miércoles, 16 de julio de 2014

MILAGROS Y PRODIGIOS DEL SANTO ESCAPULARIO DEL CARMEN - 28


DOS MILAGROS DEL SANTO ESCAPULARIO CON LOS HIJOS DE 
LOS MARQUESES DEL CASTILLO, EN CÓRDOBA 

Me lo refería así la Excma. Sra. Marquesa: "Teniendo mi hijo Dieguito cinco años, nos invitaron unos buenos amigos a almorzar y pasar un día de campo en su finca. El niño hacía tres días que no llevaba el Escapulario, por tenerlo roto, pero, sin embargo, antes de subir al auto, no quise que fuese sin él y le eché un nudo al cordón y se lo puse (pues tenemos la santa costumbre de que a todos nuestros hijos, al bautizarles, se les imponga el Santo Escapulario del Carmen y se les inscriba como cofrades). Al llegar al caserío quiso el niño dar un paseo a caballo, y por tratarse de que era una jaca muy mansita y ya vieja, consentimos en que lo hiciera, no sin mandar con él a un criado de toda confianza y ya viejo en la casa, a fin de que lo vigilase; pero éste se distrajo liando un cigarrillo, y le soltó las bridas, confiando en lo manso y viejo que era el animal, el cual, tan pronto como se vio suelto, salió galopando por medio del olivar, con el niño montado a pelo sobre él y sin tener de dónde asirse, pues no llevaba montura ni albarda. Perdióle el criado de vista, y, según nos refirió después, creía se había matado el niño, porque sin aparejo el animal y no teniendo el angelito dónde cogerse, o le hubiese tirado aparatosamente o le hubiera dejado colgado, cual otro Absalón, de las ramas de los olivos, bastante bajas por cierto; pero hizo la Santísima Virgen que un molinero, que desde lejos le viera, se pusiese delante y parase en su loca carrera al animal y bajara al pequeño, hasta que llegó el criado, pálido y demudado y jadeante, y tomándolo en brazos nos lo devolvió sano y salvo. Puede imaginarse nuestro asombro al oírle contar lo sucedido, no cesando de dar gracias a la Virgen por tan patente milagro. 

"El segundo me lo hizo la Santísima Virgen del Carmen en Córdoba, el día 12 de abril de 1926: Al salir de casa de mamá en coche de caballos, con mis sobrinas, la niñera y el segundo de mis hijos, Paquito, que tendría a la sazón unos ocho meses, me dice una antigua criada de mi madre: "Señora, y a este niño tan lindo, ¿no le cuelga usted nada?" Se refería ella a esos amuletos o cosuchas que la gente del pueblo bajo les suelen poner a sus niños, porque así dicen que no les hacen mal de ojos. Y le contesté: "Yo no les pongo a mis hijitos más que el Escapulario bendito de la Virgen del Carmen, que los libra de todo lo malo"; pero no había pasado una hora, cuando al volver a subir yo al coche, pues salía de la tienda, vi lo tenían al niño de pie, y unas por otras, y yo creyéndome que tenían al niño cogido, cuando al arrancar el coche veo con espanto que el niñito se cae al suelo desde lo alto del coche, pues el coche no tenía portezuelas. 

"Al grito tan horrible que yo di, un buen hombre que estaba parado junto al coche lo cogió del suelo o en el aire, diciéndome: "No se apure, señora, que al niño no le ha pasado nada." Y, efectivamente, ni un rasguño siquiera, y fue cuestión de un segundo el que no le pasara la rueda del coche por medio del cuerpecito o tal vez por la cabecita; así que la caída había sido mortal por necesidad. 

"Y ya podrá comprender si tengo motivos más que sobrados para amar a la Virgen Santísima del Carmen y para alabarla con todo mi corazón todo el resto de mi vida, haciendo que todos la amen y la alaben sin cesar." 

Milagros y Prodigios del Santo Escapulario del Carmen 
por el P. Fr. Juan Fernández Martín, O.C.