Pregunta: ¿Qué es el Ecumenismo?
Respuesta del Padre Peter R. Scott (FSSPX)
La descripción de este movimiento de diálogo y de intercambio mutuo en cuestiones religiosas con los no-católicos, y esto sobre una base de igualdad, se encuentra primero en una Encíclica del Papa Pío XI, “Mortalium Animos - Acerca de cómo se ha de fomentar la verdadera unidad religiosa”, publicada en 1928. A continuación la descripción del Papa:
«Convencidos de que son rarísimos los hombres privados de todo sentimiento religioso, parecen haber visto en ello esperanza de que no será difícil que los pueblos, aunque disientan unos de otros en materia de religión, convengan fraternalmente en la profesión de algunas doctrinas que sean como fundamento común de la vida espiritual. Con tal fin, suelen, estos mismos, organizar congresos, reuniones y conferencias, con no escaso número de oyentes, e invitar a discutir allí promiscuamente a todos, a infieles de todo género, a cristianos y hasta a aquellos que apostataron miserablemente de Cristo o con obstinada pertinacia niegan la divinidad de su Persona o misión.» (§2)
Inmediatamente después, sigue la condena del Papa a los “pancristianos”, cuyas «fascinantes y encantadoras palabras encubren el más grave error, a través del cual las bases de la fe católica son destruidas» (§3). «Tales tentativas no pueden, de ninguna manera, obtener la aprobación de los católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables [éste es el error del indiferentismo], pues, aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos obedientemente su imperio. Cuantos sustentan esta opinión, no sólo yerran y se engañan, sino también rechazan la verdadera religión, adulterando su concepto esencial, y poco a poco vienen a parar al naturalismo y ateísmo; de donde claramente se sigue que, cuantos se adhieren a tales opiniones y tentativas, se apartan totalmente de la religión revelada por Dios.» (§2)
En su Instrucción acerca del Ecumenismo, en 1949, el Papa Pío XII ordenó que, en oposición a aquel «… peligroso indiferentismo,… se debe proponer y explicar en su totalidad e integridad la doctrina católica. No se debe hacer caso omiso, silenciar u ocultar con términos ambiguos todo aquello que comprende y abarca la enseñanza católica acerca de la naturaleza y etapas reales de la justificación, de la constitución de la Iglesia, de la primacía de jurisdicción del Pontífice Romano, de la auténtica unión por el regreso de los cristianos separados a la única y verdadera Iglesia de Cristo.»
Y aun así, esto es precisamento lo que no se ha hecho desde el Vaticano II, procurando seguir con la premisa contraria de no ofender las sensibilidades de nuestros “hermanos separados” del decreto del Vaticano II acerca del Ecumenismo “Unitatis Redintegratio”. Así es cómo ese documento define al Ecumenismo, sin ninguna de las precauciones expuestas por el Papa Pío XII contra el indiferentismo: «Por “movimiento ecuménico” se entiende el conjunto de actividades y de empresas que, conforme a las distintas necesidades de la Iglesia y a las circunstancias de los tiempos, se suscitan y se ordenan a favorecer la unidad de los cristianos [es decir, la aparente unidad, fuera de la verdad, de las diversas denominaciones o de las iglesias]. Tales son, en primer lugar, todos los intentos de eliminar palabras, juicios y actos que no sean conformes, según justicia y verdad, a la condición de los hermanos separados, y que, por tanto, pueden hacer más difíciles las mutuas relaciones en ellos». El documento también enumera, como otras actividades ecuménicas, el diálogo, la cooperación por el bien común de la humanidad y la oración en común (U.R. §4). Todas estas actividades están basadas en la afirmación, condenada anticipadamente por el Papa Pío XI, de que todas las religiones son más o menos buenas o loables, expresada de la siguiente manera en el documento del Vaticano II acerca del Ecumenismo: Las «Iglesias y comunidades separadas… no están desprovistas de sentido y de valor en el misterio de la salvación, porque el Espíritu de Cristo no ha rehusado servirse de ellas como medios de salvación» (U.R. §3). Esto claramente no deja ningún lugar para el dogma definido «fuera de la Iglesia no hay salvación» (Letran IV, DS 430).
Tomado de TradiciónCatólica.com
La descripción de este movimiento de diálogo y de intercambio mutuo en cuestiones religiosas con los no-católicos, y esto sobre una base de igualdad, se encuentra primero en una Encíclica del Papa Pío XI, “Mortalium Animos - Acerca de cómo se ha de fomentar la verdadera unidad religiosa”, publicada en 1928. A continuación la descripción del Papa:
«Convencidos de que son rarísimos los hombres privados de todo sentimiento religioso, parecen haber visto en ello esperanza de que no será difícil que los pueblos, aunque disientan unos de otros en materia de religión, convengan fraternalmente en la profesión de algunas doctrinas que sean como fundamento común de la vida espiritual. Con tal fin, suelen, estos mismos, organizar congresos, reuniones y conferencias, con no escaso número de oyentes, e invitar a discutir allí promiscuamente a todos, a infieles de todo género, a cristianos y hasta a aquellos que apostataron miserablemente de Cristo o con obstinada pertinacia niegan la divinidad de su Persona o misión.» (§2)
Inmediatamente después, sigue la condena del Papa a los “pancristianos”, cuyas «fascinantes y encantadoras palabras encubren el más grave error, a través del cual las bases de la fe católica son destruidas» (§3). «Tales tentativas no pueden, de ninguna manera, obtener la aprobación de los católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables [éste es el error del indiferentismo], pues, aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos obedientemente su imperio. Cuantos sustentan esta opinión, no sólo yerran y se engañan, sino también rechazan la verdadera religión, adulterando su concepto esencial, y poco a poco vienen a parar al naturalismo y ateísmo; de donde claramente se sigue que, cuantos se adhieren a tales opiniones y tentativas, se apartan totalmente de la religión revelada por Dios.» (§2)
En su Instrucción acerca del Ecumenismo, en 1949, el Papa Pío XII ordenó que, en oposición a aquel «… peligroso indiferentismo,… se debe proponer y explicar en su totalidad e integridad la doctrina católica. No se debe hacer caso omiso, silenciar u ocultar con términos ambiguos todo aquello que comprende y abarca la enseñanza católica acerca de la naturaleza y etapas reales de la justificación, de la constitución de la Iglesia, de la primacía de jurisdicción del Pontífice Romano, de la auténtica unión por el regreso de los cristianos separados a la única y verdadera Iglesia de Cristo.»
Y aun así, esto es precisamento lo que no se ha hecho desde el Vaticano II, procurando seguir con la premisa contraria de no ofender las sensibilidades de nuestros “hermanos separados” del decreto del Vaticano II acerca del Ecumenismo “Unitatis Redintegratio”. Así es cómo ese documento define al Ecumenismo, sin ninguna de las precauciones expuestas por el Papa Pío XII contra el indiferentismo: «Por “movimiento ecuménico” se entiende el conjunto de actividades y de empresas que, conforme a las distintas necesidades de la Iglesia y a las circunstancias de los tiempos, se suscitan y se ordenan a favorecer la unidad de los cristianos [es decir, la aparente unidad, fuera de la verdad, de las diversas denominaciones o de las iglesias]. Tales son, en primer lugar, todos los intentos de eliminar palabras, juicios y actos que no sean conformes, según justicia y verdad, a la condición de los hermanos separados, y que, por tanto, pueden hacer más difíciles las mutuas relaciones en ellos». El documento también enumera, como otras actividades ecuménicas, el diálogo, la cooperación por el bien común de la humanidad y la oración en común (U.R. §4). Todas estas actividades están basadas en la afirmación, condenada anticipadamente por el Papa Pío XI, de que todas las religiones son más o menos buenas o loables, expresada de la siguiente manera en el documento del Vaticano II acerca del Ecumenismo: Las «Iglesias y comunidades separadas… no están desprovistas de sentido y de valor en el misterio de la salvación, porque el Espíritu de Cristo no ha rehusado servirse de ellas como medios de salvación» (U.R. §3). Esto claramente no deja ningún lugar para el dogma definido «fuera de la Iglesia no hay salvación» (Letran IV, DS 430).
Tomado de TradiciónCatólica.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario