jueves, 12 de febrero de 2015

RESPETO HUMANO

Respeto humano es un excesivo miramiento a lo que los hombres juzgarán o dirán de nosotros, de nuestras palabras o acciones.

El respeto humano es una bajeza y una locura ¿por qué avergonzarse de hacer una obra buena, o sea, aquello de que debiéramos gloriarnos ante Dios? Nada degrada, envilece y deshonra al hombre como el respeto humano.

Sé viril, sé hombre. No te avergüences ante nadie de parecer buen cristiano. ¡Qué cosa más baja y ruin es el temer cumplir nuestros deberes según conciencia, porque otros no se rían de nosotros!

Lo que eres a los ojos y al juicio de Dios, eso eres y nada más. ¿Quién eres tú para que temas al hombre mortal? Hoy es, y mañana no parece. Teme a Dios y no te espantes de los hombres (Kempis).

No esté tu paz en la boca de otros; pues si pensasen de ti bien o mal, no serás por eso hombre diferente. El que no desea contentar a los hombres, ni teme degradarles, gozará de mucha paz (Kempis).

Yo no me avergüenzo del Evangelio (Rom. 1, 16).

Quien se avergonzare de Mi y de mis palabras —dice Jesucristo— de Él se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su gloria y en la del Padre y de los santos ángeles (Lc. 9, 26).

A todo el que me confesare delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos... (Mt. 10, 32-33).

Muchos de los jefes creyeron en Jesucristo; pero por causa de los fariseos no lo confesaban, por miedo a ser excluidos de la sinagoga, porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios (Jn. 12, 42-43).

Si aún buscase agradar a los hombres, no seria siervo de Jesucristo (Gál. 1, 10).


El respeto humano es uno de los grandes obstáculos para ser virtuosos y es necesario combatirlo.

El respeto humano es esclavitud, cobardía y debilidad de carácter ¡Cuántos obran así: ¿qué dirá, qué se pensará si hago o no tal cosa?! Y de aquí que se sacrifique el deber, antes de permitir una palabra de desaprobación; se hace el mal por complacer a los demás, aparentando aún ser peor de lo que somos en realidad...

El que se deja llevar del respeto humano es porque desea complacer a los hombres. Teme desagradarles y hasta tiene miedo de obrar bien por no desagradar al que obra el mal y omiten obras buenas por el mismo motivo. Muchos llegan a ser cristianos según el capricho ajeno y no según el Evangelio, por conformar su religión a las ideas de los demás. ¡Ay del que se avergüenza ante otros de parecer buen cristiano, y hasta teme cumplir sus deberes según conciencia porque otros no se rían de él!…

El apóstol San Pedro cayó ante el temor de una sirvienta en la Pasión del Señor. Tal es la debilidad y cobardía del respeto humano. Hemos de pisotearlo y seguir la conducta de San Pablo: «Yo no me avergüenzo del Evangelio».

Jamás busquemos agradar a los hombres que se apartan de ley de Dios. «Teme a Dios y no te espantes de los hombres» (Kempis). ¡Sé viril, sé hombre! No te avergüences jamás de ser buen cristiano.

DICCIONARIO DE ESPIRITUALIDAD
P. Benjamín Martin Sánchez.