Dos caras de la misma moneda: mientras el cardenal Reinhard Marx, presidente de la Conferencia de Obispos de Alemania, expresa sendas alabanzas a la obra de Karl Marx, otro cardenal, el arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan «bendice» con su presencia el evento «Gala Met», patrocinado por el Museo Metropolitano de Arte, en una exhibición blasfema denominada «Cuerpos celestiales: la moda y la imaginación católica».
Para el evento, la Santa Sede, facilitó más de cuarenta objetos invaluables, procedentes de la sacristía de la Capilla Sixtina, se utilizaron imágenes sagradas de las formas más blasfemas, colocando los ornamentos sacerdotales católicos tradicionales junto a la sacrílega «indumentaria» con el aval del cardenal Gianfranco Ravasi presidente del Consejo Pontificio para la Cultura y de la Pontificia Comisión de Arqueología Sagrada y admirador de la francmasonería.
También participó el coro de la Capilla Sixtina, y no podía estar ausente el padre James Martin, S.J.
Dios tenga piedad por este sacrilegio que se verifica con el patrocinio de la Jerarquía católica.
I. Las profecías de Fátima
Fátima es, de las apariciones modernas, sin lugar a dudas, la más profética de ellas.
Nuestra Señora dijo: «Si hicieran lo que yo les voy a decir se salvarán muchas almas y tendrán paz».
Los pedidos generales fueron: 1) Conversión; 2) Rezo cotidiano del Santo Rosario para alcanzar la paz para el mundo y el fin de la guerra. 3) Rezar mucho y hacer sacrificios por los pecadores, pues muchas almas van al infierno, por no tener quien se sacrifique y pida por ellas; 4) En la visión final del 13 de octubre de 1917 Nuestra Señora presentó silenciosamente el Escapulario del Carmen, un gesto que indica que Ella quiere que todos lo llevemos; 5) La Comunión Reparadora de los primeros sábados.
En particular, para impedir el castigo del mundo por medio de la guerra, el hambre y las persecuciones contra la Iglesia y el Santo Padre: Vendré a pedir la consagración de Rusia a Mi Corazón Inmaculado y la Comunión Reparadora de los primeros sábados.
El 13 de junio de 1929 en Tuy, España, Nuestra Señora, en una aparición imponente y sublime, que representaba a la Santísima Trinidad, Ella dijo a la Hermana Lucía: Ha llegado el momento en que Dios pide que el Santo Padre haga, en unión con todos los obispos del mundo, la consagración de Rusia a Mi Corazón Inmaculado.
En las revelaciones de Fátima hay un marcado acento sobre la pecaminosidad del mundo, y es importante observar cómo se relaciona esto con las ideas que se apuntan arriba para ayudar al mundo a recobrar la conciencia de su propia pecaminosidad. Nuestra Señora dejó en claro por sobre cualesquier duda, que lo más importante es la enmienda de la vida. Dijo la Señora que si el mundo no se convierte, se acercará a la humanidad un tiempo de gran pena, un clima trágico de oscuridad y destrucción.
II. Marx al servicio de Satanás
Los escritos de Marx exponen el propósito verdadero del comunismo: el exterminio de la religión y la abolición de todas las libertades bajo una dictadura única-mundial; que el enemigo último del marxismo no es el capitalismo, sino Dios mismo: No es la religión la que crea al hombre, sino el hombre que crea la religión.
Por eso el comunismo, es esencialmente, y por último una guerra contra la religión, no es una ideología política, ni un sistema social, sino la guerra del infierno contra Dios.
Fátima es la aparición mariana clave de nuestros días, porque el mensaje de nuestra Señora no puede ser comprendido completamente sin conocer el comunismo ateo.[1]
«Lucifer lanzó el primer golpe, el primer grito de revolución. Ese grito repercute hasta hoy: “Non serviam” – “¡No serviré!” – (Jr 2, 20). Es decir, “No me inclinaré, no obedeceré a esa criatura unida al Creador, que Dios quiere crear. Yo soy un ángel, soy un espíritu puro, soy el más espléndido de todos los ángeles, ¡no voy a aceptar esa propuesta!” Y cuando él gritó “¡No serviré!”, ese grito produjo una impresión enorme sobre los otros ángeles. Y se estableció en el Cielo la primera de todas las revoluciones».[2]
La rebelión contra Dios se manifestó en la era apostólica bajo la forma del gnosticismo, en la Edad Media bajo el dualismo gnóstico de los albigenses, irrumpió a comienzos de la Edad Moderna (siglo XVI) con Martín Lutero que proclamó tener fidelidad a Dios y a Nuestro Señor, pero rechazó a la Iglesia.
«El primer gran acto de rebelión política organizada contra Dios. Fue una consecuencia de la negación y de las rupturas del siglo XVI, del enfriamiento de la fe del siglo XVII, de la exaltación de la razón del siglo XVIII, y de la explotación de esta rebelión por el poder de la Francmasonería».
La ideología atea y violentamente antirreligiosa de la Iluminación fue la base del ataque moderno contra la Civilización Cristiana y es la base ideológica sobre la cual Marx modeló su doctrina corrupta del comunismo ateo.
La rebelión contra Dios tuvo así su culmen, en la Revolución Comunista de Rusia, y es en esa oportunidad culminante de la historia, cuando Dios intervino en ella mediante los sucesos de Fátima en 1917. En el mismo instante en que se había desatado el Anticristo, no sólo en contra de la verdadera religión sino en contra la profunda idea de Dios y contra la misma sociedad.
El «azote satánico» como denominó al comunismo el Papa Pío XII [3], se convirtió en una especie de «religión», atribuyendo a la materia cualidades espirituales, e incluso creadoras y divinas. Dios ha sido expulsado de su trono y en su lugar se coloca el hombre atribuyéndose el ser dios. Éste declara como Lucifer: «no serviré».
En 1917, la Virgen se apareció y dio la voz de alarma precisamente al mismo tiempo que Lenín y Trotsky llegaban a Petrogrado e iniciaban la revolución comunista.
Cuando con la victoria bolchevique, el «Dragón Rojo» surgió en el oriente europeo, en Leningrado, (entonces Petrogrado), en el otro extremo de Europa, en Fátima, apareció la «Mujer vestida del Sol».
«Precisamente en el mismo instante en que la extremidad oriental de Europa se había desatado el Anticristo” no sólo en contra de la Verdadera Religión, sino también contra la profunda idea de Dios y contra la misma sociedad, mediante la más terrible mortandad de la historia, he aquí aparecer en la extremidad occidental de la misma Europa a la grande y eterna enemiga de la serpiente infernal».[4]
No fue escuchada la petición de nuestra Señora a Sor Lucía. Rusia no se convirtió. Vino la II Guerra Mundial y los errores de Rusia se esparcieron por todo el mundo.
La consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María, de acuerdo al pedido de nuestra Señora, significa una ceremonia simultánea por todos los obispos y el Papa: «Si atendieran mis peticiones Rusia se convertirá y habrá paz».
«Ellos [un futuro Papa no identificado en unión con los obispos del mundo] lo harán, pero será tarde. Rusia ya habrá extendido sus errores en todo el mundo».
Nuestra Señora de Fátima ha venido a desenmascarar al dragón rojo del ateísmo comunista, a señalarlo como castigo de Dios y a aplastarle la cabeza. Esta es la gran promesa de Fátima, la cual se cumplirá con toda certeza.[5]
III. Roma
Con motivo del segundo centenario del nacimiento de Karl Marx, el cardenal Reinhard Marx, que lideriza el «nuevo paradigma» católico en lo que se refiere a moralidad sexual, aplaude las enseñanzas del padre del comunismo y afirma que Marx influyó inequívocamente en la doctrina social católica, y que el «Manifiesto Comunista» le ha «impresionado» encontrando los escritos señalados «fascinantes», «de una gran energía y un gran lenguaje».
Es que la secta roja, buscó por todos los medios instrumentalizar a la Iglesia convirtiéndola en auxiliar de la Revolución marxista promoviendo la Teología de la Liberación, con un plan hábilmente desarrollado enfatizando en que el Reino no es para la otra vida, sino para esta, empleando un lenguaje seductor y una táctica gradualista a fin de presentar a la Revolución y al cristianismo como movimientos paralelos que convergían en el amor por los pobres. Propuesta que sedujo a muchos sacerdotes e intelectuales cristianos a la causa revolucionaria. En efecto, muchos sacerdotes y pastores seguidores del Modernismo que estaban en busca de una nueva evangelización que acentuara la preferencia por los pobres, se afiliaron acríticamente a las filas del marxismo sin darse cuenta que colaboraban con los enemigos de la Cristo, la Iglesia, el Estado y la sociedad cristiana, porque creían que proclamaba la redención del proletariado; de hecho si la proclamaba para atraer a las masas y a los intelectuales, pero su fin verdadero era someter y despojar a todas las naciones y pueblos gentiles, comunizándolos bajo el imperio y dominio de un gobierno mundial.[6]
Así, podemos afirmar que los errores de Rusia han superado no solo el mundo, sino humanamente hablando, a la misma Iglesia, en particular como se está haciendo evidente durante el actual pontificado, muy en contra de la doctrina perenne de la Iglesia, como lo enseñara el Papa Pío XI en la Encíclica de 1937, Divini Redentoris, afirmando que el comunismo es un «flagelo satánico» e «intrínsecamente perverso»:
«Queremos, por tanto, exponer de nuevo en breve síntesis los principios y los métodos de acción del comunismo ateo tal como aparecen principalmente en el bolchevismo, contraponiendo a estos falaces principios y métodos la luminosa doctrina de la Iglesia y exhortando de nuevo a todos al uso de los medios con los que la civilización cristiana, única civitas verdaderamente humana, puede librarse de este satánico azote y desarrollarse mejor para el verdadero bienestar ele la sociedad humana».[7]
«Toda la verdad sobre Fátima. El Tercer Secreto» es la monumental obra de 850 páginas de Fray Michel de la Sainte Trinité, profundo estudio en el que concluye consistente y convincentemente en que el Tercer Secreto es una grave advertencia de apostasía dentro de la misma Iglesia Católica y una acusación seria a aquellos miembros de la Jerarquía Eclesiástica que han promovido la disidencia y la herejía.
En las conclusiones de su estudio sobre el Tercer Secreto el reconocido erudito del Mensaje de Fátima, sintetiza de la siguiente manera:
Al llegar al final de nuestra investigación, podemos discernir, casi con certeza, los elementos esenciales del secreto final de Nuestra Señora: mientras «en Portugal, se conservará siempre el dogma de la Fe», en muchas naciones, tal vez en casi todo el mundo la Fe se perderá. Los pastores de la Iglesia faltarán gravemente a los deberes de su oficio: por culpa suya, las almas consagradas y los fieles en gran número se dejarán seducir por errores perniciosos repartidos por todas partes. Será el momento de la batalla decisiva entre la Virgen y el diablo. Una oleada de desorientación diabólica se cernirá sobre el mundo. Satanás mismo se introducirá hasta la cumbre más alta de la Iglesia. Él cegará las mentes y endurecerá el corazón de los pastores, y Dios los entregará a sí mismos como un castigo por negarse a obedecer las peticiones del Inmaculado Corazón de María. Esta será la gran apostasía predicha para los «últimos tiempos»; «el falso cordero» y «el falso profeta» traicionarán a la Iglesia para beneficio de «la bestia», de acuerdo a la profecía del Apocalipsis.
Monseñor Antonio de Castro Mayer, declaraba el 30 de junio de 1988: Es lamentable ver la ceguera de tantos cohermanos en el episcopado y el sacerdocio, que no ven o no desean ver la crisis actual, ni la necesidad de resistir al modernismo gobernando momentáneamente, para ser fieles a la misión que Dios nos ha confiado.
Que la Santísima Virgen, nuestra Madre, que en Fátima nos advirtió maternalmente de la gravedad de la situación actual, nos conceda la gracia de poder, con nuestra actitud, ayudar e iluminar a los fieles de tal manera que se distanciarán de estos errores perniciosos, de los que son víctimas, engañados como lo son por muchos de los que han recibido la plenitud del Espíritu Santo.
Germán Mazuelo-Leytón
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[1] Cf.: LEONARD, PABLO, Se oculta la totalidad del mensaje de Fátima.
[2] CORREA DE OLIVEIRA, Dr. PLINIO, de una conferencia el 11-8-1995.
[3] Pio 12, Encíclica del Redentor, 19-03-1937.
[4] SHEEN, Mons. FULTON J, La Virgen y Rusia.
[5] MURA, P. GÉRARD, Fátima, Roma, Moscú.
[6] Cf.: PINAY, MAURICE, Complot contra la Iglesia.
[7] PAPA PIO XI, Encíclica Divini Redemptoris, n ° 7.
Fuente: Adelante la Fe