Carlos de Meer
Este breve estudio sobre algunos aspectos de la religión mahometana no tiene nada que ver con el asunto de máxima actualidad del terrorismo antiyanki, atribuido, con razón o sin ella, a los denominados integristas musulmanes.
Es necesario dejar bien establecido que es inexacto identificar musulmán con árabe. Árabe es la raza que puebla la península de Arabia, es un concepto relativo a la sangre. Por otra parte, musulmán es un concepto religioso: es la pertenencia a la religión fundada por Mahoma el año 622 en la ciudad de La Meca, cuya comunidad, la “Umma”, constituye el Islam.
De hecho, muchos árabes de raza se declaran cristianos. Por otra parte, la religión islámica está extendida y es profesada por árabes, sirios, persas, otomanos, mongoloides, indios, bereberes y otras razas o etnias que constituyen el Islam, en el que se está solo por razón de religión, sin importar la raza, cosa que estableció claramente Mahoma.
El Islam no nace en las arenas solitarias del desierto. En Arabia, en el siglo VII, había establecidas numerosas comunidades cristianas y judías; estas últimas procedían de la expulsión de los judíos de la tierra de Israel por decreto del emperador Adriano (año 132).
Mahoma recibió enseñanzas de rabinos judíos y monjes cristianos, seguramente de la secta nestoriana, lo que explica el carácter nestoriano de sus afirmaciones sobre Jesús; son numerosas en el Corán las citas bíblicas.
El Islam pertenece a un grupo de religiones, que Spengler denomina mágicas, que florecieron en Asia Oriental, y en las que se confunde lo religioso y lo político de tal forma que resultan inseparables.
No hay diferencia entre el Estado y la Religión. El Corán es un texto totalitario que abarca todo en la vida de la Nación y del individuo. Es a la vez un tratado político y religioso, un verdadero catecismo, es también un texto legal, código penal y civil, y un texto que rige la vida social de la “umma” (comunidad de creyentes).
El Corán tiene la suprema autoridad para regular la vida en todos los aspectos. Sus intérpretes son los “ulemas”, doctores de la ley, que, mediante decretos llamados “fatuas”, deciden sobre cualquier tipo de asunto que se pueda plantear.
No se trata d que el poder político se ponga el servicio del religioso, sino que el poder religioso está totalmente al servicio del poder político, y como subsumido en él. La Iglesia y el Estado son una y la misma cosa. Son inseparables.
Se puede comprobar, a lo largo de los siglos, que todos los califas o sultanes adoptaron el título de “Emir de los Creyentes”, y que todos han pretendido descender de la tribu de Mahoma, sea de Fátima su hija, de su yerno Alí, de su tío Abbas, de sus nietos Hassan y Hussain. Por ejemplo, la dinastía reinante en Marruecos, llamada alauita, pretende descender de Alí, casado con Fátima.
Islam quiere decir sumisión, abandono del propio yo y entrega total a la voluntad de Alá.
El que se convierte al Islam no lo hace simplemente a una religión, aunque así lo crea. Pasa, en verdad, a integrarse en una comunidad de creyentes que regirá, desde ese momento, toda su vida, absolutamente toda.
Para el fundador de los “Hermanos Musulmanes”, el Islam es una ideología y un culto, un hogar y un Estado, un libro y una espada.
El tema islámico se ha puesto de moda por la conversión al Islam de varios intelectuales de diversos países. Es muy curioso analizar la procedencia de estos conversos; casi todos proceden de la izquierda radical, social-marxista, comunistas de diversas tribus: leninitas, stalinistas, trostkistas, maoístas, castristas y otros; todos unidos por su materialismo ateo, su enemistad a cualquier secta cristiana y su odio al catolicismo romano.
Da la impresión de que estos especímenes de ateos anticristianos, cuando entran en proceso de crisis espiritual, se ahogan en su propio vacío espiritual y buscan recuperar algún punto de apoyo religioso, y, como no pueden renunciar a su anticristianismo estructural, encuentran su salvador en Mahoma, también enemigo del cristianismo, y en su texto revelado: el Corán. Otras veces será en las religiones mágicas del Asia profunda donde se refugiarán.
El Islam no admite ser abandonado en ningún caso, el convertirse al cristianismo es la apostasía, castigada en el Corán con la decapitación, que puede ser ejecutada por cualquier creyente.
Estos neoconversos al Islam, conocen de modo superficial el complejo texto del Corán y, como todo converso, se sienten obligados a ejercer la adulación a su nueva religión, y a balancear el incensario en su honor.
Llegan a afirmar que el Islam es una religión de paz y tolerancia, y que el Corán es un compendio de axiomas pacifistas y de normas de convivencia con otras religiones, y especialmente con las religiones del libro: judíos y cristianos.
Estas afirmaciones, sobre la paz y la tolerancia del texto coránico, no se corresponden con la realidad y, si son hechas con buena voluntad, solo demuestran ligereza y falta de estudio del propio texto de Mahoma.
Este breve estudio sobre algunos aspectos de la religión mahometana no tiene nada que ver con el asunto de máxima actualidad del terrorismo antiyanki, atribuido, con razón o sin ella, a los denominados integristas musulmanes.
Es necesario dejar bien establecido que es inexacto identificar musulmán con árabe. Árabe es la raza que puebla la península de Arabia, es un concepto relativo a la sangre. Por otra parte, musulmán es un concepto religioso: es la pertenencia a la religión fundada por Mahoma el año 622 en la ciudad de La Meca, cuya comunidad, la “Umma”, constituye el Islam.
De hecho, muchos árabes de raza se declaran cristianos. Por otra parte, la religión islámica está extendida y es profesada por árabes, sirios, persas, otomanos, mongoloides, indios, bereberes y otras razas o etnias que constituyen el Islam, en el que se está solo por razón de religión, sin importar la raza, cosa que estableció claramente Mahoma.
El Islam no nace en las arenas solitarias del desierto. En Arabia, en el siglo VII, había establecidas numerosas comunidades cristianas y judías; estas últimas procedían de la expulsión de los judíos de la tierra de Israel por decreto del emperador Adriano (año 132).
Mahoma recibió enseñanzas de rabinos judíos y monjes cristianos, seguramente de la secta nestoriana, lo que explica el carácter nestoriano de sus afirmaciones sobre Jesús; son numerosas en el Corán las citas bíblicas.
El Islam pertenece a un grupo de religiones, que Spengler denomina mágicas, que florecieron en Asia Oriental, y en las que se confunde lo religioso y lo político de tal forma que resultan inseparables.
No hay diferencia entre el Estado y la Religión. El Corán es un texto totalitario que abarca todo en la vida de la Nación y del individuo. Es a la vez un tratado político y religioso, un verdadero catecismo, es también un texto legal, código penal y civil, y un texto que rige la vida social de la “umma” (comunidad de creyentes).
El Corán tiene la suprema autoridad para regular la vida en todos los aspectos. Sus intérpretes son los “ulemas”, doctores de la ley, que, mediante decretos llamados “fatuas”, deciden sobre cualquier tipo de asunto que se pueda plantear.
No se trata d que el poder político se ponga el servicio del religioso, sino que el poder religioso está totalmente al servicio del poder político, y como subsumido en él. La Iglesia y el Estado son una y la misma cosa. Son inseparables.
Se puede comprobar, a lo largo de los siglos, que todos los califas o sultanes adoptaron el título de “Emir de los Creyentes”, y que todos han pretendido descender de la tribu de Mahoma, sea de Fátima su hija, de su yerno Alí, de su tío Abbas, de sus nietos Hassan y Hussain. Por ejemplo, la dinastía reinante en Marruecos, llamada alauita, pretende descender de Alí, casado con Fátima.
Islam quiere decir sumisión, abandono del propio yo y entrega total a la voluntad de Alá.
El que se convierte al Islam no lo hace simplemente a una religión, aunque así lo crea. Pasa, en verdad, a integrarse en una comunidad de creyentes que regirá, desde ese momento, toda su vida, absolutamente toda.
Para el fundador de los “Hermanos Musulmanes”, el Islam es una ideología y un culto, un hogar y un Estado, un libro y una espada.
El tema islámico se ha puesto de moda por la conversión al Islam de varios intelectuales de diversos países. Es muy curioso analizar la procedencia de estos conversos; casi todos proceden de la izquierda radical, social-marxista, comunistas de diversas tribus: leninitas, stalinistas, trostkistas, maoístas, castristas y otros; todos unidos por su materialismo ateo, su enemistad a cualquier secta cristiana y su odio al catolicismo romano.
Da la impresión de que estos especímenes de ateos anticristianos, cuando entran en proceso de crisis espiritual, se ahogan en su propio vacío espiritual y buscan recuperar algún punto de apoyo religioso, y, como no pueden renunciar a su anticristianismo estructural, encuentran su salvador en Mahoma, también enemigo del cristianismo, y en su texto revelado: el Corán. Otras veces será en las religiones mágicas del Asia profunda donde se refugiarán.
El Islam no admite ser abandonado en ningún caso, el convertirse al cristianismo es la apostasía, castigada en el Corán con la decapitación, que puede ser ejecutada por cualquier creyente.
Estos neoconversos al Islam, conocen de modo superficial el complejo texto del Corán y, como todo converso, se sienten obligados a ejercer la adulación a su nueva religión, y a balancear el incensario en su honor.
Llegan a afirmar que el Islam es una religión de paz y tolerancia, y que el Corán es un compendio de axiomas pacifistas y de normas de convivencia con otras religiones, y especialmente con las religiones del libro: judíos y cristianos.
Estas afirmaciones, sobre la paz y la tolerancia del texto coránico, no se corresponden con la realidad y, si son hechas con buena voluntad, solo demuestran ligereza y falta de estudio del propio texto de Mahoma.
"Podriamos citar más de cien versículos en que se predica la guerra santa en el camino de Alá, la guerra santa contra toda suerte de infieles y la orden: Matadlos allí donde estén". En la foto: un integrista islámico lanza proclamas contra Estados Unidos durante una manifetación en favor de Bin Laden.
Es muy fácil encontrar en el Corán versículos o frases en las que se predica la “guerra en el camino de Alá” (guerra santa o yiad), es decir, guerra santa para extender el culto de Alá hasta que domine el mundo.
Para las escuelas legales coránicas, el mundo se halla dividido en dos territorios o provincias habitadas: “Dar-al-Islam” territorio o morada de los creyentes en Alá, y “Dar-al-harb” territorio de la guerra, es decir el habitado por los infieles. Es sintomático que lo habitado por los infieles se denomine siempre territorio o moradas de la guerra.
Con estos últimos, los no creyentes en Alá y su profeta, los musulmanes se encuentran en estado de guerra-permanente, hasta que se consiga que todo el territorio infiel sea conquistado y pase al dominio del Islam. La relación del Islam con los infieles e idólatras solo puede ser la guerra en el camino de Alá, la yiad.
Los creyentes tienen cinco obligaciones, que se denominan los cinco pilares del Islam, y son:
1. Sahada –Profesión de Fe en la Unicidad de Alá.
2. Salat –Oración ritual, mirando a la Meca, 5 veces al día.
3. Zatak- Pagar un impuesto para limosna de los desvalidos.
4 Sawn- Ayuno durante el Ramadán.
5. Hagg- Peregrinación a La Meca y Kaaba.
Varios importantes tratadistas islámicos consideran que existe un sexto pilar en el Islam, y es “la guerra en el camino de Alá”, gracias a la cual el Islam se extendió por el mundo, eliminando por la violencia a otras religiones.
En este articulo, se demostrará que en el Corán se preconiza las guerras y la muerte de los infieles e idólatras en más de cien versículos. Citaremos algunos de estos versículos, advirtiendo que lo hacemos de forma literal, sin modificarlos ni sacarlos del contexto.
El Corán es un libro complejo, en ocasiones confuso y difícil de interpretar, aborda toda clase cuestiones: políticas, civiles, religiosas, a veces contradictorias. Solo se encuentran capacitados para interpretarlo los ulemas. Se divide en capítulos llamados “suras”, son 114. Cada “sura” consta de un número variable de versículos.
Así pues, copiamos literalmente algunos versículos relativos a lo dicho.
Sura II “La Vaca”.
Versículo 186. Combatid en la senda de Alá contra los que os hagan la guerra, pero no cometáis injusticia atacando primero, pues Alá no ama a los injustos.
Versículo 187. Matadles donde quiera los halléis, y expulsadles de donde ellos os hayan expulsado. La tentación de la idolatría es peor que la carnicería en la guerra. No les libres combate junto al oratorio sagrado, a no ser que ellos os ataquen. Si lo hacen matadlos. Tal es la recompensa de los infieles.
Versículo 189. Combatidles hasta tanto que no tengáis que temer la tentación y hasta que todo culto sea el del Dios único (Alá).
Versículo 212. Se os ha prescrito la guerra y vosotros le habéis tomado aversión.
Sura IV “Las mujeres”.
Versículo 76. Que los que sacrifican la vida de aquí abajo por la vida futura, combaten en la senda de Alá; que sucumban o que sean vencedores, les daremos una generosa recompensa.
Versículo 91. Han querido haceros infieles como ellos, a fin de que seáis todos iguales. No forméis uniones con ellos, hasta que hayan dejado su país por la causa de Alá. Si vuelven, realmente de modo manifiesto a la infidelidad, cogedles y condenadles a muerte dondequiera los halléis. No busquéis entre ellos protector o amigo.
Versículo 93. Hallareis otros que procurarán ganar también vuestra confianza y la de su nación. Cada vez que vuelvan al desorden serán derrotados. Sino se echan a un lado, sino os ofrecen la paz y se abstienen de combatiros, cogedles y condenadles a muerte dondequiera los halléis. Os damos sobre ellos un poder absoluto.
Sura V. “La Mesa”.
Versículo 37. He aquí cual será la recompensa de los que hacen la guerra a Alá y a su enviado, y que emplean todas sus fuerzas en cometer desordenes en la tierra; les condenaréis a muerte o les cortaréis las manos y los pies, alternados; serán expulsados de su país. La ignominia les cubrirá en este mundo, y un castigo cruel les espera en el otro.
Sura VII. “El Botín”.
Versículo 17. No sois vosotros quienes los matáis, sino Alá. Cuando lanzas un dardo no eres tu quien lo lanza sino Alá,…
Para las escuelas legales coránicas, el mundo se halla dividido en dos territorios o provincias habitadas: “Dar-al-Islam” territorio o morada de los creyentes en Alá, y “Dar-al-harb” territorio de la guerra, es decir el habitado por los infieles. Es sintomático que lo habitado por los infieles se denomine siempre territorio o moradas de la guerra.
Con estos últimos, los no creyentes en Alá y su profeta, los musulmanes se encuentran en estado de guerra-permanente, hasta que se consiga que todo el territorio infiel sea conquistado y pase al dominio del Islam. La relación del Islam con los infieles e idólatras solo puede ser la guerra en el camino de Alá, la yiad.
Los creyentes tienen cinco obligaciones, que se denominan los cinco pilares del Islam, y son:
1. Sahada –Profesión de Fe en la Unicidad de Alá.
2. Salat –Oración ritual, mirando a la Meca, 5 veces al día.
3. Zatak- Pagar un impuesto para limosna de los desvalidos.
4 Sawn- Ayuno durante el Ramadán.
5. Hagg- Peregrinación a La Meca y Kaaba.
Varios importantes tratadistas islámicos consideran que existe un sexto pilar en el Islam, y es “la guerra en el camino de Alá”, gracias a la cual el Islam se extendió por el mundo, eliminando por la violencia a otras religiones.
En este articulo, se demostrará que en el Corán se preconiza las guerras y la muerte de los infieles e idólatras en más de cien versículos. Citaremos algunos de estos versículos, advirtiendo que lo hacemos de forma literal, sin modificarlos ni sacarlos del contexto.
El Corán es un libro complejo, en ocasiones confuso y difícil de interpretar, aborda toda clase cuestiones: políticas, civiles, religiosas, a veces contradictorias. Solo se encuentran capacitados para interpretarlo los ulemas. Se divide en capítulos llamados “suras”, son 114. Cada “sura” consta de un número variable de versículos.
Así pues, copiamos literalmente algunos versículos relativos a lo dicho.
Sura II “La Vaca”.
Versículo 186. Combatid en la senda de Alá contra los que os hagan la guerra, pero no cometáis injusticia atacando primero, pues Alá no ama a los injustos.
Versículo 187. Matadles donde quiera los halléis, y expulsadles de donde ellos os hayan expulsado. La tentación de la idolatría es peor que la carnicería en la guerra. No les libres combate junto al oratorio sagrado, a no ser que ellos os ataquen. Si lo hacen matadlos. Tal es la recompensa de los infieles.
Versículo 189. Combatidles hasta tanto que no tengáis que temer la tentación y hasta que todo culto sea el del Dios único (Alá).
Versículo 212. Se os ha prescrito la guerra y vosotros le habéis tomado aversión.
Sura IV “Las mujeres”.
Versículo 76. Que los que sacrifican la vida de aquí abajo por la vida futura, combaten en la senda de Alá; que sucumban o que sean vencedores, les daremos una generosa recompensa.
Versículo 91. Han querido haceros infieles como ellos, a fin de que seáis todos iguales. No forméis uniones con ellos, hasta que hayan dejado su país por la causa de Alá. Si vuelven, realmente de modo manifiesto a la infidelidad, cogedles y condenadles a muerte dondequiera los halléis. No busquéis entre ellos protector o amigo.
Versículo 93. Hallareis otros que procurarán ganar también vuestra confianza y la de su nación. Cada vez que vuelvan al desorden serán derrotados. Sino se echan a un lado, sino os ofrecen la paz y se abstienen de combatiros, cogedles y condenadles a muerte dondequiera los halléis. Os damos sobre ellos un poder absoluto.
Sura V. “La Mesa”.
Versículo 37. He aquí cual será la recompensa de los que hacen la guerra a Alá y a su enviado, y que emplean todas sus fuerzas en cometer desordenes en la tierra; les condenaréis a muerte o les cortaréis las manos y los pies, alternados; serán expulsados de su país. La ignominia les cubrirá en este mundo, y un castigo cruel les espera en el otro.
Sura VII. “El Botín”.
Versículo 17. No sois vosotros quienes los matáis, sino Alá. Cuando lanzas un dardo no eres tu quien lo lanza sino Alá,…
Yakarta, 7 de enero de 2000. Musulmanes indonesios invitan a la "guerra santa" contra los cristianos, con ocasión de una manifestación.
Sura XI. “La inmunidad o el arrepentimiento”.
Versículo 5. Terminados los meses sagrados, matad a los idólatras dondequiera los halléis, hacedles prisioneros, sitiadles, acechadles…
Versículo 29. Haced la guerra a los que no creen en Alá ni en el día último, a los que no consideran prohibido lo que Alá y su apóstol han prohibido y a aquellos hombres de las Escrituras que no profesan la creencia de la Verdad. Hacedles la guerra santa, que paguen el tributo, a todos sin excepción, aunque estén humillados.
Sura XVII. “El viaje nocturno”.
Versículo 35. No matéis a ningún hombre, pues Alá os lo ha prohibido, a no ser por causa justa por asesinato, apostasía o adulterio.
Sura XLVII.. “Mahoma”.
Versículo 4. Cuando encontréis infieles matadles hasta el punto de hacer con ellos una carnicería y estrechad fuertemente los grilletes de los cautivos.
Versículo 37. No mostréis cobardía y no llaméis a los infieles a la paz, cuando sois los más fuertes; Alá está con vosotros; no os privará del premio de vuestras obras.
Podríamos citar más de cien versículos en que se predica la guerra en el camino de Alá, la guerra santa contra toda suerte de infieles y la orden: matadlos allí donde estén.
Considérese que el texto del Corán no es la simple exposición de la doctrina. Es mucho más: es a la vez una teoría y una praxis, una predicación y una espada.
Los actuales doctores de la ley, ulemas, imanes y ayatolas, cuando predican con dureza la aplicación estricta de los preceptos coránicos, no se encuentran fuera de la realidad, no se les puede descalificar llamándoles integristas, retrógrados y anticuados. Ni mucho menos, el islamismo en sí es integrista, exige aplicar el Corán exactamente tal como lo definió el Profeta.
Es pues imposible el diálogo del cristianismo, últimamente siempre dispuesto a ceder en pro de la concordia, con el islamismo absolutamente cerrado en la defensa de su doctrina, sin admitir cesión alguna, ni siquiera la posibilidad de que un creyente pase a otra religión. Apostasía igual a decapitación.
Allí donde ha triunfado el Islam, el cristianismo ha sido eliminado sin piedad, destruidas sus iglesias, esclavizados sus fieles, quemada las bibliotecas: observar las costas mediterráneas.
Esta persecución, que parecía se había moderado, resurge en los últimos años en Arabia, en Yemen, en Sudán, en Egipto, en Argelia en Turquía, en Indonesia, en Pakistán… y en cualquier lugar en que el Islam tenga poder suficiente.
Por el contrario, se está verificando en Europa una infiltración pacífica de inmigrantes musulmanes que exigen se respete no solo su religión, sino las costumbres derivadas del Corán: poligamia, situación de inferioridad de la mujer y enseñanza coránica, incluso en las escuelas públicas.
Hoy, esta penetración del Islam, representa solo una molestia social, pero: ¿Qué será dentro de veinte o cincuenta años, en una Europa desarmada espiritualmente?
Versículo 5. Terminados los meses sagrados, matad a los idólatras dondequiera los halléis, hacedles prisioneros, sitiadles, acechadles…
Versículo 29. Haced la guerra a los que no creen en Alá ni en el día último, a los que no consideran prohibido lo que Alá y su apóstol han prohibido y a aquellos hombres de las Escrituras que no profesan la creencia de la Verdad. Hacedles la guerra santa, que paguen el tributo, a todos sin excepción, aunque estén humillados.
Sura XVII. “El viaje nocturno”.
Versículo 35. No matéis a ningún hombre, pues Alá os lo ha prohibido, a no ser por causa justa por asesinato, apostasía o adulterio.
Sura XLVII.. “Mahoma”.
Versículo 4. Cuando encontréis infieles matadles hasta el punto de hacer con ellos una carnicería y estrechad fuertemente los grilletes de los cautivos.
Versículo 37. No mostréis cobardía y no llaméis a los infieles a la paz, cuando sois los más fuertes; Alá está con vosotros; no os privará del premio de vuestras obras.
Podríamos citar más de cien versículos en que se predica la guerra en el camino de Alá, la guerra santa contra toda suerte de infieles y la orden: matadlos allí donde estén.
Considérese que el texto del Corán no es la simple exposición de la doctrina. Es mucho más: es a la vez una teoría y una praxis, una predicación y una espada.
Los actuales doctores de la ley, ulemas, imanes y ayatolas, cuando predican con dureza la aplicación estricta de los preceptos coránicos, no se encuentran fuera de la realidad, no se les puede descalificar llamándoles integristas, retrógrados y anticuados. Ni mucho menos, el islamismo en sí es integrista, exige aplicar el Corán exactamente tal como lo definió el Profeta.
Es pues imposible el diálogo del cristianismo, últimamente siempre dispuesto a ceder en pro de la concordia, con el islamismo absolutamente cerrado en la defensa de su doctrina, sin admitir cesión alguna, ni siquiera la posibilidad de que un creyente pase a otra religión. Apostasía igual a decapitación.
Allí donde ha triunfado el Islam, el cristianismo ha sido eliminado sin piedad, destruidas sus iglesias, esclavizados sus fieles, quemada las bibliotecas: observar las costas mediterráneas.
Esta persecución, que parecía se había moderado, resurge en los últimos años en Arabia, en Yemen, en Sudán, en Egipto, en Argelia en Turquía, en Indonesia, en Pakistán… y en cualquier lugar en que el Islam tenga poder suficiente.
Por el contrario, se está verificando en Europa una infiltración pacífica de inmigrantes musulmanes que exigen se respete no solo su religión, sino las costumbres derivadas del Corán: poligamia, situación de inferioridad de la mujer y enseñanza coránica, incluso en las escuelas públicas.
Hoy, esta penetración del Islam, representa solo una molestia social, pero: ¿Qué será dentro de veinte o cincuenta años, en una Europa desarmada espiritualmente?
Tomado de la revista Tradición Católica nº 178 - año 2002.