Llega el ansiado lunes día 31 de Octubre. Francisco está deseando tomar el avión que lo llevará a Lund para celebrar la tan anhelada ceremonia, en compañía de la Arzobispa correspondiente. Menudo gozo. Es un día para agradecerle a Dios el regalo de Lutero. Menudo regalo. Gracias a este santo varón, las Sagradas Escrituras empezaron a estar en las manos del pueblo cristiano. Antes, ni pum. Gracias a él, quedaron al descubierto los errores que hasta entonces estaba cometiendo la Iglesia. Item más. Por virtud de su encandilado carisma, “Lutero quiso poner remedio a una situación compleja”. Los pobres suecos están en una situación de distancia y a Francisco no le gustan las distancias porque la distancia hace daño. Ya se sabe que el espacio es superior al tiempo, aunque el tiempo supera al espacio por poco tiempo, según se desprende de las delirantes y sabias palabras vertidas por aquí y por allá en encíclicas y sermonarios ad usum.
Total, que Francisco ha decidido hacerse el sueco. O sea, ha determinado agavillarse a la celebración que inicia el magno evento. Los de Rome Reports, que ya se sabe cómo proceden y de dónde proceden, se las ven y se las desean para presentar el evento. El cardenal Kurt Koch, que no se sabe si es católico-luterano o luterano-católico-próximo al luteranismo, lo explica muy bien creyendo que somos luteranos.
Mientras tanto, una voz en off quiere adoctrinarnos sobre el tema:
Cuando el Vaticano anunció el viaje del Papa a Suecia para el primer acto conmemorativo del 500 aniversario de la Reforma protestante, se alzaron muchas voces críticas entre los católicos. No comprendían qué tenía que celebrar el Papa en el aniversario de un cisma. Pero el cardenal Kurt Koch, que preside el Consejo Pontificio para la Unidad de los cristianos, explica que el viaje encierra varios aspectos. En primer lugar sirve para mostrar la actual buena relación entre luteranos y católicos.
O sea, el que no esté de acuerdo en este viajecito de primera, es que no ha entendido. ¿Qué parte del viaje a Suecia no has entendidio?, que se dice ahora. ¿Qué parte del entusiasmo por Lutero no has entendido? ¿Qué parte de la boca abierta por Lutero no entiendes? ¿también tú vas con esos galileos con cara de pepinilo que están en contra del dialógo, tender puentes, echar lazos y construir unidad?
Por eso, por encima de todo, a pesar de todo y con un par de solideos pontificios, Francisco ha decidido hacerse el sueco. Según mi abuela palentina, hacerse el sueco viene a ser simular alguien que no oye o no entiende una cosa, o que no se da cuenta de que se le alude con ella. Hacerse el torpe, el tonto. O sencillamente, pasarse por el arco del triunfo cualquier opinión que no interesa escuchar. Claro está que esto les suele pasar a los más dialogantes con las opiniones de los demás dialogados. Que siempre son los cerrados, los antitolerantes y los tercos. Nunca le pasaría esto a Francisco.
El caso es que Francisco se está haciendo el sueco.
Se hace el sueco desoyendo las críticas de los católicos escandalizados ante tamaño disparate ecuménico.
Se hace el sueco ante las críticas a su anti-catolicismo. Prefiere una Arzobispa dialogante que todo un número de fieles preocupados por el estado del Bergoglio Destructor.
Se hace el sueco ante las resoluciones del Concilio de Trento.
Se hace el sueco ante los numerosos católicos que en la red -porque no tienen otro púlpito-, le exigen que aclare sus posturas anticatólicas y que declare con toda claridad el sentido de sus palabras dichas al albur del último mate o de la última y mordaz ocurrencia contra la Tradición. Estos no están tan alejados como la obispa sueca y las distancias no importan, porque EL es el que crea las distancias, el espacio y el tiempo.
Se hace el sueco cuando muchos claman por el descaro con que quita y pone Obispos a su antojo, miembros de Comisiones (acaba de meter al Indigno y Venenoso Marini en Culto Divino). Cuando nombra Cardenales Indignos, defensores de la homosexualidad.
Se hace el sueco cuando se le advierte de la cantidad de posibles (?) herejías contenidas en la Amoris Laetitia.
Y por último, se hace el sueco ante los repetidos terremotos que en Italia le están avisando sobre su futuro inmediato.
Pero es igual, Dios jamás se hace el sueco. Puede ser que en algunos determinados momentos, Dios se haga el dormido. Puede que no actúe con la rapidez que muchos quisiéramos. Pero el Señor no se hace el sueco jamás. Le preocupa su Iglesia.
Y de Él nadie se ríe, según las palabras de aquel Teólogo llamado San Pablo, que por lo visto no atendía a la pastoral y se quedaba solo en la doctrina. No había leído la Amoris Laetitia y no daba entrevistas a La Civiltta Catolica.
Este 31 de Octubre es un día triste. Pero tranquilos. Todo se andará.