Una visión extraordinaria
No todos los santos han gozado de gracias extraordinarias o místicas. Nuestra Sor Filomena, sí. El Señor la condujo por vías extraordinarias desde cuando a los doce años, poco después de hecha la Primera Comunión, vivió un éxtasis que le duró dieciocho horas.
Cierto día, mientras estaba sumergida en la oración, tuvo una visión en la que le pareció contemplar la Iglesia de San Pedro del Vaticano y arriba tres estrellas formando una especie de triángulo que representaban estos misterios: El Corazón de Jesús de quien siempre fue muy devota y como haciéndole guardia la Virgen María y el Arcángel San Miguel.
La misma Sor Filomena explicaría después con riqueza de detalles tan prodigiosa visión: Era el Sagrado Corazón que estaba lleno de gracias y favores para regalarlos a sus hijos los hombres e iba buscando algún corazón para poderle regalar cuanto encerraba en el suyo. Pero por más que buscaba no encontraba ninguno donde poder reposar a su gusto. Al contrario, en todos hallaba espinas y, malezas que le impedían quedarse a gusto en aquel lugar.
Mientras contemplaba la escena de dolor y búsqueda se aparecieron dos estrellas que se colocaron a ambos lados como queriendo significar que venían a consolarle y a reparar los pecados que recibía de aquellas almas. Dentro de estas estrellas estaban, en una, la derecha, la Virgen Inmaculada y la de la izquierda San Miguel Arcángel.
Nuestra vidente le pareció comprender que allí estaba el Corazón Sacratísimo de Jesús dispuesto a derramar sus gracias sobre todos los hombres, pero quería hacerlo por medio de María, su Madre. El encargado de llevar estas gracias hasta los hombres era el Arcángel San Miguel.
Entonces oyó una voz del Corazón de Jesús que decía:
—«Yo reservo copiosos tesoros de mi Corazón para los últimos tiempos para reanimar la fe medio muerta de los cristianos de estos tiempos».
VENERABLE SOR FILOMENA FERRER
Fr. Rafael Mª López Melús