miércoles, 28 de noviembre de 2012

MILAGROS EUCARÍSTICOS - 10


EL ZUMBIDO DE LAS ABEJAS

Corría el siglo XIII. En los suburbios de una ciudad de Polonia, un hombre humilde vivía del producto de su colmena. Cada día acudía a contemplar las abejas en su incansable trabajo. Se maravillaba de como recogían el néctar de las flores para convertirlo en miel. En una de esas visitas escuchó algo extraordinario. Se oía como una fuente. Esta melodía continuaba durante el día. 

El labriego se preguntaba que ocurriría en el interior de la colmena. Una noche sobre el colmenar vio con asombro grandes resplandores. Se acercó a la colmena y escuchó el misterioso zumbido de las abejas. "Cómo es posible, exclamó, que las abejas zumben de noche. Cuando las sombras de la noche envuelven la tierra, no se percibe cerca de las colmenas ni un zumbido." 

El labriego fue a visitar al Obispo de su diócesis para explicarle lo que había visto. El señor Obispo, para cerciorarse de si era cierto, acudió al lugar donde estaba el colmenar, y vio el también los intensos resplandores sobre la colmena. Al día siguiente se dirigió al colmenar, acompañado de algunos sacerdotes y de numeroso pueblo, ordenó que fuese abierta la colmena. ¡Oh prodigio! En su interior encontraron una Custodia de cera blanca, labrada con gran primor y delicadeza. En la Custodia estaba el Santísimo Sacramento, y a su alrededor revoloteaba un enjambre de abejas. 

El señor Obispo tomó la Sagrada Hostia y, acompañado del clero y del pueblo, la llevó a la iglesia. Nadie supo explicarse por qué el Santísimo Sacramento se hallaba en una colmena. 

En el mismo lugar donde se hallaba el colmenar, construyóse una capilla. Fue tanta la fama de esta capilla, que desde muy lejos acudían los enfermos para implorar la misericordia de Dios, y muchos de ellos regresaban a sus hogares completamente curados. 

Mas tarde, se descubrió el origen de aquella Hostia: Unos ladrones, después de haber hecho un robo sacrílego, se arrepintieron y echaron el viril en la colmena. 

Prodigios Eucarísticos
Fray Antonio Corredor García