Una mujer no cristiana, incrédula en cuanto a la verdad del dogma católico de la presencia real de Jesús en la Eucaristía, robó una Hostia consagrada durante la celebración de la Santa Misa.
Como quien pretende desafiar a Dios, la mujer puso al fuego una Partícula consagrada dentro de una sartén llena de aceite. En ese momento, la Hostia comenzó a destilar una gran cantidad de sangre que se derramaba hasta el piso, llegando a traspasar el umbral de la puerta de la casa.
Como quien pretende desafiar a Dios, la mujer puso al fuego una Partícula consagrada dentro de una sartén llena de aceite. En ese momento, la Hostia comenzó a destilar una gran cantidad de sangre que se derramaba hasta el piso, llegando a traspasar el umbral de la puerta de la casa.