadísimos Congresistas y fieles todos de América:
María, Madre de Dios y Madre nuestra, esa tierna palabra que estos días vuestros labios repiten sin fin con el título bendito de Madre de Guadalupe, abre este nuestro saludo que dirigimos a cuantos tomáis parte en el Segundo Congreso Mariano Interamericano y a todos los países de América.
Feliz oportunidad ésta del 50 aniversario del Patronato de María Santísima de Guadalupe sobre toda la América Latina, que tanto bien ha producido entre los pueblos del Continente, para alentaros en vuestras manifestaciones de mutuo amor y de devoción a la que es Madre de vida y Fuente de gracia.
Día histórico aquél doce de octubre en que el grito “tierra” anunciaba la unión de dos mundos, hasta entonces desconocidos entre sí, y señalaba el nacimiento a la fe de esos dos continentes; a la fe en Cristo –“luz verdadera que ilumina a todo hombre”- (Jo. 1, 9.) de la cual María es como la “aurora consurgens” que precede la claridad del día. Más adelante "la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive”, derrama su ternura y delicadeza maternal en la colina, del Tepeyac, confiando al indio Juan Diego con su mensaje unas rosas que de su tilma caen mientras en ésta queda aquél retrato suyo dulcísimo que manos humanos no pintaran.
Así quería Nuestra Señora continuar mostrando su oficio de Madre: Santa María de Guadalupe, siempre símbolo y artífice de esta fusión que formaría la nacionalidad mexicana y, en expansión cargada de sentidos, rebasaría las fronteras para ofrecer al mundo ese coro magnífico de pueblos que rezan en español.
Primero Madre y Patrona de México, luego de América y de Filipinas: el sentido histórico de su mensaje iba cobrando así plenitud, mientras abría sus brazos a todos los horizontes en un anhelo universal de amor.
Abre el alma a la esperanza cuando en ese mismo Continente se viene estudiando y poniendo en práctica para elevar el nivel de vidas de los pueblos humanos. Vemos con aplauso las iniciativas encaminadas a procurar personal preparado para el apostolado a los países escasos de clero o de religiosos en el deseo de sostener su fe y de continuar la misión salvadora de la Iglesia.
¡Cuánto podrá ayudar a mantener vivos estos ideales cristianos de fraternidad vuestro Congreso! Qué altura y qué nobleza adquieren las relaciones entre los individuos y los pueblos cuando se las contempla a la luz de nuestra fraternidad en Cristo: “onmes vos fratres estis” (Mat. 23,8) según proclama el lema de vuestro Congreso.
Y cuanto en esta convivencia alienta el amor y la consideración de una Madre común, entonces los vínculos de la familia humana adquieren la eficacia de algo más vital, más sentido que sublima el poder y la fuerza de cualquier ley.
Tenéis ahí a María, la Madre común, puesto que es Madre de Cristo, la que con su solicitud y compasión maternal ha contribuido a que se nos devuelva la vida divina y sobrenatural, la que en la persona del discípulo amado nos fue donada como Madre espiritual por Cristo mismo en la cruz.
Salve Madre de América! Celestial Misionera del nuevo Mundo, que desde el Santuario del Tepeyac has sido, durante más de cuatro Siglos Madre y Maestra en la fe de los pueblos de América. Sé también su amparo y sálvalos oh Inmaculada María; asiste a sus gobernantes, infunde nuevo celo a sus Prelados, aumenta las virtudes en el clero; y conserva siempre la fe en el pueblo.
Oiga María estos votos para que los presente a Cristo en cuyo nombre y con el más vivo afecto de nuestro corazón de Padre os bendecimos.

Fuente: Devocionario Católico.

lunes, 17 de diciembre de 2012

LOS REBELDES SIRIOS FANTASEAN CON CONQUISTAR CÓRDOBA Y ANDALUCÍA DESPUÉS DE DAMASCO

FRANCIA LES HA RECONOCIDO COMO GOBIERNO LEGÍTIMO DE SIRIA   

Después de hacer en Siria una limpia –de cristianos, se supone- quieren seguir la tarea hasta Córdoba y Andalucía.
Entonces daremos la vuelta, haremos una limpia en Irak, donde aún queda basura. Después de Irak, iremos a Constantinopla y luego a Córdoba y Andalucía. Y punto. Ahora que tenemos las armas, no las vamos a enfundar.
Este es el vídeo (inglés). El verdadero problema no son los crímenes de unos mahometanos fanfarrones, sino quienes les arman, financian y controlan.
Son los gobiernos occidentales quienes proporcionan armas a estos terroristas y les dan todo tipo de apoyo diplomático. España ha retirado al embajador en Damasco. Francia ha reconocido a los rebeldes como gobierno legítimo y se muestra impaciente porque no hayan hecho ya la tarea:“Salida de Assad debe ser prioritaria”, dice presidente francés