miércoles, 21 de diciembre de 2011

FISICHELLA, SIEMPRE PREOCUPANTE, SIEMPRE


Fisichella, Salvatore (Rino per gli amici), no hay vez que abra el pico que no me provoque un repelús, tiene esa des-gracia. Me preocupa que la tal facultad le haya venido con la mitra; pero también me pregunto si estaba dotado de ella antes de la concesión del anillo y el báculo, porque si la cosa fue a priori, no me explico cómo. O si me explico, prefiero abstraerme, para no desbarrar.

La última fisichellada es esta sentencia recogida en una entrevista que publicaba el otro día un medio impío:

La nueva evangelización debe hacerse con dulzura, respeto y recta conciencia

Questiones derivadas de la sentencia, a saber:

I)- ¿Acaso la 'antigua evangelización' se hizo con amargura, rigor, o acritud?

II)- ¿Acaso la 'vieja evangelización' fue irrespetuosa y/o se caracterizó por ello?

III)- ¿Acaso la 'anterior evangelización' se realizó con una conciencia pecaminosa, torcida, alevosa?

Entiendo que de la afirmación se desprenden muy bien esas tres cuestiones, todas quasi respondidas en cuanto supuestas en la declaración titular de Fisichella.

Él lo explica así:

P. ¿Cuál es el estilo de la nueva evangelización?

R. La nueva evangelización debe hacerse con dulzura, respeto y recta conciencia. La dulzura es sinónimo de mansedumbre. Es decir, no se puede recurrir a la arrogancia ni al orgullo ni al sentido de superioridad respecto a otras doctrinas. El respeto tiene que ver con la capacidad de ponerse en el lugar del interlocutor. El respeto significa también sentido de responsabilidad ante Dios, porque nadie puede atenuar la radicalidad del Evangelio ni limitar instrumentalmente sus contenidos.

P. ¿Y la recta conciencia?

R. Se trata de ofrecer una conducta vital irreprochable y creíble.

P. Sorprende, por lo poco habitual, la referencia a la dulzura como instrumento de la nueva evangelización.

R. La dulzura es una nota esencial de la nueva evangelización. Significa acercarse al otro con buenas maneras, sin cogerlo del cuello, sin pretensión de imponerle nada. Con respeto a la diferencia de formas de pensar y de vivir.

Obligadamente, se impone transportar las tres cuestiones que propuse a cada una de las respuestas de Fisichella. De las que se deduce una pésima y muy peyorativa opinión respecto a toda la antigua evangelización y sus protagonistas, los viejos evangelizadores. Pienso, por ejemplo, en los antiguos misioneros. Ustedes pueden pensar también en evangelizadores que se les vengan a la cabeza, para aplicarles los criterios-fisichella. Se sorprenderán.

Sorprendetemente, en mitad de la entrevista, Don Salvatorino traza una semblanza del porqué de sí mismo, de su perfil, raccontando un breve sumario de su vida pastoral-evangelizadora:
"(La política)...Es otro lugar importante para la nueva evangelización. Lo sé por experiencia propia. Durante 15 años fui el párroco de Montecitorio, es decir el capellán del parlamento italiano. Todos los días celebraba misa, hablaba con los diputados y realizaba allí mis funciones sacerdotales. Y eso se puede hacer, siempre que respetemos la idiosincrasia de cada país. En Francia, es impensable algo así. En Italia, se puede hacer: De hecho, en el Parlamento italiano hay una iglesia del siglo VIII. Tenemos que estar presentes en el mundo de la política, porque la política hace la ley y la ley crea la cultura. De ahí que sea muy importante la formación política de los creyentes, asi como su implicación política".

Una nota que nos ayuda a comprender cómo se ha hecho y de qué pasta es este prelado. Muy politicante, diría yo, como si se volviera a la antigua categoría del XVIII-XIX, cuando el Colegio Cardenalicio y la Curia se dividían en dos facciones: Los Zelanti (ancièn régime) y los Politicanti (ilustrados y liberales). Pues Don Rino sería/hubiera sido de los politicanti, pasteleros, acomodaticios, contemporizadores, hombres de flexibilidad, diálogo, promiscuidades y todo aquello. Ahora lo llaman 'mix', en música, me parece. También lo llaman 'fusión'.

¿Y de lo de Asís, qué piensa el comisario de la nuevangelización? Pue esto:

"...En el encuentro del día 27 de octubre, recordamos el espíritu de Asís y nos comprometimos a mantenerlo vivo y operante. No podemos olvidar que también hoy sigue habiendo conflictos y guerras. En Asís recordamos que la paz es el primer objetivo de las religiones...//...sin duda fue algo muy bello y con mucho eco mediático. Pero tenemos que hacer algo más. Asís no puede ser sólo flor mediática de un día. Porque Asís es el compromiso de la Iglesia católica y también de todas las demás religiones para poner en marcha una etapa de compromiso por la paz."
.

¡¡Toma del frasco, Carrasco! y Que si quieres arroz, Catalina. Todo junto y en la misma ristra. La mar de claro, para las mentes oscuras. Trepanante.

Y, ya que estamos, ¿de la Eta, qué nos dice Fisichella de la Eta? Pues también opina de ello este cráneo privilegiado, tan girocho:

"...Cuando termina la violencia en un país, siempre es una etapa muy importante. Una etapa nueva, en la que creo se debería mirar a otras etapas y tener en cuenta otros elementos importantes. Por ejemplo, el respeto a las tradiciones que no pueden ser uniformadas. Y, en estos momentos, predomina la tendencia a uniformar en un contexto de globalización que no respeta las diferencias. Entre ellas, las diferentes tradiciones culturales y religiosas."

Fisichella, sin duda, es el que nos hacía falta para remediar lo de las tres provincias vascongadas y sus desarreglos de víctimas y asesinos. Pelillos a la mar y tomarse unos chiquitos con unos pinchos. Y ya está.

Y el bombazo, el pedo gordo del final, atentos:

Pregunta el tentador astuto (i.e. el periodista):

P. ¿La nueva evangelización apuesta por el cambio de estructuras en la Iglesia católica?

Responde el incitado, el tentado, el excitado Fisichella con un cóctel-rebozado exegético-místico-eclesiológico de agárrate y no te menees:

"...La paciencia es una nota característica de la fe. Lo principal es esperar la venida del Señor. Mire, Juan y Pedro corren hacia el sepulcro vacío. Juan es el signo del amor. Pedro, el de la institución. Juan, el amor, llega al sepulcro antes que Pedro, la institución siempre más lenta. Pero el amor es respetuoso y Juan no entra en el sepulcro. Y espera a Pedro, que es más lento. Como decía Urs Von Balthasar, del que me siento discípulo, tenemos que ejercer la kénosis del Espíritu Santo, es decir respetar los ritmos del Espíritu y de la institución. Desde esta dinámica, esperemos que la nueva evangelización informe también a la estructura de la Iglesia."

Un topicazo, por otra parte, muy manoseado ya, del que abusan los progres vaticanosecundistas que aspiran al vaticanotercerismo, muy alegóricos ellos cuando toca arrimar el ascua de la exégesis a su sardina eclesial. De todas formas, inquietante, muy inquietante. Más todavía dicho por boca del capo de la nuevangelización (sic).

Cierra la entrevista una lista de campanazos, citas/ titulares/ brani scelti del Monseñor Don Rino, como estos (que destaco yo):

"No se puede recurrir a la arrogancia ni al orgullo ni al sentido de superioridad respecto a otras doctrinas"

"La dulzura significa que la nueva evangelización no es otra cosa que una propuesta de vida que proporciona alegría y felicidad"

"Estamos obligados a no repetir errores del pasado en el ámbito apologético"

"Tenemos que estar presentes en el mundo de la política, porque la política hace la ley y la ley crea la cultura"

"En Asís recordamos que la paz es el primer objetivo de las religiones"

"Esperemos que la nueva evangelización informe también a la estructura de la Iglesia"

Y este, señoras y señores, católicos atque católicas mios-as es el panorama que se desprende (nunca mejor dicho) de las palabras del dicharachero Monseñor Salvatore Fisichella (Rino para los amigos).

¡Que el Señor nos coja confesados!

+T.

Fuente: Ex Orbe