Beata Sor María de Jesús Crucificado, religiosa carmelita descalza, conocida en el siglo por Miryan de Abellin, de raza árabe y rito griego católico, es una de las maravillas místicas del Siglo XIX. Nació en 1846 en una de las aldeas más pobres de Palestina cerca del Monte Carmelo. Dios derramó sobre ella desde los albores de la infancia gracias singulares y dones místicos excepcionales. Su corazón, como el de su gloriosa Madre Santa Teresa, fue transverberado por una misteriosa flecha; llevó en su cuerpo los estigmas de Nuestro Señor, los éxtasis fueron casi continuos durante muchos años de su vida. Quedó huérfana a los pocos años, de padre y madre, y un tío suyo se encargó de su educación. Queriendo obligarla a casarse a los trece años, se resistió, pues había hecho ocultamente VOTO DE CASTIDAD, y huyó de casa, pero cayó en manos de un muslín que la obligó a trabajar como esclava y quiso convertirla al Islam. Habiendo intentado otra vez huir, en un momento de excitación, el muslín con un alfange la segó el cuello y la abandonó, dándola por muerta. Y aquí se produjo el primer milagro maravilloso e inaudito de su vida. Volvió en sí en una gruta y se encontró tratada y cuidada con toda delicadeza por una religiosa en la que reconoció a la SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA. La herida de la garganta quedó cicatrizada, pero perfectamente visible por toda la vida. Varios médicos de Marsella, años después, declararon que se trataba de una curación milagrosa, pues con tal cicatriz en la garganta no podía vivir (el corte tenía 10 centímetro de largo por uno de ancho) sin un milagro permanente, ya que le faltaban varios trozos del aparato respiratorio. Fundó en Belén y Nazaret dos conventos carmelitas con la bendición del Papa Pío IX. Murió en 1878, con extraordinaria fama de santidad y considerada como una de las maravillas de la gracia más grande de los últimos tiempos. Son numerosos los testimonios sobre su espíritu de conocimiento interior de los corazones y visión del porvenir, como pueden leerse en las relaciones de su vida. Sobre los días de tinieblas tenemos el siguiente testimonio: “durante los tres días de tinieblas las personas entregadas a sus caminos depravados perecerán, de tal modo que sólo una CUARTA PARTE DE LA HUMANIDAD quedará con vida.”
(Cf. “Los estigmatizados”, de J. hocht, S. J., págs. 217-229, tomo I, Madrid; “Suplemento del Mensajero del Corazón de María”, Gabriel Mancera, 415, Col. Del Valle, Méjico, D. F.; “La Voz de Fátima”, Tucumán, 210, San Martín, Buenos Aires (Argentina).
Del libro: ¡Alerta Humanidad!