El húngaro Gyorgy Schopflin se enzarzó en Twitter con un alto cargo de HRW por la colocación de un espantapájaros en la valla levantada en la frontera del país.
Hungría ha sido blanco de todas las críticas no sólo por negarse a acatar las cuotas de inmigrantes impuestas por Bruselas, sino también por levantar una valla para intentar mitigar la crisis. Algunos países copiaron la estrategia húngara y otros tantos, mientras protagonizaban los ataques contra Viktor Orbán, decidieron aprovechar la medida para aliviar la presión migratoria que les acechaba.
Desde Human Rights Watch fueron bastante críticos con las medidas del gobierno húngaro. Recordemos que esta ONG es una de las estructuras a las que George Soros, gran impulsor de la acogida masiva de refugiados por parte de Europa, ha estado donando millones de dólares. El director de prensa en Bruselas de la organización, Andrew Stroehlein, publicaba hace unos días una foto de lo que parece un espantapájaros en una de las vallas levantadas en el país acompañada del siguiente mensaje: "los refugiados huyen de la guerra y la tortura, Hungría. Vuestras cabezas de tubérculo no les disuadirán".
Refugees are fleeing war & torture, Hungary. Your root vegetable heads will not deter them. wapo.st/2bOu69gpic.twitter.com/YpCR3nkgyb
@astroehlein Might do so. Human images are haram. But agree, pig's head would deter more effectively @otmarianna
Stroehlein tuvo una rápida respuesta por parte del eurodiputado húngaro, Gyorgy Schopflin, perteneciente al partido de Orbán: "Podrían hacerlo. Las imágenes humanas son haram (término con el que los musulmanes denominan a los prohibido). Pero estoy de acuerdo, una cabeza de cerdo disuadiría de forma más efectiva". A partir de ahí, ambos se enzarzaron en una guerra dialéctica, hasta tal punto que el eurodiputado húngaro llegó a hablar de ‘’discurso del odio’’.
Cabezas de cerdo en España
La polémica con las cabezas de cerdo también ha surgido en España. La radicalidad de muchos de quienes acuden a estos templos, las pocas ganas que muestran para integrarse a las costumbres españolas y la alarma generada por el auge de los atentados islamistas hicieron que muchos ciudadanos adoptasen medidas radicales para que no se sigan construyendo templos.
Un ejemplo claro ha ocurrido en la localidad gran canaria de Las Torres, que va a ceder a la comunidad musulmana islámica un terreno de propiedad municipal para que levanten una mezquita. Como publicó laprovincia.es, el ayuntamiento rechazó en febrero un recurso presentado por vecinos para evitar dicha cesión como contraprestación a la expropiación de un chalet para la construcción de un túnel. Los vecinos no quieren la mezquita y están luchando de manera legal para que el consistorio ceda dicho terreno. Ante la negativa del ayuntamiento, unos individuos se colaron en los terrenos y colocarlos una cabeza de cerdo junto al mensaje: ‘’No Islam’’.
Semanas antes un suceso similar tuvo lugar en Vitoria, donde unas personas accedieron al local donde iba a construirse una mezquita y regaron el suelo con sangre, además de dejar dos caretas de cerdo.
La crisis migratoria que asola Europa, en su mayoría de procedencia árabe, está crispando los nervios de la población. Sin apenas mostrar interés por la culturas y costumbres locales, incluso llegando a imponer las propias, la ciudadanía comienza a rechazar la usurpación cultural. El más claro ejemplo tuvo lugar hace unos días en Córcega, donde la población local se enfrentó a los ataques de unos musulmanes a cuenta del ‘burkini’.
Fuente: La Gaceta