El día 11 de abril de 1935 Carmen Pérez Almeida, una niña de tan sólo cinco años, caía abatida por las balas disparadas por milicianos de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) cuando en compañía de su hermano Juan y de su hermana Guadalupe salían de la Academia Fray Luis de León de Salamanca. Juan era electricista y Guadalupe trabajaba como limpiadora en ese centro educativo.
Juan Pérez Almeida estaba afiliado a Falange y, junto a su hermana pequeña Carmen habían acudido a recoger a su hermana mediana para acudir a un teatro infantil. Cuando enfilaban el parque de la Alamedilla, un grupo de milicianos que había seguido a Juan y Carmen y que se encontraba oculto tras un muro, disparó una descarga con varias pistolas que causaron la muerte inmediata de la más pequeña y heridas graves a Juan, que murió tras casi un mes de agonía el 5 de mayo. Guadalupe resultó ilesa en el ataque.
Cuando la prensa republicana se hizo eco de la noticia, quiso minimizar el brutal asesinato señalando que la edad de la niña asesinada era de 12 años, cuando en realidad tenía solamente cinco. Y hacían especial hincapié en que el objetivo era Juan, “de filiación fascista”.
Este crimen muestra la bajeza moral de la que hacían gala los milicianos marxistas durante la Segunda República. Las investigaciones policiales, que se cerraron sin la detención de los asesinos, concluyeron que el militante de Falange no solía acudir a buscar a su hermana Guadalupe a su centro de trabajo, y que además no era una persona conocida en Salamanca. Por lo tanto, los asesinos le habían seguido cuando, en compañía de la pequeña Carmen, había acudido a buscar a su otra hermana para acudir a la sesión de teatro infantil.
Es más, el seguimiento se produjo desde un local de Falange hasta casa de la familia, donde recogió a la pequeña y después hasta la academia. Por lo tanto, quienes dispararon sabían que al joven falangista le acompañaba la niña, algo que no les disuadió de cometer el brutal asesinato aun sabiendo que podría caer como víctima inocente la pequeña.
El brutal crimen conmocionó a la localidad de Salamanca porque las víctimas eran hijos de Luis Pérez Martín, un maestro de la localidad muy conocido por su amplia labor pedagógica. El entierro de la pequeña Carmen fue todo un homenaje a la niña y una manifestación de rechazo a los crímenes de los milicianos en una localidad en la que las tensiones sociales eran prácticamente inexistentes.
La pequeña Carmen recibió, además, un homenaje de la Sección Femenina de Falange (SF). Su caso está recogido en el libro “Teoría de la Falange”, de Julián Pemartín. Allí cuenta como la SF consideró a la niña como su primera caída y, a pesar de que no tenía edad para militar, se cuenta como la primera víctima femenina de la Falange.
Juan E. Pflüger
Fuente: La Gaceta