jueves, 29 de abril de 2010

EXORCISMO CONTRA SATANÁS Y LOS ESPÍRITUS MALIGNOS PROMULGADO POR EL PAPA LEÓN XIII



I. Origen del exorcismo.

Según la versión generalmente más aceptada sobre lo sucedido el día 13 de octubre de 1884, después que el Papa León XIII acabase de celebrar la Misa en la Capilla Vaticana (rodeado por algunos Cardenales y dignatarios del Vaticano), se detuvo momentáneamente al pie del altar. Permaneció en pie unos diez minutos, como en éxtasis, con el rostro iluminado. A continuación marchó a su despacho y compuso la oración a San Miguel, dando instrucciones para que fuese recitada por doquier después de terminada cada Misa.Cuando se le preguntó por lo ocurrido, explicó que, cuando se disponía a abandonar las gradas del altar, oyó claramente unas voces, una dulce y suave, otra gutural y dura, que parecían venir del lado del Sagrario. Al aguzar el oído, oyó la siguiente conversación:
-La voz gutural, la de Satanás en su orgullo, gritando al Señor: “Yo puedo destruir tu Iglesia.”-La voz del Señor: “¿Tú puedes? Pues entonces hazlo.”-Satanás: “Para ello necesito más tiempo y poder.”-Nuestro Señor: ¿Cuánto tiempo? ¿Cuánto poder?-Satanás: 
De 75 a 100 años, y un poder mayor sobre quienes están puestos a tu servicio.”-Nuestro Señor: Tienes el tiempo, tendrás el poder. Haz con ello lo que quieras.”(Revista de la orden secular de San Agustín. Diciembre de 1981. New York)

Lo que León XIII percibió el 13 de octubre de 1884, y que ha podido desconcertar a algunos, es lo que ocurría ya, agravado con el paso del tiempo, y lo que ocurre ahora mismo de modo absoluto; es la REALIDAD.
El conocimiento de todo esto provocó en el Pastor Supremo una viva reacción de defensa, que en el acto se tradujo, concretamente, en la prescripción de una plegaria después de terminada la Misa, en la promulgación del Exorcismo contra Satanás y los ángeles apóstatas. Era conveniente que el contenido de lo que prescribió, fuese explicitado en la oración de San Miguel, a título de urgente argumento, para conjurar al Arcángel a actuar sobre el terreno.

II. Explicación.

¿Cómo quería el demonio y sus secuaces llegar a destruir la Iglesia? Todos los documentos conocidos de la masonería lo repiten hace dos siglos: por las ideas liberales de la Revolución, a través de esas ideas difundidas en el seno mismo de la Iglesia hasta en su más alta jerarquía. Contra este mismo peligro nos pusieron en guardia todos los Papas hasta Pío XII inclusive. Sobre este tema hay que leer el importantísimo libro de Monseñor Lefebvre “Le destronaron”, del que, referente a este exorcismo, entresacamos lo que sigue:
“La trama de la secta liberal contra la Iglesia consistía en lanzarse al asalto de Ella utilizando su jerarquía, pervirtiéndola hasta en su más alto grado.”
Pero los Papas con la clarividencia de su cargo y las luces que Dios les ha dado, vieron y denunciaron claramente este programa.
León XIII (1878-7903) vio por adelantado esta subversio capitis, esta subversión del Jefe y la describió con todo detalle, con toda su crudeza, componiendo el pequeño exorcismo contra Satanás y los espíritus malignos. He aquí el pasaje en cuestión, que figura en la versión original, pero fue suprimido en las versiones posteriores por no sé qué sucesor de León XIII, que quizá encontró el texto imposible, impensable, impronunciable… Y sin embargo, a cien años de distancia de su composición, este texto nos parece por el contrario lleno de una verdad candente:
“He aquí que astutos enemigos han llenado de amargura la Iglesia, Esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que hay en ella de deseable. Donde fueron establecidas la Sede del bienaventurado Pedro y la cátedra de la Verdad, como una luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la dominación de su impiedad; a fin de que, una vez golpeado el pastor, puedan dispersar el rebaño.”
“¿Cómo es posible esto? Me dirán. Os aseguro que no lo sé pero esto ocurre cada vez más, día tras día. Esto nos causa una viva angustia, nos sugiere una pregunta hiriente: ¿Quiénes son, pues, esos Papas que toleran la autodemolición, que contribuyen a ella? San Pablo ya decía en su tiempo: “ya está realizándose el misterio de iniquidad” (II Tes. 2,7) ¿Qué diría hoy en día?”. (Cap. XXII del libro “Le destronaron”).


III: Recitación del exorcismo.

Advertencia previa:

Esta plegaria, compuesta para ahuyentar al demonio, puede preservar de grandes males a la familia y a la sociedad, si se recita con fervor particularmente aun por los simples fieles. Se la utiliza especialmente en los casos en que cabe suponerse una acción del demonio, que se haga manifiesta: o por la maldad de los hombres, o por las tentaciones, las enfermedades, las tempestades, las calamidades de todas clases. Esta recitación del exorcismo está enriquecida con indulgencia plenaria.
A continuación va el texto íntegro y original, subrayando las partes que, de modo inexplicable, fueron suprimidas en ediciones posteriores a partir de las primeras décadas del siglo actual.



EXORCISMO CONTRA SATANAS
Y LOS ESPIRITUS MALIGNOS
Promulgado por el Papa León XIII



En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

Salmo 67.Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian.
Como se disipa el humo se disipen ellos, como, se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos ante Dios.

Salmo 34.Señor, pelea contra los que me atacan; combate a los que luchan contra mí.
Sufran una derrota y queden avergonzados los que me persiguen a muerte.
Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi perdición.
Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los desbarate.
Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los persiga.
Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron trampas mortales.
Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron. Mi alma se alegra con el Señor y gozará de su salvación.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.



Oración a San Miguel Arcángel.


Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha que mantenemos combatiendo “contra los principados y potestades, contra los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por los aires” (Ef. 6, 12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su imagen y semejanza (Sap. 2, 23), y a tan “alto precio rescatados” (I Cor. 6, 20) de la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el Cielo. “Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arrojados sus ángeles” (Apoc. 12,.8-9).

He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido con vehemencia. Disfrazado de “ángel de luz” (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre. Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los vicios e iniquidades.

Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria.
La Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, 8), y sujeta al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado, precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Apoc. 20).
Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.

He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos.

R. Ha vencido el León de la tribu de Judá, la raíz de David.
Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.
R. Como lo esperamos de Ti.
Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a Ti nuestro clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu).


Oremos


Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las almas. Amén.

IV Exorcismo

Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de Nuestro Señor Jesu + cristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino Cordero +. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano, perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +. Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes asemejarte, “el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre + te lo manda Dios Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien para salvar a la estirpe perdida por tu envidia, “se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte” (Fil. 2); el cual edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los “poderes del infierno nunca prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días hasta el fin de los tiempos” (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la virtud de todos los Misterios de la fe cristiana +.

Te lo manda la excelsa Madre de Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +.

Te lo manda la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto, maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios + verdadero, por Dios + santo, que “de tal modo amó al mundo que entrego a su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna” (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.

Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu).


Oremos


Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa Majestad se digne libramos eficazmente y guardamos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

De las asechanzas del demonio.
R. Líbranos, Señor.
Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.
R. Te rogamos, óyenos.
Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.
R. Te rogamos, óyenos.

(Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).

Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza de nuestros pecados (Tobías 3, 3).

Padre nuestro …

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