CASTIGO EJEMPLAR EN UN SOLDADO DESCREIDO
El abate Moret nos refiere que, en el año 1900, en cierto regimiento de caballería, un soldado descreído y disoluto encontró un Escapulario del Carmen. Lo cogió el desgraciado, lo frotó con desprecio entre sus manos, y en tono de mofa, exclamó en voz alta, diciendo: “¿De quién son estos trapos, camaradas?” El reto del villano soldado, impío y descreído, lo recogió un muchachote fuerte y corpulento, el cual, sin el menor respeto humano y con la mayor entereza y energía, le replicó al bellaco, en tono de fervoroso creyente: “Este bendito Escapulario es mío, y ¡ay! del cobarde que se atreviera a profanarlo”.
La presencia del heroico soldado, su noble actitud y el desembarazo y marcial continente con que fueran pronunciadas sus palabras, hicieron que los compañeros, que parecían estar aparejados y dispuestos para la burla y chacota, cambiaran de improviso de actitud y aplaudieran unánimes el gesto noble, digno y cristiano de quien sabía y hacía honor a su fe y a sus creencias religiosas.
Al siguiente día, el desgraciado soldado que se había mofado del Santo Escapulario, murió a orillas de un río, en el momento de estar bañando a los caballos. El cadáver del infeliz tenía las manos cruzadas, pero crispadas también.
¿Quién sabe si en el instante de morir se arrepintió de veras de su sacrílega burla e invocó con mortal angustia a la que es Reina y Madre de misericordia y a la que jamás se invoca en vano?
Procurad, por todos los medios, infundir en los fieles un profundísimo horror a menospreciar las gracias de esta dulce Madre, a fin de que todos la honren, la veneren y la amen con todas las veras de su alma, para conseguir la gracia de la perseverancia final y el verla y alabarla eternamente en la Gloria.
Milagros y Prodigios del Santo Escapulario del Carmen
por el P. Fr. Juan Fernández Martín, O.C.