(Bogotá, año 2016)
(Introducción)
Queridos hijos:
Nuestra Santa Iglesia Católica nos trae este domingo, en el Evangelio de la Misa, un pequeño fragmento del famoso Sermón de la Montaña (San Mateo 5,20-24). En estas palabras, Nuestro Señor nos exigirá, por la caridad hacia nuestros hermanos, no sólo nuestro comportamiento externo sino también nuestro interior, nuestras intenciones, evitar los malos pensamientos contra el prójimo, los insultos interiores contra él, enojos, iras exteriores e interiores, el no perdonar, el no arreglar las peleas (peleas familiares también); el tener y mantener según la caridad las disposiciones más secretas de nuestro corazón.
Otro punto importante, en estas palabras, Nuestro Señor implícitamente dirá a sus oyentes que Él es Dios:
“Habéis oído que fue dicho a los antiguos «no matarás, el que mate será reo del juicio». Yo empero os digo: que todo el que se encoleriza contra su hermano, será reo del juicio; el que dijera raca a su hermano, será reo del concilio; el que le dijera fatuo, será reo de la gehena del fuego”.
El que había dicho eso a los antiguos era Dios, nada más y nada menos. Por lo que ahora, si Cristo mismo aumentaba el mandato, o mejor lo aclaraba para –si se puede decir así- más exigir, y no en nombre de otro sino en nombre propio (“Dios dijo a los antiguos… Yo empero os digo…”), Nuestro Señor se estaba arrogando por lo menos igual autoridad que el anterior. Pequeño detalle: “el anterior” era Dios; y de allí se concluye: Cristo es Dios.
Pero repasemos brevemente todo el texto y hagamos algunos comentarios.
(Cuerpo: El texto del Evangelio de este domingo y algunos comentarios)
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 20. Si vuestra justicia no es mayor (abundáverit) que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos (non intrábitis in regno caelorum)”.
Nuestro Señor comienza censurando la “justicia” que significa santidad (decimos: falsa) de los escribas y fariseos, eran los mejores exponentes de lo que nosotros no debemos ser: Hipocresía religiosa, que hace un cumplimiento puramente externo de la Religión (de nuestra Religión Católica), y por dentro hay faltas de caridad, desprecio del prójimo, sentirse superior, “podredumbre”. Si nuestra “justicia” (santificación personal) no es verdadera, si ella no es mayor (non abundáverit) que la de los escribas y fariseos, corremos riesgo de condenarnos: Non intrábitis in regno caelorum.
“21ss Habéis oído que fue dicho a los antiguos «no matarás, el que mate será reo del juicio». Yo empero os digo: que todo el que se encoleriza contra su hermano, será reo del juicio; el que dijera raca a su hermano, será reo del concilio; el que le dijera fatuo, será reo de la gehena del fuego”.
Éste es el fragmento que acabamos de comentar en la introducción: Cristo es Dios.
Agregamos otro tema: Sobre las palabras “raca”1 y “fatuus” (que se traduce por fatuo, engreído), ante la gravedad de las amenazas de Cristo y de los castigos, deducimos que por el idioma, por las costumbres de esos pueblos, etc, aunque no haya una perfecta equivalencia con el significado de esas palabras en nuestro idioma hoy, o con nuestro pensamiento o forma de hablar, se ve que en esa época y en ese lugar eran insultos muy graves. Y éste es el concepto que debemos guardar: Eran insultos muy graves. Sabemos que los insultos son más ofensivos o no, según las épocas y los lugares, aun entre países de Hispanoamérica (Colombia, Argentina, México), hay palabras que en un lugar no dicen nada, y que en otro país son muy groseras o vulgares o de muy mala educación (dicho sea de paso: cuando ustedes me escuchen algo que suena mal o con modos que no son los de Colombia, esto puede ser casualmente porque no son las mismas costumbres ni expresiones en mi país). Pero volviendo al tema: Incluso a veces la palabra en sí no es ofensiva o no tanto, pero el tono o modo como la decimos la vuelve muy ofensiva. En definitiva la enseñanza es: Mucho cuidado con lo que decimos al prójimo, mucho cuidado con ser ofensivos, con despreciar al prójimo. Los católicos nos deberíamos caracterizar exactamente por lo contrario. Alguna vez leía que los estoicos decían: “No hagas caso de las lenguas de los hombres, con la lengua no se puede romper ningún hueso”; y no sé el Padre Castellani o quién agregaba en oposición: “¡Cuentos!, con la lengua se puede romper mucho más que los huesos”, pues con la lengua se puede destrozar un alma, dejar marcada una persona. Cuidado con las palabras “irreparables”.
“23ss Si por lo tanto tú ofreces tu don hacia el altar (significa: si estás en el culto, si estás practicando la Religión, si estás en una ceremonia, si estás en Misa), y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu don ante el altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y después (tunc) volviendo ofrecerás tu don (después practicarás la Religión de verdad)”.
Ésta es tal vez la enseñanza más importante de las tres. Si no hacemos así, si no somos capaces de arreglar nuestros problemas y enemistades, somos como los escribas y fariseos, y nuestra justicia entonces no es mayor que la de ellos. Sí, mucha Misa en latín, Misa en latín; y ser la persona más poco caritativa con el prójimo que pueda haber. Sí, mucho Canto Gregoriano, Canto Gregoriano; y desprecio al prójimo, sentirse superior a él, hacerlo sentir mal. Sí, la Tradición Católica, la Tradición Católica; y tengo peleas y rencores familiares que soy incapaz de perdonar, y respecto de los cuales no tengo interés de solucionar ni de terminar con eso. Yo conocí en Argentina dos jóvenes, dos hermanos, que compartían su cuarto como en todas o muchas familias, compartían necesariamente todos los encuentros familiares, almuerzos, etc, ¡pero llevaban cinco años o más que no se hablaban!, ¡viviendo en el mismo cuarto y en la misma casa, todos los días!: O eran locos o allí había algo que no funcionaba. ¡Y después nos llamamos católicos!, ¡y después nos llamamos hijos de Dios!, ¡por favor!
(Conclusión)
Termino con la Epístola, que es de San Pedro, el primer Papa (I Pe 3,8ss): “Carísimos: Sed unidos en la oración, compasivos, amantes de vuestros hermanos (fraternitatis amatores), misericordiosos, modestos, humildes: no devolviendo mal por mal (malum pro malo), ni maldición por maldición (maledictum pro maledicto), sino al contrario bendiciéndoos, porque para esto fuisteis llamados… Por lo tanto, quien quiere amar la vida (encontrarla dulce y amable) y vivir días dichosos (et dies videre bonos), refrene su lengua del mal… Aléjese del mal y haga el bien (declinet a malo, et faciat bonum), busque la paz y sígala a ella (inquirat pacem et sequatur eam)”.
Miren si estas palabras no deben ser una exigencia para arreglar los problemas y peleas familiares, los problemas contra la caridad en general. Seamos católicos coherentes.
AVE MARÍA PURÍSIMA
P. Fernando Altamira
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1 No tiene una traducción muy específica o no se conoce; algunos dicen que significaba “idiota”, no lo sabemos; pero en definitiva era un insulto muy grave.